La posición del analista y el cuerpo*

TERCERA NOCHE DE DIRECTORIO: FIN DE ANÁLISIS Y POSICIÓN DEL ANALISTA EOL Sección La Plata, 21 de noviembre de 2018

 

 

 

 

Fabián Naparstek

 

Debo decir que tengo una pequeña deuda -ya que hablamos de saldos- que estoy pagando a medias –no pago el saldo completo– porque no pude estar en las Jornadas, entonces venir inmediatamente después me alivia un poco, no del todo.

Dos cuestiones que quiero resaltar de lo ya expuesto, una con respecto al deseo del analista (1). Hace poco lo encontré en Lacan, ahora no me estoy acordando exacto donde está la cita, creo que es en la “Dirección de la cura…” (2); allí plantea algo así como que una vez que se disparó el inconsciente en el mundo, los analizantes se reproducen, “hay y va a haber”; el tema es que haya analista. Todo el asunto es ese; el problema no es que haya analizantes, sino que haya analistas.

Por otro lado, el tema del saldo cínico (3), yo en ese momento lo decía muy sutilmente – a esta altura no me parece que sea tan sutil– me parece que la cuestión del saldo cínico o el cinismo en el fin de análisis es central para que cambie la enseñanza de Lacan hacia la última enseñanza, y especialmente respecto del fin de análisis.

La primera gran propuesta de Lacan respecto del fin de análisis –que tiene que ver con el pase, atravesamiento del fantasma, la formulación del deseo del analista– está articulada en lo que Miller llama el “problema–solución”: el problema de la alienación y la solución de la separación. El problema del neurótico es estar alienado al Otro y la solución es separarse. En efecto, como posible consecuencia de esa separación del Otro uno puede quedar en la posición cínica y yo entiendo que parte de la disolución de la EFP (Escuela Freudiana de París) está ligada a este punto de cinismo, ya que una de las críticas que hace Lacan a los AE que habían sido nominados en aquella época es que no hablaban, eran nominados y no daban testimonio al Otro. Mi idea es que el dispositivo mismo del pase intenta ser un antídoto frente al cinismo, porque es casi como decirles a los analistas: “desengánchense del Otro, pero vengan a contarle al Otro cómo se desengancharon del Otro”. Eso supone a priori –se podría decir– una contradicción, porque “si me desenganché del Otro, ¿qué le tengo que ir a contar ya al Otro?; ya no le cuento más nada al Otro, me voy con mi satisfacción obtenida en el análisis y se acabó el Otro”. A mi gusto, Miller potencia esto poniendo al AE en el escabel. Es decir, es una zanahoria en el horizonte para que, a pesar de que se desenganchó del Otro, quiera ir ahí a obtener algo más; y eso marca una época en Lacan que es “el final por desenlace”. Yo lo llamé así en su momento porque el “desenlace” supone el final, pero también supone el desenganche. Es suponer que hay un final con desenganche. Y todo lo que hace Lacan a posteriori de esta época, el último Lacan, es volver sobre sus pasos y ubicar que algún enganche tiene que haber con el Otro. De hecho, pensar que puede haber una salida por identificación, aunque sea identificación con el síntoma, supone una vuelta en Lacan –en algún momento lo planteé así– supone un deponer las armas, porque si algo había criticado Lacan era cualquier salida por identificación. A tal punto que en la “Proposición…” (4) él dice que cualquier salida por identificación es una “aberración”, y agrega “psicodrama”; para que se vea la fuerza que tenía ya en aquel momento. Es decir, ya hay un Lacan que supone que se puede salir del análisis no totalmente desenganchado del Otro y entiendo que es un paso más respecto del atravesamiento del fantasma; por supuesto eso no desaparece, pero hay un paso más. En ese ínterin me interesaba la propuesta del Directorio de pensar la posición del analista, porque en la primera proposición de Lacan, donde tenemos la cuestión del fantasma y de su atravesamiento –planteado con una lógica impecable–, uno termina el análisis y la posición en la cual queda es la de analista. Es decir que el final coincide con la posición del analista, el pasaje de analizante a analista, se sigue el razonamiento de Lacan porque al separarse o poner cierta distancia del propio fantasma uno podría hacer las veces del objeto del fantasma de cada analizante. Sino uno lo que hace es atender con su propio fantasma: a algunos los aceptarán porque son compatibles con el propio fantasma y a otros los rechazarán porque no son compatibles. Siempre digo que ahí la llevan mejor aquellos a los que uno rechazó, porque a los que aceptó siguen y no hacen un análisis y en cambio, a los que rechazó tienen la posibilidad de encontrarse con un analista.

Ahora, en el final planteado por la vía del síntoma nos podemos preguntar: ¿qué de la posición del analista? Es una pregunta que últimamente Miller venía haciendo porque está en relación con el deseo del analista, pero ya no pensado desde la lógica del Seminario 11 (5), donde se extrae todo su valor, sino ¿cómo pensar el deseo del analista? desde la perspectiva de la última enseñanza de Lacan. No tengo por supuesto muchas respuestas para el asunto, simplemente quiero ubicar una cuestión que me interesa hace un tiempito, que es que en la primera lógica hay un lugar vacío del analista encarnando ese semblante y que el final, como lo plantea Lacan, del lado del analizante supone la destitución subjetiva, y del lado del analista supone el deser del analista. El deser es la caída del lugar del objeto que encarnó ese analista para ese analizante, y supone un vacío, a tal punto que el analista iría a parar al lugar del desecho, el desperdicio de esa operación. A mi gusto, hacia el final de la enseñanza en Lacan hay algo del analista vivo, hay la aparición del cuerpo del analista. Así como Lacan le pone cuerpo –tal como lo señala Miller– a la enseñanza y entonces encontramos todas las variaciones que eso supone en la enseñanza de Lacan, desde el sujeto y el parlêtre –porque el parlêtre lo que supone es que se trata de tener un cuerpo a contrapelo del sujeto que prescinde del cuerpo–, el Otro, que era el Otro del lenguaje y una vez que le ponemos cuerpo se transforma en el Otro sexo –es decir, que es gracias a que mete el cuerpo en la enseñanza, que Lacan aborda la cuestión de la feminidad de la manera que la aborda. Y así podríamos seguir con varias de las formulaciones lacanianas, el padre, por ejemplo. El padre cobra cuerpo en la última enseñanza de Lacan; el padre de la pèreversion no es el del Nombre del Padre, es un padre que goza, se trata del goce singular de ese padre y así podríamos ir viendo las consecuencias en cada aspecto de la enseñanza. En esa línea pongo al analista y –lo digo de esta manera– el goce del analista, ¿qué del goce del analista? Me dirán “obviamente, no se trata del goce de la persona, no se trata del goce del fantasma de quien encarna ese lugar del analista”, pero hay un analista que tiene un cuerpo y que aparece con su cuerpo, y que los testimonios lo muestran. Hay múltiples testimonios que lo muestran con intervenciones del analista: el testimonio de Graciela Brodsky en que toda la caída del fantasma es cuando ve al analista con su cuerpo moviéndose en una fiesta, bailando, y ella se asombra “ah, tiene cuerpo, a ese que le hablé tantos años, tiene un cuerpo”; Silvia Salman que cuenta una intervención del analista quien la agarra de los brazos, la zamarrea y le dice “usted me produce esto”. Es decir, que hay algo en el último Lacan de la posición del analista que se resuelve en el “cuerpo a cuerpo” y que va en contra de la idea –que, hasta cierto momento, al menos yo la pensaba así– del analista como santo, es decir el analista que se desprende de su goce; del analista que está vaciado de goce, a un analista que aparece con su cuerpo y que goza. Hay antecedentes de esto, el antecedente freudiano a mi gusto –todo esto a elaborar, por supuesto– es la presencia del analista, esa presencia que da cuenta de que uno está en el diván y se escucha la respiración del analista. ¿Y Freud qué hacía? Era interesante la intervención de Freud, porque le decía: “usted está pensando en mí” y ya eso era volver a meterlo en el campo del significante… ¡Ya está, ya se olvidó de la respiración del analista! La intervención de Freud es llevarlo al campo del semblante y está muy bien porque eso hace marchar el análisis, pero hay un punto en análisis que no se resuelve por la vía del semblante, sino que se resuelve por esta vía de lo real, diría del cuerpo del analista en presencia y que luego vuelve a la pregunta del deseo del analista. Ese deseo es un deseo que se extrae de cierta lógica, es una x –uno podría decir– a desentrañar, salvo que uno siga cierta idea de Miller, que cuando habla del deseo, cuando Lacan introduce en el Seminario 5 (6) el deseo del Otro dice: “es una vivificación del Otro”, transforma al Otro, un Otro abstracto en un Otro vivo, tiene un  deseo y entonces ahí también tenemos cierto antecedente de la vivificación del Otro. Bien, es una pregunta respecto de cómo pensar al analista a la altura de la última enseñanza de Lacan y quizás haya que verificarlo, ya no solamente en el fin de análisis sino en la clínica actual, si la clínica actual no precisa también algo de esta presencia del cuerpo del analista en cada ocasión.

 

 

*Transmisión oral realizada por Fabián Naparstek en la Tercera Noche de Directorio. Transcripción del texto realizada por Ignacio Funes; revisada y autorizada por el autor para su publicación.

 

Notas:

(1) Rodríguez, B.: “Sobre el deseo del analista. Algunos hilos”, Tercera Noche de Directorio: Fin de análisis y posición del analista, en el Blog n° 12 de la EOL Sección La Plata, 2018, https://blog.eol-laplata.org/index.php/sobre-el-deseo-del-analista-algunos-hilos/

(2) Lacan, J.: “La dirección de la cura y los principios de su poder”, Escritos 2, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 1987, pág. 604.

(3) Piovano, A.: “Saldo cínico y fin de análisis”, Tercera Noche de Directorio: Fin de análisis y posición del analista, en el Blog n° 12 de la EOL Sección La Plata, 2018, https://blog.eol-laplata.org/index.php/tercera-noche-de-saldo-cinico-y-final-de-analisis/.

(4) Lacan, J.: “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012.

(5) Lacan, J.: El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales, Paidós, Buenos Aires, 1984.

(6) Lacan, J.: El Seminario, libro 5, Las formaciones del inconsciente, Paidós, Buenos Aires, 2010.