Primera Noche del Directorio: “Noche del Pase” – EOL Sección La Plata, 7 de Marzo de 2014

noches_pase_reseña_adriana_fanjulReseña por Adriana Fanjul

 

El viernes 7 de marzo de 2014, en un clima festivo y ameno, se inauguraron las actividades de la EOL-Sección La Plata; participaron: Eduardo Suárez (Director EOL Sección La Plata), Ana Ruth Najles (Presidenta de la EOL) y Marina Recalde (reciente AE). “La Noche del Pase” fue la ocasión propicia para que alrededor de doscientas personas,  causadas por la Orientación Lacaniana, se dieran cita en la sede de la Sección.

Eduardo Suárez, luego de dar la bienvenida a los invitados y agradecer a las diferentes instancias que hicieron posible el inicio de actividades de la Sección, saluda a los miembros, asociados y a los cartelizantes actuales y futuros; destacando que serán éstos los que constituirán, desde una política a sostener, el interior y futuro de la Sección.

Acto seguido da inicio a las Noches de Directorio y anticipa el recorrido previsto para el año en curso. Noches que estarán organizadas alrededor de dos temas centrales: la Escuela y la práctica lacaniana. El punto de partida de este trayecto inicial será el tratamiento de las cuestiones fundamentales de Escuela: la formación analítica, el control, la garantía, el grupo analítico y el pase que “por antonomasia” es la Escuela de Lacan. No obstante, señala que partimos de un no saber de qué se trata y de la falta de garantía de que podamos efectuar la Escuela.

El segundo eje sigue la serie iniciada en los Coloquios del Mol y apunta a interrogar la práctica lacaniana, su reconfiguración, desde lo que sería la última enseñanza de Lacan. Una reflexión sobre el quehacer del analista en tanto “perturbador de la defensa”. Se interrogará la práctica desde esta perspectiva intentado verificar en cada caso si la modificación allí operada, por “pequeña” que sea,  proviene de una perturbación de la defensa.

Por último, y antes de dar la palabra a Ana Ruth Najles, finaliza su presentación con una cita de J-A Miller que aspira sea el espíritu de nuestras actividades: “El acto analítico está estructurado por una hiancia. La Escuela es propiamente el lugar hecho para permitir que nos reunamos no alrededor de una idolatría, no alrededor de semblantes por prestigiosos que fuesen, no alrededor de las figuras paternas de Freud y de Lacan sino alrededor de esa hiancia”.

Por su parte, Ana Ruth recuerda con emoción la fundación de la EOL, de la que fue parte, y celebra –en esta nueva función que le toca asumir– poder darle la bienvenida formal a la Sección La Plata –que se suma a las ya existentes: Córdoba, Rosario y Santa Fe– con el anhelo de iniciar un trabajo conjunto. Con la consigna «La fe, el foro, la fiesta» sintetiza lo que será el sesgo que intenta dar a su gestión como Presidente de la EOL. Al igual que Eduardo, se detiene en recalcar el lugar del Cartel en la Escuela,  “órgano de base” y una de las puertas de entrada en nuestra orientación lacaniana.  Sostiene que en este acto de Escuela se verifica el entrecruzamiento de la jerarquía con el grado, de la institución con la Escuela encarnada por el dispositivo del pase con todas sus instancias, invento de Lacan para interpretar al grupo analítico en tanto institución, así como el AE interpreta a la Escuela en tanto sujeto. Sitúa aquí el “meollo” de la transmisión del psicoanálisis y de la formación de los analistas. Transmisión que se asienta en tres patas –el análisis personal, la formación epistémica y el control de la práctica– y a la que, siguiendo los lineamientos de J-A Miller, agrega una cuarta: la acción lacaniana en el lazo social.

Retoma de este modo el tema que nos convocó esa primera noche: “la transmisión de los efectos de un análisis singular en un AE singular”. En tal sentido, sostiene que –en cada nominación– el dispositivo del pase interpreta al grupo analítico ya que nomina lo real, el sinthome en tanto singularidad, “lo que el pasante hizo saber a la comunidad de lo que supo hacer con el goce particular segregado por el discurso del amo”. A partir de ello, afirma que el dispositivo del Pase pone en acto el discurso analítico en la comunidad y, en consecuencia, la institución analítica no puede prescindir de él.

Marina Recalde, en su tercer testimonio de pase y el primero en nuestra ciudad, realiza una impecable articulación entre su solución sinthomática, el nuevo lazo al Otro y como tal, a la Escuela.

Inicia su alocución señalando el privilegio que representa, para ella, formar parte del acto inaugural de la nueva sección de la EOL. Cuestión que la lleva a evocar lo que, veintidós años atrás, le significó ser parte –en calidad de Adherente– de la fundación de la EOL y, tiempo antes, del Movimiento hacia la Escuela. Se nombra, ella misma, como “un producto clínico, epistémico y político” de la Escuela. Hoy, un partenaire imprescindible.
Después de señalar los dos primeros tramos de análisis, que tuvieron lugar en la infancia y en la adolescencia, y de los que recorta un saldo terapéutico innegable, se detiene en lo que fue su último análisis que la condujo al fin. Tercer análisis que se desarrollará, a su vez, en tres tramos diferenciados y se extenderá a lo largo de veinte años.

Comienza relatando la incidencia que tuvo en la elección de ese analista la condición de amor y de goce, que ignoraba por ese entonces y que el análisis le develó con posterioridad: “a él le falta lo que a mí me sobra”. Con esta expresión recorta y presenta el primer tramo de ese análisis que consistirá por un lado, en el análisis del significante clave de su hystoria, develamiento de una identificación “demoledora”, y por otro, revela la lógica que sostenía el lazo con el Otro materno, pero también con la Escuela, “darle al Otro lo que le falta”. Se ubica así como una “trabajadora y militante decidida” aunque sostenida en el fantasma que la dejaba librada a “cualquier sacrificio”. La salida de este primer tramo se produce, al decir de Marina, con un “alivio sintomático evidente” y la inclusión del pase en el horizonte, aunque para otros, no para ella.

Tiempo después –cuando es propuesta a ocupar un lugar de gestión en la Escuela– retoma el análisis ante la emergencia de la angustia, advertida de los riesgos y decidida a no quedar identificada en una posición sufriente, “al menos lo intentaría”, nos dirá. Este segundo tramo del análisis no es sin lo trabajado en el primero, la frase fantasmática que la sostenía comienza a revelarse. Por otra parte, relata las incidencias que en su formación y en su propio análisis tuvo su inclusión como pasadora en el dispositivo del Pase: un empuje para concluir el análisis y la posibilidad de que el pase sea un destino viable, ya no para otros sino para ella. Un lapsus será el primer paso para revelar el circuito pulsional y que con posterioridad –en el tercer tramo del análisis– se enunciará articulado al fantasma, evidenciando la posición activa que hacía existir la “mirada cruel y despreciativa del Otro”.

El análisis finaliza, se presenta al Pase y del encuentro con los pasadores surge el nombre “decidida”. Nombre que con posterioridad se evidenciará como el “nuevo modo sinthomatico” de enlazarse al Otro. La negativa a la nominación la conduce nuevamente al análisis y tiempo después, franqueado ese impasse, la decisión de presentarse nuevamente al dispositivo del Pase, dirigiéndose nuevamente a la Escuela “como el lugar donde está el partenaire al que hay que convencer”. En la perspectiva del sinthome, el nombre que surge no llega a nombrar lo innombrable, lo bordea, lo roza pero no lo alcanza. No obstante, Marina señala que el circuito pulsional se había armado. Cambio de régimen que incide en la satisfacción, en el amor y también en la relación a la Escuela. Ha podido encontrar e inventarse otra manera de decir que sí por fuera de la modalidad neurótica. Ahora “decidida” devela el pasaje del doloroso “sí”, incondicional frente a la demanda del Otro, a un sí “decidido”, ya no articulado al fantasma devastador. Cambio radical que revela “que lo mortificante es lo que uno se arma porque lo deja en manos del Otro que se inventa”.

El humor, afirma, queda como resto vital; que además de amenizar la relación con los otros, le permite sobrellevar la angustia que insiste. Signo como tal de un real irreductible.

Por último –y antes de dar la palabra al auditorio– Eduardo Suarez hace referencia a los motivos por los cuales Marina fue invitada para inaugurar la actividad: la militancia en el psicoanálisis, el deseo decidido y el pasaje de “lo mortificante” a la invención de un nuevo modo de vivir la Escuela.

El espacio de la conversación rescató –entre muchas otras cosas y en las diferentes alocuciones–el carácter vívido del testimonio, permitiendo desmitificar la figura del AE y recordando en acto que no hay un despertar absoluto, lo que hay, en este caso, es un estilo “absolutamente vivo”.

 

(Esta reseña es una versión ampliada de la realizada junto a Belén Zubillaga y publicada en la Página Web de EOL Sección La Plata ).