NOCHE DE DIRECTORIO: LA INTERPRETACIÓN QUE DESPIERTA– EOL Sección La Plata, 19 de junio de 2019
Mónica Boada
Agradezco al directorio la invitación a participar de esta serie de Noches. Me han pedido que en el marco del tema “La interpretación que despierta” trabaje la interpretación desde la perspectiva de la “réson”. Primero voy a situar alguna cuestión en relación al “despertar” y luego el tema de la “réson”, que como saben es un término que Lacan toma del poeta Francis Ponge.
I-Despertar
En el Seminario 25, justo después de decir que el psicoanálisis debe ser tomado en serio aun cuando no sea ciencia sino una práctica de “charlatanería” Lacan dice:
«Eso no impide que el análisis tenga consecuencias, él dice algo. (…) «Decir» tiene algo que ver con el tiempo. La ausencia de tiempo, (…) se sueña es lo que se llama la eternidad, y ese sueño consiste en imaginar que uno se despierta (…) no se sueña solamente cuando se duerme.
El inconsciente, es (…) la hipótesis de que no se sueña solamente cuando se duerme. Quisiera hacerles observar que lo que se llama ‘lo razonable’ es un fantasma es totalmente manifiesto en el comienzo de la ciencia»(1)
Ya había dicho unos años antes que “La esencia del sueño es justamente la suspensión de la relación del cuerpo con el goce”(2) . El sueño “suspende” esa relación perturbada del sujeto con su propio cuerpo llamada goce. Sitúa que en el sueño se trata, no del deseo sexual (…), sino del deseo de dormir, el cual consiste en suspender lo que está en el discurso: “el semblante, la verdad, el goce y el plus de gozar”. Hasta que se despierta “para seguir soñando”. (3) Este sería el despertar, que “se imagina” párrafo anterior.
Pero hay otro despertar, el de la pesadilla. La angustia nos anoticia que esa “suspensión” ha caducado ya que algo del goce ha vuelto a perturbar al sujeto. Es por ese sesgo que Miller asoció la pesadilla a la interpretación eficaz, pero Miller aclara, no es un despertar para seguir soñando, o al menos no el mismo sueño, el del fantasma.
Lo otro que introduce es el tiempo, la práctica del psicoanálisis es “seria”, porque es un decir que tiene consecuencias a nivel del tiempo. Es interesante pensar la interpretación desde esta perspectiva, la interpretación como la inyección de otra temporalidad.
Que el “decir” tenga algo que ver con el tiempo se ilumina con otra formula: “un decir es del orden del acontecimiento”. (4) Un acontecimiento inaugura un antes y un después, algo que irrumpe, que escribe una discontinuidad y nos despierta de ese sueño de eternidad. Es “otro” tiempo, no el cronológico, no el de la historia, no el de la duración, etc.
También permite cernir algo en común entre la interpretación y el síntoma. En el análisis se trata de “un decir que hace acontecimiento”, y completamos a partir de “Joyce el síntoma”, un “acontecimiento de cuerpo”.
Por último, subrayo para retomar mas adelante el final del párrafo, en el cual Lacan, reduce “lo razonable” de la ciencia desde su origen, (una referencia a Descartes), a un fantasma, a un sueño.
Todo esto es para intentar pensar, de qué orden de “despertar” en la interpretación…
II- Réson
Lacan intentó atrapar ese espacio, donde interpretación y síntoma se encuentran y por ende uno puede incidir en el otro con el termino resòn tomado de F. Ponge.
Lo encontramos en dos ocasiones: la primera vez es en “Función y campo…”, en una nota que agrega en 1966 al final del texto en el apartado llamado “Las resonancias de la interpretación y el tiempo del sujeto en la técnica psicoanalítica”
La segunda en “Hablo a las paredes”.
“Réson” es un neologismo que condensa dos términos: “resonancia” y “razón”. Réson es un “entre”, resonancia y razón. Abre un campo, una zona entre cuerpo y discurso, entre palabra y goce. Abre un campo, que a diferencia del sueño no “suspende” esa relación. Veremos el uso que le da Lacan, ahora me interesa ubicar de dónde toma esta “escritura” porque ilumina el uso que hace de ella.
A principios de los años 50 le encargan a Ponge un libro sobre Francois Malherbe (1555-1628), un poeta clásico del siglo XVII. En ese libro encontramos el término “réson”.
En esa época la poesía francesa tenía cierta tendencia a la oscuridad y el exceso. (5) En tensión con ese movimiento Malherbe -que era poeta oficial de la corte francesa- se destacó por la técnica depurada de sus versos, pero su papel más importante fue el de teórico. Luchó para mantener la poesía y la lengua francesa dentro de la claridad y el rigor, influido por el racionalismo de Descartes. Subrayo esto último, su filiación al racionalismo, a la razón. ¿Qué dice Ponge de Malherbe?
“Malherbe no razona a menos que no resuene. Hace vibrar la razón. ‘Qué dices tu, mi razón’.
Se trata en él de un verdadero “surrealismo” de la razón (a partir de ahora mejor llamada réson) (…)
Esta confusión, o coordinación sublime entre Razón y Réson se obtiene a partir de la máxima tensión de la lira. El estilo afectado. El concierto de vocablos.
Malherbe le ha quitado muchas cuerdas a la lira, y tanto más tensa la que conserva (ésta es la operación que me parece fundamental para nosotros, la reducción).
Este clasicismo, el único que nos da gusto admitir o recomendar, no es otro que la cuerda más tensa del barroco. (…)
Esta vibración de la cuerda más tensa, es (…) el tono afirmativo del verbo, bien necesario para que él “llegue”. Es el SI del Sol, el Si de Racine, el SI de Mallarmé; es el tono resuelto, el que llamé la “resolución humana” (…). Es finalmente la única justificación de la Palabra (prosa o poesía), una vez atravesadas todas las razones de callarse. Es la decisión de hablar.” (6)
Reencontramos acá el decir. Subrayo lo que llama “el tono afirmativo”, el “Sí”, “el tono resuelto” (resuena la res cartesiana también), un “tono” que es punto de apoyo del decir.
También destaco el “atravesadas todas las razones” (de callarse) porque creo que ese es un tiempo necesario del análisis, atravesar y agotar las razones, los argumentos, los sentidos que nos damos, el fantasma. Incluso las interpretaciones.
Ponge padecía un síntoma que consistía en una gran dificultad, una inhibición extrema para hablar lo que está en el fundamento de su escritura. Entonces, que él diga que “es la decisión de hablar” no es cualquier cosa.
Finalmente, “hacer réson” como modo de la interpretación, podemos entenderlo como tensar la cuerda de la razón (agotarla, inconsistirla, fallarla) para hacerla resonar.
III- Muro
En las dos ocasiones que Lacan usa el término “réson” evoca un poema (7)
«Entre el hombre y la mujer, hay amor.
Entre el hombre y el amor, hay un mundo.
Entre el hombre y el mundo, hay un muro».
Antoine Tunal.
En “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” el término “campo” refiere al campo donde se instaura la experiencia del análisis, el campo del lenguaje. Con ese emplazamiento inicia Lacan su enseñanza. Pero el lenguaje también es muro, el muro del lenguaje.
En “Hablo a las paredes” o a los muros, los muros son los de la capilla de St Anne, hospital donde Lacan inició su práctica y fue “mordido” por el psicoanálisis por primera vez. Está dando una serie de charlas llamadas “El saber del psicoanalista” en principio a psiquiatras, pero en cada encuentro hay cada vez mas público. Los muros hacen metáfora de “hablarle a nadie”, de no ser comprendido, de obstáculo. Pero por otro lado esos muros circunscriben el vacío en el que su voz resuena. Esta función de los muros de delimitar un vacío es la que se pone de relieve en la resón.
Hablando del objeto a y no directamente de la interpretación Lacan trae a Ponge. Poniendo de relieve la relación del psicoanálisis con la lógica como modo de operar por fuera del sentido, sobre todo del sentido común, introduce el objeto a como algo completamente “ajeno” al sentido. El sentido dice, “es un pintarrajo añadido a este objeto a con el que cada uno tiene su ligazón particular” y agrega: “Esto no tiene nada que ver con el sentido, ni con la razón. (…) Denme el gusto, escriban r.e.s.o.n. Es una grafía de Francis Ponge. (…) Él no es el único. Es un asunto muy importante que, por fuera de este poeta, sólo vi formulado seriamente en el nivel de los matemáticos, y es saber que la razón, de la que por momentos nos contentamos con captar que ella parte del aparato gramatical (8), tiene que ver con algo, no quiero decir intuitivo, ya que caería en la pendiente de algo visual, sino con algo resonante.”(9)
IV- Cuerda
Para terminar y dejar algo para la conversación, sólo decir que mientras trabajaba el tema, tuve presente todo el tiempo los testimonios de Fernando Vitale que enseñan mucho al respecto. Del que dio aquí en La Plata me permití anudar algunas ideas.
Si la interpretación en réson tiene una dimensión poética, no es por el lado de “lo bello”, es por hacer “función de otra cosa” (10), como dice Lacan en el Seminario 24 (11) Así lo podemos ubicar en esa primera interpretación del analista: “¡Qué tapón!” que abre a un espacio “otro” al de todas las “razones”, al de todos los sentidos que él se había dado de su padecimiento. El lo dice así: “Las cosas no iban a transcurrir por los carriles que yo esperaba”. Es en ese hueco cavado en el edificio de sus razones el que permite que el “Yo no te voy a sacar de ahí”, otra interpretación, haga resonar de otro modo el S1 “atascado”, un nombre del síntoma.
“… reduciendo su presencia lo más posible a la encarnación del objeto a” (12) es que el analista le puede dar a su palabra la fuerza de la réson. Fuerza que encontramos en esa interpretación descomunal repetida tres veces: “Si no la compras nunca la vas a terminar de perder”, interpretación que abre al atravesamiento del fantasma y a la caída del objeto a
Por último, tensando la cuerda -que Fernando nunca suelta- de la interpretación del sueño y en particular la pesadilla -anudada a su empuje de querer atrapar con la mirada lo imposible de ver y de saber- encuentra su propio límite, su muro. La pesadilla cambia de valor y se torna el acontecimiento de cuerpo que introduce “otro” cuerpo y “otro” tiempo. Él dice finalmente ¿No es la pesadilla lo que me saca de ahí?.
Eso y el recuerdo de una escena “extrañamente vital” abren al “Eso siempre estuvo, eras vos el que no estaba ahí” última interpretación del analista. Un “ahí” o un “es eso” que se siente en el cuerpo.
Lo interesante en la “resòn” es que el muro no es sólo impedimento u obstáculo, es también instrumento. Sin el límite que introduce no hay resonancia. Es vía la “réson” que el muro se convierte en cuerda y resuena.
Notas
(1) Lacan, J.: Clase 1: Seminario 25 “Momento de Concluir”. Inédito
(2) Lacan, J.: Clase XVI Los cuerpos atrapados por el discurso, en El Seminario, libro 19 “…o peor”, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 229.
(3) Ibíd.: Clase XV El deseo de dormir, pág. 213
(4) J. Lacan: Clase 4, Seminario 21 “Los no incautos yerran”. Inédito.
(5) El «preciosismo», cultivado en algunos salones literarios que es una de las formas que tomó el barroco en Francia. En ese contexto se produce entre varios escritores la llamada Querella de los Antiguos y los Modernos, en la que se discute si los autores clásicos son más dignos de imitación que los contemporáneos. De ese debate que cambia el rumbo en la literatura Malherbe es protagonista.
(6) Ponge, F.: “Raison et réson en Malherbe, Paris, 8 de marzo de 1955” en Pour une Malherbe, Ed. Gallimard, Paris, 1965, traducción para este trabajo de Laura Petrosino.
(7) Poema que extrajo de un almanaque haciéndonos saber que, a diferencia de Ponge de quien dice que es un gran poeta, no es por su calidad que lo evoca.
(8) En la páginas 23 y 24 de “Hablo a las paredes” Lacan define al inconsciente “estructurado como un lenguaje” como una gramática, y lo distingue de la poética y de la retórica, o sea de la “invención” y de la “persuasión”. El campo, ya no es el lenguaje como en “Función y campo…”, sino lalengua, y “la vertiente útil de lalengua (…) es la lógica”
(9) Lacan, J.: “Hablo a las paredes” clase del 6 de enero de 1972 en Hablo a las paredes, Paidos, Bs. As. 2012, pag.103
(10) Y así “aflojar el vínculo con sus significantes amos” como dice Laurent, E: El reverso de la biopolítica”, Grama, Bs. As. 2016 pag. 276
(11) Lacan, J: “Hacia un significante nuevo” en Rev. Lacaniana nº 25, Grama, Bs. As. 2019, pág. 19
(12) Ibíd