XXVIII JORNADAS ANUALES DE LA EOL: HABLEMOS DE INCONCIENTE, AÚN…– 30 noviembre y 1 de diciembre de 2019
Eduardo Suárez
La célebre fórmula lacaniana “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” fue, entre otros fundamentos, el mejor modo de situar la lectura del inconsciente por parte de Freud. Ella revelaba la estructura que provenía del abordaje de la palabra por el sesgo del sentido, y nos hacía ver la profunda relación del producto del desciframiento freudiano con la frase. El inconsciente, a su manera, hablaba como todo el mundo.
“El inconsciente, aún”. Tal como nos lo propone el título de las jornadas, es un sintagma que nos invita a retomar el descubrimiento freudiano, y nos conduce a su vertiente menos explorada sin por ello pretender olvidar su sentido clásico. Dice, hablemos del inconsciente, aún. En efecto, nos coloca así, por un lado, en la pregunta de Lacan que constituye el punto de partida para esta nueva perspectiva, a saber: ¿qué podría ser el inconsciente, no ya al nivel del lenguaje sino en su relación con lalengua? Y por otro, a explorar su sintaxis sea cual fuese el modo en que la concibamos.
Lalengua, en tanto afecta al parlêtre en un nivel más elemental, más primario lógicamente que el del lenguaje, se trata de una afección que va más allá de los efectos que han tenido los dichos del Otro y, por supuesto, de los sentidos que el sujeto les ha atribuido.
El efecto real de lalengua sobre el cuerpo se verifica en un análisis llevado a su término, pero se trata de un real que no se articula como saber si no a condición de enlazarse al inconsciente; que allí reencontramos, ahora definido como un saber hacer con esa materia compuesta de lengua y de goce, a ser trabajada y transformada en lenguaje. Un lenguaje de una articulación radicalmente singular, que no dice nada, salvo, para aquellos que deciden permanecer incautos, aún.
El inconsciente después del análisis
Así como Lacan se preguntó en el Seminario 11 qué relación se tiene con la pulsión al final del análisis, el tema de esta mesa propone interrogarnos qué relación tiene el analista con el inconsciente, qué relación tiene con su inconsciente aún, más allá de su análisis, incluso habiéndolo terminado. Por otra parte, la propuesta también implica la pregunta acerca de si el inconsciente del analista participa o no y de qué modo en el dispositivo que debe sostener en posición de tal.
Ese inconsciente contratransferencial
Esta cuestión fue objeto de discusión prácticamente desde siempre en el psicoanálisis y Lacan la renovó a partir de sus críticas a la noción de contratransferencia. A esta altura ya es materia zanjada. Bien entendido, el analista no instrumenta su inconsciente para llevar adelante la cura. Él se encuentra allí como objeto causa, y si algo lo lleva a responder como sujeto será cuestión de recurrir al análisis o al control. Aunque a veces ocurra que entre analista y analizante, como dice Lacan, suceda algo como entre los Mortimer de Cocteau, la pareja que soñaba un mismo sueño (1) no se descarta que alguna formación del inconsciente pueda ser producida en el analista por algo que proviene de su paciente, y que le hacever exactamente un punto que no veía en la vena de lo que se plantea en el analizante, es imposible deducir de allí un método, pues no es frecuente ni siquiera, aclara Lacan, y es todo un argumento, entre dos personas que se aman, entre aquellos que como imagina Cocteau comparten un solo corazón.
No quiero saber nada de eso
“No se puede estudiar el psicoanálisis sin pasar por la anécdota freudiana. El acceso al inconsciente por primera vez” dice J-A Miller en su conferencia en Buenos Aires en el año 2008, conferencia enteramente recomendable para el tema que nos ocupa. Solo basta recordar el análisis magistral que allí realiza de aquello que llama su “pequeño fenómeno mental”. En efecto, allí si bien nos advierte sobre la enfermedad del sujeto supuesto saber, sus excesos y sus derivas locas, él se confía, sin embargo, en que “no es por azar” que tal el fenómeno se produce. Y nos dice que el “no sé” debe ser el compañero del analista; en tanto cada uno aloja un inconsciente y el pensamiento lo domina. Ese “no es por azar” siempre sobrepasa. Freud basó toda una enseñanza mostrando que esa relación si bien se trata de una creencia,ella siempre se verifica, lo cual, nos señala Miller de pasada, es una debilidad lógica del psicoanálisis y lo aparta de los postulados que tienen valor científico. Pero la creencia en el determinismo mental fuerza a cada uno a avanzar por sobre el “no quiero saber nada de eso”. Cada formación del inconsciente no solo no es por azar, sino que siempre dice algo de lo que el sujeto no quiere saber nada. Esa es la fórmula que Lacan evoca al comienzo de su Seminario “Aún”.(2) Donde “Aún” significa continuar cuando hemos llegado a un tope, a lo cual se añade (no quiero saber nada) “de eso” que es singular, propio de cada uno.
En su análisis como analizante el analista habrá llegado a recortar que hay más allá de la trama, a cernir ese real sin ley que ha constituido su trauma, su experiencia del choque de lalengua con el cuerpo. Pero en ese mismo lugar se abre un camino de retorno, que nos hablará de cómo en esa confrontación apareció el Otro, el cuerpo del Otro, y todos esos recursos que aportaron la tela para ser trabajada en el entramado del inconsciente. Ficciones, articulaciones, anudamientos, que fueron poblando el agujero de lo real y del que el inconsciente como saber testimonia. El trabajo del analista analizante será su continuidad.
Una relación ética
Interesarse por el inconsciente es acordar con la ética del psicoanálisis. La formación del analista depende de eso ya que, primero es como analizante que deviene analista. Pero ¿cómo considerar esto además desde la perspectiva del aun? “El analista,dice Miller en “Sutilezas analíticas” (3),-ya sea el nominado, el autoinstituido, el experimentado o el debutante- no está en ningún caso eximido de intentar, como ejemplifica Freud, esclarecer su relación con el inconsciente.”
Lacan nos ha dejado su ejemplo, podemos expresarlo en palabras de M-H.Brousse en su conferencia “Qué ética en la última enseñanza de Lacan” (4). Cito:“si en el Seminario 7 la máxima ética es no ceder ante su deseo, en el Seminario 21, la máxima sería «quien no ama a su inconsciente, yerra». Hay un desplazamiento del deseo hacia el amor, un amor que incluye al deseo y a la inexistencia de la relación sexual. No queda obsoleta la máxima de no ceder ante el deseo, pero se reformula. Lacan, jamás cedió ante su deseo.”
La indicación de Miller es tomar ese ejemplo no tanto como modelo pero sí, al menos, una incitación a ir en esa dirección. (5)
Un histérico perfecto
Es por eso que decía J-A Miller, en la conferencia citada que la enseñanza de Lacan era la continuación de su análisis por otros medios”. “O por el mismo medio – agrega- la palabra, porque la palabra era lo esencial de esa enseñanza, siendo sus escritos, un resto, algo que en todo caso volvía a requerir de la palabra de cada uno para desplegar su sentido.
“Yo no consisto más que en un inconsciente en el cual pienso noche y día”.
Esta es una cita de Lacan en el Seminario 24, una referencia clave, a explorar, para nuestro tema, que hay que leer junto a otra más conocida, más divulgada, donde Lacan decía que él era un histérico perfecto, precisamente porque permanecía día y noche trabajando con relación a su inconsciente. Es así, el sujeto histérico está en una relación permanente con el inconsciente, en tanto las palabras del Otro son su sostén. Y es el amarre que le procura su amor al padre lo que le da consistencia. Pero si Lacan decía que era un histérico perfecto era porque se ubicaba como analizante de sus formaciones, de sus yerros, pero se ocupaba de ellos sin el recurso al Otro interpretante. Se distingue así el amor al inconsciente del amor al padre.
Ello demuestra que el amor al inconsciente puede ser ejercido mediante un trabajo solitario, librado a la inventiva propia de quien se hace su incauto, para ser resituado, luego, en una relación “con algunos otros”.
Retomando el seminario l’insu podríamos parafrasearlo para decir que la relación del analista con su inconsciente puede ser el amor por una equivocación cuyas consecuencias se transfieren por algún medio.
Una relación que, de ese modo, se constituye en la célula elemental de una Escuela.
Notas
- Lacan, J. Seminario XXI, clase del 11 de junio de 1974, inédito
- Lacan, J. El Seminario libro 20 “Aun”
- Miller J-A “Sutilezas Analíticas” Ed Paídos Buenos Aires 2012 Pág. 63
- Husni Paula,Palabras retomadas en su reseña para “El caldero”. El Caldero, Nueva serie, N° 15
- Miller J-A Conferencia en Buenos Aires,año 2008