Dupla de investigación: Delirio y cuerpo

DELIRIOS DE LA VIDA COTIDIANA. X Jornadas EOL Sección La Plata 28 de octubre

Ana Laura Piovano y Lucas Manuele (*)

Delirio y cuerpo
Será porque el camino se hace al andar, que, transferencia de trabajo más tiempo transcurrido, van decantando un estilo. A diez años de la creación de la Sección La Plata de la EOL, acá estamos dándole una vuelta más al cuerpo, para citar sólo las Jornadas anuales que lo tuvieron en su título: “El cuerpo y sus fanatismos”, “El cuerpo, goces & ficciones”, “Cuerpos y discursos”. En esta ocasión: cuerpo y delirio. Si, como afirma Miller, hay que apostar “porque analizar al parlêtre es lo que ya hacemos, y que tenemos pendiente saber decirlo” (1), intentemos entonces fracasar mejor en el esfuerzo de saber decir de esta práctica en su relación con el cuerpo y el delirio.
A partir de la propuesta de la Comisión científica se trató, en la dupla, de situar las articulaciones posibles entre delirio y cuerpo, teniendo como marco el título de nuestras Jornadas: Delirios de la vida cotidiana. La propuesta fuerza entonces a una elaboración a partir de dos interrogantes que hemos podido extraer:

  1. ¿Qué es lo que hace declinar la noción de delirio hacia los delirios de la vida cotidiana?
  2. ¿Qué articulación es posible establecer entre los delirios de la vida cotidiana y la noción de cuerpo?
    El punto de partida ha sido contextuar la referencia de la que se sirve la Comisión científica. E. Laurent indagando el modo de vivir la pulsión en la civilización actual, en la que, como consecuencia de la declinación del Nombre del Padre, el objeto a es “elevado al cenit social”, destaca que, en esta coyuntura, “los delirios de la vida cotidiana, las locuras ordinarias”(2), constituyen los modos en que “cada uno es llevado a inventar su herramienta particular para guiarse en materia de goce, en lo que es el abordaje sintomático de la relación sexual” (3).
    Esto implica, por un lado, una extensión del uso de la noción de delirio, el cual ya no se reduce a la clínica de la psicosis; y por otro, su articulación a la noción de cuerpo, en la medida que, en el decir de Lacan, “gozar, es gozar de un cuerpo” (4), y de lo que se trata, en esto es delirios de la vida cotidiana, es del modo en el cual cada uno se las arregla para guiarse en el goce.

Delirios cotidianos.
La extensión de la noción de delirio, se autoriza en una referencia de Lacan de 1978. En “Lacan por Vincennes!”, haciendo alusión a Freud dirá “Él consideró que nada no es sino sueño y que todo el mundo, (si se puede decir con una expresión así), todo el mundo es loco, es decir delirante”. (5) ¿Qué implica esta afirmación? ¿En qué momento, Freud afirma algo parecido a este “todo el mundo es loco, es decir, delirante”?
Al menos hay dos referencias en Freud que traemos en esta ocasión:
En el artículo “La pérdida de la realidad en neurosis y psicosis” (1923), si bien Freud comienza destacando la diferencia que hay entre ambas estructuras clínicas, tanto a nivel del mecanismo de defensa como de su relación con la realidad, concluye que: “el tajante distingo entre neurosis y psicosis debe amenguarse, pues tampoco en la neurosis faltan intentos de sustituir la realidad indeseada por otra más acorde al deseo. La posibilidad de ello la da la existencia de un mundo de la fantasía”, este mundo de fantasía de la neurosis “gusta de apuntalarse, como en el juego de los niños, en un fragmento de la realidad (…) le presta un significado particular y un sentido secreto”. (6) Entonces Freud desdibuja las diferencias entre neurosis y psicosis, en ambas hay pérdida de la realidad, y el delirio, el juego y la fantasía tienen un lugar y una función homóloga en ambas estructuras.
La otra referencia se encuentra en el escrito “Construcciones en análisis”, en el cual Freud no solo hace de las construcciones del analista un equivalente de las formaciones delirantes de los enfermos, sino que al final de ese escrito afirma que “la humanidad como un todo (…) ha desarrollado formaciones delirantes inasequibles a la crítica lógica y que contradicen la realidad efectiva”. (7)
Entonces, ya en Freud, a partir de un enfoque lógico del delirio, que sitúa su función en relación con la realidad (restitución o parche) y a la economía libidinal, permite su generalización a formaciones discursivas de la humanidad toda y también a las fantasías y ensueños diurnos, que, como pequeños delirios cotidianos de cada cual tiñen de “un significado particular y sentido secreto” acorde al deseo, al mundo. A su manera, el neurótico también delira con sus fantasías a los fines de hallar un modo de tratamiento de la pulsión que anida en el Ello.
Entonces se trata, en el decir de Freud, de “amenguar la distinción entre neurosis y psicosis” (8), e inscribir estos delirios cotidianos en lo que Miller denomina una clínica universal del delirio, clínica que toma como punto de partida el siguiente axioma: que todos nuestros discursos son defensa contra lo real. Lo que constituye, dirá, una clínica diferencial de la humanidad y de la animalidad: “el delirio es universal por el hecho de que los hombres hablen y haya lenguaje”. (9)
Entonces, a partir de estas referencias, se trata más del “cada cual tiene un trip en el bocho” (10), que del loco que anda con “medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel”. (11)
Como afirma Miller “esta locura genérica y general, o más bien universal, no es la psicosis (…) es una locura que es delirio y el delirio, en el fondo, ya comienza con el saber. El delirio comienza cuando, a un significante que está solo, se le articula otro (…) en ese momento el efecto de significación que se produce (…) es equivalente al delirio”. (12)
El delirio comienza cuando a un significante solo se le articula otro, y esa, dirá Miller en “La invención del delirio”, es la “situación normal del ser humano en tanto efecto del significante, por cuanto todo sujeto se enfrenta a tener que descifrar un significante” (13), allí, con el S2 comienza el delirio, sea este ordinario o extraordinario, cotidianos o excepcionales.

Cuerpo, goce y delirios de la vida cotidiana.
Situada una clínica universal del delirio, ¿qué relación tienen los delirios de la vida cotidiana y el cuerpo?
En principio interesa situar dos referencias que da Lacan respecto del cuerpo en la experiencia analítica: por un lado “un cuerpo es lo que se goza (…) gozar es gozar de un cuerpo, es abrazarlo, es abarcarlo, es hacerlo pedazos” (14) y luego, en el Seminario 20, dirá Lacan, que la experiencia analítica supone la sustancia del cuerpo, “a condición de que se defina sólo por lo que se goza. Propiedad del cuerpo viviente sin duda, pero no sabemos qué es estar vivo, a no ser por esto, que un cuerpo es algo que se goza. No se goza sino corporeizándolo de manera significante”. (15)
De modo que un cuerpo es lo que se goza por la vía de la corporización significante. Miller sitúa la operación de corporización significante y la diferencia de la operación de significantización: en la significantización el cuerpo ofrece su materia al significante, es sublimación de la cosa hacia el significante, la corporización es descenso, entrada del significante en el organismo.
En la corporización el significante entra en el cuerpo, afecta el cuerpo del ser hablante, fragmenta el goce. Despedazamiento del cuerpo que pone en cuestión la identidad del cuerpo, y “(…) el psicoanálisis se ubica en la falla de esta identificación subrayando que la relación que el sujeto posee con el cuerpo es de tener”. (16)
Esta corporización significante, da cuenta del efecto de afecto que aunque “contingente – (…) ocurre necesariamente – (…) y descubre la incidencia de lalengua en el ser hablante y (…) en su cuerpo”. (17) Este acontecimiento introduce y “mantiene en el cuerpo y en la psique un exceso de excitación que no se deja reabsorber”. (18)
Los cuerpos son afectados, atrapados, moldeados por los discursos, de los cuales constituyen el soporte, el ground. Este acontecimiento, altera los cuerpos, introduce un exceso que no se dejará reabsorber.
Entonces los discursos, en el mejor de los casos, atrapan los cuerpos, pero no lo atrapan todo, resta un fuera-de-cuerpo con el que cada uno se las tendrá que arreglar, y allí vienen al auxilio, afirma Miller, los discursos establecidos, esos que dicen cómo hacer o qué hacer con el cuerpo que se tiene (19): educación, salud, higienismo, derechos, los discursos más o menos colectivos en los cuales los sujetos se inscriben, etc. Se trata de servirse de los discursos establecidos, delirantes, en tanto elucubración de saber, para inventar alguna solución, fija, fantasmática, que permita tener un cuerpo y hacer lazo con el Otro. El sueño, cual delirio de la vida cotidiana, viene a ese lugar también, como afirma Lacan: “para eso está el sueño (…) lo que hay que suspender es esa ambigüedad que existe en la relación del cuerpo consigo mismo – el gozar”. (20)
El sueño como el delirio, y como el resto de los discursos sobre el cuerpo, en tanto elucubraciones de saber, son modos de intentar suspender eso que irrumpe de modo fastidioso, el goce. El goce fastidioso, extranjero, que irrumpe, en ocasiones, despertando o haciendo del cuerpo una pertenencia siempre un poco impropia, es lo que deja en ocasiones perplejo al parlêtre y llama a la invención de un saber, tanto Schreber como Juanito son ejemplares en este punto, en un caso con la irrupción de ese goce que se traduce en un sinnúmero de poluciones nocturnas; en el otro donde la erección irrumpe como algo que se entromete y se hace necesario significar. Es decir que si bien el delirio es un saber que busca responder de un S1, este no deja de vincularse con la irrupción de un goce opaco, evidenciando el efecto de afecto que el significante comporta, y el esfuerzo, siempre fracasado, de cifrado que se intenta hacer a partir del delirio: Un sujeto refería haber quedado perplejo ante la irrupción de los granos en la superficie de ciertas partes del cuerpo, pudo apaciguar el malestar a partir de encontrar un tratamiento vía el delirio de identidad que el discurso del colectivo trans ofrece, no sin antes haber recurrido al delirio común de la adolescencia para elaborar algún saber respecto de esa irrupción de goce del cual los granos eran signo. Otro sujeto, más allá de la hormonización y el discurso colectivo al que ha recurrido, consiente finalmente a ese resto que, localizado en un objeto en particular, hace de su cuerpo siempre algo impropio y algo extraño, diferente de aquel que infinitiza su demanda de intervenciones quirúrgicas en el afán de alcanzar un ideal de perfección que rechaza eso que, del cuerpo, no entra en ninguna horma imaginaria y simbólica.
De este modo, si bien es en la esquizofrenia que este asedio del cuerpo por el fuera-de-cuerpo se especifica, “por no poder resolverlo (…) haciendo un llamado a los discursos establecidos (…) obligado a inventar un discurso, sus apoyos, sus recursos, para poder hacer uso de su cuerpo y de sus órganos” (21), en el decir de Miller, “somos todos esquizofrénicos, porque el cuerpo y los órganos del cuerpo nos hacen problema, salvo que, nosotros adoptamos soluciones típicas, soluciones pobres” (22), discursos comunes, cada vez menos ordenadores y menos normados, discursos que en ocasiones inscriben al sujeto en colectivos en los cuales la comunidad de goce permite un cierto arreglo con el cuerpo que se tiene (veganismo, vegetarianismo, neuro divergencia, etc.), delirios de la vida cotidiana que intentan responder a la pregunta qué hacer con el cuerpo.
Ahora bien a partir del trabajo de la dupla y de la conversación en las noches preparatorias se han presentado dos cuestiones que nos ha interrogado en relación a esta clínica universal del delirio: por un lado, lo que en la segunda noche preparatoria, Sebastián Llaneza denominaba las enfermedades de tener una mentalidad, en las cuales se trata del padecimiento “de tener una mente a la deriva al no contar con un ancla que la detenga (…) un semblante en estado flotante a falta de un amarre real”. En el Caso Brigitte se situó como nada de lo que podía decir de si tenía peso, se declara “interina de sí misma” (23), como señala Lacan: “no tiene la menor idea del cuerpo que tiene que poner dentro de esa prenda. No hay nadie para habitar la vestimenta” (24). El sujeto flota en los discursos, “se puede errar en el discurso y no tener un cuerpo” (25) ¿sin ningún delirio o solo atisbos de algo de eso?, dirá Lacan: “todo lo que ha dicho carecía de peso, no hay ninguna articulación en lo que dice” (26), ¿se puede leer allí esa falta de articulación mínima, S1 – S2, que es necesaria para situar un fenómeno en la dimensión del delirio?; por otro lado, lo que, siguiendo la propuesto de Miller en “La invención psicótica”, retomó Marcelo Ale en la tercera noche preparatoria, la referencia a la excepción que, respecto de la clínica universal del delirio, constituye la esquizofrenia, por no apoyarse en el discurso común para responder de ese real, e incluso dejar el interrogante, siguiendo una propuesta de F. Naparstek, de si se trata de un delirio en lo real en el caso de la esquizofrenia, en la medida que en la esquizofrenia todo lo simbólico es real. (27)
Entonces: ¿todos locos, con nuestro esfuerzo delirante de arreglarnos con eso del cuerpo que resta como fuera-de-cuerpo, todos locos, aunque en nuestra locura no todo es delirio, tal como se sitúa en esa referencia a las noches preparatorias? Hay soluciones que no van por la vía de lo simbólico encadenado y el sentido, G. Camaly afirma, “Joyce es el paradigma del traumatismo de lalengua y de su tratamiento posible, por fuera del sentido (…) Joyce no pasa por el padre, no pasa por el análisis, no pasa su síntoma por el inconsciente, pero pasa a tener una inscripción en el Otro por el tratamiento que él mismo produce del murmullo de lalengua que lo parasita” (28), así su chifladura, definida por la Real Academia Española como alboroto causado por muchos chiflidos. (29) Todos locos, cada uno con su chifladura para arreglárselas “con esa relación perturbada con el cuerpo que es el goce” (30), chifladuras cotidianas, locuras ordinarias con las que cada uno, de un modo más práctico en algunos casos, de un modo más delirante en otros se las arregla con lo que del cuerpo siempre se presenta como impropio.
En la reciente intervención que F. Schejtman realizara en las noches preparatorias a las 32J de la Escuela, afirmó: “La última clínica de Lacan podrá ser continuista en la medida que “Todo el mundo es loco”, se basa en que el pathos es uno, que estamos enfermos de lalengua, que no hay relación sexual o que hay forclusión generalizada, y por ello todo el mundo debe inventar un artificio más o menos chiflado para vérselas con el troumatismo (el traumatismo del agujero)”. (31) Subversión del axioma “todo el mundo es loco, es decir, delirante” que ilumina aquello a lo cual como interrogante arribamos en el trabajo en la dupla, en la medida que fundamenta el universal de la locura del lado del pathos que es uno, y no del lado del delirio, el universal está del lado de ese goce opaco con el cual todo parlêtre se las tiene que arreglar, estarán los arreglos más o menos chiflados, más o menos delirantes.
Se ciñe así, a partir de las nociones de cuerpo, goce y arreglos más o menos delirantes, una orientación respecto del análisis del parlêtre, el cual intentamos decir mejor, porque, como afirma G. Brodsky en el último número de Virtualia: “lo que importa no es tanto el NP, sino qué domestica el goce. (…) Presentemos casos de neurosis, presentemos casos de psicosis y preguntémonos cómo ese paciente se las arregla con el goce que no tiene nombre” (32), orientación más modesta, si tomamos la referencia que Miller da del arreglo en Sutilezas analíticas, donde dirá que “se necesita que la cosa se arregle de otro modo para que la cantidad de displacer que les procura su síntoma disminuya y que ustedes estén más cómodos con él”, orientación en la que se trata que “uno esté más cómodo en su miseria”. (33)

Notas
(*) Equipo: Marcelo Ale, Lucía Arana, Sebastián Llaneza, Mariella Lorenzi
(1). Miller, J.A.: El inconsciente y el cuerpo hablante,
https://www.wapol.org/es/articulos/Template.asp?intTipoPagina=4&intPublicacion=13&intEdicion=9&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=2742&intIdiomaArticulo=1
(2). Laurent. E.: “El delirio de un inconsciente sin el síntoma”, El sentimiento delirante de la vida, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Colección Diva, 2017, p. 51.
(3). Laurent, E.: “A modo de prólogo, entrevista a Éric Laurent”, El sentimiento delirante de la vida, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Colección Diva, 2017, p. 8-9.
(4). Lacan, J.: “La función de Phix”, El Seminario 19 …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 31
(5). Lacan, J.: ¡Lacan por Vincennes!, Revista Lacaniana, Año VII, Número 11, Buenos Aires, Año 2011.
(6). Freud, S.: “La pérdida de la realidad en neurosis y psicosis”, Obras Completas Volumen XIX, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1996, p. 196-197
(7). Freud, S.: “Construcciones en análisis”, Obras Completas Volumen XXII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1996, p. 270.
(8). Freud, S.: “La pérdida de la realidad en neurosis y psicosis”. Obras Completas Volumen XIX, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1996, p. 196.
(9).Miller, J-A.: “Ironía”. Revista Consecuencias. Edición n° 7, Buenos Aires, Noviembre de 2011.
https://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?file=arts/alcances/Ironia.html
(10). García, Charly: Por favor no hagas promesas sobre el bidet, Piano Bar. 1989.
(11). Ferrer H. – Piazzolla A.: Balada para un loco, 1969.
(12). Miller, J-A.: “Cada uno en su mundo”, Todo el mundo es loco, CABA, Paidós, 2023, p. 340.
(13). Miller, J-A.: “La invención del delirio”, El saber delirante, CABA, Paidós, 2021, p. 93.
(14). Lacan, J.: “La función de Phix”, El Seminario libro 19 …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 31
(15). Lacan, J.: “A Jakobson”, El Seminario libro 20 Aun, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 32.
(16). Miller, J-A.: “Biología lacaniana”, La experiencia de la real en la cura psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 2003, p.311
(17). Miller, J-A.: “Acontecimiento del cuerpo”, La experiencia de lo real en la cura psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 2003, p. 378.
(18). Ibid. p. 378.
(19). Miller, J-A.: La invención psicótica, Virtualia, Revista Digital de la EOL, Marzo de 2007, Año VI, Número 16. https://www.revistavirtualia.com/articulos/500/formas-contemporaneas-de-la-psicosis/la-invencion-psicotica
(20). Lacan, J.: “El deseo de dormir”,El Seminario libro 19 …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 213
(21). Op. cit (19)
(22). Ibid.
(23). Lacan, J.: Ocho presentaciones de enfermos de Jacques Lacan en Sainte-Anne (12/1975 – 4/1976), http://www.psicoanalisisinedito.com/2014/05/jacques-lacan-ocho-presentaciones-de.html?m=1
(24). Ibid.
(25). Tarrab, M.: “Esplendor de los cuerpos y de los discursos”, El decir y lo real. Hacer escuchar lo que está escrito, CABA, Grama Ediciones, 2023, p. 79.
(26). Op. Cit (23)
(27). Referencia tomada del Seminario Diurno de la EO; “Lo inquietante de las locuras”, a cargo de Fabián Naparstek, Clase del de agosto de 2023.
(28). Camaly, G.: “Troumatisme para todos”, Piezas Sutiles. Consecuencias de la última enseñanza de Lacan, Buenos Aires, Grama Ediciones, 2014, p. 86.
(29). Diccionario de la Real Academia Española. Versión 2023.
(30). Lacan, J.: “De la anécdota a la lógica”, El Seminario libro 19 …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 41.
(31). Intervención de Schejman, F. el día 5 de octubre de 2023 en la tercera noche preparatoria hacia las XXXII Jornadas Anuales de la EOL, Cómo tiene éxito el psicoanálisis, “La perspectiva del sinthome en la práctica…”.
(32). Brodsky, G.: “La locura nuestra de cada día”, Virtualia, Revista Digital, Año XVII, Mayo 2023, n° 42, https://www.revistavirtualia.com/articulos/944/locura-psicosis-delirio/la-locura-nuestra-de-cada-dia
(33). Miller, J-A.: “Mutaciones de goce”, Sutilezas Analíticas, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 179.