PRIMERA ACTIVIDAD PREPARATORIA HACIA EL XI CONGRESO DE LA AMP: LAS PSICOSIS ORDINARIAS Y LAS OTRAS, BAJO TRANSFERENCIA– EOL Sección La Plata, 16 de diciembre de 2017
Mónica Wons
Un primer punto de partida respecto de las psicosis ordinarias es que no se trata de un concepto ya establecido ni de una categoría rígida, sino de un sintagma que continuamos explorando, que J.-A. Miller introdujo y puso a trabajar hace 20 años. Se trata más bien de un aparato epistémico suplementario, como leemos en el texto de presentación del Congreso, de la categoría clínica bien definida que constituye la psicosis. Es decir, las psicosis ordinarias son psicosis, amplían el campo bien definido por Freud y Lacan de las psicosis clásicas o extraordinarias.
Su diferencia radica en el hecho de que las psicosis ordinarias no han desencadenado, y podría ocurrir que nunca lo hagan. Sin embargo, este es un punto que permanece abierto, a investigar. Así como en las psicosis extraordinarias contamos con una tipificación que delimita claramente la estructura de la coyuntura del desencadenamiento y la reconstrucción delirante como nueva estabilización, ¿podemos decir lo mismo en el caso de las psicosis ordinarias? ¿Qué se trata de un subtipo dentro de la categoría de la psicosis que está a resguardo del desencadenamiento? Es una cuestión a debatir. Lo que ambas comparten es el agujero forclusivo respecto del Nombre del Padre. Ambas se diferencian en el tratamiento del mismo. Por eso se trata de un programa de investigación eminentemente clínico: la psicosis ordinaria es bajo transferencia, en tanto se construye gracias a la transferencia, dentro de la transferencia (1). Es fundamentalmente una pragmática la que está en juego, orientada por la lógica del anudamiento, de los enganches, más que por la lógica del delirio, como en el caso de las extraordinarias.
Una perspectiva en El Seminario 3
A lo largo de la vasta elaboración de Lacan sobre las psicosis, encontramos la huella de un interés permanente por localizar y precisar el elemento diferencial que cumple la función de suplencia, de enganche, de anudamiento, aunque la elaboración teórica sobre el estatus de ese elemento cambie a lo largo de su enseñanza.
El caso Schreber, como paradigma de las psicosis extraordinarias, es decir, de las psicosis desencadenadas, nos enseña la función de la metáfora delirante como construcción compensatoria de la metáfora paterna forcluida. El caso se enmarca dentro de las psicosis clásicas, responde a una estructura tipificada que incluye la coyuntura dramática del desencadenamiento (el encuentro con Un-Padre real) y su posterior estabilización mediante el delirio. Como plantea Lacan, “a falta de poder ser el falo que falta a la madre, le queda la solución de ser la mujer que falta a los hombres” (2). Ser la mujer de Dios es su invención sinthomática singular, que domestica un goce que no tiene nombre, y funciona durante algún tiempo como una suplencia frente a un nuevo orden del mundo. En El Seminario 3, Lacan también se interesa por la coyuntura previa al desencadenamiento de las psicosis. La llama “pre-psicosis”, y en ella engloba tanto el momento de la psicosis compensada imaginariamente como el de la perplejidad –momento de confusión pánica (3). Allí destaca: “nada se asemeja tanto a una sintomatología neurótica como una sintomatología pre-psicótica” (4). Retoma un caso de Katan y comenta que, en ese púber, todo faltó, no había nada “del orden de un acceso a algo que pudiese realizarlo en el tipo viril” (5). Sin embargo, el sujeto se las arregla durante cierto período, antes del desencadenamiento delirante, “mediante una identificación, un “enganche”, siguiendo los pasos de uno de sus camaradas” (6). Así se inventa una respuesta frente a un goce que lo interpela en el plano de la virilidad: cómo ser un hombre. Este “enganche” describe el mecanismo del “como si”, destacado por Helene Deutsch, que Lacan define como compensación imaginaria del Edipo ausente. Dicha identificación imaginaria le permitió al sujeto mantener cierta relación con el Otro durante algún tiempo. Este mecanismo reduce la función paterna a una imagen “que no se inscribe en ninguna dialéctica triangular, pero cuya función de modelo, de alienación especular, le da pese a todo al sujeto “un punto de enganche”, y le permite aprehenderse en el plano imaginario” (7). Lacan destaca, unos párrafos después, que estos puntos de enganche permiten a los “psicóticos vivir compensados, tienen aparentemente “comportamientos ordinarios” considerados como normalmente viriles, y, de golpe, Dios sabe por qué, se descompensan” (8). Estos comportamientos “ordinarios”, con un semblante de normalidad, pueden sostenerse durante largo tiempo, nos dice.
Me interesa destacar en el ejemplo cómo entender aquello que Lacan llama “enganche” y “punto de enganche”. Se trata de un arreglo con un punto forclusivo antes del desencadenamiento (el acceso a la virilidad). Un arreglo imaginario, modesto, pero que funciona durante un tiempo, y mantiene al sujeto en relación al Otro, aunque a posteriori, se verifica insuficiente como suplencia frente al encuentro con Un-Padre. ¿Podríamos pensarlo como un CMB, Compensatory make-believe, el aparato suplementario que en “Efecto retorno…” (9) Miller define como compensación de la forclusión del Nombre del Padre? El CMB es el modo como propone pensar J.-A. Miller al Nombre del Padre, un sustituto sustituido, a lo que queda finalmente reducida la función del padre: un “como si” en el que se cree. Y cualquier elemento puede funcionar en su lugar, como un Nombre del Padre. ¿Un enganche imaginario podría funcionar como un CMB?
En un artículo que se llama “Los inclasificables” (10), Eric Laurent plantea que justamente antes del desencadenamiento, hay muchas cosas que pueden ocurrir en la vida de un sujeto. Y los significantes “enganche” y “desenganche”, pueden aproximarnos a estas experiencias que podemos leer como “signos discretos de la forclusión”. Por otro lado, los diferencia del concepto de anudamiento, que es más específico. Pues alude al montaje real, simbólico, imaginario que, al modo joyceano, ha funcionado como suplencia de la forclusión del Nombre del Padre, y que ha mantenido unidos los tres registros con un cuarto nudo no standard, el ego en su caso.
Los dos ejemplos precedentes, el de Schreber y el del paciente de Katan, se condicen con la clasificación de la clínica de las psicosis que J.-A. Miller introduce en Los inclasificables…: la clínica de la sustitución y la clínica de la conexión, como clasificación suplementaria (11). En el primer caso, la metáfora delirante sustituye la metáfora paterna forcluida, paradigma del funcionamiento metafórico propio de las psicosis extraordinarias. En la clínica de la conexión, en cambio, destacamos los signos sutiles, discretos, a veces más ruidosos, propios de las psicosis ordinarias, que podemos entender como “índices metonímicos respecto del elemento que falta” (12), “signos a veces ínfimos de la forclusión” (13), por ejemplo, los “puntos de enganche” que menciona Lacan –precarias identificaciones. Como señalara J.-A. Miller (14), esta clínica remite a una cuestión de intensidad, de más o menos. Que alude a las externalidades (social, corporal y subjetiva), propias del “desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida de un sujeto” (15). Poder comenzar a dilucidar la lógica que subyace a los enganches y desenganches, y a los anudamientos, suplencias y compensaciones, es la vía que me interrogó sobre el tema, siguiendo la indicación de J.-A. Miller que encontramos en el texto de presentación del Congreso: “En De una cuestión preliminar… se encuentran los cimientos del caso Joyce” (16).
Notas:
(1) Aromí, A., Esqué, X.: Texto de presentación del XI Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis: Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia, Dedalus 1 Boletín del XI Congreso de la AMP, https://congresoamp2018.com/el-tema/presentacion/
(2) Lacan, J.: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos 2, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1985, pág. 547.
(3) Lacan, J.: El Seminario, libro 3, Las Psicosis, Paidós, Buenos Aires, 1984, pág. 274.
(4) Ibíd., pág. 273.
(5) Óp. Cit. n° 3, pág. 274.
(6) Óp. Cit. n° 3, pág. 274.
(7) Óp. Cit. n° 3, pág. 291.
(8) Óp. Cit. n° 3, pág. 292.
(9) Miller, J.-A.: “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, en El Caldero N°14, Publicación de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Grama, Buenos Aires, 2010, pág. 25- 26.
(10) Laurent, E.: “Los inclasificables”, en El sentimiento delirante de la vida, Colección Diva, Buenos Aires, 2017, pág. 141.
(11) Miller, J.-A. y otros.: Los inclasificables en la clínica psicoanalítica, Paidós, Buenos Aires, 1999, pág. 411- 412.
(12) Ibíd., pág. 412.
(13 Óp. Cit. n° 11, pág. 414.
(14) Óp. Cit. n°9.
(15) Óp. Cit. n°2, pág. 540.
(16) Óp. Cit. n°1.