Experiencias de lectura. Del sentido a la letra. Por Manuel Carrasco Quintana

Experiencias de lectura. Del sentido a la letra.

Manuel Carrasco Quintana

Piglia dice en su libro, El último lector ([1]), que hay ciertas lecturas que más que un sentido producen una experiencia y que en lugar de preguntarse qué es leer conviene preguntarse quién es el que lee.

Leer un texto siempre comporta esta dimensión, los textos lacanianos en particular nos confrontan de lleno con otro aspecto: la imposibilidad de comprender.

Marcas y experiencias

Primera:

Recién egresado de la Universidad, con la dosis de psicoanálisis inoculada necesaria como para iniciar una búsqueda pero no la suficiente como para estar bien orientado.  Sólo sabía que mi interés se vinculaba con el psicoanálisis, y más específicamente, con Lacan. Lo sabía gracias y a pesar de la transmisión universitaria. Pero también sabía, había tropezado, con la dificultad de su lectura. Que su estilo de escritura no era muy logrado, que se debía a que era gongoreano y por eso tan barroco, que las traducciones eran pésimas, etc, Un compilado de argumentaciones que circulaban por aquella época que intentaban atemperar la angustia que produce el encuentro con sus textos.

En la búsqueda me encuentro con un anuncio: “Lacan para estudiantes”. Pensé, esto es justo para mí. Alguien que enseñe a Lacan pero para principiantes. Alguien que me lo enseñe. Cuando me encontré con el responsable del curso, German García, advertí el malentendido. Lo primero que dijo, con su sonrisa socarrona, fue que, lógicamente, todos en tanto lectores de Lacan, somos estudiantes. Nunca dejamos de serlo. El se incluía, lógicamente. La ilusión de alcanzar ese saber digerido se desvanecía.

Segunda:

Sede de Cita. Curso de formación en psicoanálisis. Mi encuentro con Lito Matusevich. En una clase se propone hablar de la paternidad. Dice que tiene un libro muy especial que le ha enseñado mucho acerca de cómo conviene ejercer esa función. Mientras comienza a hablar lo hace circular entre los participantes. El título era algo así como Consejos para ser padres. Cuando llegó a mis manos me encontré, no sin sorpresa, con un ejemplar de unas 300 páginas, perfectamente encuadernado, pero que al abrirlo dejaba ver todas sus hojas en blanco.

Elegí estas experiencias de los comienzos de mi formación no por azar. Ellas produjeron en mí una marca que aún perdura. La del encuentro con una experiencia inédita de lectura, que me confrontó de lleno con el agujero en el saber y que, lejos de producir un efecto de inhibición, funcionaron como motor de lo que hasta hoy opera en mí como causa.

Cuando recibí la invitación a hablar de las marcas y experiencias en torno a leer un texto, aparecieron estas experiencias y no me soltaron.

De la primera recorto el encuentro con un “maestro estudiante”.  Fui en búsqueda de un  saber que me salvara de la incomodidad, que me diera la llave para entender a Lacan y me encontré con un maestro en posición de estudiante. Leer a Lacan siempre te deja en una posición de estudiante, es decir, dividido. Claro que no se trataba de cualquier estudiante sino de uno que nos invitaba a leer los escritos de Lacan a la letra, renunciando a la ilusión de comprender. No hay metalenguaje, solía remarcar.

Jacques Lacan enseñó, nos recuerda Miller, “a leer Freud a la letra. Para ello, fue necesario enseñar que no se leía Freud. No se lo leía porque se creía comprenderlo”. ([2])

La famosa frase de Lacan, que también circulaba por aquella época, aquella de que sus escritos no eran para ser leídos cobró entonces un nuevo valor para mí. Podían ser leídos pero a condición de ser leídos como se lee en un psicoanálisis. Es decir, a la letra. Se trató de una experiencia de lectura que fue, a su vez, una orientación clínica.

Analizar es fundamentalmente saber leer, nos dice Miller en Leer un síntoma, “El psicoanálisis no es sólo cuestión de escucha, también es cuestión de lectura”(…) ([3])  “La lectura, el saber leer, consiste en mantener a distancia la palabra y el sentido que ella vehiculiza a partir de la escritura como fuera de sentido…como letra, a partir de su materialidad”. (4)

La segunda experiencia me confrontó, de un modo genial, con el agujero del saber. No hay nada para decir acerca de la paternidad en términos universales. Al menos desde el psicoanálisis.

No hay un saber universal a ser transmitido. Eso es lo que sostiene el discurso universitario. Lo que hay es una experiencia de lectura, cada vez. Se trata en todo caso del encuentro con un saber agujereado, una experiencia del no todo.

Lacan sostiene, en el Departamento de psicoanálisis de Vincennes, que “el discurso psicoanalítico no enseña nada. No tiene nada de Universal: por eso no es materia de enseñanza”. A la vez que se pregunta “¿Cómo hacer para enseñar lo que no se enseña?” (5)

Lo que me interesa recortar de esta experiencia, finalmente, es el pasaje de la búsqueda de un sentido, de un sentido que viene del Otro, de un saber que se enseña, al encuentro con una experiencia de lectura orientada por el deseo.

Por último, un tercer punto, actual. La traducción.

Hoy, 20 años después de aquellas experiencias, un entusiasmo renovado vuelve a empujarme a lo no sabido.  A la incomodidad. Me ofrezco a participar del equipo de traducción de Lacan Web Television. Un acto de arrojo, ya que sería mi primera experiencia en esa materia, y un desafío enorme para mí. Desde entonces me pregunto si sabré lo suficiente, respuesta inconclusa que deja lugar a la experiencia.

Me encuentro, no solo con las dificultades de leer un texto en una lengua que no es la materna, sino que además tengo que hacer una traducción.  Si, como dice Miller, Lacan “no hablaba la misma lengua que el resto del mundo (…) que la dificultad resulta de su uso singular de la lengua común (…) transformando extranjera vuestra lengua materna.”(6),  intentar traducirla a su vez a otra lengua, es decir al español, se vuelve una tarea imposible, aunque apasionante. En ese embrollo, guiado por el deseo, por aquellas marcas de mi experiencia, me encuentro por estos días…

Notas

([1]) Piglia R., El último lector, Anagrama, Bs. As. 2005, pág. 24.

(2) Miller, J.-A., Lacan enseña, en  http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/001/template.php?file=arts/alcances/miller.html

(3)Miller, J-A., Leer un síntoma, en revista Lacaniana N°12, publicación de la E.O.L., Bs. As, 2012, pág. 10.

(4) Ibid, pag. 17.

(5) Lacan, J., ¡Lacan por Vincennes!, en revista Lacaniana N° 11, publicación de la E.O.L., Bs. As., 2011, pág. 7.

(6) Miller, J.A, Lacan enseña en http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/001/template.php?file=arts/alcances/miller.html