Saldo cínico y fin de análisis

TERCERA NOCHE DEL DIRECTORIO: FIN DE ANÁLISIS Y POSICIÓN DEL ANALISTAEOL Sección La Plata, 21 de noviembre de 2018

 

 

 

 

Ana Laura Piovano

 

 

En mayo de 1992, en la vieja sede de la Escuela de la Orientación Lacaniana, a meses de su fundación y la de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Jacques Alain Miller interviene en una conversación sobre “Temas de Escuela”. Allí afirma: “Es cierto que la práctica analítica aísla al analista, y es preciso saber no creo que en Lacan haya una respuesta unívoca si ese estilo de vida conviene, si puede defenderse o no, hasta qué punto debe llegar el cinismo analítico. Porque hay un cinismo analítico. El saber que el Otro no existe hace del analista un cínico, hasta el punto de perder y no elaborar un deseo de saber, el cual termina por parecer un lujo, un semblante”. (1)

Hice uso de ella de la cita en la mesa de apertura de las Jornadas de Acción Lacaniana en noviembre de 2012. Por entonces, creída independiente, andaba suelta y como tantos platenses, viajaba mucho a la sede de Callao y Santa Fe.

El MOL (Movimiento de la Orientación Lacaniana) estaba en acción, teniendo como fin la creación de esta Sección, un año después.

Recordé que Miller venía de decirle a los miembros que si querían una Escuela tendrían que adoptar los medios para conseguirla con el sacrificio de las identidades construidas. Allí y entonces, en el guiño de parafrasear al joven Lacan en eso de “amaestrar orejas” (2), hablé de la Escuela de los griegos y de la posición cínica, caracterizada por el desprecio por los semblantes.

Hoy, fin de análisis y saldo cínico.

Parto de “fin” para subrayar el equívoco entre objetivo y conclusión, y abordar una cuestión a mi gusto crucial en la clínica del pos-analítico.

No los aburriré con referencias.

Tres ideas para enmarcar, nomás:

El cinismo actual (que reducido a un “mentir descaradamente” se amalgama con la canallada) se distingue de aquel nacido en la Grecia antigua, disyunto del Amo, para denunciar los ideales de la sublimación.

2- El tratamiento psicoanalítico del goce conduce estructural y no contingentemente a un saldo cínico. Dependiendo de él el acto, con efectos en la producción de un analista.

3- La concepción del fin determina el modo de pase. Lo que permite la salida del impasse es el lazo a la Escuela. Cada testimonio (hystoria a la vez que formalización) ante la comunidad analítica opera, en la serie, a contrapelo del usufructo del saldo cínico, sirviéndose de él.

Pero vayamos al punto: ¿A qué cosa llamamos saldo cínico?

Jacques Lacan lo menciona solamente una vez, y no en cualquier momento, el 10 de junio de 1969, a la hora de efectuar la “Reseña del Seminario: El acto psicoanalítico” (3), que fuera contemporáneo a la “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”. (4)

Entre el seminario y este escrito, los acontecimientos del mayo francés.

El texto, breve, no tiene desperdicio.

Leo, proponiendo seguirlo en su lógica:

“El psicoanalizante, al término de la tarea a él asignada, ¿sabe “mejor que nadie” la destitución subjetiva a la que ella redujo a aquel mismo a quien se la ordenó? (…)

Allí hay saber adquirido, pero ¿por quién?

¿A quién le paga el precio de la verdad de la cual, en última instancia, el sujeto tratado sería lo incurable?” (5)

Tres páginas adelante podemos leer un paso más: “¿Qué puede decirse de todo psicoanalista que no vuelva evidente que eso mismo ninguno lo es?” (6)

Lo cierto es que se pasa, hay un antes y un después y una elección participa en la producción. “Si el psicoanalizante hace al psicoanalista, todavía no se ha añadido nada sino la factura. Para que sea deudora, es preciso que se nos asegure que hay del psicoanalista” (7). Advirtiendo en la página siguiente: “(…) a cualquiera se le ocurre que el goce considerado perverso está perfectamente permitido entonces, pues el psicoanalista se hace su llave, a decir verdad, solo para retirarla a los fines de su operación. Por lo cual basta con volver a tomarla para restituirle su verdadero empleo, hágase uso de ella o no” (8). Y ahí, punto aparte, suelta: “Este saldo cínico debe marcar bien lo secundario del beneficio pasional”. (9)

¿No les resulta extraño que Lacan con casi 70 años postule, en Francia, que algo del orden cínico pueda considerarse ¡resolución benéfica del análisis!?

Por lo pronto, no es un dato menor que no hable de cinismo a secas, cosa que había hecho en ocasión de retomar la heroicidad de Diógenes alumbrando la verdad con su linterna a plena luz del día.

Tampoco resulta poca cosa que no se le diera mayor trascendencia hasta la operación de lectura de Jacques Alain Miller, presentada en Argentina el 24 de julio de 1984.

Es por demás interesante, lo he mencionado en alguna otra oportunidad, que declare que intervenir sobre la obra de Lacan no es simplemente comentar, y que se ha preparado 20 años para eso. La referencia se encuentra en El amor en psicoanálisis publicado por el Simposio del Campo Freudiano (10). Con un gesto que mantiene hasta la actualidad, ilumina subrayando dos palabritas “saldo cínico”, agrega “del análisis” y lo pone en la lógica alienación separación.

No me detendré allí hoy.

En esta ocasión, me parece vale interrogar qué hizo que Lacan hiciera uso del término saldo que, etimológicamente, proviene del latín solidus, sólido. Solidus era una moneda de plata acuñada en el imperio. De allí vienen sueldo, solidaridad, consolidación.

En el dominio contable, básicamente se constituye en la diferencia entre el debe y el haber. Así, el saldo es acreedor cuando el haber es mayor al debe, deudor cuando el debe es mayor al haber y nulo cuando se equiparan uno y otro. Al primero se lo llama “saldo positivo”, al segundo “negativo” y en la tercera de las posibilidades, cuando es igual a 0, se empalma con otra acepción que es la que ubica que una obligación (monetaria) está saldada cuando ya no se debe nada. Si de una deuda se tratase, al cierre de la operación, se salda cuando el pago se produce y esta se cancela. Sea cual sea el resultado y la valoración del mismo, el saldo es un producto conclusivo ligado a la liquidación. La de la transferencia, en tal caso. De lo que se liquide, resta un sólido.

En las Jornadas de una joven EOL dedicadas a “La lógica de la cura”, Guillermo Raíces aborda las implicancias éticas en la conclusión del recorrido analítico del saldo cínico desde una perspectiva económica (libidinal): “ lo no transmutable del valor de un bien al cierre de una operación económico-financiera o, en su otra acepción, como el pago o finiquito de una deuda (…) remanente de substancia de goce no reducido a la causa del deseo en un proceso analítico o en un ajuste de cuentas por el cual la deuda con el padre quedaría saldada” (11). Para dejar picando un riesgo: “Si un fin de análisis resulta para cualquiera en la posibilidad de acceder bajo llave al lugar del analista (a), este notable saldo cínico deviene, entonces Cosa seria”. (12)

En la liquidación de la transferencia, en la separación tras la alienación, esto es, en el desenlace, algo del desenganche del Otro se juega, alguien puede quedarse fuera de la poli, arreglándoselas solo y usufructuando del producto. Dicho esto, el saldo cínico también es una advertencia. Podría instalarse en una posición que me aventuraría en llamar de desprecio cáustico. Cada quien lo dice en su estilo.

“Reírse de la creencia en el Otro no hacía más que dejar al sujeto en una posición cínica, de desenganche con el Otro” (13), Fabián Naparstek, quien nos acompaña esta noche, lo ha testimoniado hace años.

Pueden encontrar uno tras otro aquellos textos, publicados en un libro que se llama El pase. Una experiencia de Escuela. (14)

Puedo ir con mi pregunta a la lectura de la serie de testimonios publicados: ¿Cómo se produce el reenganche?

Como el duelo, exige un trabajo. Subrayo el valor del invento de Jacques Alain Miller, iluminar al AE en el estrado en la diacronía de los tres intensos años posteriores a la nominación. Pero un paso más.   Tal procedimiento (escritura del testimonio para presentarse a la comunidad, lectura pública, interrogación de los interlocutores, publicación) hace en la serie a un tratamiento de lo que resta. Acaso una tramitación a contrapelo del “no hay nadie”.

“Ir contra el cinismo” titula un apartado de “Pasar a la Escuela” Luis Salamone situando la operación como “limado” (15), Gaby Grimbaum en la Revista Lacaniana 24 dice de sí misma en una referencia a la novela de Queneau haber sido “una Zazie (…) todo era «mon cul»”. (16)

Naparstek (17) subraya cómo el propio Lacan reformula el final por desenlace un reenganche al Otro por identificación y saber hacer con el síntoma, siendo el cinismo (sutilmente) central en la transformación.

A la hora de la “Proposición del 9 de octubre…” (tiempo antes de la escritura de la “Reseña del Seminario del Acto Psicoanalítico”) Jacques Lacan había hablado de segregación.

Medio siglo después su Escuela, orientada, va contra ella con herramientas que pretendemos siempre renovadas. Si no se trata de un procedimiento automático (algorítmico) del dispositivo del pase: ¿cómo transmuta cada quien el saldo de modo tal de que un analista pueda operar?

Acá estamos, en la Sección La Plata de la Escuela de la Orientación Lacaniana, a poco de permutar el segundo directorio a un tercero. En el lugar para propiciar la conversación, el lazo está instalado.

Otra vez. Gracias por invitarme.

Nada más. Nada menos.

 

 

 

Notas:

(1) Miller, J.-A.: “Temas de Escuela”, Uno por Uno 27-28, Buenos Aires, 1992, pág. 18.

(2) Ibíd.

(3) Lacan, J.: “EL acto psicoanalítico. Reseña del Seminario 1967-1968”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.

(4) Lacan, J.: “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.

(5) Óp. Cit. n°3, págs. 395-396

(6) Óp. Cit. n°3, pág. 399.

(7) Óp. Cit. n°3, pág. 399.

(8) Óp. Cit. n°3, pág. 398.

(9) Óp. Cit. n°3, pág. 400.

(10) Miller, J.-A.: “El saldo cínico del análisis”, en El amor en el psicoanálisis, Simposio del Campo Freudiano, Buenos Aires, 1990.

(11) Raíces, G. “Sobre la noción de saldo cínico” (Implicancias éticas en la conclusión de la cura), La lógica de la cura, EOL, Buenos Aires, 1993, http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=publicaciones&SubSec=impresas&File=impresas/col/jornadas/la_logica/raices.html

(12) Ibíd.

(13) Naparstek, F.: “Del sujeto occidentado a la orientación por el síntoma: modulaciones sobre la creencia”, El pase. Una experiencia de Escuela, Grama, Buenos Aires, 2007, pág. 56.

(14) AA-VV: El pase.Una experiencia de Escuela, Grama, Buenos Aires, 2007.

(15) Salamone, L.: “Pasar a la Escuela”, en La aventura de un análisis, Grama, Buenos Aires, 2016, pág. 209.

(16) Grimbaum, G. “Listo” (Último testimonio), Revista Lacaniana de Psicoanálisis n°24, Grama, Buenos Aires, pág. 23.

(17) Óp. Cit. n° 13, pág. 93.