Noche de Directorio: ¿Qué autoridad funda la Escuela de Lacan?
EOL Sección La Plata, 10 de Junio de 2015
Cecilia Fasano
Agradezco el convite para esta Noche de Directorio, creo que es un desafío importante hacer el ejercicio de argumentar y aprender a debatir sobre temas institucionales. La elección del modo interrogativo para la convocatoria, permite entrever algunas razones que la justifican: la interrogación es una de las figuras del diálogo, de manera que si preguntamos es porque no sabemos y al mismo tiempo es un empuje a balbucear alguna respuesta. Además, la interrogación retórica implica una pregunta que se formula sin esperar respuesta, vale decir que se pregunta con el fin de reafirmar el propio punto de vista, obligando a quien habla hacer el esfuerzo de argumentar su posición.
El punto de partida no es inocente y verán por qué. Recordemos que Jacques Lacan en 1956 decía: “La historia nos muestra en Freud la preocupación que le guía en la organización de la A.I.P. o Asociación Internacional del Psicoanálisis, y especialmente a partir de 1912, cuando auspicia en ella la forma de autoridad que prevalecerá, determinando con los detalles de las instituciones el modo de ejercicio y de transmisión de los poderes: es la preocupación, claramente confesada en su correspondencia, de asegurar el mantenimiento de su pensamiento en su forma completa, cuando él mismo no esté ya allí para defenderlo”(1). Es un texto sobre el que Lacan vuelve una década después, en la “Proposición del 9 de octubre de 1967…”, y junto con el “Acto de fundación” (1964) constituyen tres referencias obligadas para pensar temas que afectan al progreso del psicoanálisis y la formación de los analistas. Efectivamente para Freud asegurar el porvenir del psicoanálisis no fue una preocupación menor y desde esa preocupación señalo en 1910 (2) tres factores que podían contribuir para el futuro del psicoanálisis:
1) Un progreso interno
2) El efecto universal de nuestro trabajo
3) Un aumento de autoridad
1. Un progreso interno: se refiere al progreso tanto de la clínica como de la teoría analítica.
2. El efecto universal de nuestro trabajo: creo que este factor se cumplió con creces porque la dimensión de alcance mundial que hoy tiene el psicoanálisis lacaniano es justo sea atribuido a la gestión de Jacques-Alain Miller. Para lo cual basta tener un mapa actualizado de la comunidad analítica lacaniana a partir del 7 de enero de 1992, fecha de la creación de la AMP y el nacimiento posterior de diferentes Escuelas. Las cuales quedan incluidas en el tejido de lo “efectivamente realizado” y adquieren el estatuto de Acto. Entiendo que este sentido es el que toma Germán García cuando afirma: “La autoridad de cada uno se hace legible y visible en sus actos”. (3)
3. Un aumento de autoridad: en este tercer factor es donde Freud deposito sus esperanzas. De modo que poner en debate este tema, permite tomar el relevo de aquella preocupación freudiana.
Inicialmente no es fácil advertir esta relación entre aumento y autoridad, pude entenderla mejor cuando, buscando material para preparar este comentario, encontré un texto que me parece arroja algo de luz sobre esta asociación que Freud establece entre aumento y autoridad. El libro es de Hannah Arendt Entre el pasado y el futuro, allí la filósofa alemana se dedica exhaustivamente al problema político de la autoridad y comienza diciendo que el sustantivo auctoritas deriva del verbo augere que significa “aumentar, crecer”, para finalmente plantear que quienes tienen autoridad, aumentan sus fundaciones. A propósito del tema, recordé una nota que fue publicada en el Suplemento Cultural Ñ (2005) centrada en una crítica feroz a la figura de Miller, cuyo título es más que elocuente: “Todos contra Miller, el yerno de Lacan”. Verán que llamativamente se le critica su capacidad fundacional. Luego de leer a Hannah Arendt pensé que tal vez la inquina de esa crítica era que el peligro que advertían en ese afán fundacional era que aumentaba su autoridad.
Eric Laurent, por su parte, señala el carácter paradojal del término autoridad porque reúne dos sentidos opuestos, por un lado auctoritas del latín significa “el fundador, el consejero, el garante”, y por otro, en el latín litúrgico la autorite designa el que tiene el “poder de imponer la obediencia”; quiere decir que tenemos dos tipos de autoridad: una autoridad de corte represiva y una autoridad permisiva, ambos tienen las misma raíz, entonces la pregunta que podemos hacer es: ¿nosotros a qué tipo de autoridad nos referimos; creo que parte de la complejidad es pensar cómo se construye la autoridad analítica. Intentando balbucear una respuesta, les propongo el guión de una película francesa que se transformó en un clásico del cine político, posiblemente algunos (los cinéfilos o los más grandecitos) la recuerden: “I… como Ícaro” allí se hace una parodia del experimento de Stanley Milgram sobre la “Obediencia a la autoridad”. La película ilustra bien qué ocurre cuando se pone en juego el “poder de imponer la obediencia”. Sintéticamente, para quienes no la vieron o no la recuerdan: una prestigiosa universidad publicaba un aviso donde convocaba a participar en una investigación. El experimento tenía tres personas: 1. El experimentador, 2. El «maestro» (el candidato que leyó el anuncio en el diario) y 3. El «alumno» (un investigador cómplice que se hace pasar por participante).
El candidato, a quien le adjudican el rol de maestro, tiene que castigar con descargas eléctricas al alumno cada vez que falle una pregunta. En verdad, el alumno no recibía ninguna descarga, porque todos los aparatos eran falsos; sin embargo, el “maestro” no lo sabía. La variable más importante estudiada por Milgram era el momento en el cual el maestro se negaba a continuar ante las quejas de dolor del alumno, es decir el momento en que no respondía a la autoridad del prestigioso investigador.
Este experimento enseña varias cosas que exceden este comentario, pero me parece que lo interesante para nosotros es que ilustra algo que sostiene Lacan en la “Proposición…”: “La autoridad se hace reconocer, en una prueba (…) no se trata de discutirla, sino de extraerla de la ficción”. (4)
Algunos años después, en 1974, Lacan da una pista más en la “Nota italiana” cuando afirma: “Autorizarse no es auto-ri(tuali)zar”(5) siempre me gusto ese neologismo, posiblemente es más tentador seguir un ritual, que formar un nuevo conjunto. Pero como en nuestro ámbito no se trata de emular ningún ritual “ricotero”, conviene no perder de vista que la apuesta de Lacan es autorizarse pero sin ri(tuali)zar, el punto es dónde, cómo, a partir de qué o quién. Respecto a ¿dónde?, la respuesta de Lacan es clara, y tal vez en parte es la razón por la cual el Directorio eligió el titulo de la convocatoria de hoy, aunque parezca una redundancia decir “la Escuela de Lacan”, en la “Proposición…” aclara que el primer principio que está escrito en los textos originales de la Escuela y decide su posición es que el psicoanalista sólo se autoriza a partir de él mismo.
Es una afirmación categórica, que no sólo la mantiene hasta el final, sino que la completa, por ejemplo en el “Seminario 21”: “El ser sexuado no se autoriza más que por sí mismo; pero yo agregaría y “por algunos otros”. (6)
Para terminar, creo que la Escuela de Lacan, tal como él la pensó, no pretende ser una escuela con un maestro que enseñe a superar la propia ignorancia, sino hacer del “no saber” el principio de una forma nueva de pensamiento. Por lo tanto, la autoridad de la Escuela no podrá ser ni una academia conducida por expertos, ni un templo de psicoanálisis con una autoridad eclesiástica. Porque tal como decía Graciela Brodsky: “Supongamos que (…) tenemos prohibido todo argumento de autoridad que nos permitiría citar de memoria a Freud y a Lacan para dar una respuesta” (7), creo que estaríamos en problemas. Miller es contundente: “no creo de ninguna manera que Lacan haya pensado que una Escuela necesita un amo” (8). De modo que el desafío será construir una autoridad que no sea burocrática, ni se preocupe por ser carismática, ni pretenda ser científica, ni desvaríe por ser mediática; en definitiva, una autoridad que favorezca que cada cual pueda encontrar su propio tema que es un modo de tratar su síntoma. En fin, será harina de otro costal ver qué acento local tiene para nosotros, sólo se sabrá andando…
Notas
(1) Lacan, J.: “Situación del psicoanálisis y formación del psicoanalista en 1956” en Escritos 1, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1988, pág. 455.
(2) Freud, S.: “Las perspectivas futuras de la terapia analítica” (1910) Obras Completas de Sigmund Freud, Tomo XI, Amorrortu editores, Argentina, 1991, pág.133.
(3) García, G.: «La autoridad de cada uno se hace legible y visible en sus actos, y la autoridad de la comunidad analítica se define intramuros por la permutación en torno al pase y el cartel, y hacia fuera por hacer valer el discurso analítico en lo que Lacan llamó el “mercado del saber”, sin olvidar la dimensión del síntoma en los desplazamientos de discursos» , extraído de “Dónde fundar la autoridad analítica”, en Revista Masuno N° 2, publicación de la EOL, Agosto de 1997, pág. 22.
(4) Lacan, J.: «La autoridad se hace reconocer en una prueba tal. Que el público de los técnicos sepa que no se trata de discutirla, sino de extraerla de la ficción», en “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Momentos cruciales de la experiencia analítica, Manantial, Buenos Aires, 1987, pág. 23.
(5) Lacan, J.: “Nota Italiana” (1974) en Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 328.
(6) Lacan, J.: “El Seminario 21, Los no engañados erran”, Clase del 9 de Abril de 1974 en
http://www.psicoanalisis.org/lacan/21/11.htm , inédito.
(7) Brodsky, G.: “e-textos Relativos a la AMP- IV Congreso AMP: La práctica lacaniana. Presentación de Papers”, http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=publicaciones&SubSec=on_line&File=on_line/etextos/amp/congreso_004/papers/gbrodsky.html
(8) Miller, J.-A.: El banquete de los analistas (1990) Paidós, Buenos. Aires, 2011, pág. 195.
Bibliografía
Lacan, J.: “Proposición del 9 de octubre de 1967sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012.
Arendt, H.: Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política (1956), Ediciones Península, Barcelona, 1996.