Noche de Biblioteca, Presentación del libro: Estudios sobre el autismo II –EOL Sección La Plata, 22 de Octubre de 2015
Silvia Elena Tendlarz
Antes que nada, quisiera agradecer a la Sección de La Plata y a la Biblioteca por su invitación a presentar el libro hoy con ustedes. Me pareció fantástico poder contarles de qué se trata el libro y compartir la mesa con Gabriel Tanevitch, con quien venimos trabajando en el Departamento de autismo y psicosis en la infancia del CICBA desde hace años, y con Rosana Salvatori, con quien ya hemos tenido otros espacios de interlocución.
Luego de las Jornadas de la Cátedra Clínica del autismo y de la psicosis en la infancia que organicé en la UBA en el mes de septiembre, me han hecho varias entrevistas en la radio, incluso la de radio Universidad de La Plata, y allí me di cuenta que retornan las mismas preguntas acerca de la causa y qué deben saber los padres. Hablar sobre el autismo siempre tiene un matiz político porque es el diagnóstico que por su crecimiento psicopatologiza toda la infancia. No solamente por las estadísticas norteamericanas, en las que 1 de cada 68 niños es autista, sino por la expansión del autismo en el medio social. Por ejemplo, en los capítulos infantiles de «Plaza Sésamo», se ha incluido recientemente un nuevo Muppet que es autista y que se llama Julia. Esta inclusión intenta concientizar acerca del autismo para evitar el efecto de bulling social y escolar, acentuar que cada niño es único y diferente, poder aceptar que hay niños que tienen otro funcionamiento. Esta iniciativa es una expresión de la época, porque si se intenta trasmitir a los niños qué es el autismo es porque el autismo tiene cada vez más pregnancia en los niños y en los adultos. En un coloquio que se realizó en Miami en la Universidad Carlos Albizu, al que nuestros colegas de la NEl-Miami me invitaron a participar en el mes de mayo, una de las mesas estaba dedicada a examinar qué pasa con los autistas adultos, cómo se los incorpora social y laboralmente cuando no tienen una salida espontánea laboral. Se preguntaban qué sucede cuando ya no está la familia. Esa es la gran preocupación de los padres, si los niños no logran salir siendo adultos de ese retraimiento, de esas conductas repetitivas, qué les pasará cuando sean adultos y no estén bajo su cuidado. La expansión del diagnóstico de autismo trae aparejado cuestiones sanitarias acerca de inserciones laborales y sociales de estos adultos autistas, que siguen siendo autistas desde su infancia porque el funcionamiento subjetivo permanece, puesto que como lo indica Maleval, el autismo va hacia el autismo.
En lo social, el autismo entra cada vez más dentro de los medios de difusión y en lo audiovisual. Participé, el sábado pasado, en unas Jornadas dedicadas al cine documental en las que presenté un trabajo sobre el autismo en el cine. Al reflexionar sobre este tema me di cuenta que hay cada vez más personajes en series televisivas que se llaman Asperger. No todos tienen síntomas de Asperger, pero ya se lo llama de determinada manera y se hace un tipo. Hasta leí un comentario en el que decían que se ha vuelto un lugar común incluir a un tipo de sintomatología Asperger dentro de las series televisivas. Es un lugar común y a la vez novedoso, con esta particularidad que lo nuevo queda totalmente absorbido como viejo, como los personajes de la ciudad de Leonia de los que habla Italo Calvino, que tiene una pasión por lo nuevo y eso nuevo inmediatamente queda en el basurero porque parece viejo.
A nosotros como psicoanalistas nos compete la responsabilidad de transmitir que lo novedoso de los conceptos se traduce en una clínica, proponemos un tratamiento de respeto, de invención, de trabajo conjunto con los padres y con el niño, y que hay una orientación desde el psicoanálisis de un trabajo posible con los sujetos autistas.
Los dos volúmenes de los libros denominados Estudios sobre el autismo se volvieron una serie que no fue intencional. En un principio simplemente decidí armar el libro Estudios sobre el autismo. En la tapa hay un hallazgo del diseñador Gustavo Macri, se le ocurrió hacer un elemento fuera del conjunto. Así, sin que fuera intencional, el Uno solo de la iteración aparece en este tablero de la tapa del primer tomo. El tomo dos es cuando ya se inicia la serie, por eso en Estudios sobre el autismo no hay un Uno y en Estudios sobre el autismo II se incluye en números romanos el dos porque ya arma una serie. Y a Gustavo Macri se le ocurrió hacer este diseño donde aparecen dos, pero que en realidad es uno, y que muestra nuevamente que en el autismo hay Uno, pero no hay dos.
El primer libro, efectivamente, expresaba un poco el punto en que estábamos en la comunidad analítica en relación al autismo y muestra ya un avance en la elaboración sobre el tema. Ya estaban publicados los libros de Maleval, El autismo y la voz, y La batalla del autismo de Eric Laurent. Estos dos volúmenes sobre el autismo son de alguna manera una continuación de lo ya trabajado en los otros libros. Y es parte de una política continuar el trabajo de reflexión porque también hacen existir el tema del autismo dentro del psicoanálisis y en la ciudad.
En la primera recopilación incluí el texto que se ha vuelto clásico que es el trabajo de Jacques-Alain Miller sobre el caso Robert. Este texto es fundamental porque el concepto de la “forclusión del agujero” que introduce Eric Laurent se apoya en la afirmación de Miller de que “falta la falta”. El sujeto autista está inmerso en lo real, como dice Lacan en su primer seminario, por ello hay una búsqueda de producir el agujero dentro de lo real.
La falta como agujero aparece de entrada cuando entra a funcionar el lenguaje. Pero en el autismo no se simboliza el agujero ni su borde, no se produce el pasaje de lalengua al lenguaje. Eso desemboca en experiencias de automutilación, como el caso del pequeño Robert que trata de cortarse el pene con una tijera, o experiencias de violencia, de excitación donde los niños pueden golpearse o lastimarse.
El texto de Eric Laurent es una síntesis de su libro, una presentación de su libro realizada por él mismo. Y me pareció interesante publicarlo porque ya da un paso más e incluye los tres pensamientos que plantea Temple Gardin en su libro El cerebro autista: pensamiento en imágenes, en palabras y en secuencias. Trata de ver de qué manera podrían estar ligados estos pensamientos a los distintos registros planteados por Lacan de lo imaginario, lo simbólico y lo real.
El texto de Jean-Claude Maleval corresponde a su presentación en las Jornadas de la Escuela de la Causa freudiana de París en el año 2012, frente al proyecto de política sanitaria que no incluía al psicoanálisis dentro de los tratamientos posibles para los sujetos autistas. No se trataba solamente del tema del autismo, sino de oponerse a una regulación por parte del Estado de qué pacientes puede tratar el campo del psicoanálisis. Salieron a defender la legitimidad de la posibilidad de un tratamiento de psicoanálisis a los sujetos que consulten y que quieran tratarse. Entonces, a partir de esta iniciativa se armaron las Jornadas de la ECF en París, en la que participé con un trabajo sobre el lazo sutil del autista que incluyo en el texto sobre el tratamiento del niño autista desde el psicoanálisis. Allí Maleval presenta distintos tipos de borde: pegado a la superficie corporal, la constitución de un objeto pacificante, un borde dinámico que puede interactuar, incluyendo objetos y personas; y finalmente un borramiento del borde que no es una desaparición de ese borde sino que se atenúa. Esta es otra manera de decir que existe la posibilidad de incidir sobre el autismo desde una perspectiva analítica. Maleval lo plantea como distintos tipos de borde pero en definitiva lo que está mostrando es que hay una posibilidad de producir un desplazamiento del encapsulamiento autista.
El encapsulamiento que plantea Eric Laurent es como la idea de un astronauta, de una burbuja de protección. A falta de un cuerpo existe un “neo-borde”, que es el encapsulamiento autista, con posibilidades de desplazarlo. El tratamiento analítico consiste en eso, en poder introducirse en ese encapsulamiento autista, en lo que llama autismo de a dos que posibilita nuevas alternativas, nuevos trayectos y circuitos cada vez más amplios. En una entrevista que le hice a Eric Laurent sobre este tema, él decía que había que tomar los tipos de bordes planteados por Maleval como fenómenos transformables dentro del mismo tipo de funcionamiento sin armar por ello nuevos sistemas de clasificaciones.
Durante el primer año de la cursada de la cátedra invité a Fabián Schejtman a hablar sobre “la forclusión del agujero” y esa presentación la incluí en el primer libro. Por último incluí un texto mío sobre una distinción que me parece fundamental, que es la distinción entre autismo y psicosis. Este mismo tema después, en Estudios sobre el autismo II, aparece desarrollado por Jean-Claude Maleval.
Cuando armé el segundo volumen puse como apertura del libro un texto de Jacques-Alain Miller en el que explica cómo los discursos establecidos nos permiten orientarnos en el mundo, y que el fuera de discurso del psicótico hace que tenga que inventar cómo arreglárselas con ese cuerpo que no queda incluido en ningún discurso. Miller aceptó que incluyera ese texto, pero me pidió que incluya una nota explicando el motivo de su inclusión. Indiqué entonces la importancia de su desarrollo que permite diferenciarlo del autismo.
La distinción entre autismo y psicosis no es generalizada en nuestra comunidad. Algunos psicoanalistas siguen pensando que el autismo es una psicosis y trabajan en esa orientación. Tanto Maleval como Eric Laurent tomaron una posición después del año 2012, indicando claramente que el autismo no es una psicosis. Pero eso todavía está en construcción, porque esta diferencia dentro del medio lacaniano no data de mucho tiempo sino tan solo de tres años. Entre nosotros, por nuestro trabajo continuo en el Departamento de autismo y psicosis en la infancia del CICBA, lo damos como una obviedad, pero es cierto que, para sorpresa mía, todavía hay personas que siguen pensando que el autismo es una psicosis. Maleval en este texto plantea la importancia de poder mantener esta distinción porque abre las puertas a una clínica original del autismo, de lo contrario se la cierra, opacándola, al pensar que es una psicosis. Y en realidad el trabajo clínico con pacientes autistas es diferente que con pacientes psicóticos. Por otra parte, en su texto Escuchen al autista, plantea que los métodos puramente educativos tratan de reemplazar las llamadas obsesiones por otras, pero que se suponen que responden y se adaptan al discurso amo y son socialmente aceptadas.
En la pequeña infancia puede suceder que a veces no se llegue a hacer un diagnóstico preciso acerca de si es una esquizofrenia o un autismo. A veces no es tan clara la presentación. Pero después hay consecuencias clínicas muy importantes: en la transferencia, en la dirección de la cura, acerca de qué buscamos en el tratamiento del sujeto autista. Se diferencia de la psicosis en los que hay momentos de desencadenamiento y de cierre, de apertura y de cierre y estabilización, también puede desencadenarse en cualquier edad de la vida. En cambio, el autismo es un funcionamiento continuo, es un funcionamiento singular que se inicia en la temprana infancia, no hay inicio del autismo a los 50 años, como en el presidente Schreber, y no hay delirio ni alucinaciones. La alucinación en el autismo corresponde al ruido de lalengua que plantea Laurent, pero no están presentes las alucinaciones verbales psicomotrices. En la psicosis encontramos vacilaciones imaginarias, duplicaciones, descentramiento de la imagen, pero en cambio en el autismo no hay constitución de la imagen especular, por eso se habla de un doble real, no del doble imaginario. En el autismo no hay cuerpo. Eric Laurent habla de una iteración sin cuerpo. En cambio, del lado de la esquizofrenia está la fragmentación corporal por el retorno del goce sobre el cuerpo. El retorno del goce sobre el Otro corresponde a la ideación delirante de la paranoia, con el cuadro de un perseguidor.
En la transferencia encontramos que el analista puede ocupar el lugar del perseguidor, tener una transferencia erotómana o mantenerse como el «secretario el alienado», manteniendo una relación en el eje a-a’, acompañándolo en su trabajo. Pero en el autismo es diferente. Primero hay que lograr introducirse en el encapsulamiento del autista, puesto que el sujeto autista trabaja justamente para expulsar, para mantener al otro fuera. Eso muestra muy bien que no está totalmente aislado porque es un trabajo bastante intenso dar la espalda, mirar para otro lado, etc. La particularidad del autismo es que utilizan otra topología en el uso del espacio. Laurent indica que poseen otras costuras topológicas. Usan el espacio de al lado y de atrás, que habitualmente no se utiliza en la neurosis puesto que el espacio está dominado por el terreno de la visión y de lo escópico. En la dirección de la cura se presenta el trabajo de ponernos en contacto, entrar dentro de ese encapsulamiento a sabiendas que el mundo es vivido como intrusivo y por eso tienen la necesidad de mantener un orden fijo, rígido, ordenado, que Donna Williams llama un “mundo de seguridad”.
Las llamadas “obsesiones” por los manuales diagnósticos, son en realidad una respuesta del sujeto. La creación de un mundo de seguridad rígido y estereotipado, la inmutabilidad del autista, forma parte de su trabajo de invención. Más que despojarlo de sus invenciones, que incluye la creación del objeto autista o de estos intereses específicos, se trata de partir de ellos para producir un desplazamiento del encapsulamiento autista, respetando su invención singular.
El texto de Eric Laurent, titulado “El baño de lenguaje en el autismo”, retoma y amplía sus desarrollos anteriores. En la página 37 de Estudios sobre el autismo dice: “El sujeto puede comenzar a insertarse en el mundo con pocos significantes, muy pocas palabras que luego se complejizan eventualmente en un circuito. Pero el conjunto del baño del lenguaje en el que está inmerso no cesa, no obstante, de zumbar todos los equívocos posibles de la lengua” (1). El baño del lenguaje en el autismo es su inclusión particular de lalengua. En el segundo volumen de Estudios sobre el autismo continúa trabajando la misma cuestión y extrae la propia frase de lo que escribió en el primer texto y trata de aplicarlo. Justamente ese “baño de lenguaje” tiene muchas cuestiones clínicas que retoma en distintos casos. Primero examina las causas estudiadas sobre el autismo que no terminan de ser conclusivas. Hay un desarrollo que me pareció especialmente interesante cuando trabaja sobre el tema de las máquinas. Afirma que el Uno de la letra puede tener distintos tipos de manifestaciones, que se puede incluir a través de una imagen, de una palabra, de una canción. Muestra cómo esta variedad de presentaciones en el autismo responden a la iteración del Uno de la letra y que puede ser de distintas maneras: algunos niños necesitan cantar, dibujar, otros necesitan pasar por las computadoras.
Esta relación del niño autista con las máquinas había sido trabajada ya en su texto Estudios sobre el autismo. Allí explica que no hay que pensar en el «niño máquina» como la relación del sujeto autista con lo inanimado, sino que en realidad justamente estos aparatos de los que hace uso el niño autista hay que tomarlos como parte de sus invenciones. Por ejemplo, los casos de autistas que no pueden hablar pero escriben a través de la experiencia de la computación facilitada. Hay que pensar en las dificultades del sujeto autista con la enunciación por su inmersión particular en lalengua sin el uso del lenguaje: no pueden hablar y al mismo tiempo pueden expresarse a través de las máquinas. Incluso trabaja en un caso la transformación de la bidimensionalidad en tridimensionalidad, de acuerdo al planteo de la bidimensionalidad en el autismo de Melzter, cómo apoyándose en objetos concretos puede pasar a las tres dimensiones. Abre así un campo clínico para trabajar y tratar de avanzar en nuestra reflexión acerca del autismo. Y después reflexiona sobre el caso Owen y la Affinity Therapy, retomando sus desarrollos en el Coloquio que tuvo lugar en Rennes en marzo de este año a partir del libro publicado por Ron Suskind titulado Vida, animada porque su hijo Owen logra comunicarse con él a través de los personajes de Disney. En el coloquio Eric Laurent presenta parte de estas elaboraciones y es ahí donde yo le pido el texto para publicar en este libro.
En el coloquio participó Sergio Laia presentando las particularidades del DSM 5, con el Trastorno del espectro autista, y lo invité a publicar su texto en esta recopilación. También Jean-Claude Maleval expuso un trabajo en el coloquio, pero decidí finalmente publicar el texto en el que desarrolla su hipótesis de la estructura autistas que había leído en dos números de la revista La Cause freudienne. Allí acentúa la ausencia de delirios y de alucinaciones en el autismo, el gusto por la inmutabilidad, la ausencia de desencadenamiento y la evolución del autismo hacia el autismo. Y añade algo más, la especificidad de la producción escrita en el autismo, en las que no se trata de reivindicar lo bien fundado de su delirio como en Schreber, sino que se lo reconozca como tal, no como locos sino como seres inteligentes que tienen una modalidad de funcionamiento diferente, porque en la medida en que están desconectados del mundo, puede presentarse un retraso que no tiene que ver con problemas cognitivo, sino que es el efecto de la falta de lazo.
Después, invité a Philippe La Sagna, de Bordeaux, a incluir un texto en el que trabaja específicamente la cuestión del autismo con las neurociencias, y cuál es la percepción que podemos tener desde el psicoanálisis acerca de ese tema.
A Patricio Álvarez, que venía trabajando con nosotros sobre Temple Grandin, lo invité a escribir algo acerca de ella y él lo vinculó con el pensamiento en imágenes, que es uno de los términos que Grandin utiliza para hablar del autismo.
Y, por último, incluí mi texto “El tratamiento clínico con niños autistas”, porque me parece fundamental no olvidar que desde el psicoanálisis existe una perspectiva de trabajo con los niños autistas. No estamos simplemente tratando de dilucidar qué es el autismo exclusivamente como algo teórico, sino que esto se traduce en una clínica. Cada uno de estos pasos que se da en la teoría –que me parece que Estudios sobre el autismo da un avance importante‑, tiene consecuencias en nuestro estudio sobre la dirección de la cura. Entonces, “Estudios sobre el autismo”, pero estudios que no son sin una clínica que incluya la invención de cada sujeto.
(Texto establecido por Sivia Elena Tendlarz, a partir de la transcripción del audio realizada por Valeria Martínez)
Notas:
(1) Laurent, E.: “El baño de lenguaje en el autismo”, en Estudios sobre el autismo, Diva Colección, Buenos Aires, 2014, pág. 37.