DUPLAS DE INVESTIGACIÓN. Segunda Noche Preparatoria rumbo a X Jornadas Anuales EOL Sección La Plata. 23 de agosto de 2023
Sebastián Llaneza

Buenas noches. Es un gusto, en lo personal, participar de la presente “actividad preparatoria” hacia las próximas Jornadas Anuales de nuestra Sección.
Agradezco la invitación a Cristina Coronel, a los integrantes de la comisión científica –a Irene Kuperwajs, a Josefina Altschuler, y a Alberto Justo–, como así también a los integrantes de la dupla en la que participo. A sus responsables –Ana Laura Piovano y Lucas Manuele–, y a sus colaboradores –Lucia Arana, Mariella Lorenzi, y Marcelo Ale–. Es verdaderamente una alegría, cada 15 días, encontrarme a trabajar con cada uno de ellos.
Introducción
En esta ocasión titulé a mi ponencia “La enfermedad de tener una mentalidad”, frase que extraigo de la última enseñanza de Jacques Lacan, más precisamente de sus palabras emitidas en una presentación de enfermos (1) realizada en el Hospital Saint-Anne el 9 de abril de 1976, donde después de haber entrevistado a la señorita Brigitte, y de exponer su rigor clínico en la conversación con los asistentes, enfatiza que el ser hablante, por ser un hablante, por estar carcomido por el lenguaje, puede sufrir por tener una mentalidad.
Pero… ¿qué quiere decir Lacan cuando nos dice que se puede padecer por el hecho de tener una mentalidad? A mi entender, no se trata de sufrir por tener una mente alterada, una mente perturbada, por ideas delirantes persecutorias que otorgan consistencia al goce del Otro –tal como lo escuchamos en el padecimiento paranoico– ni de sufrir por tener una mente interceptada por la presencia de alucinaciones acústico verbales –tal como lo escuchamos en el padecimiento esquizofrénico–. No, no se trata ni de una mente alterada ni de una mente interceptada. Jacques Lacan no concibe la enfermedad de la mentalidad en esos términos. Se trata más bien de un padecimiento caracterizado por tener una mente a la “deriva” (2) al no contar con el auxilio de un ancla que la detenga o, para decirlo en nuestros términos, por tener un semblante –dimensión que compromete a los registros simbólico e imaginario–(3) en un estado flotante (me animo a decir extraviado) a falta de un amarre real.
Para esclarecerlo decidí escandir mis desarrollos en tres breves puntos. Empiezo por el primero al que titulé “Su versión paradigmática”.
1. Su versión paradigmática
Como seguramente lo recordarán, en el año 1979, tres años después de la mencionada presentación, en su conocido articulo “Enseñanzas de la presentación de enfermos”, Jacques-Alain Miller introduce una novedosa nosografía en la que distintas entidades clínicas se distribuyen en un binomio constituido por las “enfermedades del Otro” en oposición a las “enfermedades de la mentalidad”. (4)
Si prestamos atención a dicha clasificación podemos apreciar que en cada una de las categorías que la componen se destaca una pluralización. Miller no habla de enfermedad –en singular– sino de enfermedades –en plural–, lo que podría indicar la existencia de diferentes versiones clínicas del hecho de sufrir por tener una mentalidad. Sin embargo, a la vez que resalta su multiplicación, también subraya que existe una versión paradigmática, una versión ejemplar de la psicosis que conocemos bajo la nomenclatura de “Parafrenia imaginativa”, y que Lacan consideró la “enfermedad mental por excelencia, la enfermedad de tener una mentalidad”. Me refiero a una categoría diagnóstica inventada por él mismo a partir de articular referencias psiquiátricas provenientes tanto de la Escuela Alemana como de la Escuela Francesa. Como es sabido, el término “Parafrenia” lo toma de Kraepelin, un conocido psiquiatra alemán quien, además de considerarla una entidad clínica autónoma que debía diferenciarse de la esquizofrenia por no evolucionar hacia un deterioro de la personalidad, proponía 4 clases diferentes: La sistemática, la confabulatoria, la expansiva y la fantástica, (5) mientras que el termino “imaginativa” lo toma de Dupré, un destacado psiquiatra Francés, conocido por ser pionero en el uso del término psicomotricidad, quien al momento de abordar la “Parafrenia” en su presentación confabuladora destacaba los delirios de imaginación.
Ahora bien, como ustedes saben, Lacan no hacía psiquiatría sino más bien psiquiatriría. Así lo decía Claudio Godoy hace unos años atrás. Pues cuando Lacan toma una referencia de la psiquiatría clásica –clínica que heredamos–, y luego la extrapola al discurso analítico con la intención de iluminarla, la referencia se transforma en otra cosa, deja de ser lo que era. Por lo tanto, lo que podríamos llamar la “Parafrenia lacaniana”, si bien puede tener algunas confluencias, también tiene sus diferencias con lo abordado por los semiólogos clásicos. En nuestra orientación se pondrá el acento en el puro semblante y en el desprendimiento del registro de lo real.
Para precisarlo voy a compartirles dos recortes clínicos publicados que he trabajado junto a los integrantes de la dupla. Voy a empezar por el caso Brigitte a quien, en la citada presentación, Lacan diagnostica precisamente de Parafrenia Imaginativa.
2. El caso Brigitte
Como ustedes saben, se trata de una paciente que al momento de ser entrevistada por Lacan se encuentra internada en un hospital neuropsiquiátrico. Lo que se vuelve notorio en la entrevista es que, al ser invitada a tomar la palabra, nada de lo que puede decir de sí misma tiene peso: “No soy una enferma verdadera ni falsa, existo como enferma, el problema es en relación a ser o no ser. Hago lo que tengo ganas. Si tengo ganas de ser una verdadera enferma, soy una verdadera enferma, si no tengo ganas, no soy una verdadera enferma” dice Brigitte.
Tampoco se la puede localizar “Yo no sé donde estoy, estoy en todos lados” “yo no tengo vida, tomo la vida de otro, eso es lo que busco” “Me gustaría tener un lugar en la vida… porque yo no tengo lugar” “no tengo ninguna referencia”. Cada vez que intenta decir algo que la defina, que pueda nombrar algo de su ser, rápidamente su discurso se vuelve inconsistente. Por ejemplo: Dice que no tiene a nadie a quien parecerse, que quiere parecerse a una madre, pero cuando se evoca a su hijo de quien estaba alejada –incluso se lo evoca con una fotografía– eso no la engancha para nada. También manifiesta que quiere tener un lugar en la sociedad, que quiere “ser alguien notable”, y al mismo tiempo acentúa su deseo de vivir como un vestido, suspendida como un hábito. Asevera que puede tener 15, 25, 30 años. Tiene una u otra edad, según le convenga. Como podrán apreciarlo, su decir se torna inasible. Por último, declara su estado de flotamiento perpetuo al señalar que es interina de sí misma.
Al finalizar la presentación Lacan señala lo siguiente, recorto solamente algunos puntos: “No tiene la menor idea del cuerpo que tiene que poner dentro de esa prenda. No hay nadie para habitar la vestimenta. Ella es ese trapo. Ella ilustra eso que llamo el semblante. Ella es eso. Hay una vestimenta y nadie para deslizarse por ahí dentro. Todo lo que ha dicho es sin peso. No hay articulación en lo que dice. Puede llamarse a eso una Parafrenia ¿y por qué no prenderlo al límite de lo imaginativo? Es la enfermedad de tener una mentalidad. No es una grave enfermedad. Ella forma parte de esos locos normales que constituyen nuestro ambiente”.
Ahora bien, Miller, tomando en consideración el comentario de Lacan, enfatizando el “No hay nadie para habitar la vestimenta” y la “ilustración del semblante”, concluye que en el caso de Brigitte las identificaciones no se han precipitado en un yo. Afirma que en ella no hay nada que venga a darle el lastre de alguna sustancia y nos comparte el matema que, a su entender, identifica el caso: i ( ) Una escritura taquigráfica que nos permite reconocer que no hay “objeto a” que llene los paréntesis, que en el caso de Brigitte se trata de una imagen especular sin el soporte del “objeto a”, que la paciente es un puro vestido sin lo real del cuerpo, un puro semblante sin ningún soporte real. Lo que, en términos nodales –siguiendo los aportes de Nieves Soria (6) y Fabián Schejtman– (7) podemos escribir de la siguiente manera:

Un encadenamiento no borromeo que enlaza por interpenetración a los registros simbólico e imaginario –aquí situamos lo que en el seminario 23 (8) Lacan denomina “lapsus del nudo” – dejando suelto a lo real. Una escritura muy potente para ubicar que cuando el anillo de lo real se ha desenganchado de la estructura, cuando se presenta suelto y desanudado, el cuerpo pierde su consistencia y deja de ser propio. Se transforma en un puro semblante a la deriva condenado a la fluctuación. (9) Es lo que nos enseña la paciente de Lacan cuando nos dice que por no tener vida propia toma la vida de los otros, y que por no tener un lugar en el mundo puede estar en todos lados y, encima, con la edad que le convenga. No hay ningún real que le funcione de ancla.
Ahora bien, cuando Lacan tiene que esclarecer su indicación respecto de lo que podría ayudar a la señorita Brigitte, lejos de querer re adaptarla al Otro social –respondiendo a su pedido de tener un lugar– propone para esta mujer la segregación del asilo. Dice: “Intentar su readaptación me parece utópico y superficial”. Por lo tanto, así como en otras épocas nos decía que el paranoico se curaba encerrándose en un monasterio, propone para su paciente la internación, el asilo psiquiátrico. Y lo indica no porque ella estuviera más tranquila en el hospital sino porque allí encuentra un lugar donde ha podido hablar, donde algo pudo cobrar una pequeña consistencia, donde ha podido contar algunas cosas, por ejemplo, que la perseguían. Ella tenía una idea fugitiva de que se la hipnotizaba y que querían tirar de sus hilos como si fuera una marioneta.
Según Monserrat Puig, una conocida psicoanalista de la ELP-Barcelona, quien ha trabajado el caso de Brigitte en un taller de Clínica Psicoanalítica Nodal, el único momento donde algo se anuda fijándose en un fenómeno (10) es cuando la paciente habla de cómo la perseguían. A mi entender, se trata del tiempo en que lo real se re-encadena interpenetrándose con lo imaginario otorgándole consistencia al goce del Otro, de allí proviene su sentimiento de persecución. Pues, como seguramente lo recordarán, es en la lúnula de lo real y de lo imaginario donde Lacan escribe el matema J (A), goce del Otro. De este modo, a su Parafrenia de base, y por medio de un nuevo lapsus del nudo, se le agrega un nuevo síntoma –una idea delirante con tinte persecutorio– que, por un instante, re-encadena lo real a lo imaginario otorgándole consistencia al cuerpo. Es lo que intento escribir en el siguiente esquema, en una cadena olímpica de tres eslabones en fila:

Pasemos ahora al segundo recorte clínico y al último punto.
3. La paciente del DNI
Esta segunda viñeta pertenece a la práctica clínica de Nieves Soria y ha sido publicada en un artículo de su autoría intitulado “Parafrenia, para-ser”. (11) Texto que, desde ya, les recomiendo leer. Se trata de una mujer que, en el lapso de 10 años, consulta en tres oportunidades distintas. Lo que llama la atención es que en cada uno de los ciclos analíticos la paciente se presenta con un nombre diferente y con una vida radicalmente distinta. En la primera, era la amante de un millonario. Por lo tanto, llega al consultorio cargada de joyas y de diversos accesorios. En la segunda, era una hippie que se pasaba todo el día fumando marihuana y que durante el fin de semana vendía artesanías, junto a su pareja, en una conocida plaza de Buenos Aires. Y en la tercera, era una simple ama de casa que por las tardes miraba telenovelas y por las noches esperaba a su pareja con la comida lista para cenar. Podemos apreciar en este punto una multiplicidad de semblantes, uno por cada trayecto analítico, entre los que la paciente se desliza con mucha facilidad. Y es importante destacar que se mantiene la unidad de lo imaginario debido al puro semblante, es decir, a la interpenetración de los registros simbólico e imaginario.
Si bien el semblante varía, si bien el semblante fluctúa, es uno por vez. Por lo tanto, lo imaginario no se suelta, la paciente no llega a padecer de un fenómeno de fragmentación corporal como podemos situar en la esquizofrenia. Lo que en esta paciente está suelto, permitiéndole tantas identidades diferentes, es el anillo de lo real.
La demanda de tratamiento consistió en escribir la historia de su vida, le pide a la analista que la ayude en ese propósito. Su historia estaba repleta de episodios siniestros y traumáticos en los que ella siempre salía airosa. En cada uno de los ciclos fue entregando varios capítulos. En el primero sobre su infancia, en el segundo sobre su adolescencia, y en el tercero sobre su adultez.
Cuando terminó la tarea, le agradece al analista los servicios prestados y se marcha del análisis con la idea de publicar su historia, una novela con estilo barroco. La analista no la vuelve a ver.
Ahora bien, lo interesante es que, en cada uno de los capítulos que la paciente entregaba a su analista, ella firmaba siempre con el mismo nombre, más precisamente, el que figuraba en su documento nacional de identidad. Es decir, una constancia alcanzada en transferencia, un único punto de fijeza. Les pregunto: ¿Podemos situar allí una reparación del lapsus del nudo, más precisamente un sinthome, que permita reencadenar el desamarre de lo real? Bueno, conversemos.
Notas
(1) Lacan, J.: “Mlle. B”, Presentación de enfermos, 09-04-1976, Inédito.
(2) Schejtman, F.: Philip Dick con Jacques Lacan. Clínica Psicoanalítica como ciencia –ficción, Grama, Buenos Aires, 2018, pág. 97.
(3) Miller, J.-A.: De la naturaleza de los semblantes, Paidós, Buenos Aires, 2011, pág. 11-12.
(4) Miller, J.-A.: “Enseñanzas de la presentación de enfermos”, Matemas I, Editorial Manantial, Buenos Aires, 1999, pág. 166.
(5) Sistemática: Más frecuentemente en varones que en mujeres. Consiste en un desarrollo lento e insidioso de un delirio de persecución progresivo al que, en última instancia, se agregan ideas de grandeza. Expansiva: Se presenta casi exclusivamente en mujeres donde predomina un delirio de grandeza con ideas místicas-religiosas y de matiz erótico. Confabulatoria: Es una forma infrecuente con falsificaciones de recuerdos que dan lugar a confabulaciones manteniendo la conciencia lúcida. Los delirios se vuelven progresivamente más absurdos desembocando en un derrumbe psíquico. No cursa alucinaciones. Fantástica: Se presenta casi exclusivamente en varones. Es la forma que más se parece a la esquizofrenia ya que conduce a un deterioro de la personalidad. Su evolución es rápida. Presenta ideas delirantes de persecución con tinte fantástico y delirio de grandeza con indiferencia emocional. Las pseudopercepciones son de tipo auditiva y cenestésica.
(6) Soria, N.: Confines de las psicosis. Teoría y práctica, del Bucle, Buenos Aires, 2008, pág. 70-71.
(7) Schejtman, F.: Sinthome. Ensayos de clínica psicoanalítica nodal, Grama, Buenos Aires, 2013, pág. 233-235
(8) Lacan, J.: El Seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2011, Cap. 5 y 6.
(9 Otro dato interesante de la escritura nodal de la “Parafrenia Lacaniana” es que al estar interpenetrados los registros simbólico e imaginario, lo forcluido en lo simbólico va a retornar en lo imaginario y no en real como sucede en la esquizofrenia. Por esto mismo, cuando en la Parafrenia hay alucinaciones, estas mismas suelen ser visuales.
(10) Puig, M.: “El cuerpo en los tres registros: Interpenetración S y I y lo R suelto”, Clínica Nodal: Melancolía y Parafrenia, Taller Clínico de la CdC-ELP.
(11) Soria N.: “Parafrenia, para-ser”, en Ancla -Psicoanálisis y Psicopatología- Revista de la cátedra II de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la UBA, Número 6, septiembre 2016. https://psicopatologia2.org/ancla/Ediciones/006/index.php?file=Elucidaciones/Parafrenia-para-ser.html