Transformaciones en la formación

FLASHES DEL BLOG # 8: CONVERSACIÓN SOBRE LA TRANS-FORMACIÓN DEL ANALISTA. PERSPECTIVAS

 Por Daniel Millas

Dos Perspectivas

Podemos diferenciar dos perspectivas en la formación que a su vez se corresponden con dos concepciones del síntoma y del inconsciente. La primera, orientada por lo simbólico, se sostiene finalmente en la creencia en que es posible saber que es un analista y cómo debe formarse. Desde esta perspectiva, que responde al estándar del “Para todos” igual, la formación tiene como sustento y horizonte la identificación con el analista.

La segunda orientación se sirve en cambio del inconsciente para constatar que hay un real en el saber que permanece inaccesible. El análisis entonces no culmina en una identificación totalizante, sino que opera una transformación subjetiva que, por el contrario, destituye las identificaciones que se encontraban amarradas al fantasma. De manera que no hay formación analítica sin consecuencias sobre la subjetividad del practicante.

La Escuela fundada a su vez en un “no saber qué es un analista”, se anuda como concepto, al trípode freudiano del análisis, el control y la enseñanza, permitiendo enlazar cada modalidad singular con lo colectivo de una elaboración. Porque hay escuela, es posible pensar la formación como un síntoma.

Los tiempos de la pandemia

El impacto producido por la pandemia del COVID 19, irrumpió como un real cuyos efectos se hicieron sentir en todo el planeta. Este acontecimiento imprevisto, nos ha conmovido de diferentes maneras y nos ha convocado a dar una respuesta, que no es otra que disponernos a llevar adelante un trabajo de Escuela. Lo notable es que para poder hacerlo debemos recurrir hoy a un uso sin precedentes de las plataformas virtuales.

Si bien hay un acuerdo respecto a la importancia de sostener los análisis en esta coyuntura en la que no quedaría otra alternativa que interrumpirlos, no deja de plantearse la pregunta acerca de cuáles serán las consecuencias de esta utilización generalizada una vez superada la pandemia.

Si enrolados en las modalidades del trabajo a distancia que propicia la época daremos por hecho que podemos prescindir del encuentro presencial en la sesión analítica. ¿La voz y la mirada mediadas por la pantalla pueden suplirlo efectivamente?

Como es sabido la función de la presencia corporal resulta especialmente acentuada en la última enseñanza de Lacan. Los efectos de resonancia de la interpretación analítica son correlativos a la transformación que se opera sobre el estatuto del inconsciente y del síntoma.

En este sentido, ya en 1999 Miller se preguntaba “¿Por qué no hacer un análisis por teléfono, puesto que al menos se cuenta con la voz, y además, un día de estos tendremos la imagen. ¿Por qué no se hacen análisis en video conferencias, por qué no un video psicoanálisis?”(1) Responde en forma contundente que es necesaria la presencia en carne y hueso del analista. El analista no se dedica solo al desciframiento del inconsciente, sino que encarna la parte no simbolizada del goce.

En Sutileza analíticas,(2)Miller retoma este punto de vista sobre la interpretación analítica, refiriéndola ahora al concepto de “defensa”. Diferencia también aquí dos momentos en el análisis: el de la exploración del inconsciente y sus formaciones, que pueden ser descifradas, y un momento que da lugar a lo singular de un acontecimiento de cuerpo que no tiene como referencia al sentido sino al goce mismo. Por este motivo afirma, la interpretación entendida como perturbación de la defensa, requiere que el analista sostenido por el sin sentido, aporte el cuerpo y represente el acontecimiento corporal, el semblante del traumatismo. Sin duda, estas son cuestiones que tenemos que estudiar detenidamente a la luz de los acontecimientos actuales.

De todas maneras, en función de lo que desarrollé anteriormente, debemos considerar que cuando nos referimos a la formación no solo está en juego la práctica analítica. Se conjugan también aquí el control, las enseñanzas, los carteles, las conversaciones, muy especialmente la Conversación Clínica y los espacios en los cuales se tiene la oportunidad de dar cuenta de la práctica ante la comunidad de la Escuela.

La importancia del encuentro de los cuerpos que se movilizan y se hacen presentes al ser convocados a un determinado lugar, cumplen una función esencial en la affectio societatis que le da sustento y dignidad a lo que hacemos juntos. Es justamente cuando nos vemos privados de ello que toma relieve su incidencia en aquello que anima la transferencia de trabajo.

Si la formación analítica no cesa, si deviene un imperativo ético, es porque también sabemos que no todas las transformaciones son buenas. No dejamos de estar expuestos a la inercia de la rutina, al olvido del acto, a la infatuación, a la caída de los lazos transferenciales, al retorno de las identificaciones grupales, por mencionar algunas, entre otras posibles transformaciones que atentan contra el discurso analítico.

El saber analítico es un saber fundado en una falla y requiere de una elaboración permanente. La cuestión entonces es poner a trabajar las preguntas que nos formulamos, de alojar lo nuevo admitiendo el punto de no saber en el que nos encontramos. Dejarnos guiar por los principios del psicoanálisis de la Orientación Lacaniana nos convoca a una elaboración de saber sobre estos puntos. Es el recurso que tenemos para evitar la peor de las transformaciones, la de caer en un dogmatismo que termine por imponer un nuevo estándar.

Fecha de recepción 10/6/2020

Notas:

1-Miller, J.A.: “Los usos del lapso” Edit. Paidós, Bs.As. 2004, pág. 22.

2-Miller, J.A.: “Sutilizas analíticas” Edit. Paidós, Bs.As., 201, pag. 89.