XXIII Jornadas Anuales de la EOL: “Bordes de lo femenino. Sexualidad, maternidades, mujeres de hoy” –Buenos Aires, 29 y 30 de Noviembre de 2014
por Christian Martín
¿Qué quiere decir lo femenino? ¿Tiene bordes lo femenino? Interrogantes de partida que han atravesado la conferencia de Miquel Bassols, “Lo femenino, entre centro y ausencia”, en las XXIII Jornadas Anuales de la EOL.
El título toma como referencia un párrafo del Seminario 19, …o peor, donde Jacques Lacan sitúa lo femenino en esas coordenadas, entre centro y ausencia. Bassols empieza por precisar que hay un desencuentro radical en ese espacio “entre”. Allí Lacan va ubicando el lugar de lo femenino, localización singular que nos plantea una paradoja: si hay centro el borde es una ausencia, si hay borde ya no hay centro posible.
Esta dificultad para localizar lo femenino, como lugar paradójico, sin representación significante, irá encontrando distintas referencias a lo largo de la conferencia. Recorto, a continuación, algunas de ellas que me han interesado para pensar el problema planteado.
La primera es una idea de Pascal que toma Lacan: “Estamos en un universo que es una esfera infinita, cuyo centro está en todos lados y la circunferencia en ninguno”(1). Es la paradoja de la localización de la conciencia, precisa Bassols, que Lacan sitúa como un espacio sin bordes. Lo mismo puede decirse de la estructura simbólica del lenguaje, un espacio imposible de delimitar. Finalmente, tanto lo femenino, como la conciencia y el lenguaje entran en serie en ese nuevo espacio, como tres elementos que la ciencia no sabe dónde localizar.
Otra referencia es la frase de una mujer en su primer encuentro con el analista: “Me siento desbordada”. Con esta frase sitúa el problema del borde como algo que la sobrepasa desde su propio interior, que rebasa sus propios límites y de un modo que desdibuja la diferencia interior-exterior.
Desbordarse a sí misma, desde esta perspectiva, es una forma de captarse atravesada por una alteridad que se envuelve a sí misma, sin detenerse en una frontera definida. Se trata de un empuje donde lo empujado no cesa de no llegar a ese límite, tan interno como externo, donde puede reconocerse la dimensión de lo real, subraya Bassols.
De otra mujer, extrae lo siguiente: un hombre baila el tango con una mujer, una mujer baila el tango con ella misma. Añade, sin embargo, que lo hace a través del hombre. Necesita del hombre para bailar el tango con ella misma. Retomando una cita de Lacan de “Ideas directivas…”, dirá: “El hombre sirve de relevo para que una mujer se convierta en ese Otro para sí misma, como lo es para él” (2).
No hay en esto simetría ni reciprocidad posible entre ellos, la que organiza el lenguaje a partir de las significaciones que promociona el significante. Ese sería un espacio “entre” que daría la medida común entre los géneros, donde el borde funciona como frontera.
Cuando se trata de lo femenino, diferencia Bassols, ya no conviene el término frontera a esa concepción espacial sino la idea de “litoral”, que introduce Lacan. Es la no relación entre los sexos por lo femenino como litoral, como alteridad radical.
Siguiente referencia: Una versión de la relación sexual que no existe, dice Bassols, es la relación imposible entre Aquiles y la tortuga, que se mueven en espacios distintos de goce. Aquiles se desplaza en el espacio ordenado por el S1 y S2. Significante fálico y su relación con un significante que viene después, S2. La tortuga se mueve en ese espacio que llamamos goce del Otro, más allá de lo que pueda simbolizar el falo.
No sólo Aquiles no puede atrapar a la tortuga, destaca. No sólo la pierde en la infinitud, en una ausencia tan irrepresentable como irreductible. El verdadero problema, indica Lacan, es que la tortuga también es tortuga para ella misma. Esto es, la mujer en el terreno de lo femenino es Otra para sí misma.
El espacio de lo femenino existe entre centro y ausencia, entre el goce simbolizado por el significante fálico y la ausencia más radical, la que se produce especialmente en la soledad del goce femenino. En realidad, apunta Bassols, es una ausencia y una soledad para nadie. Porque es una ausencia para alguien que no está ahí tampoco. Finalmente, una soledad elevada a la segunda potencia.
Otro eje de la conferencia ha sido situar la experiencia del analista del lado de lo femenino. Tomando una referencia de Miller, de su curso El ultimísimo Lacan, ubica el discurso del analista del lado del Uno solo, del lado que no remite a otro significante.
Es el S1 alrededor del cual se construye el sinthome. El S1, dirá Miller, aguarda, pide un S2, pero sabiendo al mismo tiempo que no vendrá. “Aguardo y no espero nada”, dirá Bassols, es lo común a lo femenino y a la posición misma del analista.
Notas:
(1) Lacan, J.: El Seminario 19 …o peor,Paidós, Buenos Aires, 2012
(2) Lacan, J.: “Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina”, Escritos 2, Siglo XXI editores, 1987, pág. 711