La Primera Noche de Carteles tuvo la particularidad de inaugurar el espacio de Carteles, a la vez que hizo serie con las Noches que nos convocan, cada vez, a empezar a vivir la Escuela, manteniendo en consonancia la pregunta: ¿Qué es un analista?
María Laura Errecarte, Secretaría de Carteles de la Sección, inscribió la actividad en la política particular de esta Sección, la cual está conformada por miembros, asociados y cartelizantes. De allí el nombre de la Noche “Hablan los cartelizantes”. Tomaron la palabra Mónica Boada, Mariella Lorenzi, Mariela Sánchez y Cecilia Valfiorani, con la presencia de Marisa Morao –Secretaría de Carteles de la EOL– y Brígida Griffin quien animó la conversación.
Maria Laura orientada por el texto clásico “La puerta del cartel”, de Miquel Bassols –actual presidente de la AMP–; ubicó la inscripción del cartelizante como puerta de entrada a la Escuela, a partir de un trabajo que hace existir y avanzar el discurso psicoanalítico. Inscripción de la que nos servimos en este momento institucional.
Marisa Morao, introdujo con el término “tejido” la referencia al trabajo en el cartel, señalando que éste se funda a partir de un real, a la par que designó el trabajo que se está realizando con los Carteles de las distintas Escuelas y las distintas Secciones. Resonó en su exposición el cartel como la posibilidad de conversar con otros, con el menor efecto de identificación posible. Advertidos de esto último es que podrá hacerse algo con ese embrollo.
Mónica Boada señaló que desde hace algún tiempo su formación como analista se encuentra más decididamente enlazada a “algunos otros”, haciendo uso del funcionamiento del cartel. Con un estilo preciso, diferenció el “lugar del atributo del ser” del analista, solidario de la lógica del “todos” y la “masa”, del “rasgo de trabajo”, que es del orden de lo singular. Para concluir dijo que el “algunos otros” sirve para pensar la lógica del cartel: cómo hacer lazo con “algunos otros”, con los que sólo se tiene en común un agujero en el saber, un “no hay”, y un rasgo, un nombre singular del cual servirse para eso.
Mariela E. Sánchez nos transmitió su experiencia de trabajo en un cartel ampliado e interdisciplinario: “El Psicoanálisis en los dispositivos jurídicos asistenciales”. Ubicó en las palabras de quién luego devendría el más uno la intervención que transformó un grupo de supervisión en un cartel. Señaló, además, que el cartel le dio la posibilidad de “apostar a extraer un sujeto de la masa” y encontrarse con “un caso”. Mariela, logró transmitir cómo la experiencia del cartel fue una manera de hacer existir el discurso psicoanalítico para ella, cada vez, en el encuentro con el más uno, y los efectos que tuvo en su formación.
Cecilia Valfiorani, puntualizó cómo el uso del cartel le permitió modificar su relación con el saber. A partir del recorte de su experiencia en dos carteles señaló cómo se modificó cierta aspiración por encontrar en la teoría “todas” las respuestas frente a la “inquietud” que le generaba el encuentro con la clínica, lo que le permitió quedar más bien puesta en relación con un saber “no-todo”. Armo una serie que da cuenta de cómo pudo deslizarse de la “ilusión” de completar el agujero en el saber a un segundo momento, intentando soportar este agujero, que se enlaza al momento actual, en el que lo que causa el trabajo se ordena en relación al vacío, sin desconocer el agujero en el saber.
Por último, Mariella Lorenzi dio cuenta de los efectos que tuvo para ella dejarse atravesar por el cartel. Usando al caleidoscopio como metáfora, nos dijo que en un cartel hay elementos constantes –mas uno y miembros mientras que otros son variables, se mueven, se conjugan, para crear en cada encuentro nuevas figuras. A partir de su experiencia en distintos carteles, incluido también el que “no funcionó”, señaló el relieve que tuvieron para ella las distintas modalidades de los más uno, permitiéndole cernir una modificación de su relación con el saber de la teoría y salir de la búsqueda en la que estaba, la de una teoría que tape el vacío de la soledad del consultorio, abriendo así una nueva manera de interrogar la teoría a partir de su práctica, único modo de lograr cernir “su pregunta”.
Brígida Griffin, animando a la conversación, comenzó poniendo el énfasis en la decisión que implica que “hablen los cartelizantes”. La brújula que orientó su intervención fue la definición misma del cartel como “órgano de base”, con la resonancia política que eso implica: la de ser productor de un tipo de trabajo para la Escuela, que “corrige, orienta, controla” y aloja ese producto. Señaló que las cartelizantes formularon, cada una con su estilo, cómo “su singularidad fue ineludiblemente pariéndose al tiempo de la emergencia de un rasgo”. Concluyo así que “no es cualquier saber el que obtiene un cartelizante, junto al producto epistémico”, por lo que propuso pensar que se trataría más bien de hacer entrar al saber en un lazo de otro orden, ni sencillo ni placentero, pero que convendría a nuestra práctica. Por último, en una lectura detallada de cada trabajo, ubico lo que para ella fue el producto singular de cada cartelizante en los términos señalados.
La Noche se animó así a la conversación. Se destacó el valor “testimonial” de lo que las participantes transmitieron dando cuenta de “lo vivo” del cartel, como producto singular que cada cartelizante obtiene: Que el cartel es siempre cada vez, cada cartel, incluyendo los desencuentros. Que cuando un cartel funciona “toca” algo de la subjetividad del cartelizante. Se planteó el tema de las nuevas modalidades de cartel: “virtual”, ampliado. También surgió la pregunta por el uso político que puede hacerse del cartel en una gestión, y el anudamiento por el trabajo que está siempre implicado. Un capítulo aparte merecería lo conversado respecto del más uno y su función, la elección del mismo y la suposición de saber, de la transferencia de saber a la transferencia de trabajo. Se señaló la importancia de la orientación del deseo del más uno a la Escuela, y de allí lo que implica inscribir un cartel.
El cierre fue un sorteo de los nombres que podrán dar vida a un cartel. Una invitación como saldo de esta Primer Noche. Solo a posteriori sabremos del funcionamiento y de las vicisitudes del mismo.