Los protocolos como prevención del trauma. Agujerear los discursos

ANALISTAS ESENCIALES EN LA CIUDAD- EOL, Sección La Plata, 23 de noviembre 2020

Por Laura Ambrosino

“Lo estimulante de todo esto es que en los próximos años el analista dependa de lo real y no al contrario. El advenimiento de lo real no depende del analista en modo alguno. El analista tiene por misión combatirlo. A pesar de todo lo real bien podría desbocarse, sobre todo desde que tiene el apoyo del discurso científico…”(1)

La institución

Eran los primeros meses del año y la institución se encontraba en plena organización de las actividades de quienes conviven allí: adolescentes varones, “sin cuidados parentales”,  que dejaran la institución cuando cumplan la mayoría de edad.

El  precipitado anuncio del confinamiento produjo una vertiginosa  reorganización de la institución. La interrupción de la vida cotidiana se vio conmovida.  El afuera  se proyectó hacia adentro: la escuela, la recreación,   los espacios de escucha, los lazos sociales, quedaron enmarcados en los límites de la institución.

A quienes trabajamos allí y formamos el llamado equipo técnico se  nos convocó a dar respuestas, precipitar conclusiones, augurar posibles traumas.

¿Qué posición tomar como psicoanalista en la institución para no reforzar las soluciones segregativas? ¿Cómo sostener el discurso analítico sin confundirse con el discurso del Amo?

Lacan señaló que el psicoanalista, por “…su función de intérprete en la discordia de los lenguajes, permanece atento a la subjetividad de la época…” (1) “… y por tanto afronta el deber ético de responder a los desafíos inéditos que el nuevo siglo le plantea…” (2)

Conmover las certezas, agujerear los discursos

Desde hace años en las instituciones  frente a lo nuevo,  lo inesperado, los protocolos no tardan en llegar. Los llamados comités de crisis  elaboran listados, capacitaciones para dar respuesta a lo que  anticipan que  sobrevendrá. Intento de suturar lo que incomoda,  lo que se sale de la norma, que no haya imprevistos.

La extensión del aislamiento presagia según los expertos un malestar, hay que prevenirlo. El trauma está en el horizonte.

“… A medida que la ciencia avanza en su descripción de cada una de nuestras determinaciones objetivas, desde la programación genética hasta la programación del medio circundante, pasando por el cálculo cada vez más preciso de los riesgos posibles, la ciencia hace existir una causalidad programada. El mundo, más que un reloj, aparece como un programa de computadora. Es nuestra manera actual de leer el libro de Dios. A medida que solo esta causalidad es recibida, surge el escándalo del trauma que, él, escapa a toda programación… Todo lo que no es programable deviene trauma…” (3).

Sabemos  que el  psicoanálisis nació como lugar de lectura de los síntomas contemporáneos de la época de Freud. Como analistas no nos ubicamos como  expertos, sino como intérpretes del malestar del tiempo que nos toca vivir. La vía del síntoma será lo que nos permitirá hacer frente a la fuerza uniformizadora de la burocracia administrativa, dando  cuenta del psicoanálisis como práctica singular de la palabra, como utilidad pública y como lazo social inédito

Cada uno encuentra su solución

La apuesta fue por un lado conmover los discursos, agujereando el todo saber de los protocolos, que anticipaba todos traumatizados. Poder leer los diferentes modos de respuesta que cada joven encontró frente a la irrupción de un real que introdujo un corte, una ruptura, una discontinuidad en la vida de cada uno.

Introducir un impasse en la institución, tiempo de comprender,  provocó un vaciamiento al sentido traumatizante generalizado otorgado a la pandemia, dando lugar a que a cada uno le resuene su propio trauma.

El trauma vaticinado y generalizado no llegó. La vacilación al todo sentido posibilitó que cada joven a su manera viviera  el aislamiento. Para algunos fue un beneficio que los exceptuaba de las demandas sociales, para otro un límite que acotó un desregule pulsional. Para un joven produjo el alejamiento de los lugares de circulación, desarmando el lábil arreglo sinthomático sostenido que tuvo efectos a nivel de su cuerpo y del lazo al otro. En otros  precipitó el deseo de aprender, postergado hasta entonces, generando otro vínculo con el ámbito escolar. Para otro propició  la salida institucional.

Modos diferentes de responder  a la irrupción de un real que nos dejó a todos confinados, pero no a todos traumatizados. Manera  de introducir en el para todos del discurso del Amo, la peculiaridad de cada sujeto y su modo singular de arreglárselo con lo que no anda.

La política del psicoanálisis regida por el síntoma da cuenta de que siempre va a haber un resto que resiste a la evaluación “científica”, (que escapa a los protocolos, el agregado es mío), resto que es la esperanza del psicoanálisis, dado que es lo que pone límite y hace fracasar a la “política del control”, es decir, a la “política de las cosas”…” (5)

Notas

(1) Lacan J.: “La Tercera” en Revista Lacaniana N°18, Bs. As.Junio 2015,pág 17

(2) Lacan J.: “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, Escritos I, Siglo XXI, pág 309

(3) Laurent E.: “Prólogo” por Xavier Esqué, Estamos todos locos,  Gredos, España, 2014 pág 9.

(4) Laurent E.: “  El revés del trauma”,Virtualia#6, Revista digital de la EOL, junio-julio 2002

(5) Najles A.: “¿Qué lugar para la acción lacaniana en el lazo social?” Cap10, Problemas de aprendizaje y psicoanálisis, Grama ediciones, pág 119

Bibliografía

-Lacan, J.: Seminario 17, “El reverso del psicoanálisis”, Paidós, Bs. As, 2013

-Miller J-A.: “Un esfuerzo de poesía”, Paidós, Bs, 2016

-Revista Colofón N°27 “Política de las cosas, política de la ciudad”,  Federación Internacional de Bibliotecas del Campo Freudiano, junio 2007

-Milner J.: “La política de las cosas”, Miguel Gómez Ediciones, 2007