por Rosana Salvatori
Transmitir “Una” resonancia del Congreso “Un real para el siglo XXI”, es la propuesta… Hubieron varias, pero elijo tomar la que provocó en mí el trabajo de Patricia Moraga (EOL): “¿Qué hacer con lo que no cesa?”, presentado en la mesa: “La práctica analítica para nuestro siglo”, junto a Bernard Porcheret (ECF) y Marcelo Veras (EBP), presidida por Elisa Alvarenga.
Miller en su conferencia nos transmitió que “Amuro significa que es preciso atravesar cada vez el muro del lenguaje para tratar de acercarnos más (…) a lo que hacemos en nuestra práctica analítica”.
El trabajo de Patricia logró, a la manera de una buena partitura, hacer resonar cinco variaciones como salidas singulares frente a lo que cesa y lo que no cesa, aclarando: “No es lo mismo que cese la mortificación, que saber arreglárselas con ella. También puede haber distintas soluciones para lo que no cesa, el goce sin ley”.
Señaló, entre otros temas, algunos puntos que quiero destacar. En primer lugar, que “la orientación por lo real sin ley del troumatisme” de lalengua, puede ser “una vía para discernir, en cada caso, cuál fue la respuesta a ese real”. Luego, se pregunta cómo incidir en el goce de la repetición, goce mortificante, proponiendo hacer la distinción entre “el Uno solo, real, que está en la raíz del acontecimiento de goce, y el Uno de la repetición”. Agrega que “la interpretación puede, mediante la materialidad del significante, introducir un Uno real eficaz (…) que incida en la repetición mortífera del trauma e introduzca una vivificación”, tema que muestra con el testimonio de S. Hommel:
“Cuando S. Hommel le dijo a Lacan que siempre se despertaba a las 5, hora en que la Gestapo capturaba a los judíos en sus casas, él se acercó a ella y le acarició suavemente la mejilla. Así, el equívoco entre Gestapo y geste à peau percutió en el cuerpo, hizo de Gestapo un gesto en piel. Esto no disminuyó el dolor, pero lo convirtió en otra cosa” (1).
Estas palabras resonaron en la pregunta en la que me encuentro concernida en mi práctica y en mi formación: la pregunta por esa “…interpretación eficaz (…) que incida en la repetición mortífera (…) e introduzca una vivificación…” y su articulación con el inconsciente real.
Si la llegada al sinthome no es posible en la práctica, tal como señala Patricia, sin pasar por el fantasma, me parece paradigmático el caso del testimonio de Bernard Seynhaeve –publicado en el curso “Sutilezas analìticas”(2)– quien transmite la lógica de su cura ocurrida entre dos interpretaciones: la primera pone a funcionar el inconsciente transferencial “poniendo el dedo en lo real” y provocando la precipitación del síntoma; en tanto la segunda, es formulada como “acto”, el corte de la sesión, que permitió experimentar “la vanidad del sentido”, “…corte radical entre S1 y S2, que permitió que la experiencia vaya hacia su fin, hacia la caída del sujeto supuesto saber. El acto de corte de la máquina significante, la detención del cifrado y del desciframiento precipitarán al parlêtre en el área del inconsciente real”. Luego: el pase.
El corte de sesión continúa siendo en nuestra práctica un modo eficaz de incidir en la repetición del trauma, aislando el Uno del Otro.
Notas Bibliográficas
(1) Texto extraído del film Una cita con Lacan, de Gérard Miller.