Reseña por Josefina Altschuler, Gerardo Arenas, Gisèle Ringuelet, Rosana Salvatori y Germán Schwindt, quienes agradecen a María del Pedro la primera versión de esta reseña.
Gerardo Arenas explica que para preparar las conversaciones sobre la Escuela formaron un cartel inscripto en la EOL titulado “La Escuela y sus fundamentos”.
Trabajos presentados
Josefina Altschuler dice que perteneció a dos instituciones platenses, que este cartel le permitió establecer transferencias de trabajo de un modo nuevo, y que la orientación lacaniana es nuestra brújula, lo ilustra mediante una metáfora musical. El acto de fundación de la Escuela, por parte de Lacan, implicó un antes y un después: antes existían sociedades analíticas, y después, la Escuela. La fundación del MOL fue un acto y por lo tanto la suerte está echada, como dijo Mauricio Tarrab. Se orienta a partir de lo dicho por Lacan: “Fundo, solo como siempre he estado en mi relación con la causa analítica”, ya que con ese “solo” Lacan se aleja de la lógica de la masa y el amo (ideal), rompe con las jerarquías y convoca a que los trabajadores decididos se enlacen a la comunidad analítica, uno por uno, mediante transferencias de trabajo. Pensar contra sí mismo en presencia de otros, a contramano de lo imaginario y de los fenómenos de grupo, apunta a pasar del amor al deseo de saber, en un movimiento –armónico o estridente– que repercute en el deseo, el fantasma y el goce de cada uno.
Gisèle Ringuelet se pregunta: ¿Qué Sección queremos para La Plata? No intentará responder una pregunta tan compleja, pero estima que –de constituirse una Sección– se armaría un conjunto nuevo, heterogéneo, con analistas de la ciudad en su mayoría. Inmersos en un saber sin referente fijo, ¿cómo dejar en suspenso las respuestas “ya sabidas” (jerga lacaniana) para alcanzar, en las diferentes contingencias, algunas certezas? ¿Cómo pensar una Sección que no sea una réplica de la Escuela y cómo conservar los rasgos locales? Propone crear algo nuevo sin olvidar la hystoria. Recuerda sus comienzos en la Asociación Psicoanalítica de La Plata y se pregunta: ¿Qué y cómo enseñar el psicoanálisis? ¿Cómo incluir en la conversación a escritores, artistas y estudiantes, no solo para desbaratar el “entre nos” que la creación de carteles propicia, sino también inscribir y difundir el psicoanálisis en nuestra ciudad?
Rosana Salvatori dice que su trabajo fue modificado por un fallido: en vez de “decisión-disolución”, escribió “decisión: disolución” –e interpretó que estaba a favor de la disolución. De Escisión-excomunión-disolución extrae dos cuestiones: 1º) La retroacción hace que la disolución emerja como reveladora, ¿de qué? 2º) ¿Cuál es el buen uso de la disolución? Darle un sentido a partir de lo que continuará. Lacan disuelve algo que existía y que había devenido efecto de grupo por sobre el efecto del discurso analítico, y la Escuela es el mejor instrumento contra el amuro/Iglesia/Otro consistente –cuestión importante para pensar la Sección como brazo local de la Escuela. Para ello hay que sacrificar el goce de las rivalidades: cada caudillo debe ceder su parte, agujereando así la esfera. Inscribirse en la Escuela –una Escuela que es casa simbólica, lugar en la realidad, lugar inconsciente, encarnación del Otro, lugar de juicios y relaciones– revela la relación de cada uno con la autoridad y con la castración. La disolución de La Consulta fue decidida por su más-uno para no ir a contrapelo de la Escuela en la cuidad.
Gerardo Arenas resalta la diferencia que Lacan establece entre institución analítica –efecto de grupo consolidado– y discurso analítico –esperable en una Escuela. El emblema de la institución es el rasgo unario, que aplasta toda singularidad, mientras que la Escuela se orienta a lo singular. Hace falta un trabajo constante de invención para no ser aspirados por el rasgo homogeneizador –bajo el cual se encuentra el padre– mientras que la Escuela aspira al sinthome. Los síntomas de esta tensión surgen en el terreno político: si una institución mantiene con la Escuela lazos transferenciales; que su política sea independiente de la política de Escuela, es inconsecuente. Tal fue el origen del MOL. Las soluciones a esta discrepancia son transitorias. Llamarnos lacanianos no impide que una Escuela sea aspirada por el grupo, pero “ser lacanianos” da herramientas para interpretar esa aspiración. En la Escuela pugnan dos aspiraciones, sus respectivas políticas, y las éticas que las definen. Lo mismo cabe decir de una sección platense de la EOL: seamos lacanianos y hagámosla existir.
Germán Schwindt toma el rasgo relación Escuela-Instituto pues le interesa el pasaje de la formación del analista a las enseñanzas. El psicoanálisis en intensión se relaciona con el saber textual, con el inconsciente y con en el acto en la experiencia analítica, e implica la formación de un analista articulada con la enseñanza. La ciudad de las diagonales ha sido caracterizada como ligada a la administración pública y a la universidad, pero es también una ciudad política. La profesionalización del psicoanálisis está del lado de lo peor y la formación del analista es el tema de Escuela a discutir en relación con una Sección y con las enseñanzas brindadas en un Instituto. ¿Cómo repetir en diferencia? Hay que responder de un modo diferente del psicoanalista sin análisis, de las terapias, de las prácticas en obras sociales y del aporte intelectual en políticas estatales, y también problematizar la noción de “autoridad analítica”.
Gerardo Arenas dice que los trabajos presentados abordan los cuatro ejes que el cartel definió para la conversación: transferencia con la Escuela, relación grupo-Escuela, disolución, y formación del analista y acto analítico. A su vez se retomaron) dos tópicos que Mauricio Tarrab resaltó: Primero, qué es una sección de la EOL en La Plata, y segundo, en qué consiste la tensión Escuela-Institución. Luego lee una carta en que Flory Kruger, presidente de la EOL, manifiesta que el Consejo acompaña al MOL y que las Jornadas de Cárteles, a realizarse en La Plata, consolidarán ese lazo.
Conversación
Sebastián Llaneza interroga a Gisèle Ringuelet sobre la posibilidad de que una Sección de la EOL constituya una réplica y su relación con no olvidar la historia.
Jorge Santopolo agradece al cartel pues sus trabajos le suscitaron preguntas y le hicieron sentir la comunidad de trabajo existente. Además festeja que el MOL no se ahorre nada a la hora de discutir qué Sección puede alojar la causa analítica sin que la comunidad platense pierda su robustez.
Enrique Acuña felicita a la mesa por el work in progress respecto del año pasado, articula el modo en que Gisèle Ringuelet plantea la dialéctica entre grupo y soledades en la comunidad analítica con lo que presenta Gerardo Arenas mediante el término “aspiración”, que alude tanto a aquello a lo que se aspira como a aquello por lo cual se es aspirado. Dice que hoy el “gran hombre” no existe, hay “redes”, y se refiere a la distinción entre jerarquías y grados de saber en la Escuela, que sigue la dialéctica entre Instituto y Escuela.
José Matusevich dice que en la Escuela solo hay grados.
Christian Ríos destaca la enunciación y las posiciones políticas de los trabajos, concuerda con el modo en que Gerardo Arenas plantea la diferencia entre grupo y Escuela, opina que ir hacia la Escuela implica disolver los grupos pero respetando el recorrido de cada uno. Le interesa debatir la enseñanza pero cree que no es el momento político de plantear la creación de un Instituto.
José Matusevich propone que el MOL responda por qué la EOL eligió crear una Sección en La Plata y –en referencia a la réplica– dice que Lacan, al decir “Hagan como yo, no me imiten”, propone no caer bajo el ideal y ser lacanianos así como él fue freudiano.
Paula Vallejo resalta la tensión entre historia y futuro, dice que el trabajo de Gisèle Ringuelet propone preservar la historia mientras que el de Rosana Salvatori propone “agujerear la esfera” de los localismos y los efectos de grupo. ¿Podremos agujerear la historia así como hacemos en nuestros análisis?
Gerardo Arenas distingue la soledad, que es individual, de la singularidad, que es lazo. Recuerda que Lacan propone despertar de la pesadilla de la historia, dice que la Escuela no borra la historia sino que provoca un despertar, y en referencia al Instituto agrega que, aunque no sea el momento de tratar esa cuestión, no hay que postergarlo mucho para no perder la robustez.
Gisèle Ringuelet responde a Sebastián Llaneza señalando la diferencia entre historia –sucesión de hechos– e hystoria –que implica acontecimientos– y dice que no habla de la historia como “síntoma en el museo” sino de la historia en movimiento rumbo al futuro. Considera que una Sección no se arma de la nada y que la diferencia de tonos y acentos inscribirá la impronta de los analistas de la ciudad.
Mauricio Tarrab interpreta que se ha puesto sobre la mesa un fantasma de aspiración por la Escuela: una Escuela “aspiradora de años de trabajo”. Indica la importancia de tomarlo en cuenta, ya que suponemos en los fantasmas un núcleo de verdad. La historia es el futuro, lo que construiremos; y si hay acto, no hay continuidad sino ruptura. ¿Hay un fantasma de universalización que arrasaría con la identidad platense? En verdad, qué Sección haya en La Plata dependerá de cada uno de quienes singularmente dejen su marca en ella. Tomar la orientación lacaniana solo como referencia no basta: no hay que referirse sino poner el cuerpo, lo cual supone pagar un precio real y simbólico. Y tampoco bastan las enseñanzas de un Instituto, debido a la peculiar relación entre formación analítica y enseñanza.
José Damiano retoma la pregunta ¿por qué la EOL apuesta a La Plata?, y responde con algo trabajado en el Primer Coloquio: La Escuela interpretó un deseo. Lo muestra el ingreso a la EOL de integrantes del MOL. Muchos analistas platenses trabajan en la universidad, el hospital o la administración pública, pero la ciudad necesita otra cosa: ya no se soportan los grupos analíticos, ni el discurso universitario, ni la burocracia.
Mauricio Tarrab acota que luego no se soportará la Sección e interpreta el “no soportar más” como un síntoma.
José Damiano dice que, como profesor universitario, estar inscripto en la EOL no es lo mismo que estar fuera de ella.
José Lachevsky subraya el cambio de perspectiva que su ingreso a la EOL produjo en relación con el grupo con el cual trabajaba, al agujerear la historia.
César Conde, alegre de estar presente, siente que un encuentro es posible. En referencia a la disolución de los grupos en la “solvente” Escuela, se pregunta qué lugar tendrán las transferencias dirigidas a las instituciones platenses y apuesta al debate sobre el Instituto. Comenta que una vez le manifestó a Tarrab su preocupación por no hacer del psicoanálisis una religión, y que Tarrab le respondió: veremos si es cierto.
Adrián Scheinkestel propone sustituir disolución por destitución, en referencia a un fin de análisis y a su horizonte de transformación subjetiva. En este momento delicado se tocan fibras muy íntimas. Aquí escuchamos bromas que resaltan que el sujeto no tiene lugar en el Otro y el neurótico se empecina en sostener un fantasma de exclusión para sostener a ese Otro que no existe.
Graciela Brodsky afirma que la historia puede devenir pesadilla. Recuerda que la EOL se fundó a partir de seis instituciones –unas se disolvieron, otras no– y que Miller descompletó y agujereó la potencia porteña para impedir que fuera “la reina del Plata”. Pueden disolverse instituciones sin que se disuelvan sus grupos. En la EOL, los grupos subsisten, nadie perdió la “marca en el orillo” de su procedencia: las cuestiones de estilo y de gustos no se disuelven. La disolución de los grupos no es evidente ni ideal y el desafío es convivir con las diferencias. La riqueza de la EOL es la convivencia de estilos. Aclara que el Instituto debe ser creado por el Instituto del Campo Freudiano, que dirige Jacques-Alain Miller, no es decisión nuestra.
Adriana Testa dice que el rasgo nos es imputado por el Otro y retoma la idea de la Escuela sin referente fijo, vertida por Gisèle Ringuelet, apoyada en el trípode cártel-pase-nominación.
Gerardo Arenas cierra el encuentro invitando a la próxima actividad del MOL: la Conversación Clínica que se realizará en agosto.
Un comentario en «Primera Conversación sobre la Escuela – 28 de junio de 2013»
Fragmento del fragmento: «La profesionalización del psicoanálisis está del lado de lo peor y la formación del analista es el tema de Escuela a discutir en relación con una Sección y con las enseñanzas brindadas en un Instituto. ¿Cómo repetir en diferencia?»
En lugar de los usos adaptativos del psicoanálisis, los cuales degradando su discurso a otro saber-mercancía anónimo, objeto de validación certificada estudiantil, lo equiparan a cualquier terapéutica normalizante. Reducciones así de la subversión de sujeto, por vía de la asimilación, que promueven «ignorantes (del inconsciente) informados». E inclusive psicoanalistas por mera declamación, que aunque entusiastas se desvían, al obviar lo que parece no es tan obvio: un psicoanalista será producto posible y no seguro, exclusivamente del pasaje a través de un psicoanálisis. Sus enseñanzas y formación, en cambio permanentes. Su objeto, escurridizo, incierto.
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