El dilema del erizo

NOCHE PREPARATORIA DE LAS XXVII JORNADAS ANUALES DE LA EOL: EL PSICOANÁLISIS Y LA DISCORDIA DE LAS IDENTIFICACIONES: VÍNCULOS, CREENCIAS, NOMINACIONES — EOL Sección La Plata, 11 de julio de 2018

 

 

 

Josefina Altschüler

 

“Cuanto más santos seamos, más nos reiremos” (1)

 

En el intento de ubicar la lógica de su época, Freud interroga, explora, formaliza en “Psicología de las masas y análisis del Yo” (2) los lazos libidinales entre los humanos. Para referirse a las dificultades en los vínculos se sirve de un texto del filósofo Alfred Schopenhauer de 1851, “El dilema del erizo”, que se enuncia también como “La parábola de los puercoespines ateridos”: En un crudo día invernal, los puercoespines de una manada se apretaron unos contra otros para prestarse mutuo calor. Pero, al hacerlo así, se hirieron recíprocamente con sus púas y hubieron de separarse. Obligados de nuevo a juntarse por el frío, volvieron a pincharse y distanciarse. Estas alternativas de aproximación y alejamiento duraron hasta que les fue dado hallar una distancia media en la que ambos males resultaban mitigados”. (3)

En esta orientación, advierte también, esta vez en “El malestar en la cultura” (4) lo irrealizable del mandato superyoico prescripto por la religión “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, señalando que más próxima al hombre aparece la agresividad, cuestión que Lacan retomará situando que, entre semejantes, en la lógica imaginaria, sólo la guerra es posible.

Sabemos que a Freud le inquietaban los fenómenos de masa y fue por esa vía que pudo conceptualizar las identificaciones: la identificación al padre, modo religioso de sostener una creencia, identificación histérica a la falta e identificación al rasgo unario. Definía lo colectivo como una multiplicidad de individualidades que asumen el mismo objeto como Ideal del Yo. Identificación de cada uno con el Uno vertical, haciendo masa.

 

Una vuelta más

Convocada a esta presentación, un recuerdo me conmovió, viene del 2013, se trata del trabajo que elaboré producto de mi participación en el cartel del MOL acerca de Escuela; entonces, tomé la noción de “movimiento” en la música, forma musical para ser ejecutada en sucesión con otras.

Hoy, trabajando en la Sección, a la que gusto llamar “nuestro logrado ensamble”, puedo interrogarme valiéndome de Lacan: “¿Cuál es pues ese otro con el cual estoy más ligado que conmigo mismo?  Es él quien me agita”. (5)

Así como el nebenmensch freudiano, la extimidad que Lacan elabora, ese prójimo imposible de amar como a sí mismo, nos habita como inmanencia de goce, eso más íntimo que se reconoce en el afuera. Esa exterioridad íntima, vacuola de goce, que cosquillea y se drena en el trabajo de análisis. Luego del recuerdo, la intimación, íntima, ¿qué trabajar para esta noche? Inmediatamente elegí el eje vínculos.

De allí la pregunta decantó veloz ¿qué vínculos con y en la Escuela? por eso los invito a compartir el banquete.

El Banquete de los analistas –curso de la orientación lacaniana dictado por J.-A. Miller (6) en 1989– toma el sesgo del banquete de Platón, que Lacan trabajó como eje en su seminario sobre la transferencia, el del banquete del Dante y el de Erasmo. Claro que, la pregunta que Miller formula es: ¿qué se come en el banquete de los analistas? Banquete es, sin dudas, una alegoría respecto del lazo social, y en este curso Miller nos propone indagar acerca del vínculo del analista con el psicoanálisis, con los analizantes y con otros analistas. Me detendré en torno de este punto.

En aquella oportunidad, la del MOL, tomé el “Acto de fundación” de 1964 (7). Lacan convocaba, entonces, a trabajadores decididos y yendo a contracorriente de los fenómenos identificatorios grupales, las jerarquías y los cacicazgos, apelaba al trabajo en pequeños grupos, carteles, bajo un rasgo propio y con un producto singular.

Cartel, no sin un más-uno, que haga deconsistir el saber totalizador y, jaqueando a las identificaciones, apunte a diluir la tendencia a la homogenización propia de los grupos.

El tiempo dos de la Escuela, trajo de la mano de la “Proposición…” de 1967 (8) la pregunta acerca del analista de la Escuela. Fuera de toda identificación al ideal, a la masa o al saber vía infatuación, el dispositivo que Lacan inventa, el pase, nominará AE uno por uno a quien se vuelve analista con algo extraído de su análisis.

Sabemos que en las “vueltas dichas” de su análisis, cada AE logró limar, gastar, vaciar los S1, significantes a los que se identificaba, aquellos que, no sin su fantasma, condicionaban su vida.

Si bien se trata de desidentificación, de pasar de las identificaciones, de reducirlas al final de un análisis, resulta una imposibilidad lógica su liquidación.

Entonces la pregunta podría formularse en estos términos: uando hablamos de Escuela ¿de qué identificaciones se trata para un analista? y lo hago extensivo a los analistas practicantes.

Una de ellas nos devuelve a la propuesta formulada por Lacan en 1964: hablo de la identificación al trabajador, vía la transferencia de trabajo.

Para formalizarlo, Miller hace referencia en El Banquete… a la estructura de la recurrencia, término de la lógica matemática, como la ecuación que define una secuencia recursiva, iterativa +1 partiendo del cero. Esto indica que lo que se transfiere, desplaza, pasa, es de uno en uno dejando algo sin hacer, inducción, que invita, promueve el trabajo de otros.

El otro modo de identificación del analista Lacan lo formula a partir de la lectura del texto de Baltasar Gracián en que el autor trabaja la figura del santo, el que no alborota, no se trata del santo religioso sino el que es desecho de la orden.  Eric Laurent (9) señala que este santo en asonancia con el chino (saint- chen-chen) se relaciona con el aforismo que habla de aquel que puede decirlo todo en una palabra.

Consultado en “Televisión” (10) por lo que hace lazo social entre los analistas, Lacan recurre al santo, no de la caridad sino “descarida, el desecho, sicut palea, desperdicio, que encarna el objeto a, aquel que se hace para el sujeto causa de su deseo y tiene efectos sobre el goce, seco de goce, nos dice [“…para él, ni pizca” (11)].

La Escuela, colectivo de soledades en relación a una causa, la causa freudiana, la habitamos uno por uno con maneras, estilos, semblantes diversos, “ensalada de frutos” como la nombró sabrosamente la Directora de las Jornadas, Irene Kuperwajs.

No sin la Escuela, nos malentendemos, nos preguntamos, debatimos. Está próximo nuestro XXVII dispar convivium, las Jornadas de la Escuela, ocasión, oportunidad para leer, escribir sobre nuestras lecturas en la perspectiva de éste, nuestro tiempo.

 

 

 

 

Notas:

(1) Lacan, J.: “Televisión”, en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 546.

(2) Freud, S.: “Psicología de las masas y análisis del yo” en Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1992.

(3) Schopenhauer, A.: Parerga y Parapolímena. Escritos filosóficos menores, Parte II, pág. 31 citado por Freud, S.: “Psicología de las masas y análisis del yo” en Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1995, pág. 96.

(4) Freud, S: “El malestar en la cultura” en Obras Completas, Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid ,1981, pág. 3066.

(5) Lacan, J.: “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, en Escritos I, Siglo XXI, Buenos Aires, pág. 504

(6) Miller, J. A.: El Banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2000, pág. 11.

(7) Lacan, J.: “Acto de fundación”, en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 247.

(8) Lacan; J.: “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, pág. 261.

(9) Laurent, E.: “El moralista y el Santo, la Cosa y la causa”,   Lacan Quotidien n° 540, 2015,

https://www.lacanquotidien.fr/blog/2015/11/lacan-quotidien-n-540/

(10) Óp. Cit. n°1.

(11) Óp. Cit. n°1, pág. 545.