Segunda Noche del Directorio: “La formación analítica y la Escuela” – EOL Sección La Plata, 21 de mayo de 2014

noche_la_formacion_analítica y la Escuela_ringueletGisèle Ringuelet

 

Primero quiero agradecer el estar como responsable con José Lachevsky y con Silvia Salman como invitada, en esta noche de Directorio en la que se aborda un tema tan amplio como crucial para el psicoanálisis “La formación del analista y la Escuela”. Y, como señaló José ahora y Eduardo Suárez en la primer noche de la sección, no hay respuestas univocas ni modelos para responder en forma acabada, conclusiva.

En el lugar del rasgo identificatorio se instala en la orientación de Lacan el vacío de la definición del analista. Y es este vacío el que permite que volvamos a dar vueltas sobre temas ya tratados en diferentes años y contextos como son la formación, el control, etc. etc.

Por mi parte, quiero considerar unas Contribuciones de la ECF sobre el “Efecto-de-formación”, realizadas en julio del año 2001 [Ponencias que son de la misma época que el Seminario El lugar y el lazo de Miller (2000-2001)], previas al Congreso de Bruselas del mismo año.

Estas contribuciones, principalmente la de Miller, tiene una vigencia sorprendente para este momento en la Sección de La Plata en donde estamos dando los primeros pasos.

El título de estas intervenciones, como mencioné, es “efecto-de-formación” y podemos agregar: “del-analista”. Planteo que nos ubica en un muy buen lugar para reflexionar, al introducir el término efecto en el encabezado, comandando la frase, y que tiene por consecuencia separar la formación de lo que lo determina, separarla de sus causas.

Hay un hiato entre las causas y la formación.

Destacar el efecto-de-formación es admitir implícitamente que no hay automatismo de la formación analítica sino que en ella, en la formación, hay lugar a la contingencia y permite conservar algo de sorpresa.

Consideramos hasta aquí algunas cuestiones que hacen a la formación analítica y que se distingue de una formación académica. Pero la diferencia primordial en la formación analítica es, precisamente, la experiencia analítica misma en la que se produce una necesaria transformación del sujeto e implica el pasaje por una experiencia particular que se singulariza hacia el final de cada análisis.

Experiencia analítica que instaura Lacan diferenciándose de los parámetros y de la división que la IPA establecía entre aquella que implicaba una cura, una recuperación de salud y por otra la experiencia como pedagogía, con una finalidad de formación. En este punto la incidencia de la enseñanza de Lacan quedó marcada por haber unificado ambos aspectos en una experiencia como proceso único.

Se trata de una travesía que puede tener, a partir de Lacan, efectos de saber. Y en donde lo que importa, son las formaciones del inconsciente de cada quien. Esta experiencia va más allá de la terapéutica y la didáctica, ya que están los efectos epistémicos adquiridos en el final del análisis que facilitarían no sólo practicar el psicoanálisis sino también enseñarlo.

La formación analítica esta condensada en esta frase que se dice muy rápido y a veces es difícil mantener: “saber ignorar lo que se sabe”. Frase que conlleva la idea que debemos saber para poder ignorar, pero que en el momento del acto, de una intervención, sepamos que no hay un referente fijo.

 

Hay que distinguir entre la operación analítica –como lo hace Miller en “El desbroce de la formación analítica” (2001)– de cualquier pedagogía. La pedagogía tiene como fórmula S2—a, trata de dominar el goce a partir del saber. Mientras que la posición del analista se define por su posición como objeto a sobre un saber que debe ser supuesto. Este a minúscula –al ubicar lo que ninguna identificación captura– designa el punto en el que toda pedagogía fracasa. El analista lacaniano no se sitúa a partir de su saber sino de la posición que ha adquirido en su cura.

Otra experiencia que toma todo su espesor en la formación analítica es el control, el control de casos. Tema considerado por Mauricio Tarrab el año pasado en el MOL y abordado en el último Congreso, pero del que no hablaré en este momento porque será tema de una de las Noches de Directorio de este año.

Ahora bien, considerando nuevamente el artículo de Miller –mencionado al inicio de la exposición– nos encontramos que no solamente hay una separación de la formación con “sus causas” sino también con “sus lugares”, dejando abierta la cuestión de saber dónde, en que lugares, se efectúa la formación.

Este último aspecto, “sus lugares”, me permite hablar fugazmente en primera persona de la formación analítica. De los avatares de mi formación, que por supuesto continúa, y se enlaza en estos momentos estrechamente con la Escuela. El propio análisis fue para mí el ancla, y es hoy la brújula que me permite una posición decidida con el psicoanálisis. Experiencia que me resulta impensable sin las lecturas e investigaciones que iba realizando ya que ambas experiencia y lecturas, investigación, escritura, se iban enlazando e influyendo mutuamente.

Hace un año renuncié a la membresía de una de las instituciones de la ciudad de La Plata, la Asociación de Psicoanálisis de La Plata. Muchos de los que están hoy acá han pasado por alguna de las instituciones analíticas que había en la ciudad o por la universidad, pero cada uno ha realizado su propio periplo. La novedad es que ahora hay una sección de la EOL en nuestra ciudad y esto hace una diferencia.

Si partimos de cómo se tituló esta noche, podemos decir que la “y” como conector (de adición) que enlaza la formación con la Escuela ya implica una política de Escuela.

La Escuela, es también, una forma de organización que instauró Lacan y en la que quiso imprimir el espíritu de las escuelas de la antigüedad; en donde los maestros eran “los sabios”, ciudadanos muy cultos que propiciaban la discusión y la interpretación de los saberes aplicados de acuerdo al momento y contexto. A diferencia de los saberes parcializados que propicia actualmente el desarrollo de la ciencia.

Desde el inicio Lacan dio lugar a los no a analistas o aquellos que no practican el psicoanálisis pero se interesan por él como forma de desbaratar el entre nos de una sociedad. Interpretando a Freud y a sus colegas, Lacan intenta organizar una institución en donde el Ideal no esté encarnado en persona alguna como excepción, sino en el psicoanálisis en su lógica inconsistente.

Entonces, para finalizar, quiero dejar abierta la pregunta sobre la garantía o no que una Escuela pueda dar con relación a la formación, tomando una afirmación de la exposición de José que me parece muy importante para todos aquellos que estamos en el psicoanálisis: “para Lacan es la Escuela la que puede dar una garantía para la formación de sus miembros pero éstos no están garantizados por ella”. ¿Por qué los miembros no estamos garantizados por la Escuela?