La tragedia moderna y el sentimiento delirante (*)

«LO TRÁGICO BAJO SOSPECHA». XI Jornadas EOL SLP. 26 de octubre. DUPLAS

Christian Ríos – Mariano Peiró

El abordaje del eje en cuestión, implica articular la declinación del sentido trágico a determinados cambios en la época, como así situar las consecuencias que ello conlleva en nuestra práctica.  

Dos orientaciones: 

1- La pérdida del sentido trágico conlleva dejar de leer los signos de la verdad en el dolor. El hombre moderno anticipa cualquier pregunta por la verdad bajo la forma de una certeza que cierra la puerta al inconsciente. (1)

2-El sentimiento delirante de la vida (2), nombra la manera en que se vive la pulsión, en un momento de la civilización no regido por el Nombre del Padre. Los sujetos apelan a invenciones particulares que ocupan el lugar de lo que fue el Nombre del Padre como una herramienta estándar. (3)

En dicho sentido, en los tiempos modernos, los sujetos no están exentos de tragedias, pero las mismas ya no serán las del Nombre del Padre. (4)

Tiempos modernos

Lacan, en el Seminario 17, explica la transformación del lazo social, a partir del pasaje del discurso del amo antiguo al del amo moderno; sustitución que requiere de la convergencia de la ciencia y el capitalismo con el discurso universitario.
La caracterización del discurso del amo moderno, a partir de un cuarto de vuelta regresivo al discurso del amo antiguo, ubicará en el lugar del agente el saber técnico -S2-, que podrá encarnarlo el profesor, el burócrata, o el capitalista.
Leer esta transformación del discurso amo, lleva a Lacan a producir, su más allá del Edipo, señalando la declinación de la función paterna como ordenadora del lazo social.

Presentaciones actuales

E. de 29 años, padece de “sensibilidad al frío”. El “ataque de frío” desconfigura su personalidad.   
Localiza las coordenadas de su desenganche, a partir de un diagnóstico medico poco certero. La separación de sus padres, será un dato relevante en su biografía.
El despliegue de sus rarezas en un dispositivo que es testigo de su desarrollo, frena la errancia producida por el pasaje por diferentes discursos. Rutinas de gimnasio, caminatas, el uso de un reloj inteligente, son sus trucos para hacer con el frío. 
Luego de un año de tratamiento, y apoyado en su gusto por la lectura, la analista abre la inquietud por la literatura. Comienza a disfrutar la lectura recreativa, y encuentra en los textos clásicos, la posibilidad de ubicar en otros algo de sus locuras. Nuevos registros de su cuerpo y planes más flexibles le permiten retomar sus actividades académicas y mejorar sus lazos con otros.
Luego de la separación de su novia, una intensa angustia, motiva la consulta de T. La conoce en su adolescencia e indica que ella le permitió no caer en el abismo.
Frente a su debate de cómo ser para el otro, dedica horas en armar su imagen y al registro de su cuerpo.   
Hijo de un padre ultra responsable, hará referencia a la ausencia de un relato familiar.
Dibuja desde chico y decide estudiar diseño. Si bien, esta actividad, constituye un recurso eficaz ante las intrusiones del goce, lo intranquiliza no poder definirse: si dibujante o ilustrador. 
Luego de ser invitado a participar de una actividad, y de ver su nombre en el flyer, junto con la palabra “ilustrador”, surge un efecto de entusiasmo en su cuerpo. La analista interviene: “me parece un buen nombre, no es necesario saber sino transmitir lo que sentís”. Vive el momento como “una experiencia maravillosa”, en donde incluso puede improvisar sin pensar tanto en su perfección.

Conclusiones

Estos casos dan cuenta de sujetos que transitan su vida en la lógica de las tragedias modernas, sin el sentido trágico, ni el despliegue de ficciones edípicas, sin pregunta por la verdad que dé cuenta de la articulación -vía la creencia- entre síntoma e inconsciente. El síntoma no quiere decir nada, solo se trata de encontrar un arreglo que permita cierta regulación del goce.
Estos casos muestran no solo las dificultades para sostener el cuerpo y el lazo con otros, sino también las invenciones subjetivas, más o menos estables, que apuntan a incorporar nuevas herramientas frente a las exigencias de goce que impone la civilización. (5)
Laurent, recuerda que “[…] la clínica real a la cual podríamos apuntar sería obtener anudamientos particulares”. (6) Entonces: ¿cómo entender lo que Lacan define como un síntoma que viene de lo real, alejado de la intervención del padre, la represión y su retorno? ¿Qué implicancias clínicas conlleva ubicar al síntoma como acontecimiento de cuerpo?

(*) Dupla: Tiempos modernos y el declive del sentido trágico
Responsables: Mariano Peiró – Christian Ríos
Integrantes: Agustina Aguirre, Agostina Martinoya, Florencia Álvarez, José Lachevsky, Jorge Santopolo, Laura Aranciaga, María Paula Carasatorre, Paula Lagunas
Texto breve presentado en las XI Jornadas de la EOL Sección La Plata.

Notas

(1) Dessal, G.: “El hombre moderno ha perdido el sentido de la tragedia”, en «El hombre moderno ha perdido el sentido de la tragedia» – Red Psicoanalítica (redpsicoanalitica.org)
(2) Laurent señala que su expresión “el sentimiento delirante de la vida”, constituye un eco irónico al libro de Unamuno –El sentimiento trágico de la vida-, quien pretendía restaurar dicho sentimiento, amenazado por la razón cientificista. Este sentimiento trágico de la vida, para Unamuno, hacía referencia a que lo esencial se situaba en vivir con el horizonte de la muerte y la finitud.
(3) Laurent, E.: El sentimiento delirante de la vida, Colección Diva, Buenos Aires. 2011, p. 7.
(4) Ibíd., p. 13.
(5) Laurent, E., El sentimiento delirante… óp. cit. (3), p. 9.
(6) Ibíd. p. 7.

Bibliografía

Lacan, Jacques, El Seminario, libro 17, El reverso del Psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2002.
Laurent, Eric, El sentimiento delirante de la vida, Buenos Aires, Colección Diva, 2011.