Conversando con Ana Belén Zubillaga
Dos soledades
Con las tres presentaciones de esta noche –y hacia nuestras próximas Jornadas –1- pude pensar una articulación que me resultó interesante. La soledad de los analistas y la de las mujeres, la soledad que conviene.
Uso el plural porque el singular confundiría justamente el detalle del asunto: que no existe ni El analista ni La mujer 2, desarrollado de modo impecable en el texto de Gabriela Rodríguez.
Podemos pensar que las mujeres, justamente por dicha inexistencia, consisten en Otras su respuesta a lo femenino resumido por una jóven bajo el lema: “ella es todo lo que está bien”.
Y los analistas pueden caer en la misma tentación, vía la identificación o el grupo.
Ambas salidas, no son más que dos modos de compañía que taponan la soledad que implica el uno por uno de los analistas y el una por una de las mujeres.
Entonces se trataría además de dos modos de soledades distintas: la de la excepción o la del no-todo. La primera -la neurótica- sostiene al padre, completa al Otro y cree en La mujer y El analista.
La otra, la soledad que no agrupa, que es sin igual y que no se padece. Allí el sujeto no pretende colmar el vacío ni con el Ideal de mujer ni de analista. Más bien es una soledad irreductible, no sintomática que cuenta en todo caso con el sínthoma como partenaire. No se trata ya de la soledad como partenaire del que da cuenta en su testimonio Dalila Arpin y que exquisitamente Mariana Isasi comentó.
Entiendo entonces a esa soledad, como la que entraña el goce femenino mismo, goce no-todo fálico, y que se experimenta en el cuerpo, como Gabriela Camaly expuso de manera muy precisa.
Para concluir considero gracias a esta noche –y con el cartel en perspectiva- que la soledad –no-toda, es la mejor compañía para habitar la Escuela.
Notas
- VIII Jornadas de la EOL Sección La Plata “El no-todo y el analista” sábado 6 de Noviembre.
- Hacia la Gran Conversación Virtual Internacional de la AMP “La mujer no existe” París 2022 “La mujer no existe” – Grandes assises AMP 2022
Conversando con Christian Marcelo Ríos
En primer lugar, destacaría que el trabajo de la segunda Noche de Directorio permitió distinguir la función de la excepción −correlativa de la lógica del todo− de la dimensión del no-todo ubicada por Lacan del lado femenino de las fórmulas de la sexuación.
Agregaría, que este movimiento operado por Lacan, a la altura del seminario 20, no es sin la reescritura que lleva adelante de la metáfora paterna. Al situar un punto donde la función Fi no opera −∃X ɸX− no solo ubica el complejo de Edipo como una ficción y el Nombre del Padre como un semblante, sino también da cuenta de que la castración mantiene un punto de relación con lo real.
Será entonces, la reescritura de la metáfora paterna aquello que permite recortar dos lógicas del goce, donde el Nombre del Padre, en su calidad de semblante, ya no asegurará la consistencia en el campo del Otro, sino que nombrará la esencia de la sexualidad, es decir la no relación significante entre los sexos.
Recordemos, que Lacan en este seminario –a partir de situar la inconsistencia en el campo del Otro− también define dos registros del fantasma. Por el lado de la sexualidad masculina, nos dice que la relación con el objeto a pondrá en juego un goce que separa del Otro, al que llama autista y remite al Uno fálico. En tanto, del lado femenino será la relación que el sujeto mantendrá con el agujero, aquello que permitirá que haya relación no solo con el a,sino también con lo que da acceso al Otro.
Dicha perspectiva, implica que Lacan ya no parte del padre universal freudiano, sino más bien de un padre vivo, que en su función por un lado fija un límite al goce, pero por el otro –y bajo la condición de hacer de la mujer con la cual tiene relación, la causa de su deseo– opera en favor de la extracción del a del cuerpo del Otro y por ende relanza la relación con el goce femenino. En última instancia, es ese límite –en sus dos caras– aquello que constituye un medio, para que una mujer pueda devenir Otra para sí misma, es decir para que experimente ese ék-tasis femenino.
Por ello, no debemos descuidar la función que tiene este operador –el padre- a esta altura de la enseñanza de Lacan. Todo y no- todo constituyen dos lógicas respecto al goce. Pero, dejemos en claro, que del lado femenino se hace necesaria la cuestión del límite al momento de la relación que un ser hablante pueda mantener con el S(A). Sin ese operador que por un lado limita y por otro relanza o pone en relación, podríamos quedarnos en una relación de fascinación con el agujero.