Un Partenaire-síntoma: una relación única para cada sujeto

 

Agradezco a los integrantes del Directorio y en especial a su directora Belén Zubillaga, por la invitación a este primer encuentro con los colegas con quienes comparto esta mesa: Ana Silvia Bianco y Nicolás Bousoño, y con ustedes, para comenzar un trabajo que se enmarca en dirección al próximo congreso de la AMP, “No hay relación sexual”. Voy a tomar la indicación precisa que nos fue transmitida en la invitación: que trabajemos el sintagma partenaire-síntoma

Para ello situaré dos puntos y un tercero que será ubicar el tema en una problemática clínica. (1)

Para comenzar podemos decir que este sintagma se compone de dos términos, uno más conocido que el otro, y un signo, un guion, que en gramática se utiliza para unir o dividir palabras, o expresar relaciones entre ellas. Pero también escribe una escansión, una brecha, un entre, que es muy importante mantener, para dimensionar no sólo la novedad que esta articulación nombra, sino también el problema que se plantea cada vez que se lo utiliza (no hay relación). Para comenzar podemos decir que este sintagma se compone de dos términos, uno más conocido que el otro, y un signo, un guion, que en gramática se utiliza para unir o dividir palabras, o expresar relaciones entre ellas. Pero también escribe una escansión, una brecha, un entre, que es muy importante mantener, para dimensionar no sólo la novedad que esta articulación nombra, sino también el problema que se plantea cada vez que se lo utiliza (no hay relación).

1.

Mis marcas de formación me orientaron tempranamente con el concepto de síntoma, aprendiendo que se lo puede abordar de distintas maneras. En términos de metáfora o metonimia, como mensaje, como deseo, nociones que se inscriben en la enseñanza de J. Lacan en el “retorno a Freud”. Allí encontramos herramientas potentes para adentrarnos en una práctica donde era importante precisar sus diferentes estatutos: como retorno, como respuesta, como arreglo o cuando perdía este valor, como patológico, etc. La pluma de Freud nos dio esas primeras definiciones, por ejemplo desarrolla en las “Conferencias de introducción al Psicoanálisis” N° 17 y 23 sobre los mecanismos formadores y el sentido articulado a la pulsión y el inconsciente. Recordemos como Lacan supo leer allí ya una primera división: estructura y función del síntoma, también como tratarlos vía la interpretación a través de los distintos desarrollos de la verdad, para avanzar en este retorno al giro freudiano de los años 20, fundamentalmente al subrayar la novedad que esboza en el texto de “Inhibición, síntoma y angustia”, que sitúa a la castración como clave de lectura. No me voy a extender en estos puntos ya que lo podemos encontrar directamente en la lectura que Miller realiza en las primeras clases de su curso El partenaire-síntoma

Pero sí quisiera detenerme en un punto, donde Miller mismo señala que este par, como expresión, no lo vamos a encontrar textualmente en la enseñanza de Lacan pero que sí se puede deducir de ella intentando demostrar como la enseñanza de Lacan converge en el partenaire-síntoma.

¿De qué manera deduce este sintagma? Por suerte tenemos toda la extensión de su curso, que dictó en los años 1997-98, y algunas clases del Otro que no existe … junto con otros cursos, para seguirlo en esta tarea.

En ellos encontramos puntos de referencias precisos, por ejemplo, al poner al síntoma en un determinado lugar, en aposición, dirá, que permite transformar al síntoma ya no como un sustantivo sino en una propiedad, un atributo que lo hace susceptible de unirse a otros conceptos, como en este caso a partenaire, es decir, desplegar lo que Lacan llama el “orden del síntoma”. Para decirlo rápidamente, esto lo desprende no tanto de su envoltura formal, sino que privilegia su otra cara, el goce pulsional que anida en él, que se localiza de una manera específica para adjetivarlo.

Entiendo que estos dos aspectos del síntoma son importantes para comprender la novedad que este sintagma introduce. Por un lado, presentar su cara sustitutiva ligada al significante cuando opera la represión, actuando sobre el representante de la pulsión, cuyo efecto es volverla inconsciente. Pero además subraya, que también existe una represión “2”, que actúa sobre la moción pulsional misma, aquella que busca su satisfacción.

“Nos damos cuenta aquí del punto exacto donde se planteará la cuestión lacaniana de la unión, de la correlación, de la deducción, de la articulación del significante y del goce”. (2) Y agrega que esta segunda represión que afecta al goce, tiene como efecto, convertir la satisfacción en displacer. Podemos decir que aquí se subraya una paradoja, en tanto el síntoma no se agota en la satisfacción sustitutiva regulada por el principio de placer, sino que hay una transformación literal en la exigencia pulsional, que hace que el síntoma mismo se vuelve un peligro, que obliga al sujeto a defenderse para hacerle frente a este goce en más, que habita en el síntoma mismo. Concluyo que es esta cara del goce opaco del síntoma, la que Miller privilegia para adentrarse en el problema que hoy nos convoca.

2.

En cuanto a la noción de partenaire, podemos rastrearla en el curso que lleva su nombre y en algunas clases del curso El Otro que no existe y sus comités de ética. Miller define al partenaire “De la manera más simple, alguien con el que uno juega su partida” (3), un socio, alguien con quien se baila, con quien se conversa o incluso se acuesta. En psicoanálisis la estructura misma del sujeto incompleto supone un partenaire, el analista, donde el sujeto se dirige y se compromete en una experiencia, lo sepa o no.

Además, despeja y desarrolla los distintos partenaires que Lacan estableció a lo largo de su enseñanza, partiendo del estadio del espejo, en el que se muestra cómo el sujeto juega su partida con un otro imagen, la pareja imaginaria. Podemos decir que Miller encuentra en Lacan una constante, una teoría de las parejas que tiene en su centro al sujeto lacaniano, siempre incompleto, tachado, vacío, pero que sin embargo desea, demanda, consiente dirigiéndose al Otro. (4)

La primera es la pareja imaginaria, entre el yo-otro; la segunda es la simbólica entre el sujeto y el gran Otro, a donde el sujeto se dirige en búsqueda del significante y el lenguaje; la tercera, es la pareja del deseo, ya con cambios significativos en su constitución, escribe la fórmula del fantasma. Y Miller propone agregar una cuarta pareja, el partenaire-síntoma, pareja del goce que se establece en la búsqueda de algo de ese orden, que hay que encontrar a partir del Otro. O dicho de otra manera: “el verdadero partenaire del sujeto, si se lo considera desde el punto de vista del goce, no es el Otro. Su verdadero partenaire es lo que lo sustituye en tanto objeto a”. (5) 

Para concluir y poder conversar, tomaré una viñeta clínica de mi práctica -que no será transcripta en este texto como fue referido en Nota (1)- que para mí enseña la manera en la que un sujeto, encuentra en sus partenaires un arreglo que anuda lo que siempre está por soltarse, el cuerpo. Podríamos decir un partenaire-sinthome, que relanza una relación única en su absoluta soledad, y que orientó la intervención del analista en ocasión de un segundo tiempo en la demanda del sujeto. 

Notas:

(1) La viñeta clínica no será transcripta porque la legislación vigente no lo permite.

(2) Miller, J.-A.: El partenaire síntoma, Paidós, Buenos Aires, 2011, pág.84.

(3) Miller, J.-A.: El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, 2005, pág. 287.

(4) Óp.Cit. (2).

(5) Miller, J.-A.: La fuga del sentido, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 217.