SEGUNDA NOCHE DE BIBLIOTECA: PRESENTACIÓN DE EL SÍNTOMA AL FANTASMA. Y RETORNO —EOL Sección La Plata, 19 de septiembre de 2018
Agustín Barandiarán
Del síntoma al fantasma. Y retorno (1) es un recorrido minucioso, un esfuerzo de articulación, diferenciación e implicación de estos dos términos. En dicho recorrido, el autor pasa por varios conceptos, matemas y principios cruciales que ha elaborado Lacan, particularmente en sus Escritos. Es por esto un curso muy detallado, especialmente los primeros capítulos, donde Miller nos lleva, casi a la letra, por los Escritos de Lacan citando párrafos enteros y deteniéndose en un análisis meticuloso de los mismos.
Los tres términos que forman el título del curso me convoca a pensarlos junto a los tres de Lacan, es decir a compaginar cada uno de ellos con lo simbólico, lo imaginario y lo real. Este puede ser un modo de orientar su lectura. Y en parte es lo que hace Miller.
El prólogo de Osvaldo Delgado nos dice que el curso se concibe tal cual la cura analítica que con la promoción del objeto a en el núcleo de la experiencia se va del síntoma al fantasma. A esto agrego, que, a mi entender, el término clave es “retorno” que da cuenta de este recorrido propio de la cura y también del recorrido emprendido por Miller desde hace más de 35 años por la enseñanza de Lacan. Sin embargo, no consiste en un retorno a Lacan, sino en un esfuerzo para no quedar en la banalización para precisar y profundizar la koiné lacaniana.
El significante “retorno” a primera vista podría pensarse como lo real que vuelve siempre al mismo lugar. Lo cual nos remite a la repetición significante, puesto que solo hay lugares en el lenguaje. Sin embargo, aquí Miller lo empieza a problematizar como repetición de lo mismo, como aquello que itera y que en la clase “Leer un síntoma” lo llamó “el eterno retorno de lo mismo” (2). Cuestión que se va a ir desarrollando en el curso.
Más allá de este recorte, Miller hace un abordaje que va del síntoma al fantasma, principalmente planteando contrastes e implicaciones entre ambos. Se adentra de lleno en muchos conceptos claves con los cuales Lacan emprendió la relectura freudiana. Recorrido que va desde el estadio del espejo, pasando por el concepto de extimidad, das Ding, los mitos de Lévi-Strauss, el deseo del analista, la ética, la clínica, y el pase, por nombrar algunos. Todos los conceptos muy claramente trabajados.
Por ello se me hace necesario recortar alguna dirección, elegir un eje. Tomo la perspectiva del síntoma y el fantasma que introduce la ética, al menos como una referencia. Allí plantea, entre otras cosas que: “El fantasma a diferencia del síntoma conduce a una problemática ética. El síntoma conduce naturalmente a una problemática terapéutica” (3). Pienso que aquí están algunos elementos orientadores del curso, ya que la terapéutica analítica se diferencia de cualquier otra justamente por sus principios éticos y por denunciar un real que hace que la cuestión no marche como lo quiere el amo. En este contexto cobra su valor el deseo del analista que no tiene sus cartas de nobleza, es decir un deseo terapéutico como el deseo del médico, decía Lacan. Cito a Miller: “El deseo de que la cosa marche y circule es un deseo totalmente contrario al fantasma…” (4). La base del discurso del amo es la imposibilidad del fantasma, mientras que el síntoma es compatible con dicho discurso. Síntoma y fantasma de esta manera se implican bajo el deseo del analista.
La referencia que nos transmite es que la enseñanza de Lacan nos muestra que se entra al análisis por el discurso del amo, por el lado del síntoma, y se sale por el fantasma, por el atravesamiento del mismo, la salida responde a la estructura del discurso del analista. Es por ello que no puede haber clínica sin ética. Vale decir sin que el deseo del analista esté. Sin embargo, ya aquí la idea de retorno pone en cuestión la salida por el fantasma.
Justamente en este curso se anuncia la publicación de El Seminario 7, La ética del psicoanálisis, primer seminario que Jacques-Alain Miller establece sin el aval de Lacan. Por ello justifica aquí su decisión argumentando que es el único seminario del cual Lacan hubiese hecho un escrito, cosa que finalmente no sucedió. Pero también porque hay un esfuerzo institucional de Lacan por retornar a la clínica, pero advirtiendo que este retorno sea siempre acompañado de la dimensión ética de la experiencia psicoanalítica. Hoy está aclaración puede parecer obvia, pero este seminario produjo un desánimo en el público en general ya que el deseo era aprender técnica y clínica sin advertir inmediatamente que no hay clínica sin ética y que la ética es una cara de la técnica. Así que a la atmósfera de incomprensión de siempre se lo sumó el aburrimiento del público. Seminario patético y singular donde –según Miller– empieza verdaderamente el Otro Lacan que aquel del significante. El primero que trata sobre lo real. Un real que no tiene el mismo sentido que Lacan le da luego. Se trata más bien del borramiento del Bien por la promoción de la Cosa, das Ding. Así apoyado en Kant, para quien el Bien y el placer no son cosas que van juntas, Lacan hace de la Cosa el primer nombre del más allá del principio del placer.
Este capítulo dedicado a la ética me parece fundamental porque explica de una manera clara, un tema tan complejo, al menos para mí, como la Cosa y lo que produce su aparición en la obra de Lacan. A partir de aquí retoma conceptos trabajados en El Seminario 2 como: el más allá del principio del placer, el superyó, el objeto perdido, el principio de placer, entre otros; para cambiarlos, para hacer un punto de inflexión a partir de la problemática que consiste –de manera sucinta– en proponer al principio del placer del lado de lo simbólico, del lado de la repetición significante y ya no del lado del viviente como lo situaba allí. La innovación aquí es que la repetición significante y principio de placer son lo mismo. Lo que problematiza el más allá del principio del placer, dice Miller. Entiendo de estas páginas, que me parecen las más complejas del curso pero que recomiendo, que el “más allá” hasta aquí era lo que estaba del lado del significante. Ahora, algo de esta repetición comienza a situarse por fuera del mismo.
Es importante destacar que hay una gravitación significante en torno a un real, una zona nombrada como “la Cosa”, situada en una dimensión “anterior al inconsciente” que, según Miller, Lacan toma de Heidegger y no tanto de Freud y que finalmente hará su giro hacia el goce, tal como se titula el capítulo X de este curso. Se podrá encontrar este viraje desarrollado con mucha precisión en los capítulos VIII, IX y X fundamentalmente, donde se explica cómo Lacan pasa de la Cosa al objeto a y del afecto primario al goce. Con esto, este curso muestra cómo la función de lo real se va haciendo operatoria para el psicoanálisis. Es decir, cómo Lacan se esforzará para pasar de lo patético al matema.
Personalmente encuentro en este curso una definición esclarecedora de das Ding, en una formulación de Miller que dice: “das Ding como primer nombre de goce, es lo que padece el significante bajo la forma de la castración” (5). Es decir, el goce en ese padecer del significante. Finalmente, el curso va dando cuenta sobre cómo das Ding cae, a partir del seminario siguiente, es sustituido por el agalma que es un intento de hacer de estos términos algo con lo que pueda operar el análisis, algo que se conecte con la técnica. Me parece importante este pasaje porque allí se encuentra el pasaje del objeto a –hasta aquí imaginario– hacia lo real. Junto con esta idea de repetición del lado del goce como anterior a toda represión.
Volviendo a uno de los conceptos principales de este libro, que es el fantasma, Miller indica que éste tiene su lugar en la ética principalmente por su función sublimatoria puesto que ésta consiste en instalar lo imaginario del fantasma en el vacío de la Cosa. Una cubierta tanto social como personal, si hablamos del fantasma fundamental, para engañar la extimidad, dirá. En cambio, en el síntoma no hay sublimación el síntoma es sustitución. El síntoma que está constituido en lo simbólico y se sitúa entre verdad y saber, resiste ser absorbido por el saber, la resistencia se sostiene a partir del goce, que no está en ninguna parte de lo simbólico y por eso está en todas partes es decir incluido en el síntoma. Es lo que Miller ubica como “inercia de lo real” (6). Si la verdad fuese reabsorbida toda por el saber, se operaría desde la idea del Otro completo y consistente. Idea que Lacan sostuvo en un comienzo de su obra.
Con el recorrido del curso se puede ir configurando la relación que tiene cada uno de los términos, síntoma y fantasma, con lo real. Uno se va armando la idea del fantasma como última defensa ante lo real y el síntoma como solución al goce que hay en lugar de la ausencia de la relación sexual. Miller plantea que “el fantasma niega la no relación sexual porque se construye una relación sexual con el objeto a”. (7)
A su vez síntoma y fantasma se implican puesto que lo que produce síntoma en un efecto de significación, es el fantasma. (Sino este sería solo un significante). Por tanto, la significación es fantasmática mientras que el síntoma conlleva la resistencia del goce, la inercia de lo real. Es decir, el retorno.
De alguna forma este curso muestra que el recorrido de un análisis se parece a las andanzas de la enseñanza de Lacan en el sentido de que en los primeros pasos operamos con lo simbólico y lo imaginario, pero siempre queda un resto, eso que Freud llamó “restos sintomáticos”, “reacción terapéutica negativa” o “pulsión de muerte”. Y que Lacan reunió bajo el nombre de “goce”. Eso que está al final de la experiencia freudiana es lo que retorna constantemente en la enseñanza de Lacan. Lo real, que Lacan se esfuerza por hacer operable. Por hacer de él la orientación de la experiencia de un análisis.
Notas:
(1) Miller, J.-A.: Del Síntoma al fantasma. Y retorno, Paidós, Buenos Aires, 2018.
(2) Miller, J.-A.: “Leer un síntoma”, http://ampblog2006.blogspot.com/2011/07/leer-un-sintoma-por-jacques-alain.html.
(3) Óp. Cit. n° 1, pág. 16.
(4) Óp. Cit. n° 1, pág. 17.
(5) Óp. Cit. n° 1, pág. 173.
(6) Óp. Cit. n° 1, pág. 62.
(7) Óp. Cit. n° 1, pág. 384.