La hiperconexión en el consumo y en la producción: ¿dónde está la brizna de real sin ley?

3-hiperconectados-jiXXV JORNADAS ANUALES DE LA EOL: HIPERCONECTADOS. LOS PSICOANALISTAS FRENTE A LOS LAZOS VIRTUALES –Buenos Aires, 29 y 30 de octubre de 2016

 

por Juan Carlos Indart

 

La perspectiva de Lacan sobre el malestar en la cultura no es la de Freud. En Lacan el paso dado por Marx es insoslayable.

Es bueno saberlo, porque se trata para nosotros de precisar si tenemos o no algo para decir al respecto, y decidir si hay o no algo real desbocado a partir del modo de producción llamado ‘capitalista’, con su despliegue hegemónico. No es una cuestión sencilla e incide plenamente en la dirección de la cura, si es que hoy hay alguna.

 

Consumo

En general casi siempre tendemos a pensar en algo inquietante del lado de una hiperconexión al consumo de objetos, y hoy, en particular, pensamos con inquietud en los gadgets que permiten nuevas manipulaciones del sonido y la imagen para una gran diversidad de fantasías. No es de extrañar, porque mucho de la queja que escuchamos en las demandas que recibimos se refiere, o bien a una escasez, o bien a un exceso en algún consumo.

Ese es el momento para tomar distancia, no sólo del Nombre del Padre, sino de su decadencia permanente, porque ya son muchas las generaciones que se escandalizan al ver que la siguiente dispone de muchos y nuevos objetos para consumir. Como no han tenido esos modos de gozar piensan, por supuesto, que eso va a ser muy perjudicial en los jóvenes… en la prole… mientras… poco a poco… se van hiperconectando ellas también.

No hay duda de que la ampliación de los mercados y la proliferación incesante de objetos para el consumo es una gran transformación económica, social, histórica, cultural… pero eso no prueba que se desboque un real inédito, sin ley, desde el punto de vista del psicoanálisis. Por ejemplo, en esta vertiente, el objeto a se hace en Lacan plus- de-gozar por su reconsideración de la noción marxista de “plusvalía”, pero, al hacerlo, precisa que en eso no está en juego sino el goce llamado fálico por su papel de sustituto sexual, el del objeto pulsional, fuera de cuerpo, y en torno a sus monótonas cuatro zonas erógenas. Que la tecnología científica se aplique a producir esos sustitutos en escalas planetarias puede hacer pensar en que algo se va a desbocar, pero eso Lacan lo sopesa más de una vez (1)… y le parece poco probable (2). El consumo no puede ir más allá del fantasma, cualesquiera sean sus diversidades. Por supuesto que desde siempre el vacío y el exceso pueden romperlo, y ser letales, y como siempre causar muchas muertes, pero he aquí el lugar donde por excelencia se aprende de la experiencia ajena. Gana el miedo, el aburrimiento, y las adicciones y las frugalidades se encuentran con sus propios excesos, porque todo esto no es poca cosa, pero es fantasma y suplencia de la relación sexual que no hay.

 

Producción

Si con lo anterior hemos sugerido que el malestar en el consumo se reduce al del goce fálico y sus fantasmas, en la producción, en cambio, Lacan atribuye a Marx haber nombrado al síntoma, antes que Freud y como Freud, como lo que no funciona, como algo real, como algo que no es para nada enteramente referible al fantasma y su goce. Nombró Marx el único síntoma que Lacan reconoce como social (3). No hay duda de que nosotros nos confrontamos con el síntoma singular de cada cual, pero hay uno sólo para Lacan que es social y que acontece en cada cual. Es un acontecimiento nuevo, un acontecimiento en el cuerpo de cada cual, pero que se despliega y despliega como una peste global. Marx lo llamó proletarización para indicar que lo nuevo era que la condición laboral de todos y de cualquiera iba a significar desposesión, y que sólo iban a quedarle al trabajador los hijos, para reproducir la siguiente fuerza de trabajo aún más desposeída. Todo esto fue refutado por creer que la desposesión de los trabajadores era desposesión de bienes. Para Lacan el síntoma está ahí, exactamente donde Marx lo situó, pero no se debe leer esa desposesión como la de los pobres frente a los ricos, sino como la desposesión para todos del vínculo social, como el empuje al fuera-de-discurso que es la transformación del trabajo en mercancía, como lo que es para cada cual ya no tener de qué agarrarse, como lo que es la presencia de multitudes que no tienen de qué agarrarse ni con qué agarrar a su prole, que no tiene de qué agarrarse en el mundo. Esto es un real que ya está entre nosotros.

 

Una brizna para una brizna de real

Si el comentario anterior ha resonado un poco se entenderá que piense que los malestares de la hiperconexión de consumo no me parezcan lugar donde se desboque un real, y sí, en cambio, la hiperconexión velada con la que unas pocas empresas a través de nuestros mismos gadgets avanzan de modo global en la gestión de todo el mundo como cosas. Eso es lo que determina que de modo creciente nos lleguen a consultar, con un sufrimiento nuevo, diverso, inclasificable, niños y niñas, hombres y mujeres fuera de discurso.

Si alguno de ustedes piensa que por lo que les digo estoy yo mismo fuera de la política del psicoanálisis, les recuerdo que J.-A. Miller señaló hace años que estábamos entretenidos con los gadgets, sin darnos cuenta de lo que pasaba con la gestión del trabajo, su control y evaluación. Desde entonces he escuchado entre colegas que eso pasa en Europa, pero no acá. Gran ceguera: no pueden disfrutar de la hiperconexión de consumo sin la otra. Y si alguno de ustedes piensa que desatiendo las políticas de la AMP les digo que ninguna interpretación de lo que nos incumbe me parece más atinada que la del próximo tema de su Congreso, en tanto retoma el nombre mismo que Miller le puso a lo que sí responde a nuestra oferta, esas psicosis ordinarias nuevas, y además las otras.

Con las briznas de lo real que son temas de la comunicación social haremos blablabla, y ojalá resulte un blablabla con alguna lucidez.

Para la brizna de real sin ley, que es el cuerpo hablante mismo sin discurso, pero aún capaz de hacer con su síntoma transferencia, frente a eso, «zapatero a tus zapatos», que cada uno de nosotros pruebe que puede inventarle una brizna de psicoanálisis.

           

Notas:

(1) Lacan J.: “Radiophonie”, en Autres écrits, Seuil, Paris, 2001, pág. 414.

(2) Lacan, J.: “La tercera”, en Revista Lacaniana de psicoanálisis N°18, Grama, Buenos Aires, 2015, pág. 31.

(3)  Ibíd., pág. 17.