El no-todo y el analista
José Lachevsky
Dar inicio a estas octavas jornadas de la Sección es un acontecimiento que celebramos. Sin duda todas las aperturas de jornadas lo son, pero éste tiene un valor especial ya que venimos de una discontinuidad que marca a las séptimas como un lugar vacío. No es un dato menor ya que este reencuentro, si bien vuelve a ser virtual, marca un punto de inflexión. Convocar a nuestra comunidad analítica y a sus allegados a unas nuevas jornadas es un acto que renueva nuestro compromiso con la causa analítica en este formato que exigió un trabajo inmenso al cartel científico organizador al que estamos muy agradecidos.
Tengo la convicción de que hemos realizado a lo largo del año en la sección un trabajo serio y sostenido acerca del no-todo y el psicoanálisis que tiene su corolario en estas octavas jornadas de la Sección La Plata de la EOL. Asumimos desde la primera noche de directorio, en marzo de este año, que este tema iba a ser complicado, pero muy necesario para entender al psicoanálisis y su práctica a esta altura del siglo. Que nos iba a exigir una búsqueda en la última enseñanza de Lacan con un sesgo que aún no estaba muy estudiado en nuestra comunidad. Dijimos desde el principio que esta tarea nos llevaba a los límites de lo que no sabíamos pero que eso es lo que corresponde a un trabajo de escuela que pretenda dar un paso más para sostener y proyectar al psicoanálisis en los tiempos que corren. Por eso nos propusimos abordarlo en sus consecuencias clínicas, políticas y epistémicas. Sabiendo la complejidad del tema a estudiar nos pareció pertinente, para no diversificar la atención, tomar para las jornadas un título que se desprendiera del tema del año. Y lo encontramos en la primera noche de directorio, en una cita de la Nota italiana, del año 73 “es del no todo de donde viene el psicoanalista”. Esto nos quedó resonando y tras conversarlo con el directorio y con la ID llegamos a la conclusión de que el no-todo y el analista era un buen S1 para que comandara nuestras jornadas.
En tres noches de directorio, dos preparatorias para las jornadas, los señaladores que fueron publicados por el cartel científico organizador, nos fuimos acercando al problema que Lacan encaró decididamente en sus últimos años de enseñanza. Recordamos su “Recomienzo” al inicio del Seminario 21 que no se puede pensar sin la novedad introducida en los seminarios anteriores con la noción no-todo. Y de ahí hasta el final, el nudo borromeo será el instrumento mediante el cual mostrará que no hay ningún registro real, simbólico o imaginario que prevalezca sobre los demás.
Si bien lejos estamos de concluir, ya podemos empezar a tener algunas repuestas. Sin ellas el psicoanálisis no se sostendrá en el futuro.
La conjunción de estos dos términos, no-todo y analista, pone al rojo vivo la incidencia que nuestra práctica puede tener a partir de considerar que la lógica del todo y la excepción, es decir la del goce fálico y la castración no alcanza para explicar la sexuación humana. Y esto pone en cuestión la operación analítica alcanzando reformulaciones determinantes por ejemplo, en la transferencia y la interpretación. En este punto debo reconocer que al trabajo que realizamos este año le faltó un mayor desarrollo en el aspecto clínico que esperamos poder trabajar con la vuelta a la presencialidad. Esto es necesario para situar la especificidad del psicoanálisis y su carácter verdaderamente subversivo frente a las prácticas todistas que los asedian, ya sean las psicologías comunitarias, la neurociencia y la instalación de un sujeto asediado por el superyó y el plus de gozar.
Para agregar más matices al asunto tomo una cita de “Un esfuerzo de poesía” del apartado “La era post paterna”, de Jacques Alain Miller, que Gabriel Racki presentó en nuestra última noche de directorio: “ya desde El seminario 17 Lacan viene formulando sacarse el lastre del padre y la prohibición para orientar el lugar del analista. Allí lo que entraña una grieta es el goce mismo, el goce mismo agujerea, el goce mismo entraña una pérdida progresiva para funcionar y no necesita de un padre que prohíba. En la última enseñanza eso es trasladado al agujero, a la ausencia de relación sexual. La genealogía freudiana de dios se desplaza del padre a la mujer…”
Entonces, caída toda esperanza de resituar la potencia paterna, encarnada en la actualidad por la emergencia de nuevos facismos, la novedad no todista que trae el psicoanálisis, abre una expectativa a limitar los excesos a que se ve compelido el sujeto contemporáneo gobernado por la pulsión de muerte, pero exige al analista que esté a la altura de esa operación. Este encuentro, espero, nos ayudará a dar un paso más para entender que si no nos aggiornamos con este Lacan de sus últimos seminarios nos quedaremos sin recursos para sobrevivir en esta sociedad tan hostil al no-todo.
Para terminar voy a retomar “La nota italiana” texto al que, como dije, le debemos el título de estas jornadas a partir de la cita: “es del no-todo de donde surge el analista”.
Mes serviré de una precisa lectura que hizo del mismo Juan Carlos Indart, en un escrito llamado “Un dios dentro de uno mismo”. El analista es alguien marcado por un deseo de saber, que se ubica en el no-todo, donde un goce fuera de lo simbólico da certeza de que no hay Otro del Otro. Lacan ubica al analista como desecho de la humanidad, pero no en tanto excluido o segregado, si no como surgido del no-todo y ahí se coloca por fuera de los saberes de esa humanidad que entran el mercado. Entonces el saber del analista, sólo se obtiene inventándolo a partir de un deseo. Si bien se puede admitir que en la humanidad hay deseos de saber y amor a la verdad, ¿por qué el analista quedaría como un desecho? ¿De qué clase de desecho se trataría? El analista es un desecho de la serie que Lacan plantea en este artículo: ciencia, verdad, humanidad, felicidad. La particularidad es que no sólo es un desecho. Si no que sabe serlo y eso es porque se analiza y el analista le puede hacer sentir que de ese lugar de desecho puede elaborar un saber, es decir, elaborar un saber hacer con lo que se es como desecho. Y acá Lacan da el paso decisivo. Por vía de un análisis se puede llegar a muchas cosas y el analizante puede llegar al síntoma, llegar a ser una persona culta, sabia. Pero para ser analista se necesita un paso más vinculado al no-todo y eso, dice, debería producirle entusiasmo, que si no se lo produce, de analista no tiene nada. No hay analista sin algo de entusiasmo, algo que se siente en el cuerpo y no hay palabras que lo definan.
Por eso abrimos estas octavas jornadas de nuestra Sección con la expectativa de que en algún momento algo de esto se pueda transmitir. Ese es nuestro deseo.