Escabel, patriarcado y después…

VI JORNADAS ANUALES DE LA EOL SECCIÓN LA PLATA- INTERPRETAR LA VIOLENCIA: PRESENTACIÓN DE LA REVISTA EL ESCABEL DE LA PLATA N°2  “EL PATRIARCADO EN CUESTIÓN” La Plata 2 de noviembre de 2019

 

Rodríguez Gabriela

 

El patriarcado en cuestión…, no, no es una revista feminista aunque bien podría por su título habitar el estante feminista que ahora por pura corrección política ha devenido en las librerías anaquel de género.

Un hilo borda este segundo nuevo número de El escabel de La Plata – se verá porqué la metáfora del bordado-el patriarcado vuelto cuestión a la vez que cuestionado, revela una torsión a partir de la cual tienen lugar todo tipo de paradojas.

“Padre, ¿por qué nos has abandonado?”, no es este el tono dela elaboración sostenida que se borda en la revista, no estamos en la situación crística que, como Osvaldo Delgado observa, conduce al sacrificio, no hemos de lamentar la evaporación del padre anticipada por Lacan en 1968, como lo recuerda Ana Piovano, a poco de disipadas las revueltas estudiantiles de mayo y en respuesta al jesuita Michel de Certeau, que acababa de presentar el polimorfismo del padre a partir de la neurosis demoníaca del pintor Christoph Haizman, el quehabía hecho un pacto con el diablo luego de la muerte del padre. Tranquilos tampoco se nos ocurrirá hacer pactos con el diablo.

La evaporación indica, además de su estado gaseoso, que la partida ya no será jugada en el campo llano de lo simbólico sino en el terreno accidentado del goce, huellas, cicatrices y hasta queloides. “¿Cómo entender en tiempos de declinación del pater, la fuerza con que se presenta en la trama discursiva [del discurso social] el cuestionamiento del patriarcado?”  Es una pregunta insistente entre los textos que leemos en el Editorial de Cristina Coronel que, además, tiene la virtud de adelantarnos un panorama del sumario.  Pregunta que escribe ciertamente una paradoja.

I

“El fin del patriarcado é caduto e non per caso” (ha ocurrido y no por casualidad), anunciaba en 1996 el colectivo de la Librería de mujeres de Milán, en su último Sottosopra, hojas de ruta. El patriarcado “ha durado tanto como su capacidad de significar algo para la mente femenina”, vale citarlas, y agregan todavía siguiendo a Julia Kristeva, el fin del patriarcado no es una cosa de risa. Por lo que interrogar los efectos de su derrumbamiento, sea en el orden político, sea en la potencial reinvención de una masculinidad librada del dominio sobre la mujer, sea sobre las posibilidades de transformación de las existencias femeninas de destino en proyecto propio, es la tarea que ha de emprender el feminismo que vendrá, sostienen ellas, tarea que leyendo este número de la revista El escabel… no dudaríamos en reconocer en sus vecindades con el psicoanálisis.

Pero no tan rápido, el final del patriarcado se vuelve signo de una realidad que cambia, de un simbólico muerto de risa, el post-patriarcado que este fin anuncia, en todo caso, alude a una nueva constelación de poder que reparte nuevas duplas en remplazo de aquella de la víctima y el opresor cara a la economía patriarcal, en otras tantas duplas menos reconocibles, hoy como ayer no siempre pegada a los géneros vueltos etiquetas a intercambiar, ni la palabra “dominio” ni la palabra “opresión” aciertan en dar cuenta de las relaciones entre hombres y mujeres,“yerran absolutamente el blanco”, dispara Graciela Musachi. Las sentencias arrojadas por la Librería de las mujeres, de la que me valgo en contrapunto, sin duda resuenan en los textos escritos en este Escabel, sin pasar por alto los contraste entre los hemisferios, aunque ambos occidentados, dijimos se trata de accidentes, en escala diversa, afectados de una heterocronía que desafía la llamada globalización cuando todavía se entona y con fuerza en este, nuestro hemisferio,ese: “abajo el patriarcado, ¡se va a caer!, ¡se va a caer! …”, sin preguntar arriba de quién se caerá.

II

Sobre la cuestión, del patriarcado, se señala en la revista oportunamente que el término no proviene de nuestro campo, ni Freud ni Lacan se valieron de él especialmente como una noción.Se aísla como significante de la época (en varios de los textos) que marca especialmente la escena local, se ausculta su etimología, sus usos y acepciones en los diccionarios. Se repasa el valor que asume en otros discursos, la antropología a la cabeza, se precisan ciertas formulaciones que le son contiguas: “el paternalismo” por ejemplo.

Ahora bien, haber naturalizado lo que se tomó por “invariante antropológica” hasta que hizo ¡plop! y “su ocaso se aceleró por intensificación del capitalismo”, recodarán Miller dixit en la contratapa del Seminario 6, suscita paradojas, las que son expresamente tematizadas. Agrego algunas: por qué, cómo se pregunta Lacan en el Seminario 17 desentrañando el mito de “Tótem y tabú” punta pie de esta historia, el padre “las tendría a todas, si había otros chicos y ellas podrían haber tenido algo que decir”, o por qué, La infamia originaria como la caracteriza Lea Melandri, puede ser presentado por otra feminista como El patriarcado del [inofensivo] osito Teddy, Donna Haraway. Y aún, por qué: “el sexo que se dice fuerte es el que hay que proteger sin cesar”, ahora es ViginieDespentes quién lo dice, desde el feminismo de su Teoría King Kong. De ahí, todos metidos en la misma confusión, sobre la que ellas tienen algo para decir… y el psicoanálisis también.

Porque una vez que el patriarcado es puesto en cuestión, la cuestión de lo femenino toma otro cuerpo, incluso y hasta la formulación de un goce adjetivado como femenino-vuelto modelo del goce en cuanto tal(según se extrae del Curso de Jacques Alain Miller “El ser y el uno”)- se sigue de esa puesta en cuestión en clave analítica, ir más allá del padre, de su tedioso “magisterio sexual”. Pero ¿por qué ya no satisface el padre?, la pregunta es articulada en varios de los textos, no sin polémica, resalto en este punto el texto de Gerardo Arenas sensible al llamado a un aggiornamento impulsado por Miller, donde se señala los riesgos de una nueva gravitación. ¿Es posible deshacerse del padre?, colectar sus “bellos restos”y otros que no son tan bellos, distinguir lo que es “ideología edípica” de lo que se erige como “real no familiarizable”, precisado por Miquel Bassols, o dicho de otro modo el paternalismo versus lo real, al decir de Lito Matusevich, no hace más que constatar que el padre de familia, ese que trabaja (o trabajaba) para mantenerla, en las sociedades que llamamos modernas se le asigna un papel menor (Lacan, Seminario 17) aunque pueda aparecer eventualmente como un villano. Una actualidad desnuda la ferocidad del“padre sin Nombre”según la expresión de Gustavo Dessal que atiza un fantasma sadeano en el que el verdugo se hace instrumento.

La violencia motivo de nuestras Jornadas, en particular «la violencia contra la mujer» promovido como sintagma en el que se sustentan políticas, encuentra su propio impasse porque reduce la discordia entre los sexos a presupuestos sociológicos, a la vez que ignora los efectos incalculables del lenguaje sobre los cuerpos. Las estructuras elementales de la violencia identificadas con las del patriarcado, como dicta Rita Segato mencionada en la revista, acentúan la paradoja enunciada en otro lugar: mientras el abordaje clásico feminista señalaba el esquema de dominación masculina propio del patriarcado como base del fenómeno, su “agravamiento” actual, tiende a ser explicado por la pérdida de los privilegios del varón.

III

La feminización del mundo, tópico si los hay de este número, no es otra cosa que el incesante deslizamiento del padre a la mujer, aunque como aclara Silvia Salman aquella feminización no se confunda con lo femenino, “la primera cuestiona al padre para ocupar su lugar, el segundo lo problematiza para ampliar sus límites y traspasar sus bordes”, por eso no deja de sorprender que la dama que como dice la canción é mobile(se mueve), ese movimiento la puede llevar a tomar semejante relevo.  Una hipótesis aventurada, cuando no mal intencionada ironizaría: si Edipo pudo ser un sueño de Freud – Lacan lo hizo ver – luego de cada analizante, el patriarcado pudiera ser un sueño feminista, al menos de cierto feminismo.

Lo que queda del padre, después de la fenomenal “revisión iconoclasta” emprendida por Lacan en su enseñanza,decanta en una definición mordaz (Seminario 19)cuando el padre es reducido a lo que impresiona y en eso va la transmisión de la vida, algo para lo que no hay modelo. Un vector de sentido único, despejado por Verónica Escudero, no deja margen para las nostalgias, de la dignidad del patriarca a la dignidad del sinthoma.

Como a las Mosuo, ese vestigio del último matriarcado retomado por Graciela Musachi del libro El reino de las mujeres (Ricardo Coler), al psicoanalista le conviene profesar la sabiduría de lo que no hay, ni promesas libertarias, ni retornos de armonías tribalistas, tanto como mostrar su docilidad a lo que sí hay, el imperturbable goce que ha de ser escrito en singular por el sínthoma.

 

Como un epílogo, prolongación de la acción que pone al patriarcado en cuestión, el bordado paciente del trazo, la “letra inventada” que recrea un linaje femenino al decir de Fernanda Castell -artista escogida como escabel de este segundo número-, permite figurar la caducidad de la forma ejemplar, la evaporación del pattern. Un sin patrón que hace bordado traslada algo del cuerpo a un soporte otro, hace trama con aguja e hilo en el acto de perforar, entrelazarperforaciones haciendo aparecer formas tras la puntada,“lo más parecido a la felicidad”, que nos recuerda nuestro Escabel anterior.

No es fácil distinguir lo que proviene de la sexuación de lo que proviene de una suerte de domesticación social, señala Freud en su Conferencia sobre “La femineidad”, aun así, en un “rapto delirante”, al decir de Gustavo Dessal en el sentido de una media-verdad, asigna a las mujeres esa función eminente del bordado, el hilado, el trenzado y el tejido con el que ellas solían velar su inexistente castración. Claro que tejer no es solo un asunto de damas, lo es también de las palabras con las que bordar su límite…