El presente de la política identitaria. Por Eduardo Suárez

Gabriel Racki, Christian Martín, José Lachevsky, Mariano Peiró, Ana Belén Zubillaga, Ana Laura Piovano, Eduardo Suárez.

El presente de la política identitaria

Eduardo Suárez

Hace un tiempo, Eric Laurent nos recordaba en Córdoba que a partir del año cero y la propuesta de zadig por parte de Miller algo se agrega a la formación del analista. A partir de 2017 la necesidad  de incidir en la política por parte del psicoanálisis no es un área de interés para algunos espíritus inquietos sino algo que hace al campo de intervención del analista en la que nos tenemos que formar.  

Hoy en el campo de la política, la crisis de las democracias representativas, que conlleva, a su vez, crisis de autoridad, de credibilidad en el sistema democrático, y, de gobernabilidad, produce dos efectos clave para el seguimiento de los avatares de la civilización por parte del psicoanálisis, que conciernen sobre todo a los regímenes identificatorios que vienen a responder a ella, a saber: los denominados nuevos populismos y los crecientes movimientos identitarios.

Ambos procesos competen a la cuestión de las masas contemporáneas, y es de particular interés, y acá encuentro un vínculo con nuestra formación específica, el ascenso de la segregación que tales efectos entrañan.

La “evaporación del padre” tal como designa Lacan en su “Nota sobre el padre”([1]) a esta determinación mayor, arrastra con ella a la de las identificaciones. Este proceso lejos de comprometer sólo al semblante, deja al descubierto el trozo de real en que tales funciones se soportaban. Respecto del padre, se produce un cambio de registro por el cual, allí donde la consecuencia natural de la función paterna era la de una segregación simbólica, ahora quedará una cicatriz ([2]) por la que Lacan anticipa un ascenso de la segregación que debe ubicarse en el registro de la realidad efectiva. En el plano de las identificaciones, también permanece algo que no se evapora, y es la necesidad del parlêtre de ser parte de un Otro que lo reconozca como ser hablante. En la medida en que porta un cuerpo habitado por un goce, lo gregario es un llamado a un tratamiento para ese goce adquiera una modalidad.

Lo social entonces, hoy deja ver su cara real al colectivizar a sus integrantes unificándolos por una determinada manera de gozar. Por pequeño que sea ese universo y por más que hoy se hable de las micro sociedades en las se fragmenta lo social, a cada identificación, a cada identidad familiar, o cultural perdida, le va a corresponder la aspiración a una nueva que se va a sostener ahora sobre la base de una segregación, en un movimiento que puja por materializarse. Y los discursos que pretenden instaurar esas nuevas identificaciones pasan a ser, necesariamente, discursos de restauración y de promesa de una vuelta al lazo social perdido. Las identidades hoy, no son simplemente afirmadas sino reivindicadas y enunciadas como reconquista. Valga como ej. La lucha actual de J. Buttler por combatir las derivas neofacistas de muchos movimientos identitarios que sus trabajos estimularon. Por su parte, los nuevos populismos asientan sus triunfos electorales en la utopía de una refundación de una identidad fuerte, en contra de supuestos enemigos a los que se signa y designa como culpables del desfallecimiento de la tradición.

A punto tal que J-A Miller en su seminario “Un esfuerzo de poesía” nos habla del retorno sensacional del discurso del amo ([3]). Como bien lo ubica la expresión, no se trata simplemente de un retorno, sino de un retorno calificado, en tanto corre por el camino de la nostalgia y la reivindicación, persiguiendo al goce diferente. Y en su curso Extimidad encontramos una definición de la operación de este del amo sobre lo éxtimo que es crucial para el tema que nos ocupa: 

Hay un envoltorio político de este hiato, (se refiere al que se produce entre la identidad y el goce que queda fuera de su régimen) un encubrimiento por parte del amo, en la medida en que el libra de la extimidad y la hace sentir, llegado el caso, esa opresión como exterior. ([4])

Cuando la extimidad del goce se rechaza, ella retorna en la figura del enemigo odiado. El discurso del amo explota esa propiedad de estructura haciendo de su compleja topología un simple ordenamiento maniqueo, interior – exterior, amigo – enemigo etc.

Por eso, la política en estos días, necesita, como decía Eric Laurent ([5]), de un esfuerzo de poesía analítica. Es una manera de decir que la política necesita de los efectos del no-todo.

Por eso también debemos acompañar y saber leer lo que en otros campos se produce en el mismo sentido.

Quiero traer a modo de ejemplo una intervención de Francois Jullien en su libro “La identidad cultural no existe”, autor que siempre, con diferentes recursos trata de producir esos efectos, en este caso apelando al término ecart en la lengua francesa. Dice así:

Ecart se traduce en inglés por gap. Pero ecart significa lo contrario. Gap designa la zanja que separa (es pariente de nuestro término “grieta”); ecart nombra una distancia que se abre y establece una comparación, hace aparecer un “entre” que pone en tensión lo que ha sido separado y le permite a cada término comprenderse con respecto al otro. (…) Por el contrario, la diferencia es la que, asociada con la identidad, aísla y escencializa las culturas. La diferencia nos retiene en el impasse del universalismo o el relativismo. Una vez ahí, es imposible salir de la diyuntiva. (…) Al contrario que la diferencia, que deja cada término en su sitio, en su aislamiento, es el ecart el que, comparando y poniendo en tensión lo que ha sido separado, puede efectivamente producir un común, un común no empobrecido, sino activo e intensivo. (…) lo común no es lo homogéneo ni lo similar sino lo que se comparte. ([6])

Cómo nos recuerda M-H Brousse en su artículo para la gran conversación sobre “La mujer no existe” las palabras de Lacan en Encore: “… atención, no transformemos el no-todo en consigna o en esperanza, se desvanecerá entonces inmediatamente! El silencio le va bien también.”

En efecto, la experiencia del no-todo que nos interesa, no se trata tanto del goce del buen vivir como de una eficacia, incluso de una pragmática, que tiene en su vez por vez la capacidad de disolver el efecto universo y su pendiente segregativa.

No solo eso, sino también el deber de extraer de allí una enseñanza, incluso de inventar un saber, y, si se quiere, un paso más, hacerse responsable de seguir sus consecuencias, sencillamente porque cada vez que surge algo nuevo a la corta o a la larga se lo usa para la lógica del todo.

Para el movimiento de inicio, se necesita del analista, para los otros del analista y de una Escuela a su altura.

Notas

([1]) Lacan, J., “Nota sobre el padre”, en Revista Lacaniana de psicoanálisis N°20. Carta al Padre, Publicación de la EOL, Buenos Aires, 2016, pág. 9.

(2).  Ibid.

(3).  Miller J-A, Los cursos psicoanalíticos de Jacques- Alain Miller “Un esfuerzo de poesía”, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2016.

(4). Miller J-A, Los cursos psicoanalíticos de Jacques- Alain Miller “Extimidad”, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2010, pág. 27.

(5).  Laurent, E., Seminario en la EBP, Radio Lacan, 2018.

(6).  F. Julien, La identidad cultural no existe.