Polaroid de psicosis ordinaria

SEGUNDA ACTIVIDAD PREPARATORIA HACIA EL XI CONGRESO DE LA AMP: LAS PSICOSIS ORDINARIAS Y LAS OTRAS, BAJO TRANSFERENCIA–EOL Sección La Plata, 28 de febrero de 2018

 

 

 

Camilo Cazalla

 

El término psicosis ordinaria es contemporáneo de la época del Otro que no existe. En 1996 Miller dicta junto a Eric Laurent el seminario El Otro que no existe y sus comités de ética(1). Allí se cuestiona qué es lo que viene a cumplir función de juntura entre el sentido y el goce en la época de la declinación paterna. De este modo, impulsa la investigación de las Secciones Clínicas del Campo Freudiano, y la psicosis ordinaria viene a dar lugar a un aggiornamiento, ajustando nuestra práctica al horizonte de la época. Es, además, un sintagma que, según Miller, se desprende de la última enseñanza de Lacan. Hacia allí orientó la brújula durante el Congreso de la AMP de 2014 en París. Luego de recordarnos que el psicoanálisis cambia, nos impulsa a alcanzar un saber decir sobre aquello que ya hacemos: analizar al parlêtre. Finalmente afirma: “El síntoma del parlêtre sigue por esclarecerse, sin duda, en relación con los tipos clínicos”. (2)

Bien, considero que esa es la propuesta puesta en marcha en Barcelona.

Si, como plantea Miller, el término de psicosis ordinaria responde a la última enseñanza de Lacan, esto nos obliga a remarcar que a la altura de los seminarios 19 y 20 (en los que ha aislado lo que del goce no accede a la negativización significante) comienza un giro que se expondrá más claramente en los seminarios “RSI” y El Sinthome. En ellos, sirviéndose de la topología, nos presenta a los registros como independientes, disyuntos, sin una primacía de uno sobre otro, requiriendo de un cuarto que los anude. La vía del Nombre del Padre es pensada ahora como uno entre otros modos de anudamiento. Así se encamina hacia una clínica de las suplencias, una clínica del sinthome, de los arreglos singulares frente al goce que hay, cuyo paradigma es Joyce, como lo afirma Graciela Brodsky. (3)

Se trata de una clínica en la que el Nombre del Padre se ha generalizado, y es solicitado ahora por su función. Miller dirá que se lo solicita no a nombre propio, sino como predicado. Es así que con la psicosis ordinaria no nos referimos a una distinción entre la psicosis y normalidad neurótica, sino a una cuestión interna a aquélla, a una psicosis discreta que podemos reconocer en leves indicios, sutilezas clínicas; detalles que refieren a un más y menos de gradación en su presentación que Miller, citando a Lacan, adjudica a un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida de un sujeto, “en la manera en que sienten el mundo que los rodea, en la manera en la que sienten su cuerpo y en la manera de referirse a sus propias ideas” (4). De aquí hace surgir tres externalidades. A la primera de ellas la denomina externalidad social.

 

Externalidad social

Partiendo de que “la sociedad” como un todo, como un uno, no existe, es una ficción, Lacan en 1969 hace explícita la relación entre discurso y lazo social. Un discurso se caracteriza por lo que hace lazo, hay allí una relación entre términos que están determinados por lugares. Ahora bien, esta estructura del discurso es subsidiaria  del lenguaje, y éste terminará siendo concebido por Lacan como una defensa frente a lalanguey es por eso que llegará a preguntarse si existe discurso que no sea del semblante. Si bien la respuesta es por la negativa, podemos pensar en un lazo al otro fundado en lo real del goce. Esto lo ilustra Joyce, quien de puntillas sobre lo real de su sinthome hace lazo con aquello que no está inserto en ningún discurso.

Si el neurótico se encadena a los significantes amo desde donde quiere ser visto por el Otro, en la psicosis encontramos, como sostiene Gustavo Stiglitz: “El rechazo a consentir a la identificación al Padre, al significante. Por rechazar la impostura paterna, es rechazo al semblante, lo que sería la cuota esquizofrénica de toda psicosis”.(5)

Miller diferencia una vía negativa y una positiva respecto a la externalidad social. En relación a la primera, podríamos decir que nos encontramos frente a la labilidad de la identificación del sujeto psicótico a la función social, a adueñarse de su lugar bajo el sol, la incapacidad para trabajar, hacer con una profesión, etc. El sujeto puede también encontrarse desinsertado, con dificultades en las relaciones, un rechazo brusco del otro, sin premisas, sin historia, desconectado del tiempo de los otros. Esto muchas veces se presenta al modo de un desamparo misterioso que Miller ilustra como una fosa que constituye una barrera invisible. Episodios errantes y de vagabundeo ilustran una metonimia de la desconexión; personas que van de una desconexión social a otra, perdiendo el lazo con el dinero, los negocios y la familia; signos de la ironía esquizofrénica fundada en la inexistencia del Otro, que Miller señala en “Sobre la lección de la psicosis” de 1987(6), como la denuncia de “que ninguna identificación es operante, ningún trazo, ninguna marca del sujeto es operatoria sin una decisión del ser”.

En lo que Miller llama la vía positiva de la externalidad social hay, por el contrario, un por demás en la investidura de su función social, de su trabajo; una identificación demasiado intensa en su posición social. Dice Miller: “Pueden ver entonces, y se ven a menudo, psicóticos ordinarios cuya pérdida del trabajo desencadena la psicosis porque su trabajo quería decir más que un trabajo o una manera de vivir”(7). Podemos suponer que ese trabajo viene al lugar del Nombre el Padre ya que afirma “el Nombre del Padre hoy es acceder a una posición social”(8). Nos recuerda lo expuesto en el texto La psicosis ordinaria (9) respecto a lo que algunos psiquiatras han llamado sobreidentificación: a diferencia de la identificación simbólica, en la que el sujeto se encontraría representado por un significante para otro con la correspondiente división subjetiva, se trataría aquí de la captura de ciertos rasgos imaginarios capaces de encauzar un goce inherente a la no falicización del nombre. Esta sobreidentificación se diferencia de la identificación del Ideal del Yo en tanto no es susceptible de dialéctica alguna, no son relativizables, son rasgos impregnados de la rigidez psicótica que, a modo de Nombre del Padre, organizan la vida de un sujeto.

“Constatamos –dice Miller–, que ser miembro de una organización, de una administración, de un club, puede ser el único principio del mundo de un psicótico ordinario”(10).Esto nos recuerda lo que Lacan introduce más avanzado en su enseñanza como la función del “nombrar-para”, signo de una degeneración del lazo social, que instaura un orden de hierro proveniente de un otro materno que imposibilita la lógica del deseo y forcluye los asuntos del amor.

Tal vez las psicosis ordinarias nos enseñen algo sobre el fundamento estructural de todo parlêtre: una externalidad fundamental al cuerpo, a su ser de sujeto y al otro.

Para finalizar, menciono una noticia que me atrapó mientras preparaba esta presentación. Se titulaba “El socio número uno”(11). El loco Julio, mendocino, jamás aprendió a leer ni a escribir; nunca conoció a sus padres, fue criado por sus abuelos hasta que ellos murieron. Julio se mudó a la casa de quien creía era su hermana aunque más tarde descubriría que en realidad no los unía ningún lazo sanguíneo. Luego de bucear en la basura durante un tiempo, finalmente comenzó a trabajar como barrendero del Club Godoy Cruz. Desde entonces asistió a la cancha durante 41 años sin ausentarse una sola vez y así conoció el país entero. La semana pasada, en el partido frente a Racing de Avellaneda, finalmente recibió su reconocimiento: su nombre se inmortalizará en una de las tribunas y en una de las calles principales que desembocan en el estadio. Además, su rostro está, desde hace tiempo, impreso en todas las banderas. Tiene una anécdota particular: Julio fue millonario un día, el día que ganó la lotería. Al día siguiente del sorteo entregó el boleto ganador al club: “Nunca fui bueno con los asuntos de plata”, declaró.

 

 

Notas:

(1) Miller, J.-A.:El Otro que no existe y sus comités de ética, Paidós, Buenos Aires, 2005.

(2) Miller, J.-A.: “Presentación del X Congreso AMP: El inconsciente y el cuerpo hablante”, http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=la_escuela&SubSec=la_escuela&File=Destacados/14-05-22_Presentacion-del-tema-del-X-Congreso-de-la-AMP.html, 2016.

(3) Brodsky, G.: “Esos locos normales”, Lacan 21 Revista Fapol online, www.lacan21.com/sitio/2017/10/22/esos-locos-normales/

(4) Miller, J.-A.: “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Revista Consecuencias N° 15, http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/015/template.php?file=arts/Alcances/Efecto-retorno-sobre-la-psicosis-ordinaria.html , 2015.

(5) Stigliz, G.: “Retorno a la juntura”, Dedalus 12 Boletín del XI Congreso de la AMP, https://congresoamp2018.com/textos-del-tema/retorno-la-juntura/, 2018.

(6) Miller, J.-A.: “Sobre la lección de la psicosis”, El psicoanálisis Revista de la Escuela Lacaniana de psicoanálisis #32, elpsicoanalisis.elp.org.es/uncategorized/sobre-la-leccion-de-las-psicosis/, 1987.

(7) Óp. Cit n° 4.

(8) Óp. Cit.n° 4.

(9) Miller, J.-A. y otros: La psicosis ordinaria, Colección ICBA/Paidós, Buenos Aires, 2003, pág. 133.

(10) Óp. Cit.n° 4.

(11) Véase “Ni demente ni chiflado, el Loco Julio es el hincha número 1 de Godoy Cruz”, https://losandes.com.ar/article/demente-chiflado-loco-julio-hincha-godoy-cruz-743421, 11 de Octubre de 2013 y  “Sentido homenaje al “Loco” Julio, en la previa de Godoy Cruz –Racing”, Diario Ovación, Mendoza, https://www.diariouno.com.ar/ovacion/fuera-juego/sentido-homenaje-al-loco-julio-la-previa-godoy-cruz-racing-20180223-n1562135.html, 23 de febrero de 2018.