Los tiempos y el cartel

XXVIII JORNADAS NACIONALES DE CARTELES DE LA EOLEOL Sección La Plata, 24 de agosto de 2019

 

Rosana Salvatori

 

En primer lugar, quiero agradecer la invitación a participar de esta mesa acerca del tema de “El tiempo del cartel”, al Directorio de la Sección y a la ID, especialmente a Adriana Fanjul, Secretaria de Carteles, que nos extendió la invitación.

Coincidencias en el tiempo

Agradezco también al Directorio haberme recordado que estas Jornadas Nacionales de Carteles, las Número 28, se dan cita en un día especial: el del nacimiento de J L Borges, el escritor apasionante, erudito y polémico, a quien Lacan le rindió homenaje por considerar su “obra tan armónica con el Philum de nuestro discurso”.Si Borges y Lacan comparten un mismo “tronco”, es el de la relación a la palabra y al lenguaje, al valor de la ficción y de la poesía, esa que Lacan, en su última enseñanza, singulariza como lo único que no es estafa, como violencia hecha al uso común de la lengua.

Tanto en la obra de Borges como en la enseñanza de Lacan, podemos ubicar una serie de  variaciones sobre el tema del tiempo. Entre las muchas ideas borgeanas hay un tiempo circular, el de los senderos que se bifurcan, el de la reivindicación de la eternidad, y una idea de un tiempo irreversible y de hierro que lo atormentaba. Les leo el párrafo final de “Nueva refutación del tiempo”, en Otras inquisiciones, que dice:

Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno de Swedenborg y del infierno de la mitología tibetana) no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges”. (1)

El tiempo, tal como Lacan lo concibió, el que le valió la excomunión de la IPA, constituye hasta hoy una de las mayores subversiones del psicoanálisis. Lacan hizo del tiempo de la sesión, un tiempo variable, que no responde al discurso del amo, un tiempo que, como señala Miller en “La erótica del tiempo”, no se presta a la espacialización medible de manera arbitraria e igual para todos: el del reloj. No hay tiempo continuo ni homogéneo: el esquema de la retroacción es ya una objeción al tiempo como continuidad lineal. La interpretación, el acto analítico, están del lado de la sorpresa como acontecimiento imprevisto que incide sobre el goce y abre la puerta a la dimensión real del tiempo objetando la ilusión de eternidad. Miller precisa, leyendo “El ultimísimo Lacan”, que hay una disimetría entre el tiempo y el espacio. El espacio no es real, pero el tiempo sí lo es.» (2) La eternidad es una construcción verbal pero el cuerpo, la consistencia mental del cuerpo, es realmente afectada por el tiempo que pasa.

El modo de concebir el tiempo define  una práctica lacaniana y una política, la política del síntoma. De  la enseñanza de los AE extraigo un ejemplo: el testimonio de Leonardo Gorostiza publicado en Lacaniana Nª 13, llamado “La temporalidad y los usos del síntoma”. Allí señala dos puntos centrales y diferentes en cuanto al tiempo en juego en cada uno: primero, el del franqueamiento del fantasma y segundo, lo que le permitió arribar a la invención del significante nuevo como nombre del sinthome. Respecto al primero dice que “lo que se conmueve es la estática del fantasma. Es decir, la ilusión de eternidad y por ende la idea de la existencia de un destino ineluctable imposible de modificar”…mientras que el nombre del sinthome se inscribió en una nueva alianza con el goce y en una relación con el tiempo ya aliviada del peso mortificante”…(3)

La experiencia de un análisis que dura hasta el final puede transformar en “otra cosa”, menos mortificante, la idea borgeana de un destino espantoso e irreversible. Solo hace falta un esfuerzo de poesía y tiempo, el que haga falta, para las vueltas del toro neurótico.

El tiempo del cartel

El cartel como dispositivo privilegiado por Lacan para la formación de los analistas, propuesto en el “Acto de fundación de la Escuela”, es restaurado como órgano de base en el año de la disolución, momento en el que afina su formalización proponiendo el número (cuatro se eligen alrededor del Más uno). Lo diferencia así de la religión, cuyos seguidores pueden no tener límite y son anónimos. La experiencia del cartel es afectada por lo real del tiempo ya que no hay instancia ni dispositivo de la formación del analista en la que lo real no anide.

En el seminario de la Disolución, en 1980, Lacan se dirige a los analistas diciéndoles:

“Vayan. Júntense varios, péguense unos a otros el tiempo que haga falta para hacer algo y disuélvanse después para hacer otra cosa.

Se trata de que la Causa freudiana escape al efecto de grupo que les denuncio. De donde se deduce que sólo durará por lo temporario, quiero decir – si uno se desliga antes de quedar tan pegado que ya no pueda salirse”. Continúa: “Además se necesita que junto con eso instaure yo un remolino que les sea propicio. Eso o el pegoteo seguro.”

La noción de remolino es solidaria de la de agujero en topología y la topología está del lado de lo real del tiempo.“Hacer agujeros, hacer pasar por agujeros o tirar trozos de cuerda, supone un proceso temporal”. (4)  Lo real de la topología, es el real en juego en la formación: nunca termina de formarse y al agujero solo podemos bordearlo.

La lógica propuesta por Lacan implica una secuencia: pegotearse, producir un trabajo y luego permutar para hacer otra cosa. El recurso a la permutación es propuesto para ir en contra de la eternización de las jefaturas y de los lugares de cacicazgo y liderazgo no solo en el cartel sino en todas las instancias de la Escuela. Se trata de evitar el pegoteo de la masa, “desligarse antes de quedar tan pegado que no se pueda salir”.

El tiempo de la experiencia del cartel, aunque su disolución esté fijada de antemano, no es un tiempo que transcurre linealmente. La función del Más uno es clave allí, en tanto descompletar el efecto de grupo hace pasar a cada cartelizante, no siempre, por un tratamiento de los afectos y las pasiones, de los ideales y de las identificaciones al punto, como indica Bassols, de no reconocerse entre los miembros si el más uno funciona como “bárbaro”introduciendo la lengua extraña, desgrupalizando hasta que el producto singular emerja en el trabajo colectivo. Si hay que desgrupalizar, es porque, como señala E Laurent(5) recordando las notas que Lacan tomó de Bion, hay unos efectos “previstos de entrada”, desde que el cartel existe, como la reacción de “huida” de las personas que están ausentes de las reuniones,( y nunca es en vano, señala Lacan, que alguien se ausente), están aquellos que vienen de mal humor criticando todo, son reacciones de “ataque”, las que quieren tomar el poder, las que quieren encarnar la dirección en el lugar del más uno, efectos de empuje al líder, etc. Para evitar, dice Eric, que esos efectos se cristalicen, el Más uno, haciendo uso del lugar analítico en el que Lacan lo puso, debe interpretarlos. Ubicar el trabajo en el centro no será sin el consentimiento de cada cartelizante.

Cada cartel tiene así su propia “vida” que transcurre en un tiempo articulado a un espacio, el de la Escuela. Es un tiempo que se teje de escansiones, movimientos, crisis, reinvenciones. Como dice Aramburu: “el tiempo de la Escuela, que se quiere psicoanalítica… es lo que nos permite decir que ella no está para cerrar la hiancia de lo real y que sus impasses impiden un saber atesorado en la impotencia de lo acabado”. (6)

El tiempo de la gestión

El cartel y su relación al tiempo fundacional de la Sección de la EOL en La Plata es un hecho, es su marca. En la entrevista realizada para el segundo número de Remolino a la primera Secretaria de carteles: María Laura Errecarte, manifiesta que “la decisión política de que sea con el dispositivo del cartel que se teja la creación de nuestra Sección fue un acontecimiento que implicó un antes y un después”.

De mi experiencia como Secretaria de carteles en la primera permutación del Directorio, ratifico la importancia de esta inclusión. Tanto el directorio como la Secretaria con sus cinco integrantes que me acompañaron en el trabajo, mantuvieron el espíritu de cartel para pensar cómo instrumentar las distintas iniciativas que colaboraran en continuar el trabajo de la primera gestión y en avivar la llama del deseo de cartelización más allá del muro de la Escuela. Alrededor de la pregunta sobre el tema del cartel en intensión y en extensión, se fueron cerniendo diferentes productos.

Las actividades sobre el cartel en su máxima intensión: el cartel del pase, se vieron acompañadas de un número del boletín Remolino, el número 3 (contamos ya con el 4). Publicamos allí tres entrevistas realizadas a Guy Briole, Ram Mandil y Gaby Grinbaum a quienes dirigimos la misma pregunta acerca de la experiencia del trabajo en el cartel del pase. Los tres respondieron fundamentalmente por cuestiones temporales: el valor de la apuesta, la aceleración, la urgencia del movimiento lógico, la contingencia y la sorpresa. “El cartel del pase es afectado, dice Ram Mandil, por la pulsación temporal de la Escuela”

Finalmente, quiero señalar el acontecimiento que marcó también un antes y un después durante la gestión: la decisión de JAM de declarar “Campo freudiano año cero” como un “recomenzar” y la “movida Zadig”, en la que el cartel presenta toda su potencia para el trabajo de incidencia del psicoanálisis en el campo social. Como señala Laurent, “la propuesta de llevar el psicoanálisis a la política es llevar a ese campo la ética de la identificación desegregativa…en una Escuela no concebida en el sentido asociativo sino como un laboratorio de producción de identificaciones desegregativas” (7).

 

Notas

  1. Borges, JL “Nueva refutación del tiempo” Otras inquisicionesEditorialEmecé 1989
  2. Miller J-A “El ultimísimo Lacan” Editorial Paídos Buenos Aires 2013
  3. Revista Lacaniana Nº 13. Pág 66
  4. Miller J-A “El ultimísimo Lacan” Editorial Paídos Buenos Aires 2013 Pág. 272.
  5. Laurent, Eric. “Lo real y el grupo”. Lógicas colectivas. Cuatro+uno.
  6. Aramburu, Javier. “Los carteles y la Escuela”. Cuatro+uno
  7. Laurent, Eric. “Política del Pase e identificación desegregativa”. Revista Lacaniana Nº 26. El factor infantil. Pág. 103.