«LO TRÁGICO BAJO SOSPECHA». XI Jornadas EOL SLP. 26 de octubre. PALABRAS DE APERTURA
Mariella Lorenzi
¡Buenos días a todos! ¡Al fin llegó este día tan esperado! Es un gran gusto, y un enorme honor para mí abrir estas XI Jornadas Anuales de nuestra Sección. Como ustedes saben, las Jornadas son el punto de llegada de un trabajo sostenido intensamente durante todo el año, y para ello fue necesario que haya un deseo encarnado en muchas personas, por eso mismo voy a empezar por los agradecimientos:
A Marisol Gutiérrez por responder todo el tiempo, con una paciencia infinita, atenta a cada detalle, y por su intermedio, al Directorio y la Instancia Diagonal por confiar en mí para esta función, aprendí muchas cosas de la Escuela que desconocía.
A la Comisión científica, conformada por: Claudio Godoy, Adriana Fanjul, Sebastián Llaneza, a ellos gracias por su seriedad, su dedicación, y por el Argumento.
A la Comisión de bibliografía por su valioso aporte epistémico. Responsable: Sonia Balderrain. Colaboradores: Marcelo Alé y José Damiano.
A la Comisión organizadora, que tiene como responsable: Ana Simonetti, por su acompañamiento permanente en todo.
Equipo: Laura De Nucci, Mariana Calatroni, Matías Godoy, Belén Rodríguez, Agustín Barandarian, por ocuparse del afiche, con la foto de Laura Arroyo, por hacerse cargo de la inscripción, algunas sorpresas, y todo lo que ven hoy acá.
A la comisión de fotografía que se armó especialmente para las Jornadas.
A la comisión de Boletines. Responsable: Graciela González, por su planificación anticipada, decidida, tranquila y ordenada de cada uno de los Boletines. Equipo: María del Pedro, Valeria Polari, y Belén Galli.
A las 4 duplas, por su trabajo de investigación, por sus textos preciosos.
A Natalia Chavari, y sus colaboradores, por el armado de la Librería.
A Lorena Parra en Redes y web, y todo el equipo siempre rápidos y atentos.
A Verónica de Batista en Volé.
A las secretarias, Juliana y María.
A la Dirección del Colegio Nacional por brindarnos la posibilidad de hacer las Jornadas en este hermoso lugar.
Y muy especialmente a ustedes, gracias por estar hoy aquí. ¡Espero que lo disfruten!
Lo trágico bajo sospecha
Muchas son las ofertas con las que contamos los sujetos del Siglo XXI para arreglarnos con lo trágico cuando se nos presenta como tal, podemos, meditar, constelar, ir a un brujo, a una iglesia, ir caminando a Luján, hacer el arte de vivir, hacer yoga, ir al gimnasio, salir a correr, viajar, probar diferentes drogas, y por qué no, ir a ver a un analista, que como muy bien sabemos, es una opción que no invalida las anteriores.
Casualmente, hace poco una joven decía en una primera entrevista, que acababa de llegar de un viaje, en el que vivió 10 días poniendo en práctica un tipo particular de meditación, llamada “vipassana”, que si bien se hace en grupo y con un guía, es una práctica muy solitaria, que tiene la peculiaridad de permitirle al sujeto “ver las cosas tal cual son”. Es una meditación milenaria que consiste en respirar y concentrarse en distintas partes del cuerpo durante 10 horas por día, con el cuerpo acostado en una colchoneta. De esa experiencia dice: “pude revivir todos mis traumas”, “visualizar como cada una de esas heridas se desprendía”. Sin embargo, tuvo que volver a su vida cotidiana, y muy rápidamente se encontró con algo aún peor “se reforzaron las viejas heridas”.
Entonces le digo: parece que no alcanza con “identificarlas”.
Ahora bien, ¿qué tiene para ofrecer hoy un psicoanálisis a alguien que ya trae identificadas las viejas heridas y que además dice saber cuáles son las situaciones actuales que las refuerzan?
En primer lugar, el psicoanálisis ofrece una escucha silenciosa y atenta del trauma, que además, sabemos que es siempre sospechoso, porque está velado por recuerdos encubridores. Sabemos también, que hay un imposible de decir, un agujero en el trauma, por eso no pretendemos decirlo todo. Sabemos además que del trauma queda un plus, una marca de goce que itera en el síntoma.
Pero más en el fondo aún, sabemos que el verdadero trauma en definitiva no era para tanto, fue algo dicho, visto u oído, cuando el sujeto no tenía con qué simbolizar aquello que se clavó como una astilla en el cuerpo, que quedó como el estribillo de una misteriosa canción que se repite en un programa de goce, que molesta y condiciona la vida misma.
Entonces, poner lo trágico bajo sospecha, es un título que busca provocar un efecto de desapego, de separación. Sospechar, es asimismo una manera de no quedar fascinados, poner lo trágico bajo sospecha, es justamente hacer de la tragedia una x, un misterio, someterla al trabajo analítico es ponerla en tela de juicio, desconfiar, buscar con lupa, leer entre líneas, y esa es justamente la posición que nos permite estar a la altura de la época que nos toca.
Un análisis no va a buscar las heridas para identificarlas, sabemos que eso incluso puede darles más consistencia, y ¿entonces qué hacemos cuando alguien viene con las heridas bajo el brazo? ¿Y qué idea de la tragedia tenemos los analistas hoy? Me pregunto y les pregunto ¿en qué medida somos responsables de la tragedia, o de la falta de tragedia, en cada uno de los análisis que sostenemos? Gracias a todos.