NOCHE DE DIRECTORIO: EL SABER EN LA ESCUELA, ENTRE FORMACIÓN Y TRANSMISIÓN –EOL Sección La Plata, 23 de Marzo 2016
Eduardo Suárez
Me complace inaugurar el tercer año de trabajo de la Sección. El tercero que, como ustedes saben, para Lacan marca el comienzo de lo serio a partir de la serie. Ese es nuestro deseo.
Este directorio y este equipo de gestión ingresan en su último año, que prácticamente comienza con el Congreso en Río, “El cuerpo hablante. Sobre el inconsciente en el siglo XXI”. Y comenzó con una excelente noticia para la Sección como lo es el hecho de que han sido designadas Sonia Beldarrain y Cecilia Fasano, dos de nuestras asociadas, nuevos miembros de la EOL y de la AMP.
“El saber en la Escuela, entre formación y transmisión”, es un título que recibí como mi propio mensaje, en forma directa en este caso, de la boca de Diana Wolodarsky y que adoptamos con el consentimiento de nuestra Instancia Diagonal, renovada con los ingresos de Leonardo Gorostiza y José Damiano.
El saber en la Escuela es un tema que queremos poner sobre la mesa, porque la Escuela es fundamentalmente un lugar de formación para los analistas. Y podemos decir sencillamente que, como al mismo tiempo, los saberes provenientes del psicoanálisis circulan por diferentes lugares de la ciudad, queremos poner al trabajo la pregunta acerca de qué es lo que los distingue, o mejor dicho, qué distingue a la relación que tenemos con el saber en la Escuela de la que se plantea en otros discursos o dispositivos posibles.
Esta distinción sigue a veces una pendiente histérica, diría tomando en cuenta el análisis de Miller en El banquete de los analistas (1): aquella que quiere especificar la relación con el saber en el psicoanálisis con la ayuda de la verdad. Y así, por ejemplo, en los estudios se valorar la sorpresa, el encuentro contingente, o cuestionar cualquier instancia que pueda detentar el lugar del amo como el profesor o el programa. El problema es que esa es una solución que siempre reintroduce la sombra, el fantasma que en otro discurso persigue al profesor, y que consiste en que el saber se produce o proviene de un “otro” lugar.
La otra distinción común es aquella por la cual se realizan recorridos singulares en los que se obtiene la certeza subjetiva de un saldo de saber pero no se comunican ni demuestran sus resultados.
Como decía Lacan en “Lituratierra” (2), no es lo mismo un saber en fracaso que un fracaso de saber.
Si habitamos una Sección de la Escuela tenemos que preguntarnos por nuestras producciones y por sus efectos, que seguramente serán saberes que fracasan, pero justamente por ello debemos tratar de mostrar su articulación con lo real. Se trata por lo tanto, para la Sección, de cómo no delegar la producción de saber, cómo promover su elaboración colectiva y, por supuesto, cómo dotamos esto de rigor lógico, es decir que su fracaso sea demostrable ante algunos otros.
Notas bibliográficas:
(1) Miller J.-A.: “El saber y la verdad”, El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2000, pág. 332.
(2) Lacan J.: “Lituratierra”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 19.