Los tiempos de la sesión analítica

LECTURAS DE LA SECCIÓN: “EL TIEMPO LÓGICO Y EL ASERTO DE CERTIDUMBRE ANTICIPADA. UN NUEVO SOFISMA” – EOL Sección La Plata, 22 de abril 2020

Germán Aníbal Schwindt

¿Es el estudio del tiempo lógico, un instrumento para tratar sólo lógicas colectivas? No.

La actual coyuntura, de sentidos comunes ¿Qué permiten y qué impiden, como barrera, a la subversión que habría de mantener un psicoanálisis en su horizonte?

La pulsión, uno de nuestros conceptos fundamentales, por ende faro y punto de fuerza argumental ante otros discursos ¿Cómo y dónde hablaría de mejor manera, sino en una casuística psicoanalítica por-venir? Para ello, algunos alcances de la voz.

En estas líneas, fragmentos de respuestas a esas preguntas.

I.- Indomensticable.

En su libro La domesticación del Azar, Ian Hacking fundamenta largamente acerca de cómo la expansión de la contabilidad estadística, tendía tanto a una erosión de la noción de azar como a la incidencia en el determinismo.

En el occidente europeo y sus confines coloniales de fines de siglo XVII, desde Italia, Inglaterra, Suecia, Francia y Alemania, a lo que luego se plegarían otros estados, la fiebre por la numeración de distintos “accidentes” de hombres y mujeres, tales como nacimientos, suicidios, promedio de vida, muertes, no sólo producía, de ahí en adelante una masa crítica inconmensurable de datos de sucesos, desde los más variados hasta los más intrascendentes, sino que creaba en el mismo procedimiento números que llamaban a ser ocupados. En otras palabras, si habría x nacidos on muertos en un día en Londres, al día siguiente en la acumulación de un sentido común, esos casilleros iban, deberían, ser ocupados normalmente por unos nuevos nacidos o muertos, sí o sí, un conteo vital y fatal, desprendido de todo detalle de las vidas a las que refería.

La ley estadística, las leyes de probabilidad, la curva de Gauss, extraídas de los estudios astronómicos, de modelos de la física,  desplazadas a lo social,  empezaban a producir un murmullo vinculante, una semántica en la vida de los pobladores transformados en ciudadanos de sociedades, bajo el proyecto de la modernidad.

Las razones económicas, burocráticas, administrativas, jurídicas, médicas y biopolíticas en los nuevos estados  nación, y en los censos de sus colonias, recubrirán luego la operación contable por medio de sentidos, a esos números x, n. Así pues los cálculos estocásticos desplazan palabras, al atribuir sentidos bio políticos, al tiempo que incluyen ciudadanos que padecen, satisfactoriamente, de estar o no concernidos por ellos. El caso ejemplar es con la palabra “normal”, todos más o menos normales. Hacking afirma que, en el procedimiento que perdura, la palabra normal pasó del punto medio de la curva de Gauss, a querer decir tantas cosas de los hombres y mujeres, que ha llegado a no querer decir nada, lo que no impide que afecten dichos traslados semánticos. La pregunta hoy ¿cuándo será el volver a una vida normal? despliega su vacuidad.

En el transcurso del siglo anterior y el actual, los usos biopolíticos del paradigma biológico, que desplazó al físico del siglo XIX –las metáforas termodinámicas de Freud son un ejemplo de ese-, encuentran nuevos impasses y siguen el flujo de otras pasiones, en el arco que va del temor a la esperanza y viceversa, dos pasiones políticas.

En la ciudad de Florencia durante el siglo XIV, Giovanni Bocaccio  escribió en el comienzo de su Decamerón, sin saber que luego ese libro inauguraría un tipo de escritura, que hasta entonces no se realizaba en la prosa en Europa:

“(…) Digo, pues, que ya habían los años de la fructífera Encarnación del Hijo de Dios llegado al número de mil trescientos cuarenta y ocho cuando a la egregia ciudad de Florencia, nobilísima entre todas las otras ciudades de Italia, llegó la mortífera peste que o por obra de los cuerpos superiores o por nuestras acciones inicuas fue enviada sobre los mortales por la justa ira de Dios para nuestra corrección que había comenzado algunos años antes en las partes Orientales privándolas de gran cantidad de vivientes, y, continuándose sin descanso de un lugar en otro, se había extendido miserablemente a Occidente. Y no valiendo contra ella ningún saber ni providencia humana (como la limpieza de la ciudad de muchas inmundicias ordenada por los encargados de ello y la prohibición de entrar en ella a todos los enfermos y los muchos consejos dados para conservar la salubridad) ni valiendo tampoco las humildes súplicas dirigidas a Dios por las personas devotas (…)  Y para curar tal enfermedad no parecía que valiese ni aprovechase consejo de médico o virtud de medicina alguna; así, o porque la naturaleza del mal no lo sufriese o porque la ignorancia de quienes lo medicaban (de los cuales, más allá de los entendidos había proliferado grandísimamente el número tanto de hombres como de mujeres que nunca habían tenido ningún conocimiento de medicina) no supiese por qué era movido y por consiguiente no tomase el debido remedio, no solamente eran pocos los que curaban sino que casi todos antes del tercer día de la aparición de las señales antes dichas, quién antes, quién después, y la mayoría sin alguna fiebre u otro accidente, morían.” (1)

Es una extensa cita, que estalla en resonancias hoy. Otras manifestaciones en la pintura rupturista en la baja edad media con el Bosco-Jheronimus van Aken-, precursor dePieter Brueghel El Viejo con su Triunfo de la muerte, evocan un momento de sisma de las creencias en Europa. Estos efectos no podrían ser afirmados antes que acontecieran, la lectura en un tiempo posterior permite discriminar qué caducó y qué perduró.

II.- Lo que no se puede prevenir.

En un artículo publicado en la revista El murciélago, y vuelto a publicar estos días en el último número virtual de la Revista de la Biblioteca Nacional: La Biblioteca, podemos encontrar, más cerca que la Florencia de Bocaccio, un artículo de Germán García  que comienza así:

“ “Hace un siglo Buenos Aires cayó en el colapso. Azotada por un fantasma mortífero de tez amarilla su ajetreo de metrópoli en ascenso fue aventado por el pánico, dejando el silencio de una ciudad vacía, donde los sobrevivientes huían a cualquier lado por millares y los muertos, que ya no se contaban, eran dejados atrás como horribles cuerpos malditos”. Miguel Ángel Scenna, Cuando murió Buenos Aires. El exhaustivo libro de Miguel Ángel Scenna sobre la fiebre amarilla que asoló Buenos Aires en 1871 registra el origen trágico del dispositivo sanitario que todavía hoy sigue sin resolver el problema de la organización terapéutica de todo aquello que el desarrollo del saber médico propone. Antes de 1871 la viruela (y hasta la escarlatina, la rubeola, la disentería, la fiebre tifoidea, la gastroenteritis) podía producir epidemias mortales. Durante la fiebre amarilla, en seis meses, se cuentan más de trece mil muertos: la municipalidad despierta, entonces, y comienza el equipamiento sanitario. Hasta ese momento no había limpieza ni cloacas: las calles estaban tapadas de basura y se transformaban, con las lluvias, en lagunas de agua estancada. (…) Este equipamiento quiere hacer de Buenos Aires, según palabras de Rawson, “la ciudad más sana del mundo”: las tasas de mortalidad apremian. (…) El gobierno y la municipalidad sanean la ciudad: se realizan grandes obras de extracción de agua, de cloacas, de pavimentación y de vías públicas. Se crea el Departamento Nacional de Higiene y Asistencia Pública. Además, se construyen —entre 1870 y 1880— quince hospitales. (…) Puede trazarse una red sanitaria eficaz, pueden prevenirse y hasta evitarse ciertas enfermedades. Se entiende la posibilidad de una práctica de la higiene pensada en función de la organización urbana y de las condiciones que deben cumplirse. Pero, ¿cómo se deduce de aquí una “psicohigiene”?, ¿cómo se traducen por analogía estos éxitos a la prevención de la llamada “salud mental”?”

Para tomar nota, cómo ciertas lógicas colectivas, apresuran a extrapolar decisiones político administrativas, acciones y funciones que luego tienen efectos duraderos sobre las prácticas que las antecedían, en sus agentes, su episteme y sus instituciones. Salud mental y prevención, salud mental y cognición, salud mental y soluciones terapéuticas rápidas, el tiempo… ¿no suena conocido?

Sigmund Freud cuando durante la primera guerra mundial conversaba con un poeta sobre lo perecedero, conversación de la cual dejó un hermoso texto, notaba muchos matices que vale la pena releer.

III.- Ecos

Nuestra Escuela ha llamado a su boletín ad.hoc,Discontinuidades, vale detenerse en esta palabra, el poner una marca temporal, en lugar de un siga siga que igual todo está igual. En varios números de tal boletín Discontinuidades, como así también en Flashes del Blog de la Sección La Plata de la EOL han sido invitados colegas a proponer unas líneas. Subrayo. En el número 5 de Flashes del Blog, Ramiro Tejo deslinda un sesgo de lo que va de la incertidumbre a lo indeterminado  En el número 2 de Discontinuidades, Elena Levi Yeyati, sutil, introduce una correspondencia de Freud del tiempo de entreguerras y entre pérdidas, una ¿inspiración?, Freud que sigue pese a. Las biografías, los documentos, las correspondencias, los testimonios, no son adornos ilustrados para la formación permanente de los analistas, bienvenidos sean otra vez. Mónica Gurevicz en el número 13 objeta la nueva ola, leyendo para adelante las Jornadas 2016 de la EOL, “Hiperconectados”. Gabriela Camaly en el 15 discontinúa con una versión de “Presencia”, cuando está presente a los distintos lados de los océanos, que la economía de los analistas cuenta. Hay psicoanálisis si hay el acto analítico y si hay analizantes… sino quedaremos en un colectivo de elucubración, más o menos sofisticada, de lo que alguna vez fue una práctica de palabra, como tantas otras que ha habido. Samuel Basz en el 19 toca una cuerda que me gusta, la que en un cartel estoy leyendo sobre la voz y el estilo, cartel en el que con otros colegas nos interesa la intersección entre psicoanálisis y la literatura. En el 16 Marisol Gutiérrez retoma del escrito sobre el tiempo lógico de Lacan la expresión: “discontinuidad tonal”. No me había detenido en ese detalle, ¿qué es lo tonal? en las escansiones entre los tres tiempos lógicos, instante, tiempo, momento, ver, comprender, concluir.

Siguiendo a Freud, el psicoanálisis no es una weltanshauung, una cosmovisión. En la formación del juicio, perduran las tres preguntas kantianas, que hacen al hombre moderno del siglo XVI a esta parte, donde convergen el empirismo inglés, el racionalismo cartesiano y la autonomía kantiana. Estas preguntas ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe esperar?, en su reedición no están escritas en un más allá de quien las formula, las respuestas están animadas por los anhelos que habitan en el tiempo de quien las responde, más allá y más acá de los saberes en disputa.

Que el psicoanálisis no sea una cosmovisión, como tampoco un arte, no ha impedido en otro momento a muchos artistas, y en uno mucho más próximo a algunos cientistas políticos, de la utilización más o menos afortunada de algunos de los términos del psicoanálisis, para referirse a lógicas colectivas.(2)

Modos de retomar lo conversado en la noche del 22 de abril de 2020 con los colegas de la Sección, en torno al escrito de Jacques Lacan El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada, -de la cual participaron Paula Vallejos, Gabriela Rodríguez y Néstor Suarez -. Tal  Conversación de Escuela, apuntó también al “instante” particular en que ésta era convocada, para intentar caracterizar, ¿invocar? los alcances y resonancias en que: “ninguno saldrá si no es por los otros”. 

Consideré, luego de terminado el encuentro y al responder a la invitación a escribir estas líneas, desplazar los muros del “aislamiento” hacia el muro del lenguaje, tomando en cuenta que, en las sesiones en estos últimos cuatro meses no se hace presente un discurso homogéneo y colectivo analizante, supuestamente “afectado” por igual por la epidemia y los sentidos comunes, por la amenaza de vida o por las condiciones de vida modificadas radicalmente de manera transitoria, etc.. En cambio, el amor, el odio, la indiferencia, la envidia, los celos, el aburrimiento y no solo las “pasiones tristes”, también el temor, la desesperanza, la esperanza –pasiones políticas-, el sacrificio y la envidia –pasiones económicas-, la alegría, etc, etc, sí están presentes.

IV.- Subversión de los tiempos.

¿Qué indica el rastrear la función del tiempo lógico en la sesión analítica?

Este matiz permite abrir, revisitar, rastrear: las modalidades de la repetición, el movimiento de lo mismo a lo otro, del tedio a inhibición, síntoma y angustia, la que no se presenta solo por el transcurrir del cronos del tic tac, ni la recubren los consumos irónicos del tik tok. Entrando por una vía ya abierta, una modulación de nuestro vocabulario, el lenguaje de las pasiones, a través ellas, por ser tratamientos de la pulsión, hacia las sutilezas en torno al silencio y la voz, mi tesis.

En esta línea es que encontré en el artículo Siete problemas sobre lógica colectiva, Eric Laurent en el apartado 3 “Lógica colectiva y lógica del sujeto. La Mediación del cálculo” la siguiente apreciación, al referirse al texto de Lacan en los escritos que orientó nuestra conversación:

”(…) el horizonte de la lógica colectiva que interesa a Lacan es el de definir un sujeto que toma sentido por los  avatares de su identificación sexuada; que no se sitúa abstractamente por una identificación a una norma coercitiva, sin por eso creerse alguien.”.

Que el énfasis pase de la norma a los avatares de la identificación sexuada, inclusive al hablar de lógica colectiva, entiendo no se trata de denunciar o morigerar una norma, de democratizar un criterio, de parodiar a una comunidad de expertos, sino el asumir que el restringido campo de libertad de nuestra modesta y nunca asegurada práctica, puede si extraer serias consecuencias para la misma, si parte de donde partió, que la neurosis enferma por su vocabulario y se cura por su vocabulario, cura durante todo el tiempo que sea posible tal experiencia. Freud en esto era sencillo y directo, a la pregunta ¿cuánto dura un análisis?, respondía, mientras dure el encuentro entre analista y analizante.

Mantener los tratamientos por medios diversos, podría atenerse a ello y no solo por la –entrelíneas- manutención económica de la circulación de bienes entre analistas y analizantes. Las expresiones del tipo “recibo on-line de la transferencia”, dicen de este tipo de cuestiones. Los y las  analistas no estando fuera del mercado también hacemos lo nuestro, tiempo y dinero son variables y escansiones internas a nuestra práctica, inclusive en los cálculos de atención “gratuita”.

Avatar, va hacia deriva, una traducción impostergable de trieb, nuestro concepto límite, entre lo psíquico y lo somático, uno de nuestros conceptos fundamentales. Deriva más próxima al kairós de una “erótica del tiempo” –Jacques-Alain Miller dixit– que a un cronos protocolizado, guía para la vida “normalizada” –Ian Hacking dixit-, en un automatón entre el hábito y la inercia.

¿Por qué ceder terreno a otras prácticas, como las pseudocientificas terapias conductistas cognitivas, a las terapias psicológicas de control social solapado, las de regulación corporal y tal vez peor a las psicoterapias psicológicas de auto-denominados psicoanalistas, entre otros fenómenos económico-societarios cuando se reemplaza autorización analítica por habilitación profesional? Se nota, repito una vez más, en los desplazamientos de los anaqueles de las librerías, de los post de las redes, en comentario en medios de difusión, etc., cuando una literatura cognitiva de auto-ayuda –en el sentido equívoco y en el más amplio del término- ocupa el lugar en el que antes se encontraban las publicaciones del psicoanálisis.

Freud situaba a nuestra práctica como la que se realiza con lo mismo que fundamenta, la palabra, no hay ninguna otra mediación, así pues: si cedemos en las palabras, luego cedemos en los hechos. A la inversa, si podemos argumentar extensa y “colectivamente” que no hay metalenguaje, ni especialistas del psicoanálisis, ¿por qué hacernos de un vocabulario supuestamente interno y especializado?

Los principios de la  práctica, fueron retomados en la Sección, tanto en la Conversación, como en la Noche del Directorio siguiente –Trans-formaciones del analista – en la que participaron Paula Vallejos, Daniel Millas, y José Lachevsky-. Me recordó lo que en una oportunidad dijo Aníbal Leserre, “¿un principio?, que sean posibles la asociación libre en el que viene a hablar y atención flotante en el que lo recibe”, parece sencillo, no lo es, pero es un comienzo. De la lógica colectiva a la posible subversión del sujeto, sigo por la modalización de trieb.

Aquí me fue de suma utilidad para estas reflexiones el libro de Carmen Gonzáles Táboas La cita fallida 3 -En Argentina. De la mirada al inventario.-, suspicaz Carmen señala:

”¿Por qué se volverían nuestros maestros europeos en psicoanálisis hacia las culturas de esta América, al parecer propicia al psicoanálisis, si nosotros no lo hemos hecho?”(3).

Carmen González Táboas realiza entre tantas otras dos caracterizaciones que quiero subrayar. Una que articula el proyecto ensayístico de este libro con los dos que lo preceden, el de caracterizar las diferencias y particularidades del territorio de discurso que habitamos, el que forma parte de ese “Otro” de los otros con que habría de considerarse una salida, también un recorrido de la adjetivación que utiliza al nombrar la región como “continente mestizo” –afro, indo, luso, español y católico-, vale tomarse el tiempo de lectura para  encontrar el alcance de tales matices.

Por otro lado el uso que realiza del tiempo lógico, en la “Primera parte: Las paradojas del tiempo lógico –Breve presentación-“:

“Vivir para un discurso, dice Masotta. Porque el discurso analítico sabe de los tres que deben comparecer en un análisis; los tres están en mí: uno: el/la que cree las ficciones simbólicas que sostiene la conciencia, dos: el /la aprisionado en los espejismos que introducen el malestar en la relación con los otros, tres: el /la que no sabe qué atasca su vida en la  repetición que compromete su sexualidad y destruye su vida amorosa. He ahí los tres prisioneros. El yo-parlante no sabe el color del disco que pesa sobre sus espaldas. Le habla al analista de los pequeños otros, tropieza en un malestar que insiste y se repite. (…) El sofisma no es un asunto de “pura” lógica si decidimos traerlo a la experiencia de un análisis (…) como el sujeto no es pura lógica, repite; tropieza a su modo en los tres de Freud: el no poder hacer (inhibición), el no poder evitarlo (síntoma), sin tiempo para esperar (angustia)”.

Que un análisis perdure se alimenta por el interés libidinal del camino del analizante, que incluye los impasses y detenciones en el saber inconsciente obtenido. Como lo inconsciente no es solo representación prima considerar, ya desde Freud los desplazamientos del afecto –distinto de la emoción psicologista o neurobiológica-.

El decurso de un análisis está atravesado por instantes de ver, tiempo de comprender y momentos de concluir, hasta en una misma sesión, relanzados y subsumidos unos en otros, no es una cronología de tres pasos, ni ningún ascenso en la información sobre sí para adaptarse mejor. Sin siquiera estar desde un comienzo, en el filo de la experiencia de un análisis como pretensión de singularidad, no resulta de un progreso acompañado, una serie de “logros sociales” según el imperativo de preferencia, sino lo que subvierte un modo de hablar, una escucha que no es oír, una experiencia que en algo cambia la vida, inclusive en un detalle de mayor “desadaptación”, este término que utilizo no es ingenuo, las metáforas evolucionistas circulan por medio de semánticas que hacen mercado.

Que en los pasajes del tiempo lógico haya discontinuidad, y que ésta se la adjetive “tonal” ¿qué implica?¿La dimensión de lo tonal, podría aludir a una particularidad del objeto voz?

Un análisis es una experiencia de palabra, que desde el comienzo plantea un problema con el saber: el que viene no sabe lo que le pasa, no sabe con quién habla y le supone que sabe algo de lo que desconoce, el que recibe no sabe quién viene a hablarle y desconoce el vocabulario con que eso está configurado. Que el sueño es la vía regia de acceso al inconsciente y que para su interpretación solo se puede contar con las asociaciones del soñante,  no con un sistema representativo externo a él, habla en algo de eso.

La experiencia de palabra que implica la sesión analítica incluye el silencio, no como mueca de una impostura técnica, sino de la presencia del silencio, más allá de la detención de la fonación, ese silencio es afín al real que la pulsión recorta. Ya en el Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Lacan daba una indicación técnica, al señalar que cuanto menos un análisis implicaba algún tipo de modificación, no en la fuente, no en la meta, no en el objeto, sino en el recorrido de la pulsión, nuestros casos habrían de demostrarlo.

V.- Tonalidades del objeto voz.

El silencio, en Freud y Lacan está plagado de metáforas sobre ello, ombligo del sueño, grano en la perla psiconeurótica del síntoma, la voz áfona en la pulsión, la constante rotacional, etc, etc. El libro de Miquel Bassols I Puig, Lecturas de la página en blanco –la letra y el objeto- es una producción preciosa en torno a este punto, como así también el testimonio de Marcus André Vieira La escritura del silencio (voz y letra en un análisis).

Ese desprendimiento ¿de lo tonal? no se puede reducir a los fonemas que son efectivamente pronunciados, al equívoco significante como operación de sentido, a las esperables rectificaciones subjetivas que introducen al sujeto en la  relación a su propia palabra encarnada. Habría de precisar la localización de lo áfono del objeto voz, en el recorrido de un análisis de la pulsión, el en-torno a ese objeto, escandido por tiempos. Así pues, voz, no siendo fonación de los dichos escuchados, presentifica la enunciación, lo silencioso.

A nivel colectivo, a la pregunta por:¿cuál sería la posible incidencia del psicoanálisis en los “sucesos de actualidad”?, la integración a los cuerpos de asesores, especialistas, educadores, veedores, funcionarios, ¿sería una vía? Hay otras, una la que lleve a una relectura de la función táctica, del valor de la “utilidad social” de las instituciones analíticas. ¿El valor colectivo de la sesión analítica? ¿Es viable esa expresión?, Si, el de una función radicalmente diferencial: la de preservar un lugar en la Ocasión, un lugar en que se explaye el silencio.

Un silencio en y por el psicoanálisis ¿En qué términos?, así lo escribía Jacques-Alain Miller en su texto Jacques Lacan y la voz:

“(…) no utilizamos la voz; ella vive en el lenguaje, lo habita. Basta con decir para que emerja, surja la amenaza de que aparezca lo que no puede decirse. Si hablamos tanto, si realizamos  nuestros coloquios, charlamos, cantamos y escuchamos a los cantantes, hacemos  música y la escuchamos, la tesis de Lacan implica que es para hacer callar lo que merece llamarse la voz como objeto pequeño a”.

Un lugar donde emerja un silencio, a veces muy elocuente, por el hablar. Un silencio articulado al objeto voz. ¿Cómo el lenguaje de las pasiones es afín a la pulsión?

VI.- Con el lenguaje de las pasiones.

Hay aquí una serie de textos a poner en correlación. El curso de las pasiones, de enero de 1999(4), y “El barroco de las pasiones” ambos de Germán García, texto este último tomado por Eric Laurent para la conferencia del 21/9/1999, dictada en el Centro Descartes,  y luego publicada en el libro Los objetos de la pasión, el cual incluye sus tres conferencias con el título “Pasiones del ser” dictadas entre el 25 y 26 de noviembre de 2000 en las VII Jornadas de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis – en Bahía.

A lo que apunto con la lectura de estos textos, y a la vez con la recomendación de la lectura de los mismos, es que plantean una forma de considerar tanto el uso en nuestro colectivo analítico del lenguaje, cuando hablamos de los casos clínicos, como así también un modo de considerar las pulsiones como desplazamiento de “afecto”.

Para dar con la conexión entre lenguaje-pasión y pulsión, es preciso partir de la diferencia clásica entre representación y afecto, la dimensión del objeto, como elemento silencioso que emerge en el hablar.

Para el estudio del tema, importa diferenciar:

.- ¿qué y cuál es el del lenguaje de las pasiones?, dado que no es lo mismo ubicarlas como una retórica del recorrido, una serie de cortes con respecto al objeto, o un epifenómeno de una evolución erógena –como ha sido leído Freud en más de una oportunidad-.

.-El alcance de la pulsión como concepto límite, entre lo psíquico y lo somático anula la división razón –de la mente- pasión –del cuerpo-.

De“El barroco de las pasiones”:

“las pasiones no son expresiones diversas de la insistencia pulsional, sino la respuesta del “gusto” al “disgusto” (asco) provocado por los modos de goces excluidos. “Formaciones reactivas”, escribe Freud. (…)el lenguaje de las pasiones supone tanto las pulsiones como las defensas del yo, que su potencia es la resolución (positiva y/o negativa) una tensión entre la pulsión, el yo y sus objetos. En una intervención realizada en 1949 [El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica], Jacques Lacan afirma: “Los sufrimientos de la neurosis y de la psicosis son para nosotros la escuela de las pasiones del alma, del mismo modo que el fiel de la balanza psicoanalítica, cuando calculamos la inclinación de la amenaza sobre comunidades enteras, nos da el índice de amortización de las pasiones de la “civitas”.El argumento que sostiene lo anterior gira en torno a una crítica de la autonomía del yo, sostenida por la descripción de su función de desconocimiento, patente en la “Verneinung” (negación) y latente en la fatalidad donde se manifiesta el ello.”.

Para rastrear la división entre pasiones del ser y pasiones del alma es oportuna la lectura del curso y las conferencias antes citadas, no me extenderé aquí, en la diferenciación falta en ser para las primeras, pasiones del objeto a para las segundas.

Si el gusto responde al asco –barrera al cuerpo ay sexuado- ese rastro, nos permite recostar el tema hacia los tres tiempos en “un” análisis.

Las pasiones de la civitas, temor y esperanza, como pasiones políticas, dan diversas relaciones a la torsión del tiempo en términos de Lacan, futuro anterior, y los afectos que desplazan.

En estos días, el temer-imaginar o esperanzarse por un futuro de estados tecnocráticos con regímenes de biopolítica autoritaria, el temer-imaginar o esperanzarse en sociedades más democráticas en la distribución de los bienes, no sólo habla del exhaustivas conceptualizaciones sobre la historia, filosofía y teorías sociales existentes, también habla de los anhelos que tal o cual enuncia. En un extremo, estas adhesiones o rechazos, cabe la posibilidad que también sean “analizables”, en caso de entrar en el dispositivo analítico, subvirtiendo lugares entre el ciudadano que habla y el efecto sujeto.

En el hablar, en sesión, es posible de explorar las pasiones como lenguaje, siguiendo la vía del método y el detalle, del mismo texto antes citado:

“En 1957, después de referirse a la intervención anterior, se agrega una precisión al identificar a los mecanismos de defensas del yo con estas figuras; en Escritos página 501: “ La perífrasis, el hipérbaton, la elipsis, la suspensión, la anticipación, la retractación, la negación, la digresión, la ironía, son las figuras de estilo (“figuras sententiarum” de Quintiliano), como la catacresis, la litote, la antonomasia, la hipotiposis son los tropos, cuyos términos se imponen a la pluma como los más propios para etiquetar a estos mecanismos. ¿Podemos acaso no ver en ellos sino una simple manera de decir, cuando son las figuras mismas que se encuentran en acto en la retórica del discurso efectivamente pronunciado por el analizado? “.Aquí podemos diferenciar la reacción emocional cuya descripción y explicación se realiza en los términos del funcionamiento del sistema límbico, etcétera, del lenguaje de las pasiones que implican al sujeto en su “modo de ser”. Se puede tener una reacción de temor sin ser temeroso, de cólera sin ser colérico. El lenguaje de las pasiones describe “los intereses del yo ”, las emociones una reacción funcional. Si queremos seguir la indicación de Jacques Lacan y tomamos un diccionario de retórica y, con paciencia, buscamos definiciones y ejemplos de cada una de las figuras citadas (algunas son sinonímicas) y leemos en el libro de Anna Freud para comparar, algo de lo que entendemos adquiere otras resonancias.(…) El discurso de las pasiones, en sus sensibles variaciones históricas, es el sismógrafo de los puntos de separación y de interferencia entre las instancias de la topología del sujeto.”

Destaco de estas figuras retóricas, en particular y en este caso la negación, el breve y condensado artículo que escribiera Sigmund Freud que lleva por título La negación, resulta imprescindible como caracterización de la producción del sujeto del lenguaje, en el advenimiento de los  juicios de existencia –esto es lo que es, esto no es- y de atribución – lo propio, lo ajeno-, las inversiones de los tropos del lenguaje que han de fragmentar un modelo fisicalista, interno externo. Texto retomado luego en distintos momentos de su Seminario e inclusive en sus Escritos por Lacan, núcleo duro de la noción de extimidad. Este texto de Freud no puede dejar de ser considerado como  un texto sobre la retórica y el silencio de la pulsión en el límite de las representaciones, tan así que en la producción del juicio de atribución, según como lo presentara Freud en ese texto, no podemos encontrar los dos recursos clásicos de la ciencia, deducción e inducción, sino los alcances de ese otro “salto”, ruptura de la cadena lógica, inmixión ¿tonal? presente en la abducción. Para quien se interese en estos tres términos, puede rastrearlos en  la lógica aristotélica de los Primeros analíticos en el Organon.

VI.- En debate.

Hoy por hoy aún más, ante la avanzada de los reduccionismos y peticiones de principio, que alimentan parte de las metafóricas utilizadas por el conductismo actual, relanzado en terapias cognitivas, la indicación de diferenciar emociones de pasiones, es un ejemplo de qué palabras no es conveniente ceder, siendo las emociones un listado de términos funcionales a un insondable biológico.

No es un mero juego de palabras a político, la guerra de posiciones nosográficas que se desarrollan desde hace ya varias décadas,  en el intento de elidir al permutar fobia por pánico, angustia por ansiedad, pasiones/afecto por emociones, identificaciones por identidad, subversión del sujeto por personalidad, diferencia por espectro, también dan cuenta de ello.

Pulsión, siendo la noción de límite, en el concepto, hace a un descompletamiento de lo psíquico y lo somático al entrecruzarlos, así pulsión no es mente ni es cuerpo, no es epifenómeno neurobiológico de un saber en reserva de la ciencia, sino un elemento tercero que desplaza, las nociones de cantidad hacia las de cualidad.

Cantidad, el isomorfismo del quantum en Freud con la “teoría” de la lamelle en Lacan, no es un forzamiento,  cualidad, dolor en el soma no es lo mismo que hiera-duela, una palabra.

Los impasses de las ciencias cognitivas en el poder fundamentar sus afirmaciones en torno a lo que es del orden “cualitativo”, de los anhelos, de la decisión, de las satisfacciones más allá del principio del placer, etc. etc., da “cuenta” del límite de lo “contable” por esas vías.

Los procesos primarios, implicados en el desplazamiento de la cantidad en cualidad,  modo de figurabilidad de la pulsión, que articula palabra y cosa, también explican el lugar del afecto en el trabajo del sueño.(5)

VII.- ¿Cómo el lenguaje se articula a una sonoridad? Pregunta a seguir.

Así pues el “contar” que introduce cada vez la sesión analítica, toma el desplazamiento del afecto y su tiempo en la tonalidad de un relato donde habla el decir, no del hablar con mayor o menor propiedad, no de la buena dicción, sino de lo que dice bien de lo íntimo no sabido, tal tonalidad es efecto del desplazamiento de afecto que toma cuerpo en la palabra. 

Una particularidad del objeto voz, lo invocante ¿qué invoca? Introducido por Lacan en su seminario La angustia, donde el objeto a, es calificado como “cesible”. (6)

Que este particular objeto, se escurra en las mismas clases cuando Lacan habla en torno de la voz, pareciera que no va a llegar a decirlo, promete retomarlo, lo llama, se esquiva, queda para el próximo seminario… habla no solo de un estilo de enseñanza, el de Lacan, sino también de las cualidades de este objeto.

Llega en lo que estoy desandando, en la página 204 de dicho Seminario:

“Lo que engendra nuestra praxis es este universo, simbolizado en último término por la famosa división que nos guía desde hace un tiempo a través de los tres tiempos en los cuales el S, sujeto todavía desconocido, tiene que constituirse en el otro, y el a surge como resto de la operación.”

Para localizar la voz en función del tiempo, aquí Lacan habiendo partido del ojo separado del cuerpo, lleva a su auditorio a seguir la temporalidad de un S que se constituye a distancia del campo equívoco de la comunicación. Para que ello suceda da una pregunta, que postula inconsciente, “¿Qué soy?”, la que recibe, y esto es muy importante, una respuesta de forma “interrumpida” un “Tú eres”, sin atributo.

Una respuesta, hecho con el lenguaje real, del laleo. Ese canto tonal de lalengua, no hay que olvidar la dimensión poética de la palabra, no es solo una dimensión fónica, si por caso de ese “material” también está hecho el sueño, en el silencio del dormir.

No confundir, estas preguntas y esas respuestas, no son un tiempo evolutivo, ¿acaso la llegada de esa pregunta “¿qué soy?” no vuelve en algunos análisis, no sólo en sus comienzos?.

¿Cómo el lenguaje se liga a una sonoridad?, que se ligue implica que no es idéntico. Es por “Ello” que la voz se incorpora como alteridad de lo que, se dice.

Para que se diga, nuestro recurso es la sesión analítica, como dimensión de la palabra pronunciada, en el vacío intermedio que ésta presentifica En esa orientación, hacia el vacío que soporta el lenguaje, no hay la última palabra que valga para colmarlo.

Esta especie de forzamiento no intuitivo, en la desubstancialización de la voz, de separación en y por la musicalidad en la palabra, puede darse o no en el tiempo escandido, de corte, en la sesión analítica, lo que lleva su tiempo de “cesión”.

Así pues el lenguaje de las pasiones, como palabra articulada al desplazamiento del afecto, hace su oficio, en transferencia, demarcando el vacío, límite al saber, que con la pulsión remeda. Hasta aquí un estado de preguntas y lecturas, que sigue.

La Plata, 09/07/2020.

Notas:

1.- Continúa la cita, “Y esta pestilencia tuvo mayor fuerza porque de los que estaban enfermos de ella se abalanzaban sobre los sanos con quienes se comunicaban, no de otro modo que como hace el fuego sobre las cosas secas y engrasadas cuando se le avecinan mucho. Y más allá llegó el mal: que no solamente el hablar y el tratar con los enfermos daba a los sanos enfermedad o motivo de muerte común, sino también el tocar los paños o cualquier otra cosa que hubiera sido tocada o usada por aquellos enfermos, que parecía llevar consigo aquella tal enfermedad hasta el que tocaba (…). De tales cosas, y de bastantes más semejantes a éstas y mayores, nacieron miedos diversos e imaginaciones en los que quedaban vivos, y casi todos se inclinaban a un remedio muy cruel como era esquivar y huir a los enfermos y a sus cosas; y, haciéndolo, cada uno creía que conseguía la salud para sí mismo. Y había algunos que pensaban que vivir moderadamente y guardarse de todo lo superfluo debía ofrecer gran resistencia al dicho accidente y, reunida su compañía, vivían separados de todos los demás recogiéndose y encerrándose en aquellas casas donde no hubiera ningún enfermo y pudiera vivirse mejor, usando con gran templanza de comidas delicadísimas y de óptimos vinos y huyendo de todo exceso, sin dejarse hablar de ninguno ni querer oír noticia de fuera, ni de muertos ni de enfermos, con el tañer de los instrumentos y con los placeres que podían tener se entretenían. Otros, inclinados a la opinión contraria, afirmaban que la medicina certísima para tanto mal era el beber mucho y el gozar y andar cantando de paseo y divirtiéndose y satisfacer el apetito con todo aquello que se pudiese, y reírse y burlarse de todo lo que sucediese; y tal como lo decían, lo ponían en obra como podían yendo de día y de noche ora a esta taberna ora a la otra, bebiendo inmoderadamente y sin medida y mucho más haciendo en los demás casos solamente las cosas que entendían que les servían de gusto o placer. (…) Algunos eran de sentimientos más crueles (como si por ventura fuese más seguro) diciendo que ninguna medicina era mejor ni tan buena contra la peste que huir de ella (…)   Las cuales cosas, luego que empezó a subir la ferocidad de la peste, o en todo o en su mayor parte cesaron casi y otras nuevas sobrevivieron en su lugar. (…) De la gente baja, y tal vez de la mediana, el espectáculo estaba lleno de mucha mayor miseria, porque éstos, o por la esperanza o la pobreza retenidos la mayoría en sus casas, quedándose en sus barrios, enfermaban a millares por día, y no siendo ni servidos ni ayudados por nadie, sin redención alguna morían todos. Y bastantes acababan en la vía pública, de día o de noche; y muchos, si morían en sus casas, antes con el hedor corrompido de sus cuerpos que de otra manera, hacían sentir a los vecinos que estaban muertos; y entre éstos y los otros que por toda parte morían, una muchedumbre. (…) ¡Cuántos valerosos hombres, cuántas hermosas mujeres, cuántos jóvenes gallardos a quienes no otros que Galeno, Hipócrates o Esculapio hubiesen juzgado sanísimos, desayunaron con sus parientes, compañeros y amigos, y llegada la tarde cenaron con sus antepasados en el otro mundo!

A mí mismo me disgusta andar revolviéndome tanto entre tantas miserias; por lo que, queriendo dejar aquella parte de las que convenientemente puedo evitar, digo que”

2.-Un ejemplo de ello – junto el escaso análisis lacaniano del mismo, sea al menos para debatirlo-, es el del libro La razón populista, en el cual Ernesto Laclau –politólogo argentino-, hacía uso ya desde hace más de treinta años, no solo de la noción de significante, con el desplazamiento “significante vacío”; sino de cómo las satisfacciones paradojales discernidas por el psicoanálisis, según su lectura de este, daban una mayor inteligencia, a la explicación de los impasses que las propias ciencias políticas no podían explicar desde otros campo de referencias. Por ejemplo, el intento de explicación causal –a partir de la lectura de los términos repetición, satisfacción y goce- de cómo es posible que la ciudadanía moderna, democrática, conservadora o progresista, vaya una y otra vez contra sí misma, en lugar de perseguir –en el lugar del agalma- el mayor grado de felicidad, para el mayor número de ciudadanos. “Felicidad” de Jeremy Bentham, el del panóptico y el de las ficciones en la teoría del derecho, que supo insertar en las constituciones de la mayoría del surgimiento de los estados nación modernos. Las conexiones y debates que Jorge Alemán en este punto mantiene, lo que luego y mientras ha elaborado bajo el término: “soledad común” para algunas lógicas colectivas, la publicación virtual Lacan emancipa, dan cuenta de esto. En paralelo nuestra comunidad internacional, la AMP, con la Red Internacional Zadig propulsada por Jacques-Alain Miller y en nuestro país la publicación virtual Libertad de pluma, entre otras, han abierto una intersección de la cual hoy por hoy es posible leer, una experiencia en curso.

3.- Marcas de los precursores en la formación analítica permanente, los análisis, las lecturas, las publicaciones, la práctica del control, la política institucional, me son afines a estos nombres propios: Sigmund Freud, Tomas Paini, Enrique Acuña, Graciela Musachi,Germán García, Oscar Masotta, Marta Toppelberg, Guillermo Ranea, Jorge Alemán, Juan Bautista Duizeide,Jacques Alain Miller, Eric Laurent, Jacques Lacan.

4.-En El curso de las pasiones, de Germán García: “Como quería probar la pertinencia del tema de las pasiones, para el psicoanálisis, advertido de que el psicoanálisis se maneja con criterios de autoridad, porque no es una ciencia exacta, tenía que probar, primero, que para nuestras autoridades eso era importante. Y pensé <Siempre se encuentra alguna frase en Lacan en cualquier lado, seguro que voy  a encontrar algunas frase que justifique hablar del  tema de las pasiones>. Pero para mi sorpresa fue encontré cientos de frases. Me parece que lo que obtura, o impide, o no crea el interés por estos temas, es la identificación de las pasiones con lo imaginario. Es un error, porque  las pasiones no son lo imaginario”.

5.- Freud en 1915 en su artículo Lo inconsciente –el fallido, que evoca silencio entre las letras del texto, de la “cuidada” edición inglesa de James Strachey-Anna Freud, que lo hace faltar en la “Lista alfabética de los escritos de Freud”,  importada en el Tomo XXIV de la edición Amorrortu-, puede causar algo más que una sonrisa-. Artículo donde Freud afirma, que lo inconsciente no es solo lo reprimido, de ahí si solo es posible reprimir las representaciones, ese resto no representacional, inconsciente, y móvil, es el afecto.

6.-  El poema “Ojo” en Mundo de siete pozos de Alfonsina Storni, escrito en 1934, en clave de vanguardia, indica de esa partición del cuerpo.

Reposa.

El crepúsculo

muere más

allí, donde, pájaro quieto,

aguarda.

Mares tristes,

apretados,

mueven

en él

sus olas.

Los paisajes

del día

lo navegan

lentos.

Tímidas

las primeras estrellas

lloran

su luz insabora

en la pupila fija

En el fondo oscuro

largas hileras humanas

se le desplazan

incesantemente

Parten

en distintas

direcciones;

retroceden;

retroceden;

tocan

los primeros

hombres:

Gimen porque nace el sol

Gimen porque muere el sol.

Todo allí,

apretado en la cuenca,

donde,

pájaro quieto,

aguarda.

Bibliografía:

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-Carmen Gonzáles Táboas, La cita fallida 3 En Argentina. De la mirada al inventario., Editorial Grama, Buenos Aires, 2019.

-Germán García, “La gran epidemia – A propósito del libro Cuando murió Buenos Aires-“, La Biblioteca revista fundada por Paul Groussac, Dossier especial Otoño 2020 Historia del virus –Epidemia, literatura y filosofía-, Buenos Aires, 2020, Páginas 317-327.https://drive.google.com/file/d/1PUKSS0FXpjV2yNEuS3sbsdI3bNe1x8eK/view?fbclid=IwAR2DjwnhNXKaCdGvzVr1idhHYsSD_KQ0oARV3yLZkgIUNwLP7-FROe_NS5M  (Texto publicado en El Murciélago, nro. 12, marzo/mayo de 2000.Publicación de la Fundación Descartes)

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-Germán García, El curso de las pasiones, Centro Descartes, 1999

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