«No hay Otro del Otro». Por Luis Tudanca

Arriba: Ana Laura Piovano, José Lachevsky, Ana Belén Zubillaga. Abajo: Christian Martin y Luis Tudanca.

Luis Tudanca: -Muchas gracias. Si hubiera releído el último párrafo, que me mandaste, hubiera salido corriendo. No creo que esté a la altura de un acto de invención, ni que pueda articular algo novedoso.

Alguna vez vamos a tener que volver a discutir Spinoza y Kant. Lacan dijo mucho más cosas luego del seminario 11 de los dos autores.

 Voy a contarles cómo recibí la invitación, las inhibiciones, los síntomas y la angustia que me produjeron y cómo pude salir de eso para preparar la charla de hoy. Primero era el no-todo hasta el Seminario de la angustia. Casi desmayo. Después era que yo trabaje lo impolítico porque queremos articular el no-todo en la intensión y en la extensión, como dijo José muy bien desarrollado, otro desmayo. Me había recuperado del primer desmayo y pasé al segundo. Porque les digo sinceramente, que no estoy en un momento de hablar de lo impolítico, no sé si alguna vez volveré a hacerlo, pero es una decisión personal, singular. Si alguien quiere seguir ese tema, en la revista virtual Cuatro más uno que recomiendo especialmente de la Secretaría de Carteles de la EOL, salió un artículo mío, o está por salir, que retoma el tema de lo impolítico y justifico por qué ya no tengo tantas ganas de hablar de eso. Pero está muy bien pensado el pedido ya que el tema de lo impolítico coincide plenamente con el no-todo, entonces en esas contradicciones que son mías y que me las provocaron ustedes con la demanda para hablar hoy, estaba un poco desesperado. Me piden esto, esto otro no quiero, lo otro no sé, ¿qué hago? Pero por ejemplo, hay un detalle en lo que nos leyó recién José, que es el tema del acting-out en el Seminario de la angustia; más que por el actingout, por todo el desarrollo que hace Lacan, especialmente sobre el final del capítulo 2, entre dos fórmulas “te deseo aunque no lo sepa”, y “te amo aunque no lo quiera”, que es fabuloso. Ya tendríamos que pensar ahí una posición no-todista del lado del analista, que muy a grandes rasgos y sin entrar en grandes elucubraciones, aloja a ese sujeto sufriente y le permite un análisis. Pero voy a tomar otra dirección, y voy a tratar de justificarla a medida que vaya avanzando en lo que les quiero contar hoy.

Agradezco muchísimo la invitación, me hizo pensar mucho, me encontré con cosas que no sabía, como siempre que uno empieza a abordar un tema. Y voy a empezar de una manera completamente paradojal: el no-todo en un hombre.  Vamos a ver lo divertido que es lo que dice Lacan en el “Seminario de la carta robada”, bien a la altura del inicio de su enseñanza, a la altura del Seminario 2, es 1955. Les voy a leer dos párrafos, y voy a tratar de comentarlos en este primer punto, como una introducción al desarrollo que quiero hacer. Y le he puesto como subtítulo a este primer punto “La ira de la mujer”

Lacan afirma allí: “el hombre, bastante hombre, -tienen que leer esto con cierto humor y entusiasmo de que nos va a provocar algo, porque si se lo toman muy en serio y con intención de entenderlo no nos va a servir, pero tratemos de seguir a Lacan en su lógica: “el hombre bastante hombre, para desafiar hasta el desprecio la temida ira de la mujer, sufre hasta la metamorfosis la maldición del signo del que la ha desposeído”. Y agrega, “pues ese signo es sin duda el de la mujer, por el hecho de que él hace en ella valer su ser fundándolo fuera de la ley, que la contiene siempre debido al efecto de los orígenes en posición de significante e incluso de fetiche”. Para mí es una frase excepcional, nunca la entendí del todo, así que hoy voy a tratar de darles una versión de esto.

Si queremos pensar algo del no-todo, esa es la paradoja, esta vez la encontraremos del lado del ejemplo de un hombre, si consigue entrar en una posición en la cual desafíe la ira de una mujer. Con eso es con lo que Lacan nos provoca. Lacan dice “el hombre bastante hombre”, ¿por qué dice eso? El hombre bastante hombre es una fórmula para morirse de risa. Nada funciona si ese supuesto hombre, digámoslo así, se hace el macho. Entonces ¿que sería un hombre bastante hombre? ¿Tenemos que suponer un hombre viril? En el Seminario 5,Las formaciones del inconsciente, leemos: “en cuanto viril, un hombre es siempre más o menos su propia metáfora, incluso es esto lo que proyecta sobre el término de virilidad aquella sombra de ridículo que igualmente se ha de constatar”. Retengamos. Hombre bastante hombre, metáfora, sombra de ridículo; retengamos esos pequeños pasos que nos va dando Lacan. Y más adelante Lacan afirma, “a fin de cuentas, el hombre nunca es viril si no es mediante una serie indefinida de procuraciones que le vienen de sus ancestros masculinos, pasando por el ancestro directo”, que es una referencia al padre. Tenemos entonces que los términos que Lacan subraya son: metáfora, procuración, y -hay que asumirlo-, ridículo. Virilidad de metáfora, bastante hombre, también metáfora. Si Lacan dice que es una metáfora, la pregunta que uno tiene que hacer es al servicio de qué sustitución está esa metáfora. Respuesta: el padre, lleva directo al plano de las identificaciones. Esa es una manera de pensar que tenía Lacan en el Seminario 5 la virilidad. Pero también dice: hombre por procuración. ¿Qué quiere decir procurar? Se trata de un poder que da uno a otro para que obre en su nombre. Pero finalmente, ¿qué es un hombre? Un ridículo. Es la otra posibilidad que nos da Lacan. Hace a la impostura de la posición masculina, podríamos agregar, virilidad de semblante. ¿Hay otra? O sea, es ridículo decirle a una mujer en el momento en el cual está plenamente situada del lado de la ira, “calmate, bajá la voz que nos escuchan los vecinos, ¿por qué mejor no charlamos?” Y la peor de todas, la menos recomendable, “cállate”. Y Lacan nos propone en ese punto desafío y desprecio. ¿No es mucho? Primera aclaración, desafío y desprecio no es a la mujer sino a la ira, sino estamos en la solución a lo macho. Pero si un hombre consigue eso, desafiar a la ira femenina, Lacan nos dice que debe consentir con una especie de metamorfosis, o sea una transformación que le permita desafiar y despreciar esa ira.¿Y de qué debería transformarse? De eso que nos viene a decir que nos lleva únicamente al campo de la metáfora, de la procuración y del ridículo. Es decir que la metamorfosis tiene que ver con la virilidad, con la posición masculina propiamente dicha, con el ser hombre; ahí tiene que haber una metamorfosis.

Lacan a la vez nos habla de algo fuera de la ley. Lacan tuvo estas ideas desde el principio de su enseñanza; que después las desplegó mejor es otra cosa. Así que está muy bien planteado que uno puede encontrar en Lacan, en distintos momentos de su enseñanza, el tema del no- todo. Estoy completamente convencido de eso.

 Entonces, Lacan nos habla de algo fuera de la ley, o sea, un campo sin límite. Retengan esto también, porque este campo sin límite es el que me va a permitir el argumento que va a sostener gran parte de la presentación. El hombre, en su parte de ridículo, no tiene recursos para intervenir, Ya que está más bien del lado del límite. Entonces ¿cómo un hombre va a intervenir del lado del límite en un campo que estructuralmente es sin límite? Por eso debe aceptar esa metamorfosis de la que habla Lacan, debe feminizarse. Hay muchos temas en Lacan que siguen esta dirección. “La carta robada” sigue esta dirección, para otro tema que él quiere desplegar, pero es la misma dirección. El hombre debe feminizarse para entrar en ese campo, para entrar en la escena de la furia femenina. O sea, no van respuestas todistas, sólo funciona una presencia no-todista. Lamentablemente Lacan no nos dio la receta y hay que inventarla cada vez. Esa presencia no-todista no incluye el significante, si quieren, no incluye lo simbólico porque lo simbólico mismo es ridículo. 1955. Después decimos que lo simbólico es elucubración, que lo simbólico miente, etcétera. No es instauración o cumplimiento de una ley, ya que como dice Lacan estamos en un campo fuera de la ley, y Lacan –valdría la pena desarrollarlo más- va en su definición del signo- se acuerdan la segunda parte-, y dice “sufre hasta la metamorfosis la maldición del signo del que la ha desposeído, pues ese signo es sin duda el de la mujer por el hecho de que en él ella hace valer su ser”. Se puede trabajar esta frase desde las fórmulas de la sexuación, cómo una mujer pasa del lado derecho al lado izquierdo, por ejemplo; está diciendo eso, nada más que lo dice en el ’55, estamos muy lejos de las fórmulas de la sexuación. Fundándolo fuera de la ley, o sea, cómo de un campo fuera de la ley una mujer va hacia la ley. Quiere decir que si se queda del lado derecho es fuera de la ley, y tenemos la loca. Entonces, “que implica su ser”, en los términos de esa época, es una indicación a lo femenino en ella. Y la ley la reenvía al significante, al lado izquierdo, no tiene otra posibilidad, porque del lado derecho no tienen lo simbólico .“E incluso al fetiche” -dice Lacan. ¿Por qué no pensar que esa ira está al servicio alocadamente de recuperar el perdido signo de amor aplastado por la degradación de la vida amorosa? Todo eso nos dice Lacan. De allí que Lacan hable de una ira de la mujer, femenina. Esa fue la introducción.

2.- Un intervalo por el deseo.

De las tantas definiciones que damos sobre el deseo, subrayamos muchas veces su infinitud. Lacan ya en su Seminario 10, La angustia, afirma: “La infinitud del deseo debe ser ciertamente reducida”, eso es lo que esperaba Lacan de un análisis.

Hice dos transgresiones para esta presentación, tomé algunas cositas del Seminario 11 y una frase del Seminario 19, después todo lo demás es hasta el Seminario 10. En el Seminario 11 agrega algo más sobre esta frase: “la experiencia en el análisis nos obliga a buscar una formalización”, que define como “una mediación entre ese infinito del sujeto y la finitud del deseo”. Fíjense que hay una leve diferencia entre lo que les leí del Seminario de la angustia y lo que estoy leyendo ahora del Seminario 11, hay un desplazamiento, el infinito queda del lado del sujeto en el Seminario 11, en el 10 nos  lo presentó del lado del deseo. No está mal pensarlo de los dos lados, pero dejarlo del lado del sujeto es dejarlo del lado de que en un análisis representa la infinitud: el peligro del desciframiento eterno. ¿Cómo se corta con eso?, porque el sujeto es el que se descifra. En cambio Lacan plantea la posibilidad de una finitud del lado del deseo, finitud del deseo contrario a la infinitización del sujeto. Podríamos traducir análisis finito e indefinido, esa es la propuesta de Lacan, en vez de análisis terminable e interminable. Les leo cómo lo dice en el Seminario de la angustia: “es el límite donde se detiene el análisis finito con Freud -el penisneid y la repudiación de la feminidad-, en cuanto este sigue todavía el paralelismo indefinidamente aproximado que caracteriza al síntoma”. He aquí el principio del análisis que Freud llama indefinido, ilimitado, y no infinito”

Ahora un desvío, un gusto personal, lo necesito para el argumento. En matemáticas hay un infinito sin límite y un infinito con límite. El infinito sin límite es por ejemplo el infinito de los números naturales, y el infinito con límite es el de los números reales, entre el 0 y el 1 hay infinitos números, pero tiene un límite, el 1, y es infinito. ¿Dónde ubicarían ustedes el no-todo, de qué lado? ¿Dónde Lacan retoma de alguna manera esta diferencia? En la distinción que podemos encontrar entre la serie y la lista. ¿Cómo hablan ustedes de sus pacientes? Cuando piensan que tienen que empezar la semana, y atender, ¿cómo se la imaginan Uds? ¿Piensan la serie de los pacientes del lunes o en la lista de los pacientes del lunes? La lista es algo siempre abierto, por eso pueden incluir un paciente nuevo en un hueco. Contiene elementos uno por uno, es uno, y uno, y uno, no es uno, tres, quince pacientes. Lacan dice la secuencia de los elementos constituye una secuencia finita, entonces me arriesgo a decirles ya que la finitud del deseo es no-todista, es una de las definiciones de Lacan del no-todo. Hay numerosas indicaciones en esa dirección.

1.- Miller en Sutilezas analíticas habla de la autenticidad del deseo en tanto singular.

2-En “El Uno solo” habla de deflación del deseo producto de un análisis. Es decir que de un deseo inflado, henchido, re contra aumentado en el inicio de un análisis, debemos llegar a un deseo en deflación, término que en Argentina es muy difícil de pensar.

3- El analista, para Miller, -creo que también en El Uno solo- es un reductor del deseo. Ven todas las pequeñas indicaciones de que hay que llevar el deseo en su proyección de infinitud a una finitud posible en un análisis. El analista como reductor del deseo, ¿no les parece un analista situado del lado del no-todo, acotando los todo o nada del analizante, tal cual se vayan presentando en ese análisis?

Miller dice, “de un deseo henchido, entusiasta, -acá utiliza el término entusiasmo como algo más bien negativo, no como lo trabaja Lacan en “Televisión”-, de apariencia caótica, orientado hacia diferentes objetos, se obtiene una minoración”.

Y finalmente, en el Seminario 7, en la página 262, Lacan habla de un deseo radical. Hay que encontrarse con el deseo radival. Como es un seminario que hace hincapié en la tragedia, el deseo radical es algo catastrófico y terminamos en Antígona. Pero no necesariamente el deseo radical tiene que terminar en la tragedia, porque Lacan también dice que el análisis es un pasaje de la tragedia a la comedia, dice las dos cosas de acuerdo al momento de su enseñanza.

3.- Volver al amor, calmar a la furia.

A pesar del esfuerzo en distinguir dos tipos de infinitos, uno sin límite y otro con límite como vimos, que llevó a Lacan a la teoría de la compacidad en el Seminario 20, ¿cómo seguirla? Les cuento en qué me enredo cuando llego a este punto, a partir de ahora empiezan los problemas. No les puedo brindar información exacta de dónde podemos empezar a encontrar este problema en Lacan. Pero siempre me llamó la atención la introducción por parte de Lacan del término inconmensurable. Lo quieren hacer pasar por infinito. Si uno investiga ese término enseguida te dicen que es un infinito, pero como sabemos que hay distintos tipos de infinito nos podemos preguntar un poco más. ¿Qué infinito es?, ¿es ilimitado? Cuando por ejemplo se habla de un amor inconmensurable, -la gente habla de eso-, se afirma de él que es ilimitado, pero se agrega que es el amor incondicional y ya uno, cuando llega a ese punto, dice “acá hay algo raro”. ¿Por qué tienen que llegar a ver lo inconmensurable del lado de lo incondicional? Supongamos que lo sea, que exista el amor incondicional, ¿es incondicional para dos o para uno?, ¿para dos parletres en vínculo o para uno de los dos?, ¿es simétrico o asimétrico? Kuhn, en el campo de la filosofía, concebía la inconmensurabilidad entre dos teorías como la imposibilidad de traducción de dichas teorías a un mismo lenguaje, o sea, una definición lacaniana. Kuhn pescaba que no hay relación.

Si lo incondicional existiera, serían dos incondicionales diferentes, no habría encuentro entre esos dos incondicionales. Los engaños que caen en un análisis cuando se verifica esto. Entonces nos queda inconmensurable vecino a ilimitado, no a infinito.

Cuando Lacan afirma que “el amor es dar lo que no se tiene”, si yo hiciera una encuesta ahora que somos 158, encontraría 158 definiciones diferentes de esa fórmula. Nunca terminé de captar del todo qué quiere decir Lacan con “el amor es dar lo que no se tiene”. Por eso me detengo ahora, porque engarza con cómo quiero continuar. Es seguro que queda vedada la posibilidad de dar algo, o sea tenemos que suponer que lo que se da es una imposibilidad, cosa difícil de pensar, cómo se da una imposibilidad. Tampoco se trata de no dar nada, otra versión posible, “tengo algo para darte pero no te lo doy, jodete”. Dar una imposibilidad, hace también vecindad con la frase del Seminario 19:“Te demando que rechaces lo que te ofrezco porque no es eso”. “No es eso” es una manera de indicar imposibilidad. Por ahí no. ¿No hacemos eso en el análisis todo el tiempo, mucho más que decir por ahí sí? Pero no decimos por ahí no en las acciones y conductas en la vida del analizante, sino cuando el sujeto se descifra, que puede ir hacia el infinito, y si uno no lo para, sigue en una carrera hacia el infinito. ¿No es esta otra versión del no-todo? Y a la altura del Seminario 10, aparece una frase – y a partir de ahora el desarrollo se pone bien heavy– sobre la cual vuelvo siempre, porque nunca me convence del todo las explicaciones que he leído. La frase del Seminario 10, “Sólo el amor permite al goce condescender al deseo”. Cuando Lacan la presenta dice que esa frase es un aforismo, que nos va a proponer un aforismo y dice esa frase. Lo primero que hay que preguntarse es por qué Lacan la incluyó –no fue la única- dentro de la categoría de aforismo. El aforismo es, siguiendo a Miller, en Un esfuerzo de poesía, una proposición que resume una sabiduría y la expresa bajo una forma concisa, breve. Pero -dice Miller- “el dicho que aforiza siempre nos aporta un universal y nos lo tira”. Hay ahí una contradicción porque una frase tan enigmática y que a uno le suena no-todista desde el vamos, al definirla como aforismo de repente queda muy del lado del universal. ¿Cómo sería eso? Si queremos hablar, -como si se pudiera hablar del no-todo-, ¿qué lazos tendría con un universal? Entonces ¿por qué una frase que pinta para nuestro tema sobre el no- todo, se presenta como un aforismo? Esta es la pregunta que me hice. Pero hay otro dato que aporta Miller, que me parece que aclara un poco la cuestión, no-toda, Para Lacan –dice Miller-, “el horizonte mismo de la sabiduría es un ingeniárselas con el goce por fin conseguido”. Pueden trabajar esta frase porque es perfectamente compatible con las fórmulas de la sexuación y con la teoría de los goces en el nudo. “Ingeniárselas con el goce por fin conseguido”, ese es un ejemplo de no-todo en acto, un pasaje de algo que se presenta como universal, pero ancla en un goce singular, no importa definir cuál, de cómo se encarna una supuesta sabiduría en cada quien; no lo que vale para todos sino lo que vale para ese sujeto.

¿Le daríamos entonces un estatuto lógico a la frase? Si queremos zafar del aforismo, ¿iríamos hacia la lógica, por ejemplo, diríamos que es un axioma, diríamos incluso que es una fórmula, diríamos que es un matema? Yo creo que no. Y voy a decir una de mis hipótesis: veo más al no-todo del lado de la topología que del lado de la lógica. Pero eso es para seguirla. Propongo leer esta frase del Seminario 10 desde las frases antes mencionadas del Seminario 19, o sea voy a leer “sólo el amor permite al goce condescender al deseo ”desde “te demando que rechaces lo que te ofrezco porque no es eso”. Pero ¿desde qué punto de vista voy a hacer esa lectura? Preguntándome muy simplemente en qué se parecen, porque parecen dos frases completamente diferentes. Se parecen en que las dos están sostenidas en tres términos, en el caso del Seminario 19 en tres verbos y en el caso del Seminario 10 en tres sustantivos. Lo voy a decir mal, Lacan basculó toda su enseñanza entre el 3 y el 4, eso se puede seguir en toda su enseñanza, pero el cuarto es algo que interviene sobre un 3, no se puede contar 1, 2, 3, 4 en el nudo. O sea que seguimos conservando el 3 más un cuarto.

A los fines de la presentación de hoy, la frase que estamos tratando de dilucidar, no puede ser pensada sin los tres términos, goce, amor, deseo, de alguna manera articulados; después podríamos decir anudados. Y es en ese punto donde empiezan los problemas. La frase se independizó por completo, y no está mal que haya sido así, del contexto en que fue proferida en el Seminario 10, seminario de la angustia, y quedó como una frase a la cual se le podía hacer decir muchas cosas. Eso no está mal, pero veamos primero en qué contexto surgió para ver después qué le podemos hacer decir.

Entonces, 1- Lacan afirma que no podría haber amor en absoluto si no hubiera cultura, (seminario de la angustia). Dice “no podemos servirnos del amor como primero ni como último término”, por eso lo pone en el medio y aclara qué es medio, no mediación. Recuerden que en el Seminario de la angustia, también habla de un lugar medio de la angustia entre el goce y el deseo, ese es otro tema para desarrollar, porque tenemos goce y deseo y el medio es la angustia, pero también el medio es el amor. Dice Lacan, citando a La Rochefoucault: ¿cuánta gente no hubiera amado jamás si no hubiera oído hablar de amor? Amor, en esta forma aforismo que estamos trabajando es lo que Lacan llama allí el amor sublimación, y lo quiere diferenciar de la degradación de la vida amorosa, de la mujer como objeto, etcétera. Siguiente clase a la que trabaja la fórmula: “debemos concebir al goce como profundamente independiente de la articulación al deseo”. Pero el amor produce una articulación entre goce y deseo. “En el hombre, la limitación que le impone su relación con el deseo” Seminario 10, para el hombre es menos fi esa limitación. En ese contexto hay que ubicar que Lacan empieza a decir que el goce de la mujer es mayor que el del hombre, esta es toda la temática que rodea a la frase. Ahora, el mismo Lacan dice ¿”lo es un cuarto o un décimo?” Nos viene a decir que la cantidad no es lo que tenemos que pensar, por eso les hablé de lo inconmensurable y de lo ilimitado. ¿Podríamos entonces empezar por el lado de lo ilimitado, como diferente de mayor, menor, contable? Y después, pasando a otro tema, les digo que el menos fi es el vacío de la vasija, la misma que define al homo faber. Y esto me parece fundamental. Mientras que la mujer es primordialmente una tejedora, el hombre es sin duda, el alfarero. Entonces no vamos a ir muy lejos con el alfarero, pero sí vamos a poder pensar el no-todo del lado de un tejido posible.

Nunca hemos usado esa frase en la parte amor como amor sublimación, jamás, ¿se trata entonces en esa frase de un amor no-todo?, ¿hay que empezar a pensar ahí un amor no todo? ¿El amor teje? Si no teje el amor, no sé, no creo que se teja mucho con la pulsión y el goce fálico. Y además, ¿qué tipo de ilimitado es? Si aceptamos el recorrido hasta aquí se trata de lo inconmensurable, como lo no medible para oponerlo a lo medible, circunscripto, localizado, contable. Leamos la frase hasta donde llegamos con el recorrido propuesto: “sólo el amor como no-todo, ilimitado pero en el sentido de inconmensurable, teje entre el goce y el deseo”.

4- Volver al deseo calmado el amor.

¿Por qué Lacan utiliza el término condescender? Siempre me llamó la atención ese término, así que lo investigué un poco y les traigo mis reflexiones a ver si nos ayuda a dar una vuelta más sobre este tema, agregarle una perspectiva.

Condescender es acomodarse o adaptarse una persona al gusto y la voluntad de otra. Piensen en la posiciónes analista-analizante. Hay dos versiones en Lacan de esta cuestión: la que acabo de leerles y la segunda que es cuando afirma que las mujeres se acomodan incomodándose al deseo masculino, Seminario 20, tercera transgresión. En el Seminario 10, -ven que se me va un poquito la lengua pero enseguida vuelvo para atrás, no soy un transgresor pleno-, la relación de condescender parece ser más general, implica acomodarse aunque no sea lo que uno siente o quiere en realidad. El analista, ¿condesciende a su analizante?, esta es la perspectiva que les propongo interrogar. Observen la proximidad de las dos versiones. El acomodarse parece estar suspendido a cierta incomodidad, por eso se habla de cierta amabilidad forzada en el condescender. La cuestión es que condescender proviene del latín que significa rebajarse para ponerse a nivel de alguien, pero no por necesidad u obligación, -no se trata del discurso del amo-, sino por bondad. Terencio decía “la condescendencia crea amigos y la verdad odios”, pero hay un uso poco subrayado y esta para mí fue como una especie de novedad, condescender es consentir. Esa me parece la clave para leer esa frase, consentir, o sea, sólo el amor permite al goce consentir al deseo. ¿Les suena de otra manera? Si pensamos que el análisis como dice Miller en Sutilezas analíticas debería conducir a una reducción. Y como ya trabajamos el término deseo, podríamos agregar, sólo el amor permite al goce consentir con la finitud de un deseo singular.

Nos queda el goce. Vamos de problema en problema. Hasta el Seminario 10, el goce se soporta en una definición que aparece por primera vez en el Seminario 7, La ética del psicoanálisis. Ahora me voy a detener en el Seminario 7. Vean que consentí, condescendí al deseo de la Sección La Plata de la EOL.

El goce es un mal, nos dice Lacan en el Seminario 7, y la remata diciendo que es un mal porque entraña el mal del prójimo. A mí siempre me perturbó esa definición, aun leyéndola desde la última enseñanza. A la vez dice que el goce es la satisfacción de una pulsión. Esas son las dos definiciones del goce de Lacan, Seminario 7, que creo que es la primera vez que define el goce. No es que no haya hablado del goce, pero ahí lo define. Es un mal porque implica el mal del prójimo y es la satisfacción de una pulsión. Así lee Lacan a esa altura de su enseñanza El malestar en la cultura y Más allá del principio del placer. Dice “quienes prefieren los cuentos de hadas, hacen oídos sordos cuando se les habla de la tendencia nativa del hombre a la maldad”. Pero Lacan después no va a decir esto. Tenemos un Lacan que afirmaba que el hombre naturalmente tenía una tendencia a la maldad, o sea, entraba dentro de un campo de la filosofía que piensa eso. Después, cuando empieza a investigar a los chinos, no piensa eso, Spinoza no piensa eso. Este desarrollo sólo cierra dos páginas después: “esa maldad fundamental que habita en ese prójimo, pero por lo tanto habita también en mí mismo”. Entonces, no es que implica el mal del prójimo, el mal del prójimo es el mío propio, ahí está el rulito al que Lacan nos tiene acostumbrados en un montón de otras cosas, “y qué me es más próximo que ese prójimo, que ese núcleo de mí mismo, que es el del goce. –Seminario 7-, al que no oso aproximarme”. Y eso es lo que a veces justifica que vaya a un análisis, para aproximarme a ese núcleo de mí mismo que es el goce.

Luego de esta presentación, Lacan se dedica en el capítulo siguiente a ubicar las barreras ante el goce, pero primero ubica el goce de la transgresión. Por eso me reía cuando preparaba estas notas por las referencias que hice a las tres veces que transgredí lo que había arreglado con José. Lacan se pregunta ¿hacia qué meta progresa el goce para tener que apoyarse, para alcanzarla en la transgresión? No importa que después Lacan cambie mucho su manera de pensar el goce, saquémosle el jugo a esto. Pero, ¿no les parece próxima la estructura de la pregunta que habla de una meta hacia la cual progresa el goce, que la frase a la cual me estoy dedicando hoy –“sólo el amor permite al goce condescender al deseo”?

En el Seminario 7, el goce progresa hacia una meta, no define Lacan cual, pero supongamos por la definición que da que progresa hacia el mal, podemos decir que progresa hacia la satisfacción, podemos decir que toda satisfacción implica un mal. Por eso trabaja Más allá del principio del placer y El malestar en la cultura. Todo el clima del Seminario 7 es de análisis de la tragedia. Entonces el goce progresa hacia una meta y lo obtiene en la transgresión. En el Seminario 10, el goce condesciende al deseo a través del amor. O sea, ven que la estructura es también de tres, casi es una constante. Después los términos que usemos y cómo los acomoda Lacan, nos hace reflexionar cosas, pero ahí hay una constante. Entonces, ¿a qué llamamos estructura acá? Al ternario de términos siempre presentes en estas formulaciones. Siempre se trata de tres términos y sus vinculaciones y transformaciones posibles. Pero también hay retrocesos en la obtención de esa meta a saber, el atentar contra la imagen del otro, el altruismo, la filantropía, la compasión, por supuesto que también está Sade. Me detengo ahí, para completar la frase del lado del goce con esta pequeña investigación por el Seminario 7. Nos queda pensarlo hasta los Seminarios 10, y 11del lado del goce pulsional, porque hemos visto que el goce es la satisfacción de una pulsión.

Y ahora viene la última articulación que les quiero hacer, lo van a encontrar en el Seminario 11, en la respuesta a una pregunta, ni siquiera en la orientación que Lacan dio a esa clase. Lacan se pregunta por la articulación entre el deseo y el goce, por la articulación entre el deseo y la pulsión, y nos dice una cosa sorprendente, dice que hay deseo articulado a la pulsión y que a eso lo llama deseo pesado, pero que hay deseo no articulado a la pulsión y a eso lo llama deseo vacío, deseo loco. Lo dice así: “no es que el deseo se engancha en el objeto de la pulsión, sino que el deseo le da la vuelta en la medida en que es actuado en la pulsión”. Lacan habla que el deseo está actuado en la pulsión. Hay que captar ese detalle, es lo que les propongo.  Lacan sigue: “Pero no es forzoso que todo deseo sea actuado en la pulsión” Entonces hay un deseo actuado en la pulsión y un deseo no actuado en la pulsión, hay también deseos vacíos, deseos locos, los no actuados en la pulsión.

Voy a las conclusiones: la fórmula, el deseo es actuado en la pulsión, ¿cómo pensarla? El deseo estructuralmente es deseo insatisfecho, el deseo estructuralmente es loco, no tiene un objeto predeterminado en la realidad, eso es lo que hace a la infinitud del deseo, porque estructuralmente el deseo es eso. Entonces, si el deseo “agarra” a la pulsión con su insatisfacción, que es estructural y de base, fogonea todo el tiempo la pulsión, actúa en la pulsión que vira a los excesos que conocemos en nuestra práctica. Que después Lacan recurra a otras maneras de explicar esta misma cuestión, no quita el enorme esfuerzo que hace, en el Seminario 11, para explicar ese fenómeno, porque no va de suyo que una pulsión se vuelva loca. Hipótesis: en la frase “sólo el amor permite al goce condescender al deseo”, el término goce, por la época en que está formulada la frase, es un goce pulsional articulado al deseo con sus excesos consecuentes, hay que pensarla en esa perspectiva. Y si Lacan piensa que el amor frena eso, le da otra orientación, lo manda a otro lado, es porque sólo puede pensarse como amor de transferencia, no es por romántico que Lacan nos cuenta estas cosas. No está haciendo una novela de amor. Es una indicación para la dirección de la cura, “sólo el amor permite al goce condescender al deseo”. Pero ¿qué otra orientación le da? Y con esto voy terminando. La de un deseo finito. Es lo contrario a la idea del deseo como deseo del Otro, porque apunta a un deseo singular, si este existiera. Deseo finito es entonces, deseo singular, el de un sujeto, otra manera de pensar el uno por uno, pero muy restringido, aquel que ha tomado distancia de sus deseos locos y se dedica al límite variable, podría decir vacilante pero decidido y a la vez más ligero, que un análisis le ofreció con su inconmensurable. Esta es la conclusión que les puedo ofrecer luego de este recorrido.

José Lachevsky: -Bueno Luis, cuando te presenté y dije que ibas a hacer un verdadero acto de invención, me quedé corto, nos diste más de lo que te pedimos.

Luis Tudanca: Mónica Boada me pide que repita la hipótesis final, la tengo escrita, me salió así y si me pidieras que te la explique tampoco lo podría hacer, pero la leo de nuevo. Entonces, la de un deseo finito que es lo contrario al deseo como deseo del Otro. Digo, deseo finito entonces es deseo singular, el de un sujeto, muy restringido, aquel que ha tomado distancia de su deseo loco, porque hicimos la diferencia entre deseo pesado y deseo vacío o loco, entre el deseo actuado y el no actuado. Entonces supuestamente en un análisis tendrías que pasar del deseo actuado al deseo finito, de la infinitización posible del sujeto a un deseo finito. Aquel que ha tomado distancia de su deseo loco y se dedica al límite, variable, vacilante pero decidido y a la vez más ligero, quiero decir que si el deseo se hace finito, uno se siente más ligero. El deseo infinito provoca un peso de todo lo que se les ocurra en la existencia, corporal, moral, etcétera. No todo es goce, hay que ver las articulaciones posibles en un análisis. No importa que después no puedas medir las consecuencias de ese deseo finito, el tema es que llegues a él, y deberás renovarlo porque no lo tenés garantizado tampoco.

Es obvio que todo esto está pensado desde la noción de síntoma como anudante, sino no se puede terminar, ¿qué anuda goce, deseo y amor? El síntoma, no hay otra manera de pensar, el síntoma como cuarto cuarto, pero eso no quita el esfuerzo enorme de Lacan, sin tener esa concepción, que la tiene al final de su obra, de dar vueltas con la articulación de tres términos. Si necesita articular términos tan diferentes, es porque está pensando que hay algo que en un análisis tiene que pasar por ahí, por esa articulación.

José Lachevsky: -Por eso Luis me parece muy interesante esto que dijiste que para pensar el no-todo, pasar de una lógica a una topología. Creo que Lacan necesitó eso también, por ahí lo presentó como una lógica pero poco después pasó a la topología, al nudo, para ver qué era lo anudante.

Luis Tudanca: -La lógica queda reducida a dos términos, no llega a completar los tres. Lacan intentó todas, pero siempre investigando el tres, pasó por el silogismo, por las virtudes teologales, -fe, esperanza y caridad-, pasó por la trinidad cristiana,- padre, hijo, espíritu santo-, siempre tuvo una interrogación por el tres. Y la primera conferencia que le conocemos es “Lo real, lo simbólico y lo imaginario”, empezó por ahí, después tardó 25 años en llegar al nudo. Pero siempre tuvo esa idea. Después están las fanfarronadas. Decir que ya cuando era estudiante de medicina buscaba el nudo en el cuerpo. Te creemos porque te queremos.

Preguntas

(Lee del chat) El bien, lo bello y lo verdadero también.

Luis Tudanca: Me parece que en el Seminario 7, toma lo bello más como defensa, como barrera ante el goce. Después Lacan dice lo contrario de lo bello, no del bien y de lo verdadero, porque lo bello también puede mostrar el horror, lo real, pero después ya rompe ese tres Lacan en la continuación de su obra. Si bien en un principio podríamos pensarlo de ese lado, con los otros tres que mencioné también, son intentos de Lacan de pensar ese ternario, pero después los hace caer a todos. El único que le queda es RSI, y todos los demás quedan cuestionados.

Paula Vallejo: -Te quiero agradecer la exposición, me hiciste pensar y me encantó la forma de llevar adelante la propuesta con esas puntuaciones que la verdad atraviesan un montón de seminarios. No sé si yo voy a poder formular bien mi pregunta. Pero quería retomar para tratar de conversar un poquito más esta hipótesis de la finitud del deseo que es no-todista, que me parece que explica muy bien,-o por lo menos nos permite poder asir clínicamente con los ejemplos que nos diste, algo de eso en los primeros momentos de la enseñanza-, cuando decís de que el psicoanálisis se orienta hacia la reducción de esa infinitud del deseo. Me pareció una perla, me orienta clínicamente. Y al final, cuando decís que un deseo fogonea a la pulsión, que la pulsión se vuelve loca porque hay un deseo infinito que la fogonea, pensaba si cuando planteás el poder dedicarse al límite variable, decidido pero más ligero, se trata de un deseo que ancla la pulsión, o más bien, que la pulsión ancla al deseo. Me hizo pensar en la cuestión de la manía como ejemplo clínico que hace a la dificultad de esa localización, como contra ejemplo, para poder asir esto que decís al final, pero sobre todo esta cuestión de cómo podríamos pensar la relación entre deseo y pulsión, porque para que un deseo sea finito, tiene que estar anclado en el objeto. Cuando hablás de los deseos locos, son deseos sueltos+, ¿cómo sería?

Luis Tudanca: -Claro. Ahí tendríamos que hablar de la teoría del objeto. Sigo pensando y si me mantengo en la primera enseñanza, que el objeto obtenido en el fin de análisis está más del lado de lo que Lacan llama objeto causa del deseo. Entonces, desde ese punto de vista, pero es un deseo trabajado en el análisis, y que a Lacan le entusiasmó para pensarlo como la posición del analista, el objeto causa del deseo, no el objeto a como plus de gozar. En todo caso en el Seminario 17 lo que dice Lacan que del lado del analista se va acumulando el plus de gozar del analizante, o sea el proceso de reducción también. En cada uno de los lugares donde uno busca este tema, siempre van a ese punto y en el nudo, el objeto a termina siendo causa del deseo. Habría que investigar si ese causa del deseo en el nudo es el mismo causa del deseo que en el Seminario 10, yo creo que no, pero sigue conservando la idea de objeto a como causa del deseo. Así que el objeto a como causa del deseo, es un objeto desprendido de ese fogoneo y a la vez de esa infinitud, es como que se despeja en el análisis y te encontrás con el deseo que está sostenido en un objeto, el objeto causa, pero ¿qué te causa? Muy poquitas cosas. No hay shopping para ese deseo.

Belén Zubillaga: -Me quedé con algo que me pareció precioso. Vos planteas de entrada que sólo el análisis es finito si lo pensamos desde la perspectiva del no-todo, y después hablas del tejido que enlaza a lo femenino y al amor, y terminas casi planteando el análisis como un tejido finito que se accedería vía el amor de transferencia, un tejido que sabemos no es sin agujeros. Sería como la síntesis, dentro de la complejidad de este tema que a veces nos hace tartamudear, si estás de acuerdo.

Luis Tudanca: -Podría aclarar un poco el término tejido. Porque Lacan usa dos términos para referirse al término tejido, el término tisú y el término tisage. Los que saben francés pueden distinguir entre un tejido que se está haciendo y un tejido terminado. Entonces, cuando digo tejido que se está haciendo, el análisis es el acto de tejer, no el tejido terminado. Y eso es el no-todo, el análisis no te hace un alfarero, te hace un tejedor, ese es el punto. Y de vez en cuando te vas al shopping a comprarte un pullover.

Abraham Szulacki: -Buenas noches, muchas gracias a usted y a la Sección por sobre todas las cosas. Una crítica y una propuesta, la crítica es que a mí me parece que cuando usted dio las definiciones de infinito, justamente ahí no había que irse, más bien hay que realmente quedarse para después seguir lo que propone después. Porque articulando con lo que dice Paula, lo que me da la sensación de lo que usted propone como modelo es un infinito entre reales, de ese infinito es del que está hablando, entre límites. En el caso de los números en la matemática, entre el 1 y el 3, pero ahí estaría como un infinito real anclado e infinito al fin. Es una propuesta mía.

Luis Tudanca: -Lo que pasa es que este es un tema que Lacan retoma en la última enseñanza, no era lo que había acordado con la sección para desarrollar. Lo que decís, Lacan lo retoma con la teoría de la compacidad en el Seminario 20, y estoy de acuerdo, es un tema para seguirlo por ese lado. Y precisamente vuelve allí al ejemplo de Aquiles y la tortuga, y ubica del lado de la lógica de la sexuación masculina a uno y a otro, y qué pasaría de un lado y del otro con los dos, y hace todo un desarrollo. Pero eso excedía lo que había convenido con José, que era hasta el Seminario 10 con pequeñas transgresiones. Eso hay que seguirlo por el lado de la teoría de la compacidad.

Alma Pérez Abella: -Buena noches a todos. Luis, precioso trabajo, como siempre agradezco el estilo que anima. Me quedé pensando en algo que plantea Lacha al inicio de esta conversación con respecto al entusiasmo y cómo pensar entonces ese deseo más ligado a lo topológico según lo que traés, un deseo finito, y ese entusiasmo que recordaba Lacha que Lacan destacaba.

Luis Tudanca: -No es el deseo el topológico, lo que yo planteé como topológico es el no- todo. No todo es simbólico, no todo es imaginario, no todo es real y con eso nos las vemos todos los días. Y el síntoma mismo incluye ese quilombo. ¿Cómo hago para todo el tiempo tratar de anudarlos?, porque todo el tiempo se están desarticulando, desanudando, y otra vez hay que volverlos a anudar. Eso es saber hacer ahí con el síntoma. Es un ejercicio para todos los días cómo uno se las arregla con el síntoma. Lo que planteaba como topológico, me gusta más hablar de la topología del no-todo que de la lógica del no-todo. No es tampoco una alta precisión, ni que vamos a cambiar nada de la teoría psicoanalítica por esto, por eso daba el ejemplo. El deseo como finito, me parece como uno de los integrantes del ternario y cómo se resuelve en un análisis, son dos cosas un poco diferentes. Un análisis, yo propongo, debería llevar del deseo henchido, infinito, inflado, a una especie de globo que lo pinchas y se desinfla. Y es eso lo que obtenes en un fin de análisis, por eso el término finitud es muy interesante, porque la neurosis siempre tiene ideas de infinito, ya sea del goce, del deseo, del amor. Qué es el amor cuando uno dice que es para toda la vida y más allá, la eternidad, son siempre ideas de infinito. Cuando eso se aplaca, hay un relajamiento muy grande en la ex -sistencia de alguien.

Jorge Santopolo: -Luis, buenas noches. Recién puse lo de lo bello, lo verdadero. Agradezco el recorrido, me sorprendió encontrar todas las puntuaciones respecto del amor. Estamos trabajando en el Seminario del Campo Freudiano el tema del amor. Y me quedé pensando sobre el final, vos decís que si el amor es lo que frena eso del deseo que cuando agarra la pulsión lo conduce al exceso, dijiste que lo que había que pensar era el amor de transferencia. Te iba a pedir si podés comentar un poco más cómo entender el amor de transferencia del final del 11, o del 11 en general, porque tenemos la cara sujeto supuesto saber, la cara cierre del inconsciente de la transferencia y el amor sin límites.

Luis Tudanca: -Ese es el único que nos permitiría… el último. Porque después tenemos en el 11 la construcción del sujeto supuesto saber y el cierre del inconsciente, como vos lo describiste. Sólo ese amor sin límite fuera de la ley del final…

Jorge Santopolo: -Pero es un tipo de llegada ese.

Luis Tudanca: -Es un punto de llegada para el analizante, pero el analista ¿dónde está? Tendría que estar del lado del analista eso. Hay que leer la frase tanto del lado del analista como del lado del analizante, como punto de llegada y como punto de orientación y dirección de la cura.

Christian Martín: -Te agradezco el recorrido que hiciste Luis, el esfuerzo, deja muchas claves para pensar. Voy a hacer una trampa por el hecho de empezar desde un lugar tramposo para ir hacia lo que me parece que me ayudó a pensar. Lo que fuiste hablando en términos de la cuestión topológica, de lo que ayuda la topología en seguir ese recorrido, me permitió llevar un problema que me parece que es más planteado de la última enseñanza a nivel del Seminario 22, a estas coordenadas. Me parece que ahí cuando plantea Lacan a la mujer como síntoma del hombre, como un punto de algo permite en su punto de creer ahí –dice Lacan-, lo que permite detener algo de la locura fantasmática, del sustituir una por otra, algo de ese punto de creencia engancha el amor, lo mismo que la cuestión del síntoma, del creer ahí del síntoma. Y me parece que lo que me ayudaba a pensar era la cuestión de un deseo no actuado en la pulsión, cómo un deseo loco estructuralmente, fogoneado en la pulsión, es la clave del amor para que el deseo deje de fogonear el goce de ese amor hacia un deseo finito en el recorrido analítico. Me pareció que son claves para leer cosas que quizás se pueden encontrar en la última enseñanza.

Luis Tudanca: -Pero vos das la solución para el hombre, la mujer como síntoma del hombre es para el hombre. Como no hay equivalencia de esa fórmula para las mujeres, tendríamos que tomar la otra perspectiva, pero está muy bien lo que decís. Efectivamente, puede ser un punto de llegada para un hombre ubicar a la mujer como su síntoma, y toda la creencia. Eso está en la clase 4 de RSI, y Lacan distingue tres tipos de creencia. Creer ahí es una de las tres que propone. Y en la creencia en la mujer como síntoma tiene mucho que ver con, -una vez Laurent en una jornada de la escuela, trabajó eso por el lado que para analizarse, uno tiene que tener una creencia en el síntoma, lo hizo más general. Creo que se llamaba “El delirio del inconsciente sin síntoma” y “El delirio del síntoma sin inconsciente”. Son dos conferencias que trabajó en jornadas de la EOL de hace años. Pero sí, esa es la solución para el hombre, que es por supuesto salir del lado más de la elección de objeto en la degradación de la vida amorosa por el lado del fantasma.

Alejandra Gorriz: -Buenas noches, gracias Luis como dijo alguno por ahí por el estilo, que resulta ameno y vivificante. Me quedó resonando el tema del deseo vacío loco, pero tal vez me quedó resonando o me interrogó en el punto de que vacío, últimamente venimos escuchando mucho a partir de la última enseñanza de la significación vacía en relación al no-todo. Entonces cuando mencionaste lo del deseo vacío loco, que justamente no quedaba en relación al no-todo me hizo ruido, pero después me quedé regulando sobre eso y se me plantean como dos conceptos, el tema de finitud y de vacío en relación al no-todo. La finitud como la planteas me parece interesantísimo pensarla en relación al deseo y al no-todo, y la cuestión de la significación vacía después en otro momento, el vacío ahí puesto en relación al no-todo pero en relación a la significación.

Luis Tudanca: -Son dos cosas incomparables.

Ale Gorriz: .-Pero a partir del vacío, que es el mismo término pero utilizado completamente distintos, con funciones totalmente distintos en relación a la significación o en relación al deseo, pero se me planteó esa diferencia de pensar el no-todo tal como lo estás planteando ahora desde estos primeros seminarios a pensar después en relación a la significación como vacío.

Luis Tudanca: -Es el término que usa Lacan, pero me permito decir que el término que correspondería es el de falta y no el de vacío, porque el término del Seminario de la angustia, la distinción fundamental que establece Lacan para el objeto, es el objeto a como causa del deseo y el objeto como objeto del deseo. En el terreno del objeto del deseo, el objeto del deseo falta, cualquiera puede venir a ocupar su lugar, entonces no se trata del vacío porque el vacío en Lacan es menos fi hasta que habla de la significación vacía, pero eso es en el Seminario 24. La transgresión máxima fue hasta el 11.

Ale Gorriz: Bueno, qué va a ser. Es la locura femenina.

Luis Tudanca: Pero se entiende que la noción de vacío es relativa, que efectivamente no hay un objeto para el deseo, el objeto del deseo falta y por eso es enloquecedor. Por eso deseo loco es por intentar llenar esa falta con algún objeto. Y si a partir de ahí eso se mezcla con la pulsión, vienen todos los excesos y las locuras.

Ale Gorriz: -Por eso la cuestión de la finitud le da la otra vuelta en relación al no- todo, para estudiarlo.

Luis Tudanca: -O sea, la reducción en un análisis no hay que pensarla sólo en relación al goce, lo que ya también es discutible si se trata de reducción o de transformación, porque no es lo mismo. Pero supongamos que mantenemos el término reducción, no es un término que a mí me guste mucho, porque reducir significa que el analista podría suponer que hay un goce a reducir, y desde qué lectura podríamos hacer eso. En todo caso, el analizante sería el que debería orientarnos a si hay un goce a reducir. Por eso el término reducir siempre trae problemas, pero transformar es otra cosa y cada uno verá qué quiere transformar. Pero si usamos el término reducir con todas estas salvedades, no se trata de reducir el goce solamente en un análisis, porque el deseo es enloquecedor y hay que reducirlo también, y hay amores locos, que matan. Entonces ese término hay que pensarlo en el ternario, no hay que reducirlo. Por supuesto que hay toda una especie de fanatismo en la comunidad por leer todo en términos de goce, pero no estoy tan de acuerdo con esa lectura.

Florencia Shanahan dice en el chat:“después de la ubicación del sujeto respecto de a, la experiencia del fantasma fundamental deviene la pulsión”, del Seminario 11.

Luis Tudanca: -Sí. Pero no es la pulsión del inicio, ese es el punto. Estoy completamente de acuerdo con lo que nos recuerda Florencia, pero es una cuestión de ver esa pulsión y si seguimos hablando de reducción, ¿qué sería reducir la pulsión una vez atravesado el fantasma? Porque la pulsión del Seminario 11, ¿qué es? Porque en ese pirulo que dibuja Lacan de la pulsión en el Seminario 11, díganme ustedes dónde ven el exceso pulsional, que es lo que nosotros tratamos en un análisis. Entonces, atravesado el fantasma fundamental deviene la pulsión, deviene ese rulo, pero ese rulo está todo el tiempo fogoneado, entre otras cosas por el deseo. Pero no sólo por el deseo.

José Lachevsky: -Luis, te agradezco mucho no-todamente, -te iba a decir infinitamente, o inconmensurablemente, pero esta noche queda mal decir eso- por lo que nos dejaste como enseñanza para arrancar este año epistémico en la Sección. Y a los compañeros, colegas de la Sección, ya saben de qué se trata, esperemos sostener este nivel de entusiasmo y de compromiso. Porque lo que Luis transmitió es eso, un compromiso con una invitación y con un tema que le cayó de arriba, transgrediendo una y otra vez, creo que ha logrado dejarnos algo invalorable.

Luis Tudanca: Yo también quiero agradecerles la invitación, porque me gustó mucho el trabajo en el cual me metí. Eso es una demostración de que uno hace esas cosas por deseo, no hay otra. Y el psicoanálisis le permite a uno tener el deseo bastante restringido.

(Aplausos)