No-todo, es política
Gustavo Stiglitz
No me resulta muy claro cómo abrir una jornada sobre el no-todo, cuya lógica se emparenta con la del conjunto abierto. ¿Cómo abrir algo abierto?
Ni hablar de la mesa de cierre, esa sí que va a ser difícil. ¿Cómo cerrar algo del que lo único que sabemos es que se limita de otra manera, con un límite que no es el que marca la excepción? Todo un desafío.
Comienzo con los agradecimientos, quizá para evitar por un momento el desafío.
Primero al Directorio de la Sección y a la Instancia D, por la invitación a formar parte del cartel científico-organizador, por su orientación (Directorio) para iniciar la lectura del tema y su entusiasmo. Sigo por mis compañeras del cartel, Mónica Boada, Cristina Coronel, Graciela González y Stella López, fue un gran gusto trabajar con ellas y encontrarme a su través con el entusiasmo de esta Sección, que ya conocía, pero no desde adentro.
Y me sumo también a los agradecimientos que ya dijo Graciela.
Considero un gran acierto haber agregado “…y el analista” al no-todo, concepto difícil, entre lógica y topología, entre límites e infinitos.
“… el analista” viene aquí como punto de capitón que vuelve al no-todo un concepto operativo en la cura.
“…el analista” hace del no-todo un concepto verdaderamente analítico.
Es el amarre a la práctica y experiencia del análisis.
Mi título, extraído del argumento elaborado por el cartel, proviene de una pequeña torsión del título del libro de Antoni Vicens, “No todo es política en la orientación lacaniana”.
La torsión, una simple coma, escribe la ironía allí presente, ya que el autor define a la política como el arte de tratar con el Otro que no existe. Por lo tanto, para los advertidos de dicha inexistencia, el campo del no-todo conduce a la política.
Plantear que no-todo, es política abre a varios ejes que hemos estado trabajando como comunidad, en las noches preparatorias, los señaladores, en el seno del cartel, que continúa en esta jornada en un tejido colectivo y que, suponemos, continuará después.
El no-todo determina una política de la cura, una política del psicoanálisis y una política para la incidencia en lo social.
Hemos desarrollado algo de estos puntos en el argumento.
Una vez un hombre quizá bastante hombre – expresión de Lacan en el Seminario de la carta robada, traída por Luis Tudanca en la primer noche preparatoria – me transmitió en sus primeras entrevistas la experiencia corporal de haber ido más allá de lo que su hombría común le había permitido hasta entonces. De una larga serie de mujeres – expresión de su lado macho – hubo una que le hizo “sentir cosas raras en el cuerpo. Cosas que más vale no contar a los amigos, porque no me iban a entender o porque no sabría cómo decirlas”.
Encontré allí una de esas manifestaciones del no-todo que están – no en los confines del análisis, sino en la vida cotidiana, ligadas al secreto, como ubica M.H. Brouse (1), a condición de que se las lea.
Tenemos el lado izquierdo de las fórmulas de la sexuación en la serie, orden bajo el régimen del Nombre del padre. Pero hay un punto en esa serie que no lleva al elemento siguiente, sino que desfallece en un agujero que aspira hacia otro registro, que no es el de la excepción que organiza el conjunto, sino un registro armado en torno a un vacío de palabra. No hay cómo decir lo que se experimenta.
También podemos oponer, en esas breves frases, la lista de los nombres de un lado y la experiencia corporal del otro.
Pero no como un versus, lo masculino versus lo femenino. Ya que, sin la lista, no habría aparecido ese punto que lleva al vacío y la inconsistencia por la falta de significante.
Del mismo modo que no hay oposición entre goce fálico y goce femenino, sino que éste es suplementario y más allá del sentido.
En ese punto, lo que hay es fractura de lo simbólico-imaginario, salimos del sentido común, para entrar en un vacío real.
Pero a éste no llegamos si no es a partir del orden del todo y la excepción. Al menos así era hasta hace un tiempo. Ahora recibimos casos en los que la fractura en lo simbólico y lo real del vacío aparecen en toda su crudeza desde el primer encuentro.
Entonces, el analista ¿cómo opera?
Aquí se entrecruzan política de la cura y política del psicoanálisis, es decir cómo responder a la pregunta ¿Qué es un analista?, que es la pregunta que orienta la política de la Escuela.
En su texto El concepto de Escuela (2), Miller vuelve sobre el hecho de que no hay concepto ni identidad del analista y, por eso, en una Escuela de psicoanálisis se busca qué es un psicoanalista.
Conocemos la idea de Lacan en la “Proposición del 9 de octubre del 67 “(3), un analista se autoriza de sí mismo.
Igual que el ser sexuado, del que dice Lacan en el Seminario 21, que se autoriza de sí mismo y – es aquí que agrega – de algunos otros (4). Este “algunos otros”, equilibra dice Lacan, recae también podemos decir, sobre la auto autorización del analista.
Esto escribe un quiasma en el que se cruzan cuestiones de la formación del analista y su lugar en las curas que conduce, como el de encarnar la opacidad resultante de que no haya identidad sexual, ni escritura de la relación entre los sexos. O, si quieren, que la mujer no existe, para orientarnos hacia el próximo congreso de la AMP, en 2022.
En cuanto a las consecuencias del concepto de no-todo en la incidencia del psicoanalista en lo social, hemos escuchado en las noches preparatorias y escucharemos también hoy en algunas mesas simultáneas.
Aquí el no-todo se presenta en la escucha analítica y la puesta a cielo abierto de la lectura que el psicoanálisis hace de los impasses y las fracturas de la verdad en los discursos dominantes.
Entonces, el pase
El pase – realizado en el pasaje por el dispositivo, o no – hace existir el no-todo en cada experiencia analítica. Ex-sistir.
Lo hace porque introduce en la duración de un análisis, él y al elemento heterogéneo al saber inconsciente. Ese más allá que Lacan llamó Una-equivocación.
Lo sepa o no cada analizante, su análisis en la orientación lacaniana está determinado desde el inicio, por ese elemento heterogéneo encarnado por el analista, que ex-siste a toda elaboración de saber.
Es el analista sinthome del Seminario 23, que es también traumático en el sentido de que fuerza una nueva escritura.
¿Cómo?
No obstaculizando con efectos de sentido, ni con la búsqueda de la verdad que venga a colmar el vacío, hasta que el analizante invente un saber que toque su real, con esa nueva escritura.
A esa invención la llamamos sinthome, el propio, y es quizá, ese otro modo de límite que el no-todo exige, un límite singular, uno por uno, fuera de todo universal.
Miller insiste en que la interpretación no es el nombre que conviene a la política de la cura según la última enseñanza de Lacan, orientada por el no-todo.
En la página 141 del curso El ultimísimo Lacan, señala la promoción del término “uso” en la enseñanza de Lacan.
El “uso” apunta a “un modo operatorio distinto al de la interpretación” (5)
Es el modo que conviene al sinthome, único e irreductible, heterogéneo al sentido, que objeta al todo fálico.
¿Encontrará el hombre que no podía hablar con los amigos un borde que le permita no retroceder ante el encuentro con una mujer?
No lo sabemos, pero lo que es seguro, es que muestra que es del no-todo que también surge el analizante.
Notas
* Mesa Apertura. VIII Jornada Sección La Plata de la EOL 6/11/21. “El no-todo y el analista”.
(1) Brousse, M. H.: Mujeres y discursos. Ed. Gredos. Barcelona. 2020. Pág 111.
(2) Miller, J. A.: El concepto de Escuela. En https://www.wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp?intTipoPagina=4&intEdicion=1&intIdiomaPublicacion=1&intArticulo=288&intIdiomaArticulo=1&intPublicacion=10 www.wapol.org
(3) Lacan, J.: Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela. Otros Escritos. Ed. Paidós. Buenos Aires. 2012.
(4) Lacan, J.: Seminario 21. Inédito. Clase del 9/4/1974
(5) Miller, J.: El ultimísimo Lacan. Ed Paidós. Buenos Aires. 2013. Pág 141