Lacan, “realista”…

XXVI JORNADAS ANUALES DE LA EOL: FANTASMAS, FICCIONES, MUTACIONES –Buenos Aires, 16 y 17 de septiembre de 2017

 

Plenarias286

 

Christian Ríos

 

 

En primer lugar, digamos que el texto que hoy tenemos la oportunidad de abordar, “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”, constituye un escrito producto de una conferencia dictada por Jacques Lacan el 18 de diciembre de 1967 en el Instituto Francés de Milán.

Recordemos que esa no fue su única conferencia en aquella oportunidad, ya que previamente –los días 14 y el 15 de diciembre– dictó dos conferencias más, una de ellas en el Instituto Francés de Nápoles y la otra en el Magistero de la Universidad de Roma, que llevaron por título: “La equivocación del sujeto supuesto saber” y “El psicoanálisis. Razón de un fracaso”, respectivamente.

Por otra parte, esta conferencia fue dictada tan solo unos meses después de la “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, y en ese sentido resulta posible situar las consonancias epistémicas y lógicas en la formalización realizada por Lacan entorno a la experiencia analítica y sobre todo al final del análisis bajo la axiomática del atravesamiento del fantasma.

No está demás decir que, en la conferencia, abundan los detalles y orientaciones que abren diversos caminos a profundizar, pero, a los fines de esta ocasión, elijo detenerme en el término “realista”…, ya que a mi entender sintetiza el corazón del texto y nos brinda una clave de lectura al momento de abordar algunos de los puntos cruciales de la conferencia.

Desde dicha perspectiva, ubicaría el realismo de Lacan con relación a tres puntos: la realidad y lo real, el final del análisis en términos de atravesamiento del fantasma y el cuerpo. Mencionemos que ya en el comienzo de la conferencia, Lacan se nombra como “realista”…, escrito entre comillas y con tres puntos suspensivos y se pregunta: “¿En sentido Medieval?” Por un lado, “realista”… nos conduce al debate abierto, entre realistas y nominalistas, en el campo de la filosofía medieval, aunque a diferencia del realismo filosófico, la posición de Lacan, en tanto “realista”… implica ubicar lo real, que a esta altura de su enseñanza será planteado a partir del objeto a, por decirlo de alguna manera “en relación con la realidad”.

De este modo, la realidad la situaremos en términos de articulación significante y de producción de sentido, en tanto lo real lo ubicaremos como aquello fuera de sentido, ya que –como señala Jacques Alain Miller– el sentido se fabrica en la unión entre lo simbólico y lo imaginario.

A su vez, tengamos en cuenta que, a esta altura, hacia el año 1967, Lacan no solo contaba con el objeto a, redefinido en su estatuto en El seminario, Libro 10, La Angustia, sino también con sus elaboraciones que lo articulaban en el fantasma.

El fantasma en su formulación ─$◊a─, relaciona dos elementos de órdenes diferentes: el sujeto barrado, de orden significante, y el objeto a de valor real, en tanto constituye un residuo corporal. Punto central ya que Lacan dirá que la realidad del sujeto se revela al jugarse entre estos dos órdenes. En palabras de Lacan: entre “…el sujeto del conocimiento, el falso “yo (Je) pienso”, y ese residuo corporal en el que, suficientemente, pienso, he encarnado el Dassein, para llamarlo con el nombre que me debe: el objeto a”. (1)

Al mismo tiempo, agrega que entre los dos hay que elegir y que esta es la elección del pensamiento en tanto él excluye el “yo soy” del goce, yo soy que es “yo no pienso”. Por ello, planteará que “la realidad pensada es la verdad de la alienación del sujeto, es decir su rechazo en su deser, en el yo renunciado”. (2)

En esta dimensión, constatamos el “realismo”… de Lacan en cómo piensa el cuerpo a partir del objeto a, como cuerpo fragmentado y lugar del desierto del goce, y la experiencia analítica y el final de análisis en términos del atravesamiento del fantasma. Es así, como la experiencia analítica se alejará de cualquier idea de yo autónomo, como así de toda concepción que pretenda adaptar al sujeto a la realidad.

Recordemos el siguiente pasaje:

“La idea de norma no aparece allí sino como construida. No es ese el material como se dice significativamente.

A propósito de esto, si ustedes oyen hablar de la función de un yo autónomo, no se engañen: solo se refiere al del tipo de psicoanalista que los espera en la quinta Avenida. Los adaptará a la realidad de su consultorio”. (3)

En contraposición a todo criterio adaptativo, la idea de atravesamiento del fantasma implica que este es una pantalla que se interpone entre el sujeto y lo real, y también entre el sujeto y su ser de sujeto. Lacan construyó la noción de sujeto barrado a partir de la negación de la sustancia, como vacío, e incluso como negación del ser. Situar el sujeto barrado a partir de la insuficiencia significante nos conduce a la noción de un sujeto que no se puede representar con un significante, es decir un sujeto como falta en ser. Por ello, como lo señala Miller, en su seminario Donc. La lógica de la cura (2011), la pregunta por el ser, dirigida al Otro, constituye muchas veces, aquello que precipita a un sujeto al análisis en el intento de encontrar una resolución ontológica del ser. Agreguemos también que el fantasma constituye la matriz a partir de la cual toma sentido y se ordena la realidad para el sujeto y que –en tanto pantalla– la misma puede ser atravesada, perforada e incluso traspasada en dirección a esa nada de ser que constituye el objeto. (4)

Así Lacan dirá que el analizante será aquel que realiza como alienación su “yo pienso”, en tanto descubre el fantasma como motor de la realidad psíquica, la del sujeto dividido, en tanto el analista, lejos de proponerse como la medida de la realidad será el que le desbroza al sujeto su verdad, por el hecho de ofrecerse como soporte del deser del sujeto. Digamos, función de semblante de objeto a.

Sobre los efectos propios del final del análisis, en términos de atravesamiento del fantasma, señalemos: a) la deflación del deseo, ya que el sujeto no llega a aprehender ningún ser, más bien todo lo contrario, el final del análisis revela que la captura del deseo es la captura de un des- ser (désêtre); b) efectos epistémicos en términos de un saldo de saber. Si consideramos que el fantasma se sostiene en el desconocimiento del objeto que divide al sujeto y causa el deseo, la travesía del fantasma nos conduce al develamiento de la verdad del deseo, es decir su relación radical con el goce de la pulsión; c) la resolución del lazo con el analista como representante del sujeto supuesto saber. (5)

Agreguemos, que el fantasma le fija al sujeto su lugar respecto a lo real y por lo tanto su atravesamiento produce ciertos sentimientos de desasosiego y desarraigo propio de la pérdida de la seguridad del sujeto fundada en el fantasma.

Para concluir, diremos que, en algún punto, Lacan nunca abandona dicho realismo, más bien lo extrema en su ultimísima enseñanza, ya no por la vía del objeto a, sino situando el goce opaco del síntoma, goce que no se articula al sentido y que implica reformular tanto la noción de cuerpo e inconsciente –en términos de cuerpo hablante– como así la perspectiva del final del análisis orientada hacia el saber y hacer con.

 

 

 

Texto presentado en la Mesa Plenaria: “Del psicoanálisis y sus relaciones con la realidad”, XXVI Jornadas Anuales de la EOL: Fantasmas, Ficciones, Mutaciones, 17 de septiembre de 2017.

 

Notas:

(1) Lacan, J.: “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”, en Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 378.

(2) Ibíd., pág. 378.

(3) Óp. Cit. n° 1, pág. 373.

(4) Miller, J.- A.: El uno solo, París, Inédito.

(5) Ibíd.

 

 

Bibliografía

Lacan, J.: “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.

Miller, J.-A.: Donc la lógica de la cura, Buenos Aires, Paidós, 2011.

Miller, J.- A.: El uno solo, París, Inédito.

Miller, J.-A.: El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013.