Ni tragedia ni comedia: dramaturgia de la letra

BASTA DE TRAGEDIA. BASTA DE COMEDIA. NO HAY DRAMA. Primera Noche de Biblioteca. 26 junio

Gabriela Basz

Gracias al valioso argumento que he recibido, fui hilvanando algunas ideas para esta intervención.
Pocos meses después de su impactante comentario acerca de “El Banquete de Platón”, en el mismo Seminario La transferencia (1960-61), Lacan aborda bajo el título “El mito de Edipo hoy” la trilogía del poeta Paul Claudel. Si bien insiste en ubicarla como tragedia contemporánea, al leer sus elaboraciones y las obras de Claudel, resuena la expresión “trágico chocho”, formulada por el mismo Lacan en su escrito “Kant con Sade”. De hecho, esta expresión me parece que está implícita en la pregunta: ¿dónde está el secreto de lo que conmueve a través de una historia que se presenta con el aspecto de algo increíble, llevado a una especie de caricatura?, con la que Lacan aborda la trilogía.(1) Podemos plantear aquí que si lo trágico noble, que proviene de la tragedia griega, trasmite la nobleza, la ejemplaridad de sus personajes (héroes) aún en su caída, los personajes de la trilogía de Claudel no tienen nada de ejemplar, más bien bordean lo “trágico chocho”. Un ejemplo: Sygne muere por una bala disparada por su primo-amante Georges contra Turelure (que participó de la ejecución y confiscación de bienes de la familia de Sygne, pero a quien chantajea para casarse con ella); ella se interpone y muere rechazando toda apelación a Dios. Un disparate.
¿Se trata, entonces, del Edipo? Sí, pero de uno que ha perdido su estrellato en una sociedad en que se pierde, cada vez más, el sentido de la tragedia (tal como plantea Lacan en “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”). El asunto es la diferencia entre un A en el cual está inscripto el destino del sujeto vía el sentido, y la búsqueda, por parte de Lacan, de un sentido nuevo dado a lo trágico humano. Para ello va a comparar a Sygne con Antígona: “El dios malvado de la tragedia antigua se relaciona con el hombre a través de la Áte (diosa de la fatalidad, destino), algo articulado cuyo orden está en ÉL. Esta Áte del A en la que se inscribe el destino de Antígona tiene un sentido… El sacrificio de Sygne conduce a la irrisión absoluta de sus fines… Más allá de todo sentido… Esta obra, supuestamente de un creyente, ¿no es para nosotros índice de un sentido nuevo dado a lo trágico humano?” (2)
En este apartado de su Seminario, Lacan se refiere a tres versiones del Edipo: El padre asesinado, el padre en la condena eterna de su muerte y el padre humillado. Aquí recordamos a Freud: en Edipo de Sófocles la fantasía infantil es realizada, en Hamlet es reprimida. En la trilogía de Claudel… se trata de la descomposición caricatural del Edipo. Encuentro en mi lectura que Lacan se sirve de la segunda y tercera versión del Edipo para revelar el valor del significante en un aspecto poco tratado por él hasta ese momento. De la escena de muerte del padre de Hamlet destaca: “es por la oreja donde se vierte el veneno, qué entra por la oreja sino una palabra…” (3) Sobre los personajes de Claudel: “la ambigüedad de los nombres que les fueron conferidos está allí para indicarnos que es legítimo interpretarlos como momentos de la incidencia de lo simbólico sobre la misma carne” (…)  “la imposición del significante sobre el hombre es aquello que lo marca y que a la vez lo desfigura”. (4)
Ejemplos acerca de lalengua venenosa, esa otredad que traumatiza, intoxica. Lalengua como depósito de las huellas de los que nos han hablado, que vive del malentendido, donde sonidos y sentidos se cruzan. Y cuyos efectos nos afectan, tocan el cuerpo: traumatiza, duele, emociona.
Lacan se pregunta quién es el padre humillado. Efectivamente no va de suyo: puede ser el cura Badilon, puede ser el Papa, puede ser Lois (hijo de Sygne y Turelure). Se decide por Turelure: su obscenidad, su impudicia, su drama, su asesinato. En este personaje, la humillación del padre confina con lo abyecto. Demolición, entonces, de la representación del padre, masacrado al estilo bufonesco, tragicómico, en una escena en la que Lois, armado de dos pistolas que no se disparan, “lo mata” de miedo. Otro disparate. El hijo parricida recupera su herencia, pero pasará a otra dimensión, se siniestriza, se caricaturiza, se tureluriza. Lacan juega con la homofonía entre Tuer le pere (matar al padre) y Tu es le pere (Tú eres el padre).
Por otra parte, será la amante de Lois (Lumir), quien le entrega a este la mujer de su padre (Sichel), operación a la que Lacan nombra “descomposición estructural” y que relaciona con un punto que parece anticipar su idea del discurso capitalista: “se le quita al sujeto su deseo y en cambio, lo envían al mercado donde pasa a la subasta general” (5)
Por supuesto, dicha descomposición estructural del Edipo nos interpela clínicamente: ¿cómo interpretar, cómo situar el deseo, si el Nombre del Padre no anda – anuda?

El análisis: dramaturgia (escritura) de una orientación por lo real.
Volvamos a la tragedia, o mejor, a la comedia. La comedia es un reflejo distorsionado de la tragedia que, lejos de enaltecer, caricaturiza a sus personajes. Y otra condición interesante:  incluye el azar en oposición al destino. Para Lacan la comedia tiene en su centro el significante fálico. El héroe cómico tropieza, pero vive. “…en la comedia nos hace reír… el hecho de que la vida se desliza, se hurta, huye, escapa a todas las barreras y precisamente a las más esenciales, las constituidas por la instancia del significante”. (6) Y el falo es el significante de esa escapada.
Encontré en un apartado del curso de Miller Respuestas de lo real, una interesante precisión al respecto. Indica que hay risa, hay comedia cuando lo que pasa a primer plano es el objeto a. El objeto a en tanto lugar donde el deseo no está, puesto que es el lugar de su causa. Consideración fundamental, ya que se trata del vacío ligado a la castración, y su efecto de producción de satisfacción como acontecimiento de cuerpo. La aparición de este objeto es lo que derriba de la posición de dominio: esta es la clave de la comedia, ya que en la misma se trata de presentar ante el público las causas del deseo en su inestable particularidad. “Podemos abreviar esto diciendo que el secreto de toda comedia es la significación del falo. Pero eso no es más que una abreviatura; la base de la risa para Lacan es el plus de gozar vislumbrado, puesto en escena”.  (7) Referencia que también podría ser freudiana: para Freud lo cómico está en la caída de la imagen fálica en tanto presente. En la comedia, cuando se disipa la dimensión fálica en su versión de dominio, aparece el objeto, aparece la causa.   
A propósito de la transferencia dice Lacan: “Siempre tenemos que vérnosla con esta a minúscula que no está, por su parte, en escena, pero que no hace otra cosa más que pedir a cada instante subir a ella para introducir su discurso en aquel que sigue sosteniéndose en la escena, aunque sólo sea para introducir el desorden, un jaleo, diciendo Basta de tragedia, o igualmente Basta de comedia, aunque de este modo es un poco mejor” (8)
Y aquí estamos, ocupándonos del objeto y la tragicomedia humana. Considero que más allá de la IA, la transferencia tiene que estar encarnada; el analista dispuesto a ocupar el lugar de semblante de objeto para causar… el sentimiento de vida, esa vida que se fuga… No será ningún héroe, pero se trata de una acción valiosa, incluso o especialmente, en los tiempos que corren.

Notas
(1) Lacan, J. (1960-61) El Seminario. Libro 8: La transferencia, Paidós, Buenos Aires, 2003. pag. 310
(2) Ibíd, pag..314-315
(3) Ibíd, pag.319
(4) Ibíd, pag.338
(5) Ibíd, pag.362-363
(6) Lacan, J. (1959-60) El Seminario. Libro 7: La ética del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1988, pag. 373
(7) Miller, J.-A. (1983-84) Respuestas de lo real, Paidós, Buenos Aires, 2024, pag. 268
(8) Lacan, J. (1962.63) El Seminario. Libro 10: La angustia, Paidós, Buenos Aires, 2006, pag.153