Hecha la ley, hecha la trampa.

LA ANTENA CONVERSA CON EL DISCURSO JURÍDICO: LAS LEYES, SUS EFECTOS Y PARADOJAS – EOL Sección La Plata, 13 de mayo de 2019

 

Laura Ambrosino

 

 

Para la elaboración de este escrito tomé la legislación vigente en la provincia de Buenos Aires, Ley 14191, Ley Nacional de Discapacidad 24.901 y el Programa Trastorno del Espectro Autista (TEA) del  IOMA, siendo estas las normas en las que se fundamenta la aplicación de dicho programa.

Mi idea además de que estemos al tanto de cuál es la legislación vigente, sus implicancias y sus fundamentos, así como dar lugar al planteo de los sujetos autistas y sus familias, será poder pensar los efectos de la aplicación de la norma.

Algunas preguntas:

¿Cómo pensar  la subjetividad frente al para todos iguales que la norma sostiene, y la reducción del sujeto a la actividad cerebral según sus fundamentos?

¿Qué empuja a la protocolización y normativización no solo del autismo, sino de la vida cotidiana, y la consecuencia  de tal normativización: la  segregación de ciertos sujetos y ciertas prácticas?

¿Qué lugar para aquellas prácticas que rescatan la subjetividad? ¿Qué lugar para el psicoanálisis?

«Lo propio de una época viene dado por los cambios que se producen en los discursos, y lo que el psicoanálisis enseña, es cómo cada discurso es un modo de tratar lo real, cada discurso lleva consigo su propia política de tratamiento de lo real»(1).

La actualidad de la civilización y sus síntomas, exigen una interpretación por parte del analista,  especialmente de aquellas políticas que tienen una mayor incidencia sobre los sujetos, por ejemplo las políticas de salud mental, los llamados  programas para TEA, el avance de las neurociencias, las terapias cognitivo conductuales (TCC), el diagnóstico precoz y sus usos.

Hoy «el autismo» es un significante que ocupa un lugar preponderante en todos los discursos.

La generalización del autismo producto del desplazamiento de la clínica, ha creado una alarma social que lleva a la elaboración de protocolos, normativas, simplificando una realidad compleja.

La desaparición de la categoria de psicosis infantil que estaba presente en el CIE 10, manual diagnóstico de la OMS, la colonización de la llamada salud mental por el DSM y sus revisiones, la inclusión del autismo en los llamados trastornos generalizados del desarrollo y el efecto que tiene tal denominación, el cambio a TEA con los límites imprecisos que el concepto espectro genera, han convertido al autismo en una epidemia por un lado, y en el nombre de la infancia patologizada por otro.

Esto genera algunos interrogantes en aquellos que sostenemos una clínica orientada por la subjetividad, donde la dimensión del tiempo y de la transferencia no son ajenos al arribo de un diagnóstico.

¿Estamos ante una epidemia del autismo, o se ha provocado una epidemia?

Que hay un aumento importante de niños autistas es real. Estos niños quienes hacen algunos años cuando iniciaban su escolaridad, o luego de un tiempo llegaban a la consulta, ahora llegan antes.

Pero también llegan muchos niños portando la etiqueta de autistas, con el efecto que sabemos que esto genera en la subjetividad del niño y de los padres, quienes han sido mal diagnosticados, generando esto una sobrediagnosticacíon.

Otros niños y jóvenes, reciben este diagnóstico ante la imposibilidad de acceso a determinados derechos, lo que genera que a muchos se los incluya dentro de la categoría de TEA para poder garantizarles la salud, la educación, etc.

Portar un  diagnóstico entonces, se convierte en la vía de acceso a un derecho.

Vemos como la afirmación de los derechos del hombre hoy, se ha convertido en un  reclamo de nuestra  sociedad actual. La vida cotidiana, frente a la ausencia de políticas públicas por un lado, y por otro el imperativo de adaptación y funcionamiento sin fisuras que la sociedad capitalista impone, es un tema de atención cada vez más tutelado y regulado por el derecho,

Día a día vemos como en este mundo normativizado, las diferencias no son toleradas,  cualquier  singularidad se convierte en un trastorno, para medicar, reeducar o adaptar, y el  sujeto autista no escapa a esta lógica.

Los progresos de la ciencia en su alianza con el mercado, pretenden determinar una nueva subjetividad a partir de un sustrato material observable: el cerebro. El acento puesto en el cerebro, desestima la subjetividad en juego. No hay sufrimiento sintomático que abordar, sino trastornos, conductas a erradicar y reeducar.

El niño-joven autista no es ajeno a esta evaluación generalizada y a esta reducción neuronal. Es su objeto privilegiado. Se ha convertido en el centro de interés de los discursos y en la producción de expertos que se arrogan el abordaje y tratamiento del autismo. Sostenidos en la «evidencia científica», estos grupos se intentan constituir como «un todo saber», argumentando el «éxito terapéutico» en la normativización y adaptación de los sujetos, cueste lo que cueste.

Así es como al sujeto autista se le exige que sea normalizado, adaptado, aunque ello sea a costa de perder sus derechos.

Derechos, que no son más ni menos que se respete su singularidad, sus excentricidades, sus invenciones, su condición singular de habitar el mundo y las instituciones. El derecho a elegir el  modo de abordaje que el sujeto y la familia decidan, sea cuál sea: TCC, psicoanálisis, cannabis, psicofármacos, y para ello a veces necesita del acceso a algunos o muchos recursos.

Recursos que no serán para todos iguales, sino para cada uno en su singularidad y a partir de su consentimiento. No todos necesitarán acompañante terapéutico. No todos serán incluidos. No todos serán escolarizados. No todos serán medicados. No todos harán TCC. No todos, etc. Podría  hacer una lista infinita, en tanto nunca se podrá decir todo, nunca podremos hacer el conjunto de los sujetos autistas. Siempre algo quedará por fuera, en el intento de contabilizar.

Eso que queda por fuera es Juan, Pedro, Matías…

Como analistas, no nos posicionamos como expertos, sino cómo intérpretes del malestar y de la subjetividad de la época.

Época paradojal, ya que la democracia que ha permitido emerger la dimensión del sujeto, sujeto de derecho, se vuelve contra ese mismo sujeto a partir de la cientifización de lo humano y de la normativización de los grupos.

El acento puesto sobre el cerebro, aplasta al sujeto, objetivándolo, esclavizándolo al tiempo de los cuestionarios, y de los protocolos. La complejidad de la constitución subjetiva y de sus avatares queda reducida a una imagen. Sólo la biología y la neurología parecen tener el derecho a decir sobre el «sujeto autista». El ejercicio de un saber, se presenta entonces como el ejercicio de un poder. El sujeto autista y sus familias se quedan sin voz, así como otras prácticas que ponen el acento en el sufrimiento humano.

La necesidad de que se sancionen  leyes que aborden a la infancia y a la adolescncia, la batalla sostenida de los padres y de los sujetos niños y adolescentes para poder acceder al cumplimiento de algunos derechos, pone de manifiesto la extinción de los mismos.

Al decir de Baudrillard «…siempre pasa lo mismo con la cuestión del derecho: el derecho al agua, el derecho al aire, el derecho a la existencia, etc. Cuando todas esas cosas maravillosas desparecen (desaparecen), es cuando el derecho sanciona su desaparición. El derecho es como la fe. Si Dios existe, no hace falta creer en Él. Si se cree en Él, es porque la evidencia de su existencia ha muerto. De igual modo, cuando la gente obtiene el derecho a vivir, es porque ya no tiene la posibilidad de ello…» (2)

¿Cómo pensar entonces, qué tratamiento dar a las paradojas de la ley?

¿Cómo sostener la singularidad y la complejidad de la constitución subjetiva, sin caer en un reduccionismo?

¿Cómo rescatar  la dignidad del sujeto autista y de sus familias, si solo se escuchan algunas   voces?

¿Qué lugar para el psicoanálisis en las legislaciones actuales?

Son algunas de las preguntas para esta conversación.

 

 

Notas

(1)  X, Esqué: Prólogo del libro «Estamos todos locos. La salud mental que necesitamos«. Editorial Gredos, España 2014, pag 10.

(2) J, Baudrillard: Cap «La ecología maléfica», en La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos.Editorial Anagrama, Barcelona,1993. pág 123

 

Bibliografía

E, Laurent:  La Batalla del autismo. De la clínica a la política, Grama Ediciones, Buenos Aires, 2013

E, Laurent: Estamos todos locos. La salud mental que necesitamos, Editorial Gredos, España, 2014

J-A, Miller: Todo el mundo es loco, Paidós, Buenos Aires, 2015

C, Leguil-Badal:  «Ser o no ser. El sujeto del siglo XXI frente al imperio de las neurociencis», Revista Colofón N°26  Una araña en el techo, Barcelona, Junio 2006

J-C, Milner: La política de las cosas, Miguel Gómez Ediciones, España, 2007

http://www.gob.gba.gov.ar/legislacion/legislacion/l-14191.html

http://www.gob.gba.gov.ar/legislacion/legislacion/f-14191.html

file:///C:/Users/Laura/Desktop/AUTISMO%20SEMINARIO%202018/2015-res_6351%20TGD.pdf

http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/normas/5940.pdf