La elección de Philip Dick (*)

¿Cómo abrirse paso entre locura y debilidad? Segunda Noche de Biblioteca. 2 de agosto 2023

Fabián Schejtman

Cómo no voy a agradecer a los colegas y amigos de la Sección La Plata de la EOL, a la Comisión de Biblioteca, a Silvina Molina, a Sebastián Llaneza que lo quiero tanto.
Cómo podría no voy a agradecerles si con su invitación me han permitido producir, en un recorrido que consideraba cerrado, una nueva vuelta, una nueva torsión.
Yo generalmente soy bastante obediente, me aplico a la regla y la uso a mi conveniencia, me sirvo de ella, y entonces en efecto voy a apoyarme en el maravilloso título que han puesto mis compañeros de mesa, la Comisión de Biblioteca, para esta noche, que es “¿Cómo abrirse paso entre locura y debilidad?”, para hablarles de lo que quiero.
De lo que quiere en mí, de lo que me resisto a querer. De la elección de Philip Dick.
Tomo el término elección, de esa palabra que soltara Lacan en su clase del 11 de enero de 1977, en su Seminario 24, un seminario que inicia, según Jacques-Alain Miller, la ultimísima enseñanza de Jacques Lacan, la explosión en esa enseñanza, tengo la palabra de Lacan acá grabada.
Philip Dick le da en La invasión divina la palabra a un personaje que se llama Acher, enciende un grabadorcito para hacerle escuchar a un extraterrestre la palabra de James Joyce, ¿por qué no podría yo hacer eso con ustedes hoy, en el lugar de Acher?… por ahí después lo haré.
Ese Lacan dice “entre locura y debilidad no hay sino elección”. (1)
Voy a proponerles dos lecturas posibles de esa frase.
Una un poco remanida, la llamaría binaria, conservadora.
Voy a leer a Dick dividido entre su locura y su debilidad, lo voy a hacer de un modo distinto a como lo hice en 2004, cuando di un curso en la UNLP sobre Psicoanálisis y Literatura, en el que no pude dejar de citar a Dick, al que ya estaba leyendo, del que estaba aprendiendo desde hacía años. Estoy a distancia de eso. También estoy a distancia de mi artículo de 2016, al que hizo referencia Silvina Molina en la presentación y le agradezco, que se llama “Locura del último Lacan”, en el que distingo, de un modo un poco cuadrado, la debilidad del lado de lo que adormece y encadena, y la locura del lado de lo que desencadena, con algún matiz por supuesto porque allí ya distingo locuras que encadenan y desencadenan.
También a distancia de mi propuesta del libro del 2018, el libro sobre Dick que pude escribir luego de tantas décadas…ahí me preguntaba por qué no había podido escribir sobre Dick antes.
En cualquier caso la elección de Philip Dick va a ser mi curva de hoy, yo generalmente voy derecho, porque creo que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta y me conviene eso, y tengo una especie de consigna en la existencia que prefiero torcer muchas veces, prefiero la hipotenusa, es un problema a veces, porque en las calles cruzo en diagonal. Es una velocidad que me aprieta desde chico, en fin, a esa recta he conseguido con el tiempo… qué palabra asignarle, domesticarla, domeñarla, hacerla compatible con algunas curvas, ¡el mundo es además así! No es recto en ningún caso.
La elección de Philip Dick es mi elección, es mi interpretación del título que nos convoca.
Me agrada la ambigüedad del genitivo, que nuestro castellano hereda del latín.
Me recuerda mi profesor de latín, yo hice el secundario en el Colegio Nacional número Cuatro “Nicolás Avellaneda”, me honra haber estado allí, solo que en esa época éramos todos varones, una vergüenza eso, tenía que buscar chicas por fuera.
Mi profesor de latín, que remarcaba la ambigüedad del genitivo, mientras me empujaba a memorizar la fábula de La zorra y las uvas de Sófocles, que voy a ahorrar recitarles.
En función de esa ambigüedad, y de un ordenamiento en el cual podrán reconocer de inspiración hegeliana, voy a proponer tres puntos:
La afirmación, es el genitivo objetivo, la elección “de” Philip Dick, es mí elección, yo elegí a Dick, es decir Dick como objeto de mi elección.
No va a ser lo más interesante respecto del seminario de Lacan…
Lo que quisiera transmitirles esta noche es la negación, el genitivo subjetivo, Dick sujeto de la elección.
No se tratar aquí de mi elección sino de la de Philip Dick. Allí se va a dar una doble posibilidad, voy a bajar mi carta de entrada para que sepan hacia dónde me dirijo, no lo hago siempre, lo voy a hacer hoy.
En general esa frase de Lacan es leída así. Hay que elegir entre locura y debilidad, casi un mandato superyoico, una disyunción fuerte, no queda más.
Quisiera introducir otra posibilidad, entre locura y debilidad no hay sino la elección, la elección está entre ambas, que no es elegir una u otra. Es posible elegir locura, debilidad, o puede elegir la elección.
Entonces a mí me gusta el título de la noche ¿cómo abrirse paso entre locura y debilidad?, eligiendo, entreligiendo. Si hubiera entonces esa posibilidad neológica yo diría así.
Estamos en una época que nos lleva hacia las elecciones, Paso o las que fuesen, no uno u otro lado, no esta vereda o la otra, comprometámonos con la grieta, la que nos constituye, en la que podemos apoyar una elección que sea entre, eso es abordar la política con la poesía.
Creo que Dick lo hace.
Y finalmente un tercer punto, negación de la negación, al genitivo objetivo. Dick objeto, la escritura lo elige a él.

Afirmación. Genitivo objetivo
Si yo elegí a Dick, a los 16 años leí este libro, El hombre en el castillo, es un amuleto…lo diría más como dice Spinetta, es un talismán contra todos los males de este mundo. Es apoyarse en ese objeto, este desde mis 16 años.
Este otro lo encontré cuando cursaba Psicopatología con el Doctor Mazzuca, cuando no sabía que iba a sucederlo como Titular de esa Cátedra. Sivainvi, los dos me rompieron la cabeza… no lo estoy incluyendo a Roberto, sería otra historia… estoy hablando de los dos libros de Dick.
En 2018 murió alguien a quien yo quiero mucho, no hago necrológicas por Facebook, pero en esa época me parecía que merecía hacerlo, murió Úrsula K. Leguin, quien fue una maestra para mí, pero sobre todo fue una amiga mía. Y en ese momento escribí, en relación con ella, que hay escritores maravillosos, mejores o peores, lúcidos, brillantes, ingeniosos, sórdidos, aburridos, berretas… hay pocos escritores queribles.
Dentro de este campo que es el de la ciencia ficción, —el campo en el que yo me apoyo, no para hacer literatura, sino para hacer psicoanálisis especialmente — yo encuentro dos escritores queribles, una es Úrsula, y no por las mismas razones que Dick, aunque quiera a ambos. Por supuesto que la Space Opera, me influyó, más chiquito que cuando leía a Dick, leí Asimov y la Trilogía de la fundación, leí a Clarke, leí a Heinlein, y son geniales, pero no son amigos míos.
Úrsula es una amiga mía, y cuando murió me puso muy mal, la estuve duelando un tiempo. ¿Por qué era mi amiga ella? ¿Por qué alguien tiene un amigo? para empezar…
Yo en lo personal tengo más bien pocos. Porque me parece que la amistad es cosa de simpatía, de compartir un pathos, me parece que eso se comparte con poca gente. Amigo es compartir un traumatismo, una vibración, una sensibilidad. Lamento que hoy no hayamos poder sido sintraumatizados con el theremin, que estaba previsto.
Pero tiene que ver con eso, con un aire, con un ánima, con la lengua que también me constituye, con un rûaj, con un aliento. La amistad supone un aire que se respira conjuntamente, es la resonancia de un pathos, es la resonancia del síntoma, es la vecindad de los síntomas que se conjugan, que se conjuegan, que copulan.
Esa resonancia que compone la amistad es lo que me hace a mí estar en contra de cualquier perspectiva despatologizadora. Es cierto que ahora hay que estar a la altura de la época, y entonces nosotros decir que está la despatologización allí y está la nuestra… yo la verdad prefiero ser freudiano, es imposible, no hay más que patología. Y si llegamos alguna vez a un mundo despatologizado, no va haber amistad ni amor, y yo prefiero que por ahora haya amistad y amor en cualquier caso.
Cuál es el pathos que me juntaba con Úrsula, ella es guardiana de la diferencia, es la guardiana de la Otredad, es la guardiana de la feminidad, en un mundo mucho más machista del que vivimos hoy.
Tal vez entre nosotros, hay… había, una rosarina, que se llamaba Angélica Gorodischer, lean por favor Kalpa imperial, a ella también la quiero mucho.
Entonces algo me acercaba a ella, su gusto por la diferencia, por sostener la diferencia, esa que en Los desposeídos se vive en Anarres, y entonces cuando yo la despedí le dije, nos vamos a encontrar por ahí, por Anarres. O esa que en La mano izquierda de la oscuridad anticipa con mucho las discusiones, a mi gusto bastante estériles sobre el trans, van a ver si la leen ahí el tratamiento de la diferencia, del transito.
Con Dick me acercan otras hiancias, es ciertamente su interrogación por lo real, por ese real que se escabulle, que se filtra, que se escapa, Dick es el guardián de lo real, de lo que se escapa entre. Por eso lo hago interrogarlo a Lacan sobre eso cuando se encuentran… ¿se encuentran?
Me hicieron unos escritores franceses un juicio, por estar difundiendo una idea extraña, una fake news, de que Dick se habría analizado con Lacan, todavía mis abogados están litigando con esa gente, para hacerles entender ¡Que es una novela!
Cómo no han leído que está en cursivas, todo está en cursivas. Bueh… uno tiene su narcisismo entonces me dije, lo he de haber hecho bastante bien, ¡se la creyeron!
Les cuento entonces por qué elijo a Dick, porque es mi amigo, porque lo quiero desde que tenía 16 años, y me acompaña, y me apoyo en él. Hace un tiempo que no lo leo pero me sigo apoyando en él, como un talismán, elijo creer en eso¿está mal? Elijo creer en esas cosas, en algunas, las pocas que me quedan. Los no incautos yerran decía Lacan, bueno yo estoy apoyándome en Dick y en Leguin, no en cualquier cosa.

Negación. Genitivo subjetivo
Dick sujeto de la elección. La primera parte que es conservadora, los analistas dicen, dicen, no voy a dar nombres, se lo puede leer, entre debilidad y locura, pero hay que hacer una encuesta… mejor debilidad que locura, mejor estables y dormidos que desencadenados y locos. A mí me parece una posición conservadora a la que no suscribo.
Para empezar porque hay problemas en el sueño que no quiere despertar, por supuesto que hay problemas del lado del insomnio, pero de eso no voy a hablar hoy. Pero el sueño que no quiere despertar es mortífero, la debilidad llevada al extremo es muy problemática. Así que no siempre hay que ser conservador y elegir el encadenamiento asegurado, los grilletes que nos atan a las realidades soporíferas que nos adormecen.
A mí me parece que hay desencadenamientos, tsunamis que vienen bien, que hacen entrar un poquito de ese aire que aviva, el amor, la amistad, la transferencia. Pero si tuviera que hacer lugar a esa perspectiva binaria, yo diría que por momentos Dick eligió la locura y por momentos la debilidad.
Ahora lo voy a decir de otro modo, cómo no lo diría de otro modo si no soy el mismo que hace dos años, que hace cinco años, pandemia por medio, la oscuridad que vivimos, supongo que eso nos ha enseñado algo a todos. A mí también.
Lo que yo llamo “parafrenia lacaniana” en mi libro, supone que en Dick lo real se suelta y simbólico e imaginario dan cuenta de lo que Lacan llamó “enfermedad de la mentalidad”. La debilidad mental de Dick supone esa posición. Lacan llama en su Seminario18 a la debilidad como fluctuación entre discursos, y en Dick hay eso.
No se sabe si está en California, en Roma, ¡en Buenos Aires! Eso es una genialidad Ricardo, tengo que leerlo. Dick nos hubiera ayudado quizás en esa época en Buenos Aires, a mi especialmente, en el Avellaneda nos hacían pasar… esa gente… momentos complicados, recuerdo ahora compañeros que ya no están. Pero Dick nos hubiera ayudado si hubiera estado en Buenos Aires, quizás estuvo, no me lo encontré, era demasiado chico todavía.
Lo que tiene interesante la Presentación de enfermos de Lacan, de Mademoiselle B, a la que él diagnostica parafrenia imaginativa, enfermedad de la mentalidad, simbólico e imaginario enganchados sin un real que le de peso a ese cuerpo, interina de sí misma, Mademoiselle B, un vestido que iba por la calle como esos que se imaginaba Descartes. Lacan dice no están para internar, no son locos de atar, lo interesante es que algunos desencadenamientos suponen posiciones estables, no locas.
Estoy dejando ahora, a diferencia del artículo de 2016, estoy dejando el desencadenamiento de lo real del lado de la debilidad mental.
Y más bien, en mi libro voy en esa dirección, las posiciones locas esquizoides o paranoides, suponen que lo real se anuda o con lo imaginario o con lo simbólico. Da entonces fenómenos de automatismo mental y la voz que se le impone a Dick de diversos modos, cuando lo real se engancha con lo simbólico y todos los fenómenos paranoides, las persecuciones, del FBI, de los neonazis, y de sus mujeres, en especial de Ann que siempre estaba dispuesta a atropellarlo, a dispararle, a acuchillarle. Ahí ubico la locura más del lado del encadenamiento. Entonces doy un paso respecto de aquel texto y dando otra perspectiva.
Voy a detener esto aquí porque no me interesa tanto ubicar qué hay de débil en Dick desencadenado o qué hay de loco en Dick encadenado, más esquizoide o más paranoide.
Entonces en la elección de Dick, no voy a ubicar a la elección de locura o de la debilidad y voy a invitarlos a leer esa frase de Lacan de un modo un poquito más creativo, es un paso nomás: “entre locura y debilidad no hay sino la elección”. Lacan no dice entre locura y debilidad hay que elegir, él dice que la elección está entre, está en la grieta, si uno se aviene, si se consagra en esa dirección… la grieta no tiene buena prensa… ¿entre los analistas podemos favorecer la mala prensa de la grieta o podemos hablar de otra grieta? Esa que nos constituye, esa que soporta nuestro deseo, yo creo que Dick elige ahí, y que Dick elige ahí la escritura, va en la línea de lo que Germán proponía recién en su intervención, me parece.
Elige la escritura que entre locura y debilidad, él con sus Simulacra, así lo propongo yo en mi libro, con su sinthome, sabe hacer ahí entre locura y debilidad, no eligiendo ni locura ni debilidad, eligiendo la elección, eligiendo escribir. Con todo eso es un saber hacer ahí, eso comporta lo que Lacan en este mismo Seminario 24 llama identificación con el síntoma.
Eso comporta un orden de funcionamiento que debe de ser sin embargo cuestionado, y esto nos da una orientación con respecto al fin de análisis, Dick con eso nos enseña.

Negación de la negación. Genitivo objetivo nuevamente
Pero no ya yo eligiendo a Dick, no Dick eligiendo escribir, sino la escritura que lo elige a él.
VALIS Vast Active Living Intelligence System o SIVAINVI Sistema de Vasta Inteligencia Viva, en su traducción al castellano, y con esa elección, él se vuelve un escriba. Un escriba de lo que le dicta VALIS, hasta cierto punto se feminiza, en algún lado tanto en su Exégesis y en SIVAINVI, Dick mismo dice que se feminiza como una mujer recibiendo a un hombre cuando él reciba la información de VALIS.
No hay solamente la identificación con el síntoma, que es el modo de decirlo en castellano, si no usamos ese galicismo tan remanido de identificarse al síntoma, a veces se tradujo de esa manera.
Eso da por lo demás un ser fuerte, cierto orden de fortalecimiento, Lacan llega a decir, irónicamente para mí, lo que el hombre llega a hacer con la imagen, dominarlo, manipularlo… todo bien, es lo que llamaría yo una pragmatismo lacaniano. Solo que Lacan dice, “eso es corto”, ¿por qué? porque quedan restos sintomáticos que no están subsumidos bajo la órbita de la identificación con el síntoma. Yo llamo a eso en algún lado, —Sebastián me invitó para que dijera algo sobre eso y me parece está publicado en el Blog de la Sección—, la identificación “del” síntoma. No identificarse con el síntoma, no identificar al síntoma, sino identificar el síntoma, lo que queda como un resto que no se reabsorbe bajo la égida del saber hacer ahí, sino con lo que no se sabe hacer ahí.
En Dick permanece, aun luego del encuentro con VALIS, cuando ese encuentro ha sido morigerado, queda aun una dimensión extranjera de la escritura en él, como nos quedan síntomas a todos aquellos que hemos pasado por un psicoanálisis, salvo que consideremos que el psicoanálisis es una especie de Hollywood, que el psicoanálisis tiene un final edulcorado, que nos curamos absolutamente de todo y que finalmente sabemos hacer con lo real, que sabemos hacer con nuestra mujer, conocer a su mujer. ¿Quién conoce a su mujer? Nosotros somos analistas, no podemos vender ese chiste: “Usted analícese y va a saber desembrollarse y conocer a su mujer”. No mis amigos eso que es un sinthome está bien. Pero ustedes la dejan sinthome a la mañana y vuelve siendo síntoma a la noche. Hay algo de ella que no se deja reducir. Eso sí que sería una posición machirula, si uno quisiera tomar alguna, la domesticación de lo femenino por el psicoanálisis.
Hay restos sintomáticos femeninos que no se curan, con los que no sabemos hacer ahí, y estaría muy bien que además de las perspectivas más o menos eclesiásticas, cuando no evangélicas, en los testimonios de algunos AE, cuando parece que han resuelto todo, puedan aislar esos restos, lo que Freud llamaba restos sintomáticos.
En Dick están, están en el punto en el que él es, en cierta medida, objeto de una especie de tiranía de VALIS, de una escritura que se le impone, y que hasta el último de sus días lo empujó a escribir su Exégesis, que no se publicó aún porque quedan cantidad y cantidad de páginas por recorrer.
Les agradezco su invitación.

(*) Versión desgrabada por equipo editorial del blog, no revisada por el autor.

Notas
(1) Lacan, J.: “Seminario 24: L’ insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre”, clase del 11 de enero de 1977, Inédito.