FLASHES DEL BLOG # 7: CONVERSACIÓN SOBRE LA TRANS-FORMACIÓN DEL ANALISTA. PERSPECTIVAS
Por Stella M López
Etimológicamente, discontinuidad es tanto dividido, no estar junto con otro; como aquello que no ocurre o se repite con frecuencia, sino de forma espaciada, con intervalos, hablando desde su dimensión temporal.
La pandemia del Covid-19, marcada como acontecimiento imprevisto mundial plasmado en el encuentro de la Sección EOL La Plata del 3 de junio, con una escritura AP, DP (antes de la pandemia, después de la pandemia), nos ha hecho entrar en una discontinuidad. Inicialmente, ante el aislamiento social preventivo y obligatorio, una respuesta emergió no solo para proseguir los análisis prescindiendo del encuentro presencial vía remota con el uso de las plataformas, sino también en el trabajo de la escuela, virtualmente la agenda se llenó de encuentros zoom; así, congeladas nuestras imágenes en las pantallas, asistimos a conferencias de colegas a la distancia las cuales solo podíamos escuchar en nuestros Congresos o jornadas.
El debate presencial/virtual ocupa gran parte de esos encuentros, no tenemos estándares, si principios rectores, ¿pueden tornarse ellos un dogma? Un dogma, nos dice Miller en El banquete de los analistas, “es algo que no se discute y se adopta con la actitud respetuosa del soldado en posición de firme” (1). Extendido también a la comunidad “¿haces presencial?” fue la primera pregunta que me dirigió por el teléfono alguien quien pedía una primera entrevista.
La presencia de los cuerpos se torna crucial, sin duda, si entendemos que la formación es un síntoma y que su trayecto es discontinuo. Marcada por encuentros contingentes que producen ciertos traumatismos en un análisis, en un control, en las lecturas que abrieron una dimensión de falla en el saber, con la condición que la misma no haya sido cerrada rápidamente por los recursos simbólicos e imaginarios al alcance. La escuela parte del lugar vacío de la definición de psicoanalista, tanto lo que es adquirido en términos de saber, como en los aspectos de mutación subjetiva, aquello que ensambla nuestra formación es la orientación por lo real. Efectos de formación de los que se podrá dar cuenta de ellos una vez ya producidos, a posteriori, se trata más bien, de un saber ignorar lo que se sabe.
La pandemia ha tocado el goce, hay un antes y un después. Cierto es que aún hay quienes aspiran a ignorar la discontinuidad, las clases zoom universitarias pretenden reemplazar una clase presencial con el mismo programa, aunque “adaptado”, en un intento de desconocer lo real que no hace sentido. Nuestro lazo se ha visto afectado ¿qué efectos en nuestra práctica, que ahora realizamos merced a los aparatos tecnos mientras sea conectividad estable, nos va a ser solicitado próximamente? ¿Cuál es la pérdida de goce a la que asistimos?
¿Cuánto va a cambiar la subjetividad, en la llamada nueva normalidad?
El acontecimiento puede resultar traumático, nos puede colocar como “víctimas”, venir “desde afuera”, pero la respuesta es singular y de ella somos responsables.
Se abre un campo a indagar, sin dogmatismos. “El psicoanalista en un lugar y tiempo determinado no cesa de dirigirse también a la opinión ilustrada a la que anhela conmover y tocar a favor de la causa analítica”(2).
Fecha de recepción 8/6/2020
Notas:
(1) Miller,J.A.: La enseñanza del psicoanálisis. El banquete de los analistas.Paidós,Buenos Aires,2000.
(2)Laurent,E.:Principios rectores del acto analítico.