EL FIN DE ANÁLISIS Y LA SALIDA DE LA TRAGEDIA. XI Jornadas EOL SLP
Florencia Dassen
Apenas recibí la invitación a esta mesa me vino a la memoria un momento inolvidable, eran las Jornadas de los AE, así se llamaban, en Bruselas, año 1997, y un AE, Hilario Cid, quien ya había dado su primer testimonio en otro momento, una vez más producía “una” risa en el público. Ese era su efecto garantizado, no fallaba, siempre producía un instante de esa risa singular. Que haya witz no implica necesariamente la risa, por eso dije “una” risa, lo que se aprende del pase es siempre singular. Pero: si hay pase, hay witz, lo que quiere decir que el pase no es para uno solo, y vale por las resonancias que suscita en los demás, efectos de saber y de afectos múltiples, en el uno por uno, de una comunidad particular. Me gusta cómo lo dice Miller: «La “tercera persona” freudiana nunca es la sociedad en general, sino una comunidad particularizada con sus propias inhibiciones, con sus propios tabú y tótem, es decir siempre una segregación de la sociedad en general y es lo que nosotros realizamos a nuestra manera». (1)
Ahora sí voy a intentar transmitirles lo que suscitó en mí el párrafo de Miller con el que nos invitaron a esta mesa, y que termina, con esta frase: “En una palabra: con lo peor ( du pire) producir risa ( du rire) y no padre ( du pere)” (2) articulada a dos casos escuchados en el Cartel del pase H11.
En esta ocasión cabe destacar en un caso del que ya hablé, algo nuevo. Y es lo que llamaré: la función oracular del mito. El mito, en torno a su nacimiento, era un relato y a la vez una imagen que albergaban un acento patético. Relato que sin duda atravesaba la historia de sus padres, y pasa a constituir en ella una función que localiza cierta fascinación que a lo largo del análisis se despliega y se vacía hasta alcanzar a producir el significante amo que ciñe el goce que la ligaba al padre y su pathos. Ese relato y esa imagen estuvieron siempre en el horizonte, el analista supo preservar lo oracular en juego, lo que pienso dio lugar a que la carga fundamental de la interpretación recayera sobre la analizante. Ella pudo leer de la buena manera la figura de destino que la neurosis produjo y alcanzar una nueva escritura que le permitió tomar dimensión de lo que la atravesaba como un hilo conductor, hacia la angustia y el horror en el borde mismo de ese “entre” del mito, signo que cabalga entre el significante y el goce. Esta pasante pudo transmitir a los pasadores que con lo peor pudo alcanzar un nombre que le permitió una solución, un lugar y un uso nuevo de la voz. Lo que quedó en la opacidad fue el más allá del padre.
Otro caso, que fue nominado AE enseña sobre el peso de una frase que deja una marca indeleble en él. Era una frase de la madre: «Cuando estaba embarazada de vos, yo te decía “Agarrate fuerte”». Esa frase el pasante la supo, “desde siempre”. El relato de la tragedia de los embarazos que la madre había perdido antes de él sin duda también hicieron lo suyo. Es recién muy avanzado el análisis cuando él padece un síntoma transitorio de fobia a volar en avión, que puede enlazar esa frase a la fórmula del fantasma “Agarrarse del Otro” y a su síntoma garrapata, su modo heroico de hacerse devorar en el amor. “¡Encontraste la marca original!” exclama la analista. Al modo de un relámpago todas las declinaciones de lalengua en torno al agarrarse, hacerse agarrar, no dejarse agarrar, soltarse, se verificaban en la vida, ahora leídas en análisis. La función de lo escrito permitió aislar el Uno de lalengua, “encuentro” marcado por el goce en el lugar de la causa, a partir del cual, ya no fue necesario seguir leyéndose desde el fantasma. Escuchamos el witz de pase de Assef, a lo largo de los últimos 3 años.
Hasta ahora tracé algunos hilos en torno al witz, la risa y lo peor. ¿Y el padre?
La experiencia analítica, soportada en la función del sujeto supuesto saber, hace lugar a lo que Miller llamó la ilusión particular del “entonces estaba escrito desde siempre”. (3) “Me esperaba desde el pasado”, “desde el pasado me esperaba esta escritura ya depositada”. (4). Esta ficción, la del sujeto supuesto saber, tiene un uso particular para nosotros, y es que al final, la causa subsiste y el sujeto supuesto saber es destituido, cae, se diluye. Me pregunté ¿por qué Miller incluye el párrafo que enmarca esta mesa en el capítulo en el que se dispone a decir una y otra vez, que en el psicoanálisis no hay liquidación de la transferencia, y sí hay deser para el analista, y destitución subjetiva para el analizante? El psicoanálisis no puede curarse de la transferencia. “Al final de la experiencia, la transferencia al psicoanálisis subsiste, y sin embargo, ha cambiado radicalmente”. (5) Lacan habla de un amor más digno, aquello por lo que Paula Vallejo le preguntó a Miller, en ocasión de la presentación de su libro, Cómo terminan los análisis. Él le responde con agudeza y también nos hace reír. (6) Ahora bien, ¿el amor más digno no incluye también un nuevo amor dirigido al padre? Servirse de él, para poder prescindir. No se trata de producir padre, pero sí de hacerse incauto de él, para alcanzar ese irreductible que permite que el witz del final, quede a cargo de lalengua y ya no del padre. Lo singular del horror encontrado, ese punto de certeza, marca el camino para proseguir en la buena vía, la del goce que condesciende al amor, más allá del fin de análisis, y del pase. No hay escrituras que fijarían el final de la experiencia, tampoco hay última palabra para decir el final. Para hacer el pase, hace falta dar todo su lugar al estatuto de la palabra. Así, el “delfín” de Assef, es lo que se inyecta de palabra, y equivoca su deseo de fin, allí ya no hay construcción, ni interpretación. Es el goce que escapa a ser nombrado. Un significante separado de la historia y los retratos de familia. Hacia un significante nuevo, es también hacia un afecto nuevo (7) que pasa a lo común de la lengua en la comunidad analítica. Allí no hay héroes, en el mejor de los casos, solo unos pocos post joyceanos.
Pregunta de Valeria Martínez a Florencia Dassen
Valeria Martínez: En la presentación que realizaste en la Noche Enseñanzas del Pase, situaste como punto de partida el después de la crisis del pase en la ECF tomando una cita de Miller a propósito de que “el pase se hace una solavez”. La cita a la que te referiste, que es de Miller, está en la Revista Lacaniana N°32 , -“Ocho puntualizaciones sobre la crisis del pase”, pág. 95- dice: “En primer lugar, la nominación debe girar en torno a un acontecimiento acaecido en la experiencia analítica (¿tuvo o no lugar?)”.
Más adelante en tu presentación haces una distinción entre “separarse de ciertos modos de relación sexual y sus rostros de locura” y “alcanzar a poder cernir la causa del horror al saber, el suyo separado del de todos, y medir allí lo verdadero con lo real”.
Te pregunto entonces:
Este acontecimiento de pase, que rescatas de las puntualizaciones de Miller, ¿estaría más allá del atravesamiento del fantasma? ¿o cómo ubicarlo respecto de él?
Y, ¿qué se espera del testimonio de alguien que ha alcanzado a cernir su horror al saber y logra así “medir lo verdadero con lo real”?
Florencia Dassen: Es una pregunta muy aguda porque precisamente toca lo que es el problema de como leer lo que llamamos “el acontecimiento del pase” en el análisis mismo, lo que Lacan llamó el pase clínico, y en las múltiples reconfiguraciones que ha impulsado Miller, revisando a partir de la práctica efectiva del pase, no de la teoría, sino de evaluar el peso de los resultados y de las experiencias que se pueden extraer de las enseñanzas de los carteles y de los colegios del pase que se han hecho a lo largo de todos estos años. En un momento que estaba todo puesto en el atravesamiento del fantasma, que es como Lacan pensó el pase -lo que implica cómo se vive la pulsión una vez atravesado el fantasma-, eso demostró su límite, que además no era fácil de verificar cómo continuaba el trayecto del goce una vez atravesado el fantasma, y quedaba centrado en este punto del atravesamiento, que además había que demostrarlo.
Entonces hubo una reconfiguración que trató de poner el peso en el sinthome, y esto trajo otros problemas. Podría decirse que los efectos transmitidos en relación a lo que para cada pasante era poder decir sobre su arreglo con el sinthome, haber podido agarrar ese fragmento de real y arreglárselas con eso, empezó a velarse, por no decir ausentarse, un momento de discontinuidad fundamental que no puede no estar, precisamente, el de la separación del S (A barrado) y el a, lo que Lacan dice en el Seminario 20 que diferencia la psicología del psicoanálisis. Entonces volvemos al problema del atravesamiento del fantasma.
Atravesar el fantasma es haber podido, justamente, atravesar toda la dialéctica de las identificaciones, de las representaciones, de los relatos cargados de verdad gozosa y la dialéctica de la castración para el neurótico. Una vez que se atravesó todo esto, lo que se contornea son los bordes del objeto que empieza a circunscribirse, y a partir de ahí hay algo que empieza a pesar también de lo que es la imposibilidad de la relación sexual, o la relación sexual que no hay. Entonces, una vez que está extraído ese objeto, el analista soporta el lugar del objeto separado de todas esas otras figuras que representaba cuando, en el inconsciente transferencial, el analizante las depositaba en él.
También puede decirse que el pase es el punto en el que se pasa del inconsciente transferencial al real. Hay ahí una torsión fundamental en los análisis, donde el analista solamente encarna el objeto como puro valor de goce. Entonces, ¿termina ahí el análisis? Seria deseable que no…Sería deseable que se soporte un tiempo de verificación de lo que implica que ese objeto haya perdido los brillos agalmáticos, también que haya perdido la relación al horror-verdad y la angustia. Todas formas de defensa al horror al saber.
La pregunta que haces Valeria, respecto de si se sitúa el pase en el atravesamiento del fantasma o más allá, es que el fantasma incluye necesariamente poder demostrar ese más allá. Cómo se hace una nueva alianza con ese goce imposible de negativizar, que pasa a la pragmática de un arreglárselas con él, pero ya no velando el agujero en el Otro, sino teniendo eso a la carga del parlêtre y no del Otro. Eso hay que verificarlo y dejarse atravesar por eso para que algo pueda demostrarse de lo que es justamente ese punto de la incidencia del atravesamiento del fantasma en el sinthome mismo, en la marca que está desde siempre. A diferencia de las repuestas, a esa misma marca, pero que fueron los efectos de saber inconsciente, los equívocos y la neurosis misma.
Por algo Lacan en el “Seminario 24” se pregunta ¿podemos alcanzar algo más allá del inconsciente? Precisamente poder alcanzar a cernir ese punto de esa marca que no cesa de ser siempre la misma y que ya hay una responsabilidad respecto de ese goce puesto a la cuenta del parlêtre, es algo de esto que significa como medir lo que hizo función de verdad para uno respecto de lo real. Porque no dejamos nunca de estar partidos entre dos goces fundamentales: el goce de la palabra y el goce en el cuerpo o del cuerpo que se goza. Entonces lo que se espera es que ese hiato se demuestre, que pase, que no haya una construcción que opaque ese hiato. Como dice Anne Lysy en el texto “Hacen falta agujeros para que eso pase” que está en El escabel… N° 3, hacen falta las fracturas, las tachaduras, las rupturas, los agujeros para que algo de eso se transmita y algo caiga de ese efecto de transmisión. Eso.
Notas
(1) Miller, J.-A.: ¨Nueve facetas de la comunidad analítica¨, en Revista Más uno N°2, publicación de la EOL, Buenos Aires, 1997, p. 23
(2) Miller, J.-A.: “Una observación acerca del atravesamiento de la transferencia”, en Cómo terminan los análisis. Paradojas del pase, Grama, Buenos Aires, 2022, p.145
(3) Miller, J.-A.: La erótica del tiempo y otros textos, Tres Haches, Buenos Aires, 2014, p. 35
(4) Laurent, E.: El Nombre y la Causa, editado por Mariana Gómez, Córdoba, Instituto de investigaciones Psicológicas, 2020, p.65
(5) Laurent, E.: “¿El psicoanálisis se cura de la transferencia?”, en El psicoanálisis, Lo que no se sabe de la transferencia, Revista de la ELP, N° 32, 2018, p. 119
(6) Miller, J.-A.: ¿Reinventar la escuela? Preguntas porteñas, Grama, Buenos Aires, 2024, p.45
(7) Laurent, E.: “Hacia un afecto nuevo”, en Revista Virtualia, Revista digital de la EOL, número 14, 2006, en: www.virtualia.com.ar