por Christian Roy Birch
Clotilde Leguil es psicoanalista, miembro de la ECF, de la AMP y Maître de conférences en el departamento de psicoanálisis de la Universidad de París 8.
–Christian Roy Birch: Hace poco se realizó en París el Congreso de la AMP, ¿qué ecos resuenan para usted de ese evento? ¿Qué ha quedado del encuentro?
–Clotilde Leguil: Lo que ha quedado para mí es, sobre todo, algo que se abre hacia una nueva dirección del psicoanálisis. Ciertamente no es un congreso que haya cerrado la cuestión sobre lo real. De hecho, no es una cuestión sobre la que se pueda verdaderamente concluir. En este momento, eso es un poco el eco que resuena para mí.
Me ha gustado especialmente el título de la intervención de Gerardo Arenas sobre la brújula defectuosa. Partió de diferentes definiciones de lo real en Lacan y mostró que es muy complicado intentar armonizar todas esas definiciones de lo real. Pero lo que es interesante también es que mostró que lo propio del psicoanálisis en el siglo XXI es dar un lugar a esa brújula defectuosa.
Del lado del discurso de la ciencia está la idea de que un saber es posible, incluso sobre lo que más se escapa del ser humano y, del lado del discurso universitario, prevalece lo mismo, algo del orden del dominio. Finalmente los psicoanalistas somos los únicos en reconocer que nuestro saber está basado en tener en cuenta un lugar del cual no se puede tener ningún saber; lo que es muy particular del psicoanálisis.
–Christian Roy Birch: Entonces, vemos cierta armonía ahí, dado que el Congreso no agotó el tema de lo real y el psicoanálisis no aspira a alcanzar un saber cerrado, un saber perfecto o terminado.
–Clotilde Leguil: Tal cual. Es lo que mostró Miquel Bassols en su intervención con relación a la máquina de Turing: hay dos grandes direcciones para el futuro. Por un lado, está la esperanza de poder transformar el psiquismo, de cierta manera, en una máquina totalmente descifrable. Finalmente, se podría modelizar el espíritu humano de tal modo que se hiciera una suerte de programa. Esto implicaría seguir la perspectiva de lo descifrable hasta el fondo y sin resto. Por otro lado, nos encontramos con aquello con lo que Turing se tropezó –él mismo– en su vida, una contradicción en su proyecto. Para hablar del comienzo del congreso, encuentro que esas dos direcciones son muy fuertes para lanzar las cosas. Finalmente, tenemos que sostener una posición a la vez precaria, porque está basada en ese agujero que produce lo real en el campo del saber y, al mismo tiempo, está ahí nuestra fortaleza, porque somos quizá, en cierta manera, los únicos en la civilización, además de los artistas, que damos un lugar a ese agujero negro sin angustiarnos nosotros mismos.
–Christian Roy Birch: Qué tema el de Turing. Por un lado, la máquina Engima, el desciframiento, su teoría y su uso durante la guerra mundial; por otro lado, la presencia de la sexualidad, el choque con eso que la cultura y ,quizá, su propia subjetividad no pudieron integrar…
–Clotilde Leguil: En efecto, es una cosa que queda inasimilable. Me gusta ese término que Lacan usa mucho con relación a la feminidad, lo usa en el Seminario 3, pero finalmente lo hace con relación a lo real en tanto lo inasimilable.
Otro eco del Congreso que me ha quedado tiene que ver con la intervención de Marcus André Vieira y su pase: el trueno y la marca (1). Primero está el trueno, un rugido que se escucha y luego se ilumina una marca. Me parece una bella metáfora para hablar de lo que es lo real en el psicoanálisis. El psicoanálisis puede llamar real a algo del orden de una marca que sigue a un golpe de trueno.
Somos los únicos en tener el trueno allí donde ruge para luego localizar la marca.
Hay un real del lado de lo que es el trauma, fue lo que tratamos en las jornadas 2013 de la ECF, y en seguida después viene la marca. Pero, como señaló Jacques-Alain Miller cuando presentó el tema del Congreso en Buenos Aires, para el psicoanálisis no hay allí algo del orden de una relación de causalidad: no podemos decir que cierto evento, considerado como una causa, produjo tal efecto al que le seguiría la repetición traumática. Es algo desanudado de la causalidad y, al mismo tiempo, eso es lo real.
–Christian Roy Birch: En su intervención hubo un rasgo destacado por Jorge Chamorro respecto de la feminidad, la que debe improvisar frente a lo real, ¿este aspecto de la necesidad de improvisación frente a lo real está presente en su pensamiento, en otras producciones suyas como por ejemplo en Les amoureuses?
–Clotilde Leguil: Sí. En Les amoureuses abordé esa cuestión con respecto a la película de David Lynch Mulholland drive. Esta película trata justamente del modo en el que la heroína (Diane Selwyn) creyó en una suerte de orquestación o escritura dada, allí donde justamente no había más que el Silencio (2). La protagonista tiene un sueño que es una pesadilla y al final una frase retorna como una especie de estribillo; luego, un hombre martillea con esta misma frase desde un escenario, es una especie de brujo o chamán. La frase es justamente: “No hay banda, no hay orquesta; there is no band, il n’y pas d’orchestre…” en todas estas lenguas. Me parece interesante porque es una frase que viene en el sentido de que uno improvisa, sin orquesta, la música del lenguaje. No hay una partitura escrita de antemano.
En ese sentido, es otro modo de mostrar cómo la feminidad tiene que ver con ese encuentro de la ausencia de partitura. Allí donde no está la localización que brinda el falo (como es el caso por el lado del hombre), efectivamente, hay que improvisar frente a esa ausencia.
(Texto establecido y traducido del francés por Christian Birch, revisado y autorizado por Clotide Leguil).
Notas
(1) La intervención de Marcus André Vieira tuvo el título en portugués O trovão e o traço. La palabra traço puede ser traducida como marca, trazo, traza o rasgo.
(2) “Silencio” es el nombre del lugar donde se desarrolla la escena a la que se hace referencia.