ACTIVIDAD CLÍNICA HACIA LAS IV JORNADAS ANUALES DE LA EOL SECCIÓN LA PLATA, EL CUERPO: GOCES Y FICCIONES –EOL Sección La Plata, 14 de octubre de 2017
Soledad Salvaré
El pasado 14 de octubre nos encontramos en la Sección para dar lugar a la última Actividad Preparatoria de las IV Jornadas Anuales de la EOL Sección La Plata: “El Cuerpo: goce y ficciones”.
Un encuentro que dio lugar a una animada conversación sobre los cinco casos generosamente compartidos por practicantes del psicoanálisis de diferentes instituciones de salud de nuestra ciudad.
En un “esfuerzo de poesía” los comentarios y la conversación fueron recortando, en cada uno de los casos, la vertiente singular de cada solución subjetiva en el anudamiento y armado de un cuerpo, como también las implicancias de la práctica del psicoanálisis en las instituciones.
La jornada estuvo compuesta por dos mesas: en la primera, coordinada por Eduardo Suárez, presentaron Flavia Iacusso del Hospital Rossi, Mercedes Varela Rozados del Hospital San Martín y Diego Viggiano y Naiara Russo del Hospital Alejandro Korn. Los comentarios estuvieron a cargo de Mariana Isasi, Lorena Parra y Mariella Lorenzi, respectivamente.
La segunda mesa fue coordinada por Belén Zubillaga y presentaron Paula Carasatorre, del Centro de Salud N° 32, cuyo comentario estuvo a cargo de Laura Arroyo y Mercedes Arechaga, del Centro de Salud N°1, comentado por Adriana Etchegoin.
En la primera mesa, Flavia Icasusso nos trae la conflictiva de un paciente varón, quien hace su consulta porque los síntomas en su cuerpo le hacen obstáculo a su empuje a la imagen perfecta. Con la pregunta por lo que le acontece en su cuerpo, desplegará las ficciones construidas en torno a la mirada del Otro y la propia, pudiendo historizar así el surgimiento de la impotencia como síntoma.
Mariana Isasi destaca en su comentario cómo este caso da cuenta de la clínica contemporánea en tanto pone al descubierto la dimensión sin ley del cuerpo, así como los diferentes modos que este sujeto encuentra para darle al cuerpo la consistencia que pierde ante el encuentro traumático. Puntúa las dimensiones en las que el cuerpo se hace presente, las ficciones con las que intenta anudarlo, y cómo el uso de la defensa –la inflación imaginaria– se torna en sí misma insensata.
El caso que trae Mercedes Varela Rozados da cuenta del recorrido realizado con un paciente internado por un episodio de agresividad. Recorta los fenómenos en el cuerpo que padece y la ficción con la que interpreta los mismos. Localiza el desencadenamiento de la psicosis y los modos de apaciguamiento y soluciones que el paciente ha ido encontrando, siendo la música un recurso singular para el tratamiento del goce. Obteniendo efectos de ordenamiento en un discurso, de armado de una imagen y de un estado corporal de tranquilidad. Por su parte Lorena Parra señala lo que el psicoanálisis de orientación lacaniana puede ofertarle a un sujeto psicótico, en tanto “pragmática caso por caso, de cómo en un sujeto vienen a abrocharse las consistencias de lo real, lo simbólico y lo imaginario”. Resalta también el esfuerzo del paciente por inventarse un artificio, un discurso que permita atrapar ese goce deslocalizado que siente en el cuerpo, como también las maniobras de la analista, atenta a las soluciones singulares del paciente.
El tercer y último caso de esta mesa lo presenta Diego Viggiano. Se trata de un paciente internado por presentar ideas de suicidio y consumo de sustancias. Diego nos trasmite el lugar que ha tenido en su economía de goce el consumo de sustancias que le daban la energía necesaria para sostenerse activo en la vida. Un episodio en su cuerpo lo lleva a abandonar la sustancia, apareciendo así una vertiente melancolizada marcada por los dolores en su cuerpo. El uso de la palabra y de la institución hospitalaria –como espacio para hablar– le permite encontrar, junto con una contingencia, un nuevo modo de contención dándole la palabra al otro. Mariella Lorenzi destaca entre otros puntos el lugar del dolor en el cuerpo en tanto solución, y cómo ha sido una orientación de esa cura respetar este dolor y su localización, como un modo de acotamiento del goce que lo invadía hasta impedir encontrarle un sentido a la vida.
La segunda mesa nos permitió conversar sobre dos presentaciones de mujeres, cuyas demandas dan cuenta de lo ilimitado del goce.
En el primer caso Paula Carasatorre comparte el trabajo realizado con una paciente que se presenta capturada por un goce estragante que toma la modalidad del control y la violencia. A partir de dos intervenciones recorta dos virajes en el tratamiento. El primero es la detención de sus conductas alocadas, con la consecuente aparición de la angustia y de un síntoma en el cuerpo. El segundo, efecto de una intervención que apunta al estrago en la relación madre-hija, habilitará a posteriori el surgimiento de la vergüenza ligada al relato de un recuerdo infantil enlazado a su síntoma. Por su parte, Laura Arroyo lee la presentación de la paciente por el lado de los desarreglos del goce en la histeria. Localiza las ficciones que sostienen el goce absoluto de la Otra, quedando ella gozando de la privación. Diferencia el goce localizado en el objeto voz, ligado a lo estragante del vínculo con su madre, del goce en el cuerpo que surge del recuerdo infantil, siendo la vergüenza el indicador clínico que permite situar la relación directa con el goce.
Por último, Mercedes Arechaga nos trae el caso de una niña traída a la consulta por su madre, tras la indicación de tratamiento por parte de la Justicia.
Dicha indicación habilita el trabajo con la madre, quien dará cuenta de sus dificultades para repensar su función frente al despertar sexual de su hija. Como también posibilita, a partir de la intervención de la analista, alojar un proceso singular que se independiza de aquello que motivó la consulta. Por su parte Adriana Etchegoin lee la presentación a partir del estrago en la relación madre e hija, destacando la intervención calculada de la analista que permite el surgimiento de una demanda subjetiva. Por otro lado, plantea la diferencia entre el acto jurídico y el acto analítico, dando cuenta de la demanda desmesurada que llega a los centros de salud desde la Justicia. Destaca la necesariedad para los analistas de estar advertidos de que su responsabilidad concierne a la transmisión de su acto en extensión.
Por último, la conversación permitió destacar y recortar los detalles de cada presentación, orientados por los modos en los que el cuerpo, las ficciones y el goce se enlazan para cada sujeto. Una auténtica jornada de trabajo clínico.