La spaccatura

LECTURAS: LA PALABRA QUE HIERE – EOL Sección La Plata, 29 de marzo de 2019

 

Débora Rabinovich

 

La revista Lacaniana N° 25 esta armada alrededor de su título: “La palabra que hiere”. Título que J.-A. Miller le dio a su texto del 2009 ahí publicado.

¿Cómo lo elegimos? Vimos que la interpretación era el tema más trabajado en los carteles declarados a la Escuela. La Lacaniana, de una u otra manera intenta ser un reflejo de los intereses de sus miembros y al mismo tiempo permite leer lo que sus miembros escriben.

La interpretación, es lo que se espera de un analista. Sin embargo, si yo les leo la definición de interpretación que encontramos por ejemplo en el excelente diccionario María Moliner, inmediatamente sabemos que no es por ahí que pasa la cosa:

“Interpretar: atribuir cierto significado a una expresión o a otra cosa. Encontrar y explicar para otros el significado de ciertas expresiones. Traducir.”

Queda así claro, que nada más alejado de lo que hacemos, ni de lo que esperamos de un analista lacaniano. En algunos casos, tal vez, no tan alejado de algunas de las demandas que recibimos.

En el tema de la interpretación tenemos un problema. La forma de nombrar. En su curso “El desencanto del psicoanálisis”, J.-A. Miller dice que constantemente en el psicoanálisis la teoría se ve desbordada por la práctica. Y este es un buen ejemplo. Decir inconsciente, decir interpretación, son dos significantes en los cuales la práctica ha desbordado en relación con la manera de nombrarlos. En La palabra que hiere”, J.-A. Miller dice que la práctica interpretativa, es justamente correlativa de la idea que se tiene del inconsciente. Estamos entonces aquí frente a dos significantes que cifran mal aquello que nombran.

Esto J.-A. Miller ya lo había puesto de manifiesto muchos años antes en el 1974 cuando en “Televisión” para comenzar esa entrevista pública filmada por Benoit Jacquot le dice a Lacan, “de mí, sólo tendrá las preguntas más insignificantes -elementales, incluso vulgares- Le suelto: El inconsciente, ¡qué palabra tan rara!”. A lo que Lacan en esa oportunidad le respondió: “Freud no encontró ninguna mejor, y no hay que darle más vueltas. Esta palabra tiene el inconveniente de ser negativa.”

Hacia el final de su enseñanza Lacan se inclinará por nombrar al inconsciente como parlêtre, pero sin dejar totalmente de lado el significante inconsciente. Inconsciente e interpretación son dos significantes de los cuales nos servimos.

Entonces, la palabra que hiere, no solo es un excelente artículo para entrarle al tema, sino que su título cifra de un modo mucho más próximo que con interpretación aquello de lo que se ocupa. La palabra que hiere, diría que esta expresión de J.-A. Miller reúne, condensa en sí, un bien decir y un bello decir.

En la Lacaniana a la herida la tenemos desde la tapa. Lucio Fontana un apoyo visual para cifrarlo. Lacan 1972 estuvo en Italia, donde vio la obra del Rosarino Fontana y se sintió ahí bien reflejado precisamente, tal como dice en su Seminario 19, con la spaccatura. Es decir, con hendiduras sobre una placa de cobre.

Fontana hace tajos en la tela, agujeros, cortes y crea así sin agregar nada, algo nuevo, un nuevo espacio. No hay algo más, solo hay un vacío que allí se pone de manifiesto.

Nuestro psicoanálisis, la orientación lacaniana. J. -A. Miller pone de manifiesto en este artículo que la interpretación freudiana es diferente que la interpretación lacaniana. Y esto es central. Es fundamental en nuestra clínica y en nuestro estudio. Resaltemos que se puso de relieve en y desde el título de nuestro próximo Congreso de la AMP: “El sueño: su interpretación y su uso en la cura lacaniana”. No dice en la cura psicoanalítica, dice la cura lacaniana. Se lee ahí desde el título, que algo cambia. Que no es lo mismo decir psicoanálisis decir freudiano o lacaniano.

¡Y si! Lacan hizo una vuelta a Freud durante sus diez primeros seminarios dice él. A partir de ahí, aunque diría más bien a partir de su introducción del S (A) barrado en el Seminario 6 va surgiendo lo nuevo de Lacan. Esto, sin olvidar a Freud.

Para marcar la diferencia entre la interpretación en Freud y en Lacan, voy a tomar una referencia del texto de J.- A. Miller, la otra de las clases de Lacan del Seminario 24 aquí publicado.

Vuelvo entonces a La palabra que hiere” de J.-A. Miller. Uno de los acentos del texto esta puesto en el hecho de que en la interpretación lacaniana lo imposible de decir es el punto fundamental. Si en la interpretación freudiana el acento estaba en lo sexual reprimido, en Lacan está más bien situado en el no hay relación sexual.

La interpretación dice J.- A. Miller “no es un Puede ser, es la formulación de un Hay, pero, y en el extremo de un No-hay. Se trata menos de hacer ver algo, que de una ausencia, que es de estructura. Lo imposible-de-decir”.

Entendemos entonces que cuando Lacan habla del encuentro que tuvo con la obra de Fontana diga que se vio ahí bien reflejado. Por eso, justamente el analista lacaniano parece  a veces silencioso. Su silencio lo sitúa como un intento de no hacer obstáculo a lo imposible de decir. Esto no quita que a veces, un analista puede decir y mucho. El tema ahí será – y sigo en la línea de “Televisión” – guardando prudencia. La prudencia no significa quedarse mudo, sino lograr hablar alrededor de un vacío que no hay que intentar rellenar.

 

En Lacan

En estas dos clases del Seminario 24 “Hacia un significante nuevo”, voy a intentar situar entonces esta perspectiva de diferenciación Freud – Lacan.

Tomo para esto: el despertar. Antes de entrar en Lacan los reenvío a un pequeño por corto y gigante por hermoso detalle testimonial a leer en esta Lacaniana: “Despertar”, de Bernardino Horne.

Freud sitúa uno de los propósitos del sueño como siendo el guardián del dormir. Lacan en la clase del 19 de abril del 1977 pone en tensión al dormir con el despertar. En esta clase, leo que Lacan apunta con el psicoanálisis al despertar. El título de la primera clase de Lacan aquí publicada es muy provocativo: “La estafa psicoanalítica”. Lacan retoma en esta afirmación lo dicho por él mismo pocos días antes en Bélgica. Lo explica diciendo que en psicoanálisis es cuestión de significantes, hasta de discursos… Y, “todo discurso tiene un efecto de sugestión. Es hipnótico. (…) Un discurso es siempre adormecedor, salvo cuando no se lo comprende- entonces él despierta».

Y como muchas veces hace Lacan: dice, explica y al mismo tiempo pone en acto aquello que está explicando. Cuando él, Lacan en el año 1977 nos dice que el psicoanálisis es una estafa, eso no se entiende, y eso despierta, y eso nos pone entonces a trabajar. ¡La prueba!

¿Lacan ahí se pregunta qué pasa con la verdad? La verdad despierta o adormece? Da una respuesta bien interesante. Depende del tono con el que es dicha. Habla del forzamiento por donde un psicoanalista puede hacer sonar otra cosa que el sentido. Esto, porque el sentido lo que hace es taponar. Si lo logra, si esta perturbación es realizada, logra no ser “un autismo de a dos”, expresión fuerte que Lacan usa en estas clases. Da como una vía posible para esto, a la escritura poética china. Nombra un autor, Francois Cheng, abre ahí todo un campo a investigar y estudiar.

El análisis apunta a despertar. Pero no olvidemos que para despertar se tiene que dormir. Fontana para hacer el tajo, necesitó la tela. El blablá, la cadena significante es necesaria para poder efectuar un recorte sobre ella. No se despierta todo el tiempo. Es en algunos momentos. Seguro que es por esto que podemos a veces clasificar algunos sueños como sueños de final de análisis.

“El psicoanalista (…) depende de la lectura que haga de su analizante, de lo que este le dice con sus propios términos. Esto quiere decir que todo lo que el analista escucha no puede ser tomado al pie de la letra”.

En efecto, el corte que hace un analista al interpretar es ante nada un corte en la lectura.