Pequeña máquina mortífera

ANALISTAS ESENCIALES EN LA CIUDAD- EOL, Sección La Plata, 28 de noviembre 2020

Por Cecilia Fasano

Asumí la dirección asociada del Hospital Rossi de La Plata el 4 de febrero de 2020, mientras colocaba mis petates en un nuevo escritorio y planificábamos con el grupo de trabajo los lineamientos de una política de gestión sanitaria que anhelábamos llevar adelante, se ponía en funcionamiento esa “pequeña máquina mortífera”(1) llamada Covid-19. El 11 de Marzo la OMS declaró que Covid-19 era considerada una enfermedad pandémica, desde ese momento fuimos testigos de un mundo gobernado bajo un doble imperativo: “Lávate las manos” y “Quédate en casa”.

Una postal cotidiana de corte surrealista exhibe a personas cubiertas con tapabocas, lavan sus manos, desinfectan sus ropas, sus calzados y todos los elementos que tuvieron contacto con alguna superficie. En el ambiente hospitalario la postal adquiere ribetes más sombríos, rostros heridos por máscaras y antiparras, cuerpos exhaustos tras largas horas de tensión e incertidumbre, sumado al fatigoso uso del EPP (Equipo de Protección Personal) que implica un agotamiento extra que sólo ellos conocen.

El malestar subjetivo de la población dentro y fuera del hospital asoma visiblemente desolador en algunos, tímidamente en otros, están quienes se adaptan más fácilmente, quienes se angustian, quienes se irritan, quienes se paralizan, pero un denominador es común, a nadie le es indiferente, se viven situaciones de extrema tensión que dejan al descubierto miserias y virtudes (in)humanas de modo descarnado.

La disposición del ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) ordenó una nueva modalidad de habitar el planeta, afectando a los cuerpos de manera radical. En el inicio de la pandemia la normativa se acató casi masivamente con cierta docilidad y obediencia y la población acompañó la decisión política respecto a la necesidad de reforzar el sistema sanitario, probablemente esto se debió al hecho de que contábamos con informantes mediáticos del otro lado del océano encargados de spoilear la funesta película que ellos vivían anticipadamente. Pero el tiempo fue transcurriendo, y aquella docilidad y obediencia comenzó a resquebrajarse: sujetos empobrecidos, irritados, con síndromes de todo tipo y color dieron lugar a extensos debates sobre la legitimidad o no de las libertades coartadas. Pablo Martínez Samper sitúa bien el problema, “la libertad en el siglo XXI se ha vuelto un concepto sospechoso. Sospechoso de pertenecer al espectro político de la derecha”(2)

Otra consecuencia del aislamiento, al impedir la cercanía entre los cuerpos, fue ubicar en ese lugar vacante, la presencia de una pantalla que crea la ficción del encuentro, de ahí la apelación compulsiva y masiva a las plataformas virtuales en sus diferentes propuestas y diseños.

Entre otras excentricidades esta pandemia reveló una insólita condición ante los fallecimientos ocurridos por coronavirus, muertes que ocurren no sólo en absoluta soledad, sino que además a sus deudos les está vedado despedirse de los seres queridos. Desconocemos el alcance real de esta normativa, las derivas de impedir el abrazo final y separar a los cuerpos en el último momento de una vida, sí sabemos que los rituales funerarios otorgan una dimensión simbólica a la imposibilidad de representación de la muerte, por lo tanto, privarlos de esta posibilidad no será sin consecuencias. A propósito de esta particularidad el servicio de Cuidados Paliativos del Hospital Rossi implementó un protocolo absolutamente innovador para que los pacientes con coronavirus puedan ser acompañados por sus familiares. Protocolo que causó mucho revuelo en los medios, entre otras razones, porque puso en evidencia la necesidad de discutir medidas que implican alcances filosóficos profundos. Giorgio Agamben, ha sido una de las voces más controvertidas sobre este tema, a quien Horacio González calificó como “Intrépido, desafiante pero equivocado”(3), sin embargo más atractivo que aquellos filósofos que divulgan sus predicciones apocalípticas fundamentadas en galimatías de la época.

Mientras algunas pasiones, que Spinoza llamo tristes, como la nostalgia, el miedo o la ira se replican en todo el planeta al ritmo de la expansión del virus, efectos del aislamiento dejan su estela, cuyo testimonio ya comenzaron a recoger los analistas que ejercen su práctica en el ámbito de la salud pública.

Notas

1 Bassols, Miquel: “La ley de la naturaleza y lo real sin ley” disponible en https://zadigespana.com/2020/03/20/coronavirus-la-ley-de-la-naturaleza-y-lo-real-sin-ley/

2 Samper, Pablo Martínez: “Eso que somos” revista Estrategiasdisponible en http://www.ms.gba.gov.ar/sitios/hrossi/files/2020/08/Estrategias-Junio-2020-DEFINITIVO.pdf?fbclid=IwAR3xnQKC3O9TZNlshEZ249CQdPjIV4th-D2zMiG8TrifwbFjiobAo7a-O7Y

3 González, Horacio: “Antígona” en Diario Página/12 Contratapa, 23 de abril de 2020