PRIMERA ACTIVIDAD PREPARATORIA HACIA EL XI CONGRESO DE LA AMP: LAS PSICOSIS ORDINARIAS Y LAS OTRAS, BAJO TRANSFERENCIA –EOL Sección La Plata, 16 de diciembre de 2017
Cecilia Fasano
Los estructuralistas enseñaban que los títulos son una puerta de acceso para el análisis de los textos. Siguiendo entonces esa pista estructuralista comenzaré por referirme al título propuesto para el XI Congreso de la AMP, «Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia», a realizarse en la ciudad de Barcelona.
Según Anna Aromí: “El Congreso tiene un título atrayente, interesante y también compuesto. Así nació, por superposición de piezas” (1). Confieso que este título impactó en mí exactamente a la inversa, lejos de resultarme interesante, inicialmente consideré que no era muy amigable un título compuesto cuya superposición de piezas requería ser leído dos veces porque no se dejaba captar en un primer golpe. No obstante, conforme fue pasando el tiempo y en esa previa insistente propia de los preparativos hacia las actividades que nos convocan, cual pájaro carpintero que taladra la dureza comenzó a instalarse en mi interés de modo más amistoso.
Mientras las psicosis ordinarias toman allí la delantera y con ello cierto protagonismo, la psicosis, a secas, queda subsumida en el conjunto de “otras” y ambas sujetas a la potencia de la transferencia. “Bajo transferencia” es una expresión que toma consistencia retroactivamente en el título principal, al tiempo que exige un replanteo de los interrogantes que abre el sintagma “Psicosis ordinaria”. Sabemos que la Convención de Antibes anunció para la psicosis una transferencia orientada por lalengua, y propuso situar al analista bajo un supuesto-saber-leer-de-otro-modo, siguiendo una indicación precisa de Lacan en el “Seminario 24” (1976-1977). Ya no se trataba para el analista de “hacerse el muerto”, ni de asumir la clásica función del “secretario del alienado”, por el contrario, ser testigo activo de las invenciones significantes y de las construcciones identificatorias.
Hay que decir que el título propuesto para el XI Congreso decididamente es lacano-milleriano, puesto que psicosis ordinaria no es una categoría de Lacan, sino una invención de Miller acuñada a fines de los años noventa y concebida como “un efecto retorno del desarrollo pragmático de su enseñanza [de Lacan] a lo largo de treinta años de seminario” (2). Miller cimenta esta invención en la necesidad de sortear las dificultades diagnósticas de una clínica binaria (neurosis o psicosis) introduciendo allí el tercero excluido. Al mismo tiempo y dado que ordinario es un adjetivo que nombra algo común, regular, que es frecuente y que no se destaca por nada especial, el término ordinario anexado al de psicosis pareciera restar cierto dramatismo a su uso habitual. Afirma Miller: “Inventé una palabra, una expresión, un significante, dando un esbozo de definición para atraer los diferentes sentidos (…). No di un saber–hacer sobre la utilización de ese significante. Hice la apuesta de que ese significante podía provocar un eco en el clínico, en el profesional. Quería que tomara amplitud y ver hasta dónde podía llegar esta expresión” (3). Apuesta lograda, sin lugar a dudas, pues aquí y en las siete Escuelas de la AMP nos encontramos, para bien y para mal, multiplicando exponencialmente este sintagma. Ahora bien, para que la apuesta de Miller no culmine en una adormecedora ecolalia al infinito de sus elucubraciones, comencemos por pensar ¿qué operación introduce la denominación “psicosis ordinaria”? Intentaré situar algunas ventajas y desventajas de dicha operación.
A mi juicio, una de las mejores descripciones de psicosis ordinaria corresponde a la realizada por Miquel Bassols: “Discretos acontecimientos de cuerpo, sutiles plomadas de sentido en el deslizamiento de la significación, velados fenómenos de alusión, suplencias minimalistas en las que el sujeto sostiene la frágil estabilidad de su realidad” (4). Descripción que sostiene el gusto por lo singular, la clínica del detalle y el desprecio de cualquier aspiración universalizante que suprima al sujeto, además de cabalgar sobre la consideración de Miller: “El psicoanálisis es un abrazo con lo particular, con lo no-universal, lo que no vale para todos”. (5)
Podemos avanzar diciendo que la psicosis ordinaria incluye aquellos casos que son reticentes a la clasificación; Nieves Soria en su libro ¿Ni neurosis, ni psicosis? lo calificará como el agujero imposible de soportar de lo inclasificable. Leonardo Gorostiza en el “Prólogo” al libro mencionado, rescata la denominación “diagnóstico irónico” propuesta por Lacan, considerando que se trata de un hallazgo exquisito que explora precisamente esa “zona de frontera”.
Se advierte entonces que conceptos que otrora ocuparon un lugar privilegiado en la psiquiatría mundial: la personalidad “como si” de H. Deutsch (1942), la “Esquizofrenia fronteriza” planteada por Knight (1954), la “Psicosis latente” de G. Bychowski (1957), la denominación bordeline de O. Kernberg (1975), vuelven a cobrar valor en la “psicosis ordinaria”, pero a diferencia de estas nominaciones, Miller elige la ruta iniciada por Lacan a la altura del Seminario 3 (1955-1956), cuando situaba los fenómenos de franja o los estados pre-psicóticos. A propósito del tema, a Jean-Claude Maleval no le pasó desapercibido que el concepto de pre-psicosis desaparece en “De una cuestión preliminar para todo tratamiento posible de la psicosis” (1958) para no volver a aparecer en la enseñanza de Lacan. En consecuencia vale pensar que la operación de Miller consistió precisamente en reintroducirlo, haciendo lugar al estudio de esos casos inclasificables, dado que entre las dificultades encontradas en la práctica clínica se trata de una de las menos estudiadas, hasta la invención de Miller del término “psicosis ordinaria”. Es preciso contextualizar tal invención, en la medida que el término se introduce en el momento en que se hallaba en plena elaboración de lo que más tarde se conoció, bajo el formato de libro: Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, título que incluyó las Conversaciones de Arcachon y de Angers.
Entiendo además que cuando Miller propone una clínica irónica, la que sitúa como una elección forzada, en la medida que “o bien nuestra clínica será irónica, es decir, fundada en la inexistencia del Otro como defensa contra lo real, o bien nuestra clínica no será más que un refrito de la clínica psiquiátrica” (6), propone sostener la ironía de la paradoja que implica una clínica borronea, sin abandonar ni sustituir la clínica estructural. Puede sumarse otra ironía en el hecho que el intento de eludir el binarismo –es mi hipótesis– introduce un nuevo binarismo: las unas (psicosis extraordinarias) y las otras (psicosis ordinarias).
Es cierto que algunos casos clínicos, y consecuentemente su posibilidad de tratamiento, se logran desentrañar mejor cuando se puede localizar qué permite anudar los registros RSI, cuál es el punto de enganche/desenganche al Otro, o cuáles son los arreglos y desarreglos sinthomáticos. Posición epistémica que despeja algunas posibilidades que con la clínica discontinua quedan entorpecidas y en ocasiones vedadas. Hasta aquí brevemente algunas de las ventajas.
Respecto a las desventajas, considero que debemos hacer un mea culpa, la que sitúo en relación al uso de la expresión en manos de nuestra comunidad analítica. Puede advertirse cierta exaltación por nominar como psicosis ordinaria cuanta rareza, extravagancia o inclasificable encuentre el analista en su práctica, tirando por tierra la posibilidad de construir un efectivo programa de investigación. Sabiendo además que concluir con el diagnóstico de psicosis ordinaria sin remitirlo a la clasificación clásica psiquiátrica y analítica es un riesgo que, según estima Miller, nos asila en la ignorancia. Por lo tanto será una indicación que conviene no olvidar.
En la renombrada Convención de Antibes se afirma: “Hemos pasado de la sorpresa a la rareza, y de la rareza a la frecuencia” (7). Es decir, hemos pasado del desconcierto ante lo inusual, a percatarnos de fenómenos que por su frecuencia se tornaron familiares. Para finalizar, habiendo sido residente en el Hospital Dr. R. Rossi de la ciudad de La Plata durante los años 1991-1997 puedo dar fe de que el servicio de salud mental recibía por ese entonces, mayoritariamente consultas de pacientes neuróticos, sin embargo, en la actualidad la estadística de atención a pacientes psicóticos arroja comparativamente una cifra significativamente superior. Cuestión que se reitera en otros hospitales. Ahora bien, ¿puede afirmarse que efectivamente los servicios de salud mental reciben por consultorio externo más consultas de pacientes diagnosticados como psicóticos? Y si así fuera ¿a qué se debe? Es evidente que los cambios sociales impulsan mutaciones subjetivas pero ¿esto implica cambios en las estructuras clínicas o en la envoltura formal de los síntomas? Me inclino a pensar que los desarrollos teóricos determinan la práctica clínica y que hay cierto efecto de creación a partir de cómo nombramos la cosa. Hubo un tiempo donde el tema que dominaba la escena de las investigaciones en curso solían avocarse a los fracasos de las intervenciones del analista, o a las interpretaciones magistrales, temas que hoy parecen haber quedado en el olvido. Es evidente que el estado de las investigaciones teóricas no es ajeno a las presentaciones clínicas. No obstante considero que responder y argumentar seriamente estos interrogantes excede este comentario, de modo que simplemente lo dejo planteado junto a la propuesta de lectura de dos libros de Georges Perec, Pensar/Clasificar (1985) y Lo infraordinario (1989) ya que pueden ser referencias que nos ayuden a pensar qué uso dar al sintagma “psicosis ordinaria”.
Notas:
(1) Aromí, A.: “Anatomía del título para un Congreso”, en: https://congresoamp2018.com/textos-del-tema/las-psicosis-ordinarias-las-otras-transferencia-anatomia-del-titulo-congreso/
(2) Miller, J-A.: “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Revista Consecuencias Edición N° 15, http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/template.php?file=arts/Alcances/Efecto-retorno-sobre-la-psicosis-ordinaria.html, 2015.
(3) Ibíd.
(4) Bassols, M.: “Elogio de las psicosis ordinarias”, Desescrits de psicoanálisi lacaniana, http://miquelbassols.blogspot.com.ar/2016/11/elogio-de-las-psicosis-ordinarias.html, 2016.
(5) Miller, J-A.: “Cuestión de Escuela: acerca de la garantía”, Jacques-Alain Miller on line en: http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=publicaciones&SubSec=on_line&File=on_line/jam/Otros-textos/17-01-21_Cuestion-de-Escuela-acerca-de-la-garantia.html, 2017.
(6) Miller, J-A.: “Ironía”, Revista Consecuencias Edición N° 7, http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/007/template.php?file=arts/alcances/Ironia.html, 2011.
(7) Miller, J-A.: La psicosis ordinaria, Agalma, Buenos Aires, 1999, pág. 230.
Bibliografía de referencia
García, G.: Variaciones sobre psicosis, Otium, Buenos Aires, 2011.
Soria, N.: ¿Ni neurosis, ni psicosis?, Serie Del Bucle, Buenos Aires, 2015.
Vaschetto, E.: Ser loco sin estar loco, Grama, Buenos Aires, 2018.
Maleval, J.-C.: La Forclusión Del Nombre Del Padre, Paidós, Buenos Aires, 2002