Notas sobre Hamlet

biblioteca-tercera-noche-seminario-6-salvatoriTercera Noche de Biblioteca: Presentación del Seminario 6, El deseo y su interpretación,  de Jacques Lacan – EOL Sección La Plata, 12 de Noviembre de 2014

 

Rosana Salvatori

 

Mi trabajo se centra en el comentario sobre los capítulos del Seminario 6 que Lacan le dedica a Hamlet, tragedia del deseo por excelencia, en el que hay que leer su antecedente, su punto de enganche, en el último apartado de “La dirección de la cura…”: “Hay que tomar el deseo a la letra”.

Estos capítulos están reunidos en el seminario bajo el título “Siete clases sobre Hamlet” (1), de los que en general puedo decir que me resultaron apasionantes por el estilo y la potencia que Lacan le imprime al análisis de la tragedia de Shakespeare, creando un clima de intriga y de suspenso, similar al de la obra.

Me orientan tres referencias de Miller: la primera de ellas la tomo del análisis que él realiza de la novela de Christine Angot, “Una semana de vacaciones” (2) que es del año 2012, y en la que la autora despliega el tema de la relación incestuosa de un padre con su hija. De ella, Miller asegura que es “contemporánea” del Seminario 6, dictado entre 1958-59. La misma, dice Miller “muestra que no podemos más con el padre. Lo leí como un apólogo de nuestros días, un apólogo de nuestro hartazgo del padre. El texto nos hace entender por qué tenemos que salir del reinado del padre. El padre, esa plaga, está fuera de uso, está obsoleto” (3).

La segunda referencia es de la conferencia “El Otro sin Otro” (4). Miller elige este título enigmático, para abreviar la frase que Lacan pronuncia por primera vez en El deseo y su interpretación: “No hay Otro del Otro”: “Este es, si me permiten, el gran secreto del psicoanálisis”(5). No hay Otro del Otro, responde a la escritura lógica S(A/).

Finalmente, despertó mi interés la última frase de esta conferencia, en la que se pregunta: “¿Cómo leer entonces El Seminario 6? Diré que es un seminario encrucijada, un bivium, donde dos vías se abrían para Lacan…no siguió la del Nombre del Padre sino que siguió la del deseo, lo cual lo condujo a tener en cuenta el goce”.

Estábamos acostumbrados a ubicar El Seminario 6 en el paradigma del goce significantizado y a pensar el salto, el corte, en El Seminario 7 con das Ding, la Cosa, en tanto goce real. Sin embargo ahora y gracias a la brújula milleriana, podemos ubicar un corte fundamental, constituido por el pasaje de “hay Otro del Otro”, esto es: “hay Otro de la ley, cuyo significante es el Nombre del padre”, hacia este “no hay Otro del Otro”.

Antes de desarrollar las clases sobre Hamlet, Lacan analiza el sueño que toma Freud en su artículo de 1911, “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, ya que para él allí se articula el deseo inconsciente. Se trata del sueño en el que el sujeto ve aparecer al padre muerto, quien le habla como si nada, y el sujeto se ve atravesado por el dolor al pensar que el padre “no sabe” que está muerto. Freud, dice Lacan, insiste en el carácter absurdo del mismo, cosa que se aclara si le agregamos a “él no sabía que estaba muerto” otra frase: “según su anhelo”. Este estar muerto según su anhelo, es articulado en el seminario al complejo de Edipo. El anhelo es el de la castración del padre, es decir, el anhelo por excelencia que en el momento de la muerte del padre, retorna al hijo porque es su turno de ser castrado. Este anhelo, agrega Lacan, es, por un lado, lo que no hay que ver por nada del mundo y, por otro lado, es lo más profundo que hay en la estructura del deseo” (6). En torno al “según su anhelo” Lacan designa el “punto de incidencia real del deseo” (7).

A partir de esto, comienza a desarrollar la fórmula del fantasma, es decir la relación del sujeto tachado con el objeto, no sin hacer la distinción entre “fantasma onírico” y “fantasma de vigilia”.

El “él no sabía”, ese “no saber en el Otro”, es la constitución del inconsciente y esto lo lleva a precisar un dato clínico: para el niño, existe durante bastante tiempo la suposición de que los padres saben todos sus pensamientos, “de ahí la importancia del momento en que se percata que el Otro puede no saber” (8).

Lacan analiza la tragedia de Hamlet que ya había sido tomada como tema por Freud, elevándolo a “un rango equivalente al del tema edípico” (9). Se servirá de él para “reforzar una suerte de elaboración del complejo de castración” y cómo éste se articula al análisis (10). El tema en Hamlet es el siguiente: en el primer acto Hamlet es un joven que se encuentra con el fantasma, ghost, de su padre, un padre idealizado por él, quien le cuenta que no murió picado por una serpiente, sino que fue su tío, Claudio, ahora rey de Dinamarca y esposo de su madre, quien lo envenenó vertiendo en su oreja un veneno, hebenon. El asesinato merece la venganza, solo después de la cual el padre descansará en paz, ya que fue sorprendido en “la flor de sus pecados”. Hamlet entra en un estado de locura o más bien la simula. Aprovecha la visita de una compañía de actores a la corte para descubrir si el mensaje del fantasma es verdadero. En el seminario está presente el tema de la actuación. (Lacan dice que no es lo mismo leer la obra que verla representada, de ahí la importancia de la presencia del actor esta noche). Se reproduce en escena el asesinato de su padre y dada la reacción del rey Claudio, se convence de que el fantasma dijo la verdad. Claudio advierte que su crimen ha sido descubierto y envía a Hamlet a Inglaterra con el plan de matarlo, plan que fracasa. Muere Ofelia; y Laeretes, su hermano, junto a Claudio, deciden matar a Hamlet y preparan un duelo. El plan consiste en envenenar una de las espadas y tener una copa de vino envenenado para el caso de que la espada falle. En el duelo se producen varias confusiones y finalmente mueren Gertrudis (madre), Claudio, Laertes y Hamlet.

Lacan comienza a desbrozar el drama, siguiendo un análisis acto por acto de la obra, a la manera de “hebras que se separan”. La hebra evoca a la trenza de la clínica nodal desplegada más adelante en su enseñanza, pero que sin embargo encuentra aquí un antecedente; en tanto el recorrido por Hamlet como un caso clínico, lo lleva a separar lo simbólico de lo imaginario y de lo real.

La primer hebra, esencial, es decir que “el crimen edípico es cometido sin darse cuenta…Edipo no sabe” (11). En Hamlet, lo significativo es que el padre sabe y se lo comunica al hijo, le pide que lo vengue, pero el príncipe procrastina el acto. “Hamlet no tiene nada que ver con el acto edípico…el acto de Edipo sostiene su vida convirtiéndolo en el héroe mientras no sabe nada” (12). En Hamlet, el drama edípico se abre al comienzo y no al final.

“El drama de Hamlet, al revés que el de Edipo, no parte de la pregunta: ¿qué ocurre?, ¿dónde está el crimen? ¿Dónde está el culpable? Parte de la denuncia del crimen, revelada al oído del sujeto y se desarrolla a partir de esa revelación…que puede ser inscripta bajo la forma en que inscribimos el secreto del inconsciente…el significante de A tachada” (13). Hamlet, por saber, se ubica en S de A tachado y es por ello que no accede al lugar del deseo y procastina el acto, aunque para Lacan lo que importa es el problema con el deseo y no con la postergación.

Ese significante es el falo que representa la falta de garantía en el Otro y, en tanto objeto, es la parte sacrificada simbólicamente por el sujeto, la libra de carne.

Por último, el drama del deseo se resuelve a partir del duelo de Ofelia, a quien Hamlet amaba y luego rechaza con toda la crueldad. Al convertirse en un objeto imposible, Ofelia será reintegrada en tanto objeto de su deseo, reconociendo en ello Lacan el rasgo del deseo obsesivo.

Para concluir, puedo decir que la consecuencia enorme de este seminario, su vigencia, está dada por introducir las nociones que permitieron el más allá del Edipo, con dos consecuencias fundamentales: la castración es la del lenguaje, no la del padre; el fin del análisis será articulado al fantasma, a su atravesamiento, fantasma que incluye al objeto a como objeto del deseo inconsciente, como el elemento que queda por fuera del Nombre del Padre y de la metáfora paterna.

 

Notas

(1) Lacan, J.: El Seminario 6, El deseo y su interpretación, Paidòs, Buenos Aires, 2014.

(2) Angot, C.: Una semana de vacaciones, Ed Anagrama, Barcelona, 2014.

(3) Entrevista realizada a J-A Miller por Pablo Chacón, 11 de junio de 2013, http://www.telam.com.ar/notas/201306/20839-la-literatura-dice-basta-con-el-padre.html

(4) Miller, J-A. “El Otro sin Otro”. EOL online http://www.eol.org.ar/template.asp?Sec=publicaciones&SubSec=on_line&File=on_line/jam/Otros-textos/El-Otro-sin-Otro.html

(5) Ibíd (1),  pág. 327.

(6) Ibíd. (1), pág. 109.

(7) Ibíd. (1), pág. 112.

(8) Ibíd. (1), pág. 267.

(9) Ibíd. (1), pág. 260.

(10) Ibíd. (1), pág. 261.

(11) Ibíd. (1), pág. 268.

(12) Ibíd. (1), pág. 272.

(13) Ibíd. (1), pág.g 379.