
1. Exiliados
En El Seminario, Libro 23 Lacan dice que “exilio” es la palabra que mejor indica la no relación. (1) En tanto hablantes: desterrados de la armonía del instinto, desterrados del país donde algún saber inscripto en lo real nos oriente en cuestiones de sexualidad –y de la vida en general-. Si esa programación existiera, no estaríamos hoy aquí conversando, ya que probablemente no existiría el psicoanálisis.
El trauma, el malentendido, la contingencia del encuentro con el Otro, son índice de lo que ocurre en ese lugar donde no hay escritura a nivel genético. La resonancia de las palabras deja surcos en la carne, produciendo tempranamente un goce que se instalará. Que será único y constante. Cada quien se las tiene que arreglar con el enigma de la “no relación sexual”, como puede, fracasando, con un síntoma.
2. ¿Se ha formado una pareja?
La teoría del partenaire es la invención de Miller que hace de complemento a la teoría del sujeto de Lacan, tomando las versiones lacanianas del partenaire subjetivo. El partenaire sexual, a diferencia de lo que le ocurre a un gato o a una paloma, no viene programado. Podemos decir, siguiendo a Miller, que, aunque puede tener muchas caras, el verdadero partenaire “es algo de sí mismo: su imagen (…), su objeto a, el plus de gozar, y fundamentalmente sin duda, su síntoma.” (2). Hacia el final de El Seminario, Libro 20, Lacan plantea que por el afecto que resulta de la “no relación sexual” se puede encontrar algo que, por un instante, de la ilusión de que la relación sexual se inscribe en un destino. Y nos da un detalle muy preciso: la contingencia del encuentro en la pareja “de todo cuanto en cada quien marca la huella de su exilio.” (3) Es decir, los encuentros, los lazos, estarán orientados por esas marcas del encuentro temprano con lalengua.
Por lo tanto, siguiendo a Lacan y a Miller, diremos que el verdadero partenaire es el núcleo del goce, ese real, que yace tras los trajes de la pareja con la que cada quien se enlaza. ¿Quizá sea por esto que la pareja puede encarnar lo más insoportable, a pesar del amor? A veces es lo que se descubre en un análisis, como dice Miller, “con la ayuda de esta perspectiva en la que el sujeto es feliz incluso en su dolor.” (4) Es decir, un partenaire puede ser insoportable justamente porque le procura el goce que le conviene. ¿Se trata simplemente de la elección de un partenaire con x rasgos o también de lo que cada quien realiza para hacerse hacer por ese partenaire, más allá de sus rasgos?
Que haya partenaire, entonces, en términos del partenaire-plus de gozar, no nos saca necesariamente de la soledad. Y quizá el propio partenaire puede ir en contra del lazo -por ejemplo, el antiamor en las toxicomanías-. Jacques-Alain Miller refiere que esta teoría se desprende de la premisa de que el sujeto lacaniano está esencialmente comprometido en una partida (5) que, estructuralmente, tiene un partenaire por estar incompleto. Esta teoría, entonces, es una brújula para la dirección de la cura: buscar con quien juega el sujeto su partida, con qué hace pareja, cuál es su demanda. Lo podemos deducir por el modo en el cual satisface al síntoma en la relación con x partenaire. A veces lo encontramos sin buscarlo cuando en un análisis nos introducimos como un partenaire suplementario. Aquel que se deja tomar por el partenaire que conviene, lo cual puede dar lugar -a partir de las operaciones del analista- a que el analizante empiece a leer su programa de goce.
3. Algún aparejo
Dice Miller: “el partenaire sintomatificado, es el mejor, es aquel con el que se está más cerca de la relación.” (6) Da el ejemplo del trabajo para los checos y los catalanes en tanto partenaire-síntoma integrado a su personalidad. Si nos alejamos de la perspectiva de guardianes de la realidad social, lo cual como practicantes del psicoanálisis debemos hacer, podemos ubicar en cada caso, uno por uno, cuál es la funcionalidad del síntoma. Como se trabajó en las jornadas anuales del año pasado, esto no es sin poner bajo sospecha las historietas fantasmáticas que colorean el goce, y que aportan el penar de más.
Siguiendo a Miller podemos decir que hay dos caras del síntoma, en intersección, la cara autista, su atadura pulsional, es decir, la satisfacción del goce en el cuerpo del Uno, y la variable, su envoltura formal, que depende del campo del Otro. Es a través de la castración que se pasa al campo del Otro para buscar el complemento de goce que hace falta. En este punto, se puede tirar de un hilo que hoy no tomaré en relación a lo que la época ofrece y en cuyas grietas también se abre paso a la invención. El síntoma en definitiva viene al lugar de aparejo “para rodear y situar el plus de gozar.” (7) Entonces se hace pareja con el síntoma que puede estar encarnado o no en una pareja. “Siempre hay un amo que prescribe lo que debe ser la relación sexual” (8), dice Miller. Pero sabemos, en la intimidad de los consultorios, que cada uno hace pareja con algo muy singular, inclasificable, que no se deja atrapar por los nombres que cada época aporta, en tanto “su diferencia reside en la opacidad que siempre permanece.” (9) ¿No podríamos decir acaso que el partenaire-síntoma de Juanito es el caballo? El caballo que lo puede morder, que da coces como solución al trauma del órgano que se mueve, ajeno a su cuerpo. Los seres hablantes nos tenemos que hacer de algún aparejo para poder tener un cuerpo, para poder vivir.
El síntoma es lo que no anda, pero también es algo que nos permite vivir (10): “ahí cada uno peca, tropieza, cojea, pero eso es también lo que para cada uno constituye su diferencia o su nobleza”. (11)
4. ¿Un partenaire-sorpresa?
Una joven, en tratamiento hace algunos años, con momentos de profunda melancolía, decía en sesión de la función que el partenaire-analista tiene para ella: ponerle los pies sobre la tierra. ¿Qué decir entonces del partenaire-analista? ¿puede venir al lugar de partenaire-aparejo que permita cierto anudamiento posible? ¿Al lugar de trauma? En principio diré que es un partenaire Otro al partenaire que procura goce, un partenaire nuevo que molesta la defensa, que operará como causa, como caja de resonancia para provocar cierta transmutación de la palabra. Un partenaire que se presta pero que no va allí donde el sujeto lo espera, cuyo acto siempre tiene algo de sorpresa. (12)
Notas:
(1) Lacan, J.: El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 68.
(2) Miller, J.-A.: “La teoría del partenaire “, Revista Lacaniana de Psicoanálisis Nº19, publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama, Buenos Aires, 2015, pág. 34.
(3) Lacan, J.: El Seminario, Libro 20, Aún, Paidós, Buenos Aires, 2014, pág. 175.
(4) Miller, J.-A.: “Algunos problemas de pareja”, inédito, audio disponible en lacan.com/space/miller5.mp3
(5) Óp. Cit. (2).
(6) Óp. Cit. (2), pág. 49.
(7) Óp. Cit. (2), pág. 57.
(8) Miller, J.-A.: Causa y consentimiento, Paidós, Buenos Aires, 2019, pág. 139.
(9) Miller, J.A.: Piezas sueltas, Paidós, 2013, Buenos Aires, pág. 51.