Entrevista a Leopoldo Brizuela

por Christian Ríos

(11)leopoldo-brizuela-Leopoldo Brizuela nació en 1963 en la ciudad de La Plata. Autor de reconocidas obras: Tejiendo agua (1985) premio Fortabat, Inglaterra, Una fábula (1999), premio Clarín de novela, Una misma noche (2012), premio Alfaguara, Lisboa, Un melodrama (2010), Los que llegamos más lejos, relatos (2002) y Fado, poemas, (1995), entre otras. Su última novela Una misma noche fue recientemente traducida al francés.

En la siguiente entrevista, Leopoldo Brizuela nos habla sobre la oscuridad que funciona como causa de la escritura, también de su intento de escribir aquello que no se puede, de la soledad como búsqueda del escritor y de los impasses y las sorpresas en el momento de escribir.

 

Christian Ríos: ¿Por qué escribís? ¿Qué funciona cómo causa de la escritura?

Leopoldo Brizuela: Esas son preguntas que siempre se responden aproximativamente, siempre inventas una respuesta y la última razón siempre está afuera de alcance. Porque puede haber razones biográficas, o también depende de qué aspecto tomes. Porque una cosa es por qué imaginas historias y otra muy distinta es por qué escribís. Eso es muy complicado. Porque no se trata simplemente de por qué sos narrador, sino de ¿por qué escribís? ¿Por qué la escritura? Supongo porque en algún sentido es la manera de contar historias o de imaginar qué había, en mi época.

Uno puede pensar en la época que no existía la novela, o no existía la escritura, o si yo hubiese nacido en una clase social sin acceso a la escritura ¿qué hubiera hecho con eso? Una de las respuestas es que quizás me hubiera enloquecido, pero también es cierto que quizás hubiese encontrado otra cosa. No sé, también es cierto que en un momento no podés dejarlo, se te vuelve una cosa absolutamente orgánica. Por ejemplo en la crisis del 2001, que todo el mundo estaba tan desesperado, yo pensaba quién va a venir a mis clases y me preguntaba para qué voy a escribir. Y ahí te das cuenta que uno no escribe para publicar. Se escribe por otra cosa que no tiene que ver con la publicación, ni siquiera con la comunicación con el otro. Esto parece antipático, pero es así.

Escribir es una manera de pensar. Una manera de pensar de uno con uno mismo. Un dialogo con uno mismo, como dice Hannah Arendt. Y creo que uno necesita eso de una manera orgánica. Doris Lessing dice “Soy un animal que escribe”. Creo que es para entender. Hay un momento clave en la escritura, que es cuando dejas de escribir lo que sabes, para escribir para saber lo que no sabes. Y creo que ahí empieza la Literatura, cuando dejas de escribir lo que tenés claro, para animarte con lo que tenés oscuro.

Christian Ríos: ¿En todo caso esa oscuridad puede ser una causa?

Leopoldo Brizuela: Claro. Lo que pasa es que eso es como no responder. Es una causa que esta oscura. Pero seguramente es eso. ¿Viste que la última página de Una misma noche, termina con una página negra? Creo que es lo que ocurre siempre que terminás de escribir. Te encontrás con una oscuridad. Pero una oscuridad fructífera de la que salen las próximas historias.

Christian Ríos: La próxima pregunta tal vez tenga que ver con este último planteo. ¿Te encontrás con impasses en la escritura?

Leopoldo Brizuela: Si. Todo el tiempo. Pero en mi caso el impasse no tiene que ver con no escribir, sino con escribir espuma, con escribir tonterías. Te engancho con la respuesta anterior, en mi caso yo puedo escribir correctamente, pero superficialmente. En eso no tengo ningún problema, no hay ningún misterio. Es como el guionista de televisión, de la telenovela, que le dicen: en la primera escena los chicos se conocen, en la segunda se enamoran, en la tercera hacen el amor, en la cuarta se pelean. Bueno eso lo puedo hacer tranquilamente. Pero el asunto es otra cosa. El asunto es que pase esto que acabamos de decir antes. Que te atraviese algo que no es lo que ya sabes, o lo previsible. Y eso pasa muy pocas veces.

En mi caso los impasses no se dan porque no escriba, sino porque no escribo Literatura. Escribo cosas que después desecho. Y eso es una forma también de sequedad. Me pasa mucho con la repetición. No tolero repetirme. Me aburro enseguida en cuanto siento que estoy escribiendo algo que ya escribí y en cuanto me aburro se pierde el placer de escribir. Y escribir es un placer. Me parece que es una deshonestidad infinita con el lector.

Christian Ríos: ¿Podrías establecer alguna relación entre la contingencia (las sorpresas) y la escritura? ¿Te encontraste con ciertas contingencias que hayan modificado tu escritura? ¿Podríamos decir en el plano de la vida o en el momento en que te encontrás escribiendo una historia?

Leopoldo Brizuela: Sorpresas en la escritura todo el tiempo. Eso te da la sensación de que tenés que seguir escribiendo porque esta bueno, precisamente porque te sorprende. Es curioso porque es algo que te sorprende pero que te confirma al mismo tiempo que estas por un buen camino.
La realidad te influye mucho en la gestación de las cosas. En la última novela lo que hacia era trabajar con algo de la realidad concreta, que eran los juicios. Entonces de ahí si sacaba ideas.

Christian Ríos: Pero en tu última novela había dos situaciones vividas, contingentes, que fueron tomadas en la novela. Una era el haber sido testigo de un robo y otra una razia policial en tiempos de la dictadura.

Leopoldo Brizuela: Si, claro. Está la realidad en aquello que dispara cada novela. Pero después no se si está la realidad. Sí es cierto que cuando uno esta totalmente metido en un texto éstas tan atento que, como dice Marguerite Duras, todo trabaja para vos. Si estoy escribiendo y tengo dos mujeres, y pasan dos mujeres, ya les copie el modo de vestir. Y además vivís como en la felicidad absoluta porque te parece que todo se corresponde con lo que haces. Todo tiene que ver con eso, o con preguntas que uno se hace sobre la realidad. Sobre cosas que no te cierran, sobre cosas que no tenés interpretación o ninguna interpretación te cierra del todo. Es como si la realidad tuviera un enigma, pero que no te lo hace en palabras, sino lo podrías responder mucho más fácil. Es como una imagen que no cierra y que vos tenés que llenar con una historia, y con la esperanza de entender que paso.

También es cierto que lo que te motiva, siempre hablando de la sorpresa, una de las sorpresas más lindas que hay cuando escribís es que vos pensás que éstas hablando de una cosa y por mitad de la novela te das cuenta que lo que te importa es otra. En Una misma noche pensé que me importaba una cosa política y después me di cuenta que en realidad me importaba otra que tiene que ver con el padre.

Christian Ríos: ¿Cómo juega la soledad en la escritura?

Leopoldo Brizuela: Es fundamental. Creo que la soledad es una búsqueda. Cuando vos me decías por qué la escritura, y no por qué escribir historias, o por qué no contar, creo que una de las formas del por qué uno elige la escritura es porque no hay nadie más que uno. Yo soy músico y tuve la posibilidad de estar con otra persona ahí, y se provoca un contacto y una obediencia al público que en la escritura no está. Éstas sólo vos.

Yo defiendo mucho la soledad ante la escritura y creo que también es lo que actualmente esta más amenazado. Ahora que hay tantos incentivos contra la intimidad. No porque se sepa, o no, con quien te acostás, sino la intimidad de quedarte a solas con el texto y con la necesidad del texto. Ahora se escribe más que nada por demanda y eso me parece terrible. Y creo que la gente no se da cuenta que esta escribiendo con el otro tan presente, en el Facebook, en las crónicas que están tan de moda. Me parece importante que el primer público de uno sea uno, antes que los demás.

Christian Ríos: ¿Qué elementos cambian y cuáles no en el recorrido que hace un escritor? ¿Qué ha cambiado en tú escritura desde el momento en qué empezaste a escribir hasta la actualidad?

Leopoldo Brizuela: Te puedo decir que cuando veo todos los libros, siento que todos tienen el mismo color. No me gusta ninguno. Tengo muchos problemas con mi propia escritura. Pero sí me pone muy tranquilo que todos tengan el mismo color, la misma textura y eso es lo que no puedo definir. De manera que aquello que iguala a todos mis libros, lo que permanece, es algo que me entero después. Y justamente es lo que no sabía, porque si lo hubiese sabido no los hubiera escrito. ¿Por qué todos tenían tanta gente? ¿Por qué casi todos viven en hoteles y no en casas personales? Son imágenes recurrentes, que se repiten de un libro a otro, con la misma voz y el mismo tono. Eso no cambia. Lo que va cambiando son maneras de trabajar. En mi caso el trabajo ha sido aprender a callarme, aprender el silencio, en el sentido, como decía Chavela Vargas, uno trabaja más con los silencios que con las notas. Y eso es un trabajo duro.

Christian Ríos.: Acaban de publicar Una misma noche en francés, ¡es un muy buen paso! Y la novela ha tenido muy buena recepción, muy buena crítica. ¿Cómo es tener lectores en otra lengua?

Leopoldo Brizuela: Sí. ¿Viste? Ha tenido muy crítica y muy buena recepción. Incluso Le Monde ha hecho una crítica muy interesante de otra de mis novelas, de Inglaterra, Una fábula.
Sobre como es tener lectores en otra lengua podría decirte que es como tener lectores en la propia. Yo no tengo muy buena relación con el hecho de que me lean. No se como explicarlo, lo dije muy fino, pero es así. Tengo muchas contradicciones. Me encantan que me lean, pero no puedo soportar la idea de tener enfrente alguien que me haya leído. Es una cosa que me pasa con la exposición. Por supuesto que me halaga. Por ejemplo una de las cosas más importantes que ha pasado con Una misma noche, es la cantidad de cartas de lectores que he recibido. Muy conmovidos. Pero tengo una relación muy ambigua. Esas cartas que me mandaban, conmovidas y profundas, las leía por arriba y las dejaba. Después a los dos meses las volvía a leer. Creo que es porque no tolero esa exposición tan fuerte que implica una novela, en la que siento que el otro sabe mucho más de vos que lo que vos sabes, ya que le mostraste cosas que vos ni te dabas cuenta y por lo tanto estas expuesto ante un desconocido. Y por otro lado creo que hay algo muy rebelde que tiene que ver con no obedecer, con no dejarse condicionar por la mirada ajena. En ese sentido yo dejo que el libro haga su vida. Eso me lo enseño la edad, como dice Eudora Welty, no tengo espacio para una persona más en mi cabeza. Y creo que uno tiene que dejar que el libro haga su vida.

Christian Ríos: ¿Esto qué decís tiene que ver también con el hecho de no terminar escribiendo para el lector? ¿Y con resguardar algo de la intimidad?

Leopoldo Brizuela: Si totalmente. Además hay algo muy perverso, naturalmente por supuesto, que es cuando a vos te va bien con un libro, el lector más que nada, porque el editor no importa –yo no le doy bolilla y listo– pero el lector viene y quiere más de lo mismo, y vos estas en otro lado. Por ejemplo, yo tenía un amigo que me violentaba muchísimo porque venía y me decía: “¿cuando vas a volver a escribir sobre tal cosa?”. Yo le decía “¡pará! Ya lo escribí”. Y era muy irritante para uno.

Christian Ríos: ¿En algún momento has participado en talleres de escritura? ¿Qué opinión te merecen dichos espacios?

Leopoldo Brizuela: Si cuando era muy chico. En instituciones. ¿Por qué?

Christian Ríos: Bueno, porque hoy suelen ser espacios muy concurridos.

Leopoldo Brizuela: Si, es muy argentino también. Yo tengo mucha experiencia dando taller, veinticinco años, y he pasado por todas las modalidades que existen y también he cambiado mucho los métodos. Creo que sirven mucho. El taller sirve mucho ante todo porque conoces a un escritor, y aprendes no solo de lo que él te dice, sino también de la manera en que él se movió en la Literatura. Pero lo que una persona debe tener muy en claro, es que la responsabilidad de la escritura, y de su crecimiento personal, es siempre de él. No es sano ni lógico pedir mucho más a un taller que dos o tres cositas. Todo el mundo dice: “los talleres no sirven porque no se aprende a escribir”. Nadie va a aprender a escribir. Se aprenden dos cositas, tres cositas. También se conocen autores. En eso si sirve mucho.

Christian Ríos: ¿Qué estás escribiendo en este momento? Me habías contado informalmente que estabas escribiendo sobre una historia que tiene que ver con el aeropuerto.

Leopoldo Brizuela: Si. Estoy con una novela familiar. Es muy divertido porque me imagino mi familia años antes de que yo naciera. Yo nací en el 63 y esto pasa en el cincuenta y cinco. Y es mi familia materna y me los imagino en situaciones que no vi. Pero la gran felicidad es la recuperación del lenguaje. Mis personajes hablan con un lenguaje que yo escuchaba de chico, pero que no recordaba. Palabras, expresiones. Y tiene que ver con imágenes de mi propia historia trasladada a mi familia en un tiempo anterior a mi nacimiento. Y en eso cambié, en el sentido de que mis primeras novelas eran más de investigación, eran cosas personales a las que yo les inventaba una metáfora y ahora son metáforas a las que las lleno de cosas familiares. Por ejemplo, les estoy preguntando a mis primos si en la quinta familiar había tal cosa o tal otra.

Como en el cincuenta y cinco hubo muchos acontecimientos políticos, siempre me contaban que cuando había quilombo, golpes de Estado, se iban a la quinta y escuchaban radio, y yo siempre me preguntaba ¿pero cómo escuchaban la radio? Porque no había luz. Entonces voy y les pregunto a mis primos. Cosa que les encanta. A mi también me encanta. Es como una forma de vincularse muy divertida entre los primos. Ellos son muchos más grandes. Tienen como sesenta y pico.

Christian Ríos: ¿Y cómo organizás tu trabajo como escritor? ¿Escribís todos los días? ¿Cada día tenés un tiempo destinado para escribir?

Leopoldo Brizuela: Si, sobre todo la novela.

Christian Ríos: ¿Tenés una rutina de trabajo?

Leopoldo Brizuela: Es lo más necesario. Es como inventarse un mundo dentro de un mundo. Un orden dentro de un orden, por pequeño que sea. Por ejemplo, yo que estoy hace unos años con una situación familiar y mis padres están grandes, y necesito hacer un montón de cosas, se que hasta las diez de la mañana es muy difícil que alguien me interfiera en algo. Después es un quilombo. Pero bueno necesito que esas tres horas desde las siete hasta las diez tengan su orden. Es decir lo requiere la novela. Es un trabajo tan pesado que requiere un orden, pero también una necesidad mental de tener un espacio. Un espacio que consiste en la misma rutina: un orden dentro del caos.

Christian Ríos: ¿Influencias Literarias argentinas actuales?

Leopoldo Brizuela: Siempre me da mucha culpa porque no se como responder esta pregunta. Creo que cada escritor tiene derecho a tener un camino de lectura sumamente personal. Es su derecho porque es parte de su identidad, de su voz. Entonces cuando te preguntan así cómo si uno fuese un académico, uno se siente en falta. Pero también es justamente porque se borró la idea de lo que es un escritor y fue suplantada por la idea del académico. Un escritor no es un profesor de Literatura o un estudiante. Entonces me parece que uno se va construyendo con su propio camino. Es decir hoy leo Dostoievski, y Dostoievski me recomienda a Sabato, y Sabato me recomienda a tal otro. Leí los rusos, en realidad leí Dostoievski el año pasado por primera vez, Los hermanos Karamázov. Me encanta, pero los tenía que leer a los 49. Todo el mundo dice es una cosa de adolescencia. Pero ¿Qué entendés de los Los hermanos Karamázov en la adolescencia?

No leo nada por obligación. Por obligación que puede ser la obligación actual de la novela. Donde todo el mundo cree que hay que leer la última novela de la Eterna Cadencia sino morís. Eso me parece que es una de las formas de pérdida de soledad. De estar presionado en ver que se escribe. Pero en ese sentido soy un total ignorante del canon argentino. No leí a Piglia, leí poquísimo. Juan José Saer no lo puedo pasar. Pero si por ejemplo Borges, está ahí todo el tiempo. Sara Gallardo también. Y esos si tienen una cosa muy profunda en el imaginario. Bueno Borges ni hablemos, pero Borges no es casi una influencia, es un lenguaje que uno habla.

Christian Ríos: ¿Tus últimas lecturas?

Leopoldo Brizuela: Estoy leyendo mucho historia. Estoy leyendo mucho Eudora Welty que es una escritora del sur de los Estados Unidos. Viste que hay tres grandes escritoras del sur de los Estados Unidos, que oportunamente han sido como ídolos míos: Carson McCullers al principio de todo, Flannery O’Connor, y ahora viene está que es la tercera y la más contemporánea. A mi me gustaba mucho Alice Munro, y Alice Munro dijo que su maestra había sido Eudora Welty. Realmente es extraordinaria. Pero también la leo, no solamente por el placer de la lectura, sino porque te enseña cosas que yo necesito saber. Necesité durante mucho tiempo aprender a armar el relato y está escritora me enseña a desarmarlo. Por ahí son pavadas, te esta contando una conversación y por ahí de golpe se cuelga hablando de un pajarito y eso a mi me enseña. Me enseña de cierta libertad, o a escaparle a la tiranía de la trama y como reemplazarlo. Esas cosas.

Christian Ríos: ¿Cómo pensás esa relación entre la trama y el caos? Por ejemplo hay escritores que ponen más el énfasis en uno que en otro. ¿Cómo ves esa relación? ¿Son modalidades? ¿Modas dentro de la Literatura?

Leopoldo Brizuela: Son modalidades que se van agotando. Son modalidades eternas. Están los que arman y luego vienen los que desarman, y luego los que vuelven a armar. Son movimientos. Nunca deja de haber algo que unifica todo. Por ejemplo vos lees a Edgar Allan Poe y obviamente hay una trama bien elaborada y profunda, y lees Chéjov y aparentemente no hay nada pero esta trabajando sobre el modelo de Poe y esta destruyendo esa idea. Pero lo volvés a leer y todo se relaciona con todo. Son maneras de disimular la unidad o no.

Christian Ríos: ¿Cómo ves la época actual? ¿El rasgo que mencionabas para pensar la escritura en esta época, vale para pensar el lazo social?

Leopoldo Brizuela: Si. Claro. La pérdida de la soledad. La pérdida de la intimidad.

Christian Ríos: ¿Esos rasgos crees que aparecen en los textos? ¿En la trama? ¿En la forma de contar?

Leopoldo Brizuela: Eso no lo sé tanto, pero cuando soy jurado de concurso, sí me doy cuenta que hay rasgos de época. Son rasgos que uno no los tiene. Por ejemplo en mi generación, los que tenemos entre 45 y 55, por más diferencias que tuviéramos, lo importante era la estructura al final. Los escritores que lees veinte años después, la gente que tiene 20 años ahora, la estructura es lo que menos les importa. Ahora eso no es un manifiesto, ni una poética, sino que son cosas de época.

A lo mejor tiene que ver con internet, con la imposibilidad de ver algo hasta el final. Estoy casi seguro que tiene que ver con eso. En música es muy concreto: yo tenía a lo sumo un solo disco por semana y ese disco lo gastaba hasta las orquestaciones; y ahora es raro que alguien escuche más de dos veces una canción, o que aguante hasta el final una canción. Tengo un amigo que es Licenciado en Composición Musical, incluso profesor de la Facultad, y es muy extraño que escuche una canción hasta el final.

Christian Ríos: ¿Crees que existe la vanguardia literaria? ¿Crees que hay vanguardia literaria?

Leopoldo Brizuela: No creo en las vanguardias. Creo en la gente que se autotitula vanguardia y que rescata cosas que siempre han estado. Me parece que la vanguardia es más un gesto. Y en general, pasa lo mismo que con las épocas. Pasa lo mismo que me pasa con mis propios libros. La identidad que tienen mis libros ahora no es la que yo me imaginaba que iban a tener o la que puedan llegar a tener en cada época. Es algo que veo después. Nadie en su época se da cuenta de su propio papel. Nunca una época es consciente de lo que la caracteriza, de sus rasgos principales. Si vos le pedías a alguien de los 90 que dijera cuál era el rasgo más importante de esa época, seguramente te iba a decir algo muy distinto de lo que podríamos decir ahora nosotros. Esto pasa también con los escritores más importantes de una época. Muchas veces son reconocidos en su época y olvidados por la época que les sigue. Así que hay que ser prudentes con la vanguardia.

Christian Ríos: ¿Encontrás alguna relación entre publicar y escribir?

Leopoldo Brizuela: Son cosas muy diferentes. Me parece que no hay que confundir una cosas con la otra. En el momento en que escribís, lo haces para vos. En el momento que publicas entra el lector y el editor. Pero son dos momentos completamente diferentes. Por eso te mencionaba la diferencia que existe con los músicos. En la publicación ya entra el otro. Yo quiero que los libros se publiquen, pero no me mato tampoco. Creo que a partir de ahí hacen su camino y están más allá de mí. Más allá de mí, más allá de mi control, del control de una persona que esta sola en Tolosa.

Christian Ríos: Una última pregunta, ¿cómo ves los concursos? ¿Te parecen una buena instancia?

Leopoldo Brizuela: Bien. Si claro y es una de las pocas instancias que quedan. El medio es muy hostil con los escritores. También te brindan posibilidades de acceder a una lectura por ejemplo.

Christian Ríos: Bueno Leopoldo, muchas gracias.

Leopoldo Brizuela: De nada.

 

(La primera parte de está entrevista fue publicada en la página del IX Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis: Un real para el siglo XXI).