Nudo y no-todo. Por Mariano Peiró

Gabriel Racki, Christian Martín, José Lachevsky, Mariano Peiró, Ana Belén Zubillaga, Ana Laura Piovano, Eduardo Suárez.

Nudo y no-todo.

Mariano Peiró

Algo recomienza con el Seminario 21, el pase de Lacan que llega hasta el seminario 20 y lo introduce de lleno en el nudo borromeo, escritura donde, ISR son uno, no tienen absolutamente nada que ver con el otro, no se puede decir nada común entre ellos. Diferentes, incomparables, sin ningún todo que los agrupe. Topología que tiene una lógica no-todo: ningún registro es más importante que el otro, no hay jerarquías, no hay orden determinado, no hay relación dialéctica, ni de transformación, ni de evolución. Sí tenemos la posibilidad de enlazarlos de tal modo que ya no se escapan, quedan atados  y, con una de sus características fundamentales, ninguno de a dos (diferencia con el nudo olímpico). Por eso podemos verificar que si cortamos uno de ellos los otros nunca tuvieron nada que ver entre sí. Aquí el imaginario descubierto por Freud como narcisismo es un imaginario sin relación con signos ni señales ni simbólico ninguno, es solamente una consistencia, y también sin ninguna relación con lo real del cuerpo. Y lo simbólico es lalangue, que destruye lo imaginario, no tiene relación ninguna con él. Tres consistencias de toros impenetrables, sin intersección ni transformación como pensó Lacan en su primer enseñanza: aquí ninguna imagen se significantiza ni ningún significante se imaginariza. Sin embargo anudando de determinadas maneras (la famosa “de la buena manera”) podemos establecer algo en común entre cosas que no lo tienen en una lógica binaria, de todo y excepción.

Acting out, Amor de transferencia y Deseo del analista

Año 1973, mucha producción de Lacan: “Nota italiana”, «La introducción a la edición alemana de los Escritos”, “Televisión” y Seminario 21 son solo algunos de los lugares donde Lacan hace fuertes avances en torno al amor, la topología le permite articular de otro modo sus desarrollos sobre el hombre y la mujer, sus relaciones, sus arreglos posibles con “no hay relación-proporción sexual”.

 Me sirvo de la conocida cita de Televisión: “Ahora bien, el discurso analítico, él, promete: introducir algo nuevo. Esto, una enormidad, en el campo en el que se produce el inconsciente, ya que sus impasses (entre otros por cierto) se revelan, primero, en el amor”

Ahora clase 4 del Seminario 21: “Un buen hombre y una buena mujer que habrían recorrido un camino juntos. En el horizonte del amor estarían el abuelo y la abuela. Hay esto en el inconsciente. Sin embargo quisiera sugerir que quizá no sea todo. ¿Cómo ama un hombre a una mujer? Por azar” Hay en estas ´páginas una crítica general al amor trascendental (con el que todos nos enganchamos nos avisa Lacan) y una puerta abierta a pensar al amor como acontecimiento.

Creo que podríamos coincidir en que Lacan tuvo ideas de que había una dimensión real en la transferencia desde antes de su última enseñanza. Me ubico en sus hermosas lecturas clínicas de casos de acting out en el Seminario 10, posición y respuestas del analista frente a ellos. En este seminario empiezan sus ideas sobre esa dimensión real en la transferencia: sus argumentos sobre la transferencia salvaje, la dirección del acting al analista, qué hacer con ello… y decía que lo imaginario no servía, ni conseguir que tenga más autoestima, ni decirle que uno lo quiere muchísimo, que no se haga daño, abrazarlo, toda la sugestión que se nos ocurra. Tampoco había solución por lo simbólico y el posicionamiento como SSS, la interpretación no funcionaba. En esas páginas Lacan es muy explícito en que algo distinto se puede hacer, pero podría decir que lo mediodice: “Es algo que está articulado pero no es articulable”. Es algo que está en la estructura, pero fuera del lenguaje. Famosas palabras de Lacan de su Seminario 10: “Formula que si bien no demuestra mejor su eficacia, quizás sea tan solo porque no es articulable. Pero esto no significa que no esté articulada. Es “yo te deseo aunque no lo sepa”. Allí donde consigue, por inarticulable que sea hacerse oír, esta, se lo aseguro, es irresistible” ¿Qué produce en un paciente en acting out esa certeza insondable de algo más genuino, de que sus palabras fueron realmente escuchadas, que ese analista se la jugó por él? ¿Cómo explicar en Margaret Little ese efecto de autenticidad total que se produce en Frida más allá de todo argumento de saber inconsciente? ¿Qué se toca más allá de lo imaginario y lo simbólico? Estas preguntas  estuvieron, en mi opinión, siempre presentes en la problemática clínicas del amor, en la transferencia como amor de transferencia y por supuesto en lo enigmático del deseo del analista. Ese “te deseo aunque no lo sepas” muestra rápidamente ese efecto de terceridad, algo cuya autenticidad escapa a la relación dual. ¿Acaso estos temas no estuvieron siempre un poco de costado en la teoría psicoanalítica? Conjeturo que algo de este amor real, el amor de transferencia, cosas claramente vinculadas a un goce corporal, que se siente en el cuerpo, indefinible, indecible, no-todo y que no tiene nada que ver con los goces de la pulsión es recién en el nudo que pueden ir teniendo una localización, un lugar posible. Hemos desarrollado mucho en Psicoanálisis el aspecto de motor, de obstáculo del amor de transferencia, pero siempre como algo a “manejar”, a encontrarle la vuelta diría para que nos permitiese poder trabajar con la estructura significante, estructura que estaba en el inconsciente y donde no tenemos ningún amor… una estructura significante con un real posible de goce, eso es lo que sostenía la orientación general de los tratamientos. En cambio la última enseñanza desplaza drásticamente el acento puesto en la definición de amor de transferencia, amor al saber, SSS.

Paso a una viñeta clínica: C, dado en adopción a los pocos días de su nacimiento, es un hombre que va a contramano del mundo. Su gusto por lo prohibido lo ha llevado a todo tipo de excesos: drogas, alcohol, peligrosas transgresiones y un odio profundo frente al otro. Cansado de mendigar cariño explota su violencia de todas las maneras imaginadas, una tras otra, sin límites. Su relación al otro (amistades, familia, parejas) se desarrolla en su totalidad en términos de todo o nada, lo que lo deposita siempre y sin excepción en un profundísimo y acuciante sentimiento de soledad. Solo en sus sesiones habla sin tapujos, suelta su angustia, llora. Con esta analista, quien lo atiende en las difíciles, cuando su vida pierde sentido, dentro y fuera de la sesión, cuando se hace mierda, cuando se destruye. Goce fálico desatado, fuera de cuerpo que vez por vez encuentra un límite en la respuesta de la analista, no tanto en sus palabras, sí en su presencia.  Luego de su sorpresa frente a una visita de esta en su internación voluntaria, dirá haber sentido una emoción inédita, “algo inolvidable… la que se puso la camiseta por mí, la única que lo habría hecho”. C mejora, disminuyen sus actuaciones, el todo o nada mortificante da lugar a espacios intermedios donde piensa, para, se rearma y sigue. “Con la violencia voy a quedar solo, en cierto punto me gusta, pero no lo quiero más”.

¿Cómo conceptualizar esa certeza, la que produce un decir y se manifiesta como un acto del analista atravesado por su deseo de analizar que hace sentir un goce del cuerpo y de la vida y que resuena en ambos cuerpos, el del paciente y el del analista? ¿Qué es eso que se inscribe más allá del régimen especular y de los ideales?

 Vuelvo a la clase 4 del Seminario 21 donde Lacan desarrolla y busca argumentos para llegar a una dimensión real del amor que pueda articularse a esta altura en su nudo borromeo de tres, nudo que le permite disponer de tal manera a los registros I, S y R para que siempre uno haga de medio y los restantes dos de extremos.  Poniendo a lo simbólico de medio tenemos el amor simbólico, amor característico de la tradición occidental cristiana que llama allí “amor divino”, amor inherente al saber inconsciente. Es el amor del “largo viaje juntos” también dice, es el amor hasta llegar a ser “abuelo y abuela” o “compañero y compañera” en la militancia. Es el amor a los ideales, regulado siempre por el NP y que sostiene fuertemente en su interior una lógica del no y del todo. Es un amor que niega la diferencia entre los sexos, sostiene la degradación de la vida amorosa, produce culpa y desprecia el aspecto imaginario del amor. Dice Lacan que este amor trascendental produce un rechazo del deseo, une al deseo a una finalidad.

También está el amor cuando es lo imaginario lo que hace de medio, es el del enamoramiento, es el amor antiguo que ya ha ido siendo sustituido por el amor simbólico, y que explica el florecimiento en el feudalismo del amor cortes.

Si poniendo a lo imaginario como medio el amor termina rápido, se marchita enseguida o conduce indefectiblemente a la desilusión, el amor simbólico podría parecer de mayor duración pero también fracasa…Así aparece esta idea de Lacan de poner a lo real como medio y eso “ya podría no ser un fracaso”. Plantea en estas páginas que todo ese amor imaginario fue totalmente trastocado en la historia de la humanidad, dando lugar a la generalización del amor simbólico pero con un alto costo, el de la represión de un deseo que retornó en lo real en la invención freudiana del dispositivo analítico, donde el deseo vuelve a ser algo desanudado de su solución de amor simbólico. Es exactamente esa dimensión real del deseo lo que hace al deseo del analista. ¿No es un deseo articulable a un amor real lo que posibilita esos efectos de apaciguamiento, estabilización, mejoría como en el caso que recién leímos? ¿Qué es lo real del amor sino un goce que emerge de la posición del analista y que a veces se transmite en el analizante?