
Nada de todo o de la Escuela, el analista, lamujer

Del título
Este título podría ser un plagio si no fuera por la proposición que antecede a la serie, “nada de todo” que tomo de un texto breve de Lacan, aparecido en el periódico Le monde el 26 de enero de 1980, a pocos días de la disolución de su Escuela. En ese texto nos suministra la imagen del grano de arena como imaginación de lo real, los que sumados, dice, hacen un montón, pero de ningún modo un todo. Para que lo hicieran sería necesario un axioma, la entrada en ejercicio de una excepción.
El grano de arena en su unidad elemental se presta incluso a imaginar el punto de apoyo sobre el que Lacan, “tan solo como siempre estuvo”, -para parafrasearlo reteniendo el momento patético, pero además lo que revela de su ajuste a la estructura -, levantó su Escuela, a la que también disolvió. El grano de arena no es sino la enunciación de Lacan, en torno de la cual se amontonaron unos cuantos que no serán convertidos en todo.
Por allí, se abre la segunda proposición del título, la serie, en tanto es lo que más se ajusta al no-todo, serie a la que me referí con el término plagio puesto que se trata del título seguramente tergiversado por lo encubridor del recuerdo de una Conferencia a la que asistí hace ya más de dos décadas, dictada por Graciela Musachi en esta ciudad (La Plata), por donde vendría yo misma con el tiempo, a hacer montón con otros en torno a la causa analítica. La serie del título, que como las otras no se arma a partir de ninguna ley de formación específica, introduce sin embargo relaciones con ese singular no-todo que nos ocupa: la Escuela que es no-toda, el analista que surge del no-todo, la mujer a la que conviene el no-todo
De la Escuela no-toda
“No hay todo de la Escuela”, aunque la escribamos con mayúscula. Hemos leído seguramente esa afirmación más de una vez en la “Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela” de Jaques Alain Miller. Al modo de un oxímoron la Escuela nos es presentada allí como una serie de soledades (granos de arena) que instituyen una formación colectiva. Aquel oxímoron que involucra una lógica particular, subraya también un asunto de goce, de tal modo que ella, la Escuela, en tanto así constituida, no-toda, podría “esconder un goce diferente del goce fálico, […]que no depende en absoluto de aquel” – tal y como lo precisa Lacan en su Seminario 20-, goce que no participa del cambio de valor ni del valor de cambio, ajeno a toda captura ideológica propia de las formaciones colectivas; por donde sería posible, aunque seguramente aventurado, hacer la analogía entre la Escuela y el cuerpo de la mujer. Algo que se produce en ese cuerpo (comunidad) la otrifica de tal modo que consigue disolver, al menos episódicamente, la consistencia de un “entre nosotros” que estorba, siempre segregativo.
Se tratase podría decir de la tensión permanente entre institución y experiencia. La necesidad de hacer de la Escuela una experiencia, algo que se ha subrayado, presupone este efecto de otrificación y todo el asunto, por una vez la palabra todo adquiere todo su sentido, es cómo hacer para que la institución que la Escuela también es, no funcione como “el cadáver de una escuela idealizada” decía agudamente Germán García, erigido en defensa del discurso analítico.
Del analista, que viene del no-todo
Del, evoca el articulo definido el, para el analista, los hay que se dicen tales, dice Lacan. Se ha planteado en este punto la dificultad de su definición más allá del decir-se por fuera de “el rasgo de identificación” y/o de “la nota de idealización”. La apuesta es evitar, solía advertir Germán García, el “identikit del analista construido por el grupo”. El mismo García evocaba con gracia un pasaje del Seminario 1 donde Lacan afirma que “es tan extravagante, decir, con relación a la realidad, “yo soy analista” como “yo soy el rey”,nada legitima estas afirmaciones del yo en el orden de las capacidades, y eso nos deja tranquilos, pero solo por un rato.
Lo que parece simple respuesta a ese cómo de la definición: “es del no-todo de donde surge el analista” (1), nos pone frente a otro enigma: cómo es que el analista surge del no-todo.
Un psicoanálisis es una experiencia de lenguaje inédita, es la posibilidad de salir del “guetto de mi lengua” según la poética expresión de Tamara Kamenzain, vale decir separarse del modo en que se ha sido hablado por lalengua familiar. A ello se articula el pase, como experimento que nos da acceso a aquello que se transformó en esa separación, para el que paso por esa experiencia, o también en lo que “ese” se transformó…El nombre de lo que se transformó, no es todavía nombre de analista, ocurre que eso que viene del “ronroneo de lalengua” (2) hace poema y no poeta, no se afirma como nombre de autor, sin embargo “despeja una voz”, (leemos en una de las cartas enviadas al Consejo por César Mazza). En todo caso lo que allí queda indicado es algo del orden de “esa cosa que soy”, raíz oscura que se aísla como causa, de la que emana una voz “que apenas puede ser susurrada por un nombre” (otra vez García, citado por Graciela Musachi en el reciente Homenaje donde retomaba los “ecos del nombre”). La palabra eco a la vez recupera la voz que habita el poema, la que fuera extraída del no-todo “ilimitado infinito de la homofonía” que constituye lalengua, en una más allá de los efectos de nominación.
De las mujeres a las que les conviene el no-todo…
“Nuestro no-todo es la discordia” (3), es una cita de Lacan. Cierto es que La mujer se sitúa a partir de que de no todas puede decirse con verdad cualquier predicado, y eso trae discordia sobre todo en el interior del feminismo. Algo que, entre otras cosas, dificulta la construcción de un “nosotras”, siempre y exclusivamente “construcción fantasmática”, el que, aunque pueda tener objetivos-por caso la lucha por los derechos-,se construye sobre la negación de la complejidad interna, y la indeterminación en la que descansa el término mujer -ahora es Judith Butler la citada-La filosofa americana precisa entonces que cualquier “nosotras” “nombra el problema”, pero se crea por exclusión, lo que obliga a colocar un etcétera por donde retorna, lo sabemos, el mismo acontecimiento sintomático.
De allí que a ella (no me refiero a Butler, pero por qué no) le convenga el no-todo por el que lejos de abismarse en la fuga del nombre, otro nombre de lo ilimitado, pueda condescender a hacer experiencia del “Otro goce”, que “no necesita siquiera un nombre para existir” (4). La sin nombre, lo sin nombre de su posición, participa evidentemente de una afinidad con el analista. No obstante, y Lacan deja subrayada la advertencia, que hace extensiva al analista, es “a condición de no aturdirse con una naturaleza antifálica [el “anti” debe ser considerado precisamente en su diferencia con el no-todo], de la cual no hay la menor huella en el inconsciente” (5), que ambos, podrán “escuchar lo que de este inconsciente no tiene ganas de decirse”, – o mejor que “no es para ser dicho”, matiz que aporta otra traducción de la misma frase del texto citado, por donde se cuela el no-todo -.
Actualidades
Recientemente y apropósito de la ascensión de lo “trans” al centro de debate público en Francia, la pluma de Miller puso al descubierto dos de los axiomas que hacen paradigma en los nuevos tiempos de un mundo que, aunque se lo pudiera llamar feminizado no pierde las mañas del todo.
Si el discurso analítico, que anima la serie expuesta con antelación, toma a su cargo ir contra el amo de mañana [que] gobierna desde hoy, así reza el acertado epígrafe del Lacan quotidien, ese contra que es reverso no puede venir de otro lado que de la entrada en función del “operador no-todo”, que escribe lo que no se deja universalizar.
Contra el “axioma de separación”, por el que se ama a lo igual que deviene separatismo en acción en lo social, hacer existir lo desigual o el separatismo radical de lo singular, por así decir. Contra el “axioma supremacista” por el que se instituye un todo con marca de superior, destilando un binarismo que se traga todas las diferencias, hacer existir la diferencia absoluta como un nombre, todavía, de la diferencia sexual.
Eric Laurent habla y escribe desde hace un tiempo sobre la “identificación no segregativa”-un tema que lo ocupa hace mucho, solo recordemos en este punto el seminario sobre “Las paradojas de la identificación”-. Valdría detenernos esta noche en este sintagma que nos introduce a una aporía, es evidente que el oxímoron y la paradoja son afines al discurso analítico. ¿Qué podría ser semejante cosa, una identificación desegregativa?, ciertamente no es uno de los tipos de identificación descriptos por Freud en su célebre Massenpsychologie. Sería este el caso de la posibilidad abierta por un psicoanálisis, surgida del aislamiento de una causa a partir de un esfuerzo de nominación -si lo sabremos-, pero que sin embargo, no es totalmente reducible a un rasgo de goce (un nombre) desde el que hacer consistir comunidad, estoy más o menos parafraseando a Laurent. Ese “no totalmente” es lo que cuenta, a leer aquí como no-todo, aunque no por eso menos identificado. Reversionado el final del Seminario 11, tal es el modo en que lo leo, se trata para Laurent de mantener separados, a la mayor distancia, nombre y causa, (ideal y objeto a respectivamente), mayor distancia que reenvía a lo que fuga del nombre, “mi nombre es aún” pudo decir Laurent, volviéndose poema.
Notas:
(1) Lacan, J.: “Nota italiana”, en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 328.
(2) Laurent, E.: El nombre y la causa, Instituto de Investigaciones Psicológicas (CONICET y UNC), Córdoba, 2020, pág. 102.
(3) Lacan, J.: El Seminario, libro 19… o peor, Paidós. Buenos Aires. 2012, pág. 22.
(4) Focchi, M.: “Una cualquiera”, en Feminas, EOL Paidós, Buenos Aires, 2000, pág. 142.
(5) Lacan, J.: “El Otro falta”, en La Escuela. Textos institucionales de Jacques Lacan 1. Escansión. Nueva Serie, Manantial, Buenos Aires, pág. 21.
Bibliografía:
-Lacan, J.:“El Otro falta”, en La Escuela. Textos institucionales de Jacques Lacan. Escansión 1. Nueva Serie, Manantial, Buenos Aires, 1989.
– Lacan, J.: El Seminario, libro 19… o peor, Paidós. Buenos Aires. 2012.
-Miller, J.-A.: “Teoría de Turín acerca del sujeto de la Escuela”. Ver: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/021/template.php?file=arts/Alcances/Teoria-de-Turin.html
-Musachi, G.: “García”, Noche del Consejo. Lecturas de Germán García. Ver: https://radiolacan.com/es/podcast/eol-noche-del-consejo-lecturas-de-german-garcia/3
– García, G.: “Mesa redonda: ¿En que está usted de acuerdo y en que está en desacuerdo con la comunidad analítica a la que pertenece?”, en El psicoanalista y sus síntomas. EOL Paidós, Buenos Aires, 1998.
-Mazza, C.: “Enunciación y representación”, Cartas al consejo, 18-06-21.
– Borges, J.L.: “Historia de los ecos de un nombre”, en Otras inquisiciones. Emece, Buenos Aires, 1960.
– García, G.: “Oscar Masotta, los ecos de un nombre”, Ediciones Eolia, Buenos Aires, 1992.
-Miller, J.-A.: “Dócil a lo trans”. Ver:https://elp.org.es/wp-content/uploads/2021/04/JAM-DOCILE-AU-TRANS-ES.pdf
-Laurent, E.: El nombre y la causa, Instituto de Investigaciones Psicológicas (CONICET y UNC), Córdoba, 2020.